miércoles, 28 de marzo de 2018

117. Post Mortem

Ya que estamos en plena Semana Santa, y puesto que la semana pasada estuvimos hablando de la simbología del Via Crucis, he decidido esta semana traer una muestra iconográfica de cuadros guardados en el Museo del Prado que ilustran perfectamente los acontecimientos sucedidos después del Calvario. El primero es, lógicamente, la crucifixión. Y más concretamente "Cristo crucificado", de Velázquez. El momento de la muerte en su aspecto más puro, sin artificios. 

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Velázquez no incluye en su lienzo nada que augure la futura resurrección. Muestra a Jesús con la cabeza gacha, inerte, sus cabellos cayendo sobre su rostro mientras mana sangre de sus heridas. Con todo, Velázquez ha decidido incluir un soporte para los pies en la cruz, de manera que Jesús puede apoyarse en él. También es una de las pocas crucifixiones donde aparecen cuatro clavos en lugar de tres, y en la cintura del condenado aparece el perizonium o paño de pureza, la prenda que por motivos de pudor se utilizó para cubrir los genitales de Jesús, ya que a los condenados se les crucificaba desnudos. Él no debió ser una excepción. Todo en este lienzo denota soledad, respeto... es la imagen de la misma muerte, fondo negro incluido.

Muy distinto es el momento posterior, cuando José de Arimatea - miembro del Sanedrín y uno de los hombres más ricos de Jerusalén - le pide a Poncio Pilato que le entregue el cadáver de Jesús para darle un entierro digno, puesto que ha muerto en la cruz. Pilato se extraña de que haya fallecido tan pronto (pasó seis horas en el madero), pero acepta. En ese momento, los más fieles seguidores de Jesús le bajan de la cruz y le envuelven en un sudario blanco, momento que queda perfectamente reflejado en la pintura denominada "El Descendimiento de la Cruz", de Rogier van der Weyden. La semana pasada publicamos un vídeo en nuestro canal de YouTube analizando esta tabla.

 


En esta obra Van der Weyden refleja no solo el descendimiento de Cristo de la cruz, sino que incluye simbólicamente los tres elementos que convierten a Jesús en lo que es. El fondo dorado, típico del arte medieval, se usaba ya en el Antiguo Egipto como representación de la divinidad. Refleja a Jesús Dios. Por su parte, el hombre calvo en segundo plano, a la derecha del lienzo, sostiene una urna funeraria que es símbolo de muerte. El símbolo de Jesús Hombre. Y finalmente, en la parte baja de la tabla, a la izquierda, encontramos una calavera al lado de una pequeña planta en flor, junto a la mano de la Virgen María. Es el símbolo de la vida después de la muerte, la Resurrección. El emblema de Jesús Resucitado. Y Van der Weyden lo incluye todo en esta tabla, junto a otras cosas de las que hablamos en el vídeo y que aquí no vienen a cuento. Lo que ocurre después del descendimiento lo sabemos todos: Jesús es introducido en un sepulcro de piedra, en una cueva cercana al monte Gólgota, lugar de la crucifixión. Así lo muestra Tiepolo en su "Entierro de Cristo".

 

Tiepolo, ya en el siglo XVIII, hace gala de un exhaustivo naturalismo. Nicodemo, José de Arimatea y los hombres que dan sepultura a Jesús son hombres mortales, sin signos de divinidad. Solamente la Virgen María, a la izquierda del lienzo y vestida de azul, luce un discreto halo de santidad. El cuerpo de Jesús es cadavérico, blanco como el mármol, es realmente el cuerpo de un hombre muerto. Si no fuese por ese halo de santidad de María y los querubines que sobrevuelan la escena podría ser un enterramiento cualquiera, sumamente realista. Pero no lo es, porque todos sabemos lo que pasará al tercer día, una vez finalizada la Pascua judía. Nos lo muestra el Greco en su "Resurrección de Cristo".

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Jesús reaparecerá como vencedor de la muerte, saliendo de su sepulcro. Sin embargo, esta escena no la describen los Evangelios. Tampoco se dice en los textos originales que hubiese soldados romanos custodiando la tumba de Jesús - ¿por qué habría mandado Pilato vigilar la tumba de un muerto? -. Todo esto son interpretaciones de exégetas posteriores, quienes habrían interpretado que Pilato tenía miedo de lo que decían algunos seguidores de Jesús, de que resucitase, y por eso ordenó a sus hombres que guardasen la entrada del sepulcro. Hay otros que dicen que en realidad tenía miedo de que robasen el cuerpo para poder decir que había resucitado. Sea como fuere, lo que el Greco - y otros tantos artistas - representó es a Jesús saliendo del sepulcro, con la consiguiente sorpresa y temor de los soldados romanos. ¿Y qué ocurrió después? ¿Fueron a dar parte a Pilato? En la Biblia no se dice nada al respecto. Lo único que se dice es que, pasado el Sábado Santo, María Magdalena, María Salomé - la madre de Santiago el Mayor y Juan - y María Cleofás - la hermana de la Virgen - fueron al sepulcro de Jesús y se encontraron con que la enorme piedra que tapaba la entrada estaba corrida, y la tumba vacía. Se dice que en el interior encontraron a un ser con blancos ropajes brillantes, y que tuvieron miedo. Pero el ser les dijo:

"No os turbéis. El que buscáis, Jesús nazareno, el crucificado, resucitó, no está aquí.
Ved el lugar en el que lo pusieron. Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro que
él irá delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como él os dijo." 

Marcos 16:7-8

Las tres Marías salieron huyendo de allí, porque estaban aterrorizadas. Pero una de ellas, María Magdalena, viviría un momento aún más sorprendente. Es lo que representa Corregio en su "Noli me tangere": el encuentro de la Magdalena con Cristo.

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Noli me tangere significa en latín "no me toques". Es lo que le dice Jesús a María Magdalena después de haber resucitado y encontrarse con ella - lo que la convierte en primera testigo de la Resurrección -. Y es que María, al verle, pretende abrazarle y besarle al grito de "¡Maestro!", pero Jesús le prohíbe tocarle "porque aún no he ascendido al Padre". Este es uno de los momentos más místicos de la vida de Jesús. Después de la muerte ha resucitado, cierto, pero aún se encuentra a medio camino entre el mundo de la materia y el del espíritu. Si entra en contacto directo con la materia - el cuerpo de María Magdalena - volverá a estar corrupto y no podrá ascender al mundo del espíritu. Éste es el momento de la transmutación de Jesús, cuando su cuerpo (materia) debe morir (crucifixión) para volver a ser espíritu (resurrección) y ascender de nuevo al mundo sutil, su verdadero hogar. Y ese regreso a su mundo natural, al lado de Dios, es lo que plasma Juan de Flandes en su tabla titulada "La Ascensión del Señor".  

 

Éste es el último instante que Jesús pasa en el mundo de los hombres. Después de decirles a sus discípulos que vayan y prediquen su mensaje por todo el mundo conocido, asciende en una nube, de vuelta al mundo de Dios. Y son sus seguidores los que deben difundir su mensaje por todos los pueblos. Y será aquí cuando se formen las dos Iglesias. Por una parte estará la de Pedro y Pablo, la ortodoxa, la Iglesia de Roma, la oficial y la que contará con la protección del emperador Constantino cuatrocientos años después de que Jesús haya subido al Padre. Por otra parte estará la Iglesia de Juan y María Magdalena, la Iglesia gnóstica y mística, que entenderán el mensaje de Jesús de una forma única: que Dios está en cada uno de nosotros, porque todos somos Dios (Uno es Todo y Todo es Uno), que el Reino de Dios está en nosotros y que la salvación debemos buscarla en nuestro interior, porque el mundo cambiará cuando nosotros cambiemos. La resurrección de Jesús es una enseñanza más, nosotros también podemos purificarnos cuando llegue nuestra hora. Eso es lo que aprendieron María Magdalena y Juan "el discípulo amado". Lógicamente, entre estas dos Iglesias hubo un enfrentamiento brutal que se saldó con las persecuciones de herejes, la quema de brujas, la censura, los asesinatos de la Inquisición, las cruzadas... todo ello llevó a la victoria de la Iglesia de Pedro y Pablo. Mas el mensaje de la Iglesia gnóstica no se perdió. Juan de Flandes lo sabe al pintar esta obra. Pues, ¿quién es la figura que está frente a la Ascensión de Jesús y que da la espalda al espectador? ¿Es Juan, con su característica túnica roja? ¿Es María Magdalena, de largos cabellos? No importa. Porque el mensaje que pretendían transmitir ambos es el mismo. Y Juan de Flandes, al pintar a ese personaje en tal posición, se convierte a sí mismo y a todo el que lo contempla en un seguidor de esta Iglesia.

 

miércoles, 21 de marzo de 2018

116. Simbología del 'Via Crucis'

Hablar de simbología es hablar de mitología. Y el mayor mito (y símbolo) de nuestra cultura occidental, nos guste o no, es la figura de Jesucristo. No entraré en debates teológicos sobre si era o no el Hijo de Dios. Tampoco me voy a detener en cuestiones historiográficas sobre si existió o no (aunque a la luz de las pruebas que han llegado hasta nuestros días, quien prefiera creer que no existió puede permitírselo perfectamente). Lo más revelador es que no importa si existió o no: es un símbolo poderosísimo que ha marcado y sigue marcando la vida de millones de personas en todo el mundo, de forma consciente o inconsciente. Y se debe a que es una referencia simbólica a nuestra propia vida y a la misma naturaleza humana. Por eso, ahora que estamos en unas fechas tan señaladas, me he decidido a explicar el mito del Via Crucis: porque es un símbolo que nos habla del camino de la vida, del desarrollo personal, de la búsqueda de la perfección y de nuestra relación con lo trascendente. Es, por lo tanto, eterno, y se actualiza constantemente para cada persona. De hecho, el "camino de perfección" de San Juan de la Cruz tiene mucho que ver con el Via Crucis. Recordemos, TODOS los mitos se refieren a una realidad humana, cotidiana, cercana. Los mitos son tan importantes porque remiten a un tipo de información, sea del tipo que sea (intelectual, material, sentimental, espiritual...), pero siempre humana. Y el Via Crucis es el mito que simboliza el camino de nuestra vida hacia la trascendencia. O, si lo preferís, hacia la autorrealización y la felicidad. Al fin y al cabo, es lo mismo.

El Via Crucis genuino quedó diseñado y confeccionado de forma definitiva en torno al siglo IX, y así se ha venido reproduciendo, venerando y VIVIENDO hasta bien entrado el siglo XX, cuando Juan Pablo II intentó cambiarlo sabiendo que ese Via Crucis medieval emanaba filosofía pagana por todas partes. Por suerte un hombre, por muy Papa que sea, no puede acabar con una tradición de siglos, y la gente ha seguido fiel a ese Via Crucis original, aunque introduciendo los tres últimos pasos que dictó Juan Pablo II. A continuación vamos a exponer cada uno de los pasos y a explicar, lo más brevemente posible, su simbología. Recordemos que estamos reproduciendo una realidad humana que transcurre en dos niveles: en nuestra vida diaria y a lo largo de nuestra existencia en el mundo.

I

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El primer paso de nuestro Via Crucis es el juicio a Jesús y su condena. Lo primero que debemos tener en cuenta es que Jesús se entrega para morir. En la pésaj (la Pascua judía) se cena cordero para recordar la liberación de la esclavitud que los hebreos sufrieron en Egipto, y en concreto el episodio de la muerte de los primogénitos: comieron cordero y con su sangre marcaron las jambas de las puertas de sus casas, haciendo que el ángel de la muerte de Dios pasase de largo. Ahora ese cordero del sacrificio es Jesús. No muere para quitar los pecados del mundo, sino para librar al hombre de la muerte. El término hebreo pésaj significa, literalmente, "dejar pasar (la muerte de largo)". Pero antes de su muerte y nuestra liberación tiene que pasar por distintos ritos de purificación. Y el primero de ellos es éste: lo llevan ante el Sanedrín, el tribunal religioso de los judíos. Primero Caifás y después Anás, ambos sumos sacerdotes (cosa absurda, porque sólo había uno). Como el Sanedrín no tenía autoridad para condenar a muerte, ya que eso era responsabilidad de los romanos, lo envían a Poncio Pilato, gobernador de Judea. Él ve que Jesús es inocente pero, al saber que es judío, lo envía al rey de los judíos, Herodes Antipas. Éste no quiere saber nada de él, además Jesús le recuerda a Juan el Bautista, a quien el rey había ordenado ejecutar; y por temor a que sea una reencarnación del Bautista, lo envía pronto de vuelta al palacio de Pilatos. ¿Qué significa todo este vaivén? Jesús en enviado de un lado para otro porque es su primer paso para la liberación. El Sanedrín, los romanos, el rey de los judíos... todos ellos representan las instituciones. Es decir, el mundo. Este primer paso presenta al hombre, al individuo, contra el mundo. Pilato encuentra a Jesús inocente, pero para calmar al pueblo y evitar una revuelta hace que le den a Jesús una terrible paliza. Después lo saca al bacón y anuncia el famoso "Ecce homo" (aquí está el hombre). Pilato esperaba que al verle tan apaleado la multitud se diese por satisfecha, pero todo el mundo grita "¡Crucifícalo!". Y no deja de ser curioso, porque quienes gritan eso son los mismos que una semana antes le estaban recibiendo a las puertas de Jerusalén con palmas y cánticos, al grito de "¡Hosanna!", llenos de euforia y devoción. ¿Cómo es posible? Porque el grito de hosanna y el de crucifícalo son lo mismo. No es que signifiquen lo mismo, sino que el significado simbólico de ambos es el mismo: la realización del Salvador sólo se alcanza a través de la cruz. Pero más importante aún que esta oposición a las autoridades, esta confrontación del hombre con el mundo, es el sentimiento de traición. No por aquellos que piden su muerte, sino por los que se esperaba otra cosa de ellos: sus amigos. El hombre se enfrenta al mundo y a su destino y lo hace completamente solo. Los apóstoles, los amigos de Jesús, sus seguidores, aquellos que iban a estar siempre con él, le han abandonado porque han tenido miedo. Este sentimiento de traición y abandono es el que experimenta Jesús. Nosotros debemos emprender nuestro camino de la vida solos.



II
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El segundo paso es cuando cargan a Jesús con la cruz. Desde antiguo, la cruz ha simbolizado la materia (luego ha ido variando su significado, como expusimos en una entrada anterior que podéis leer aquí) reflejando con sus cuatro brazos los cuatro elementos. La cruz es el madero, la materia más tosca, que es colocada sobre el hombre. Ese peso representa todas las culpas, cargas y problemas que arrastramos con nosotros, no sólo los nuestros propios, sino los de toda nuestra familia. Ahora está muy de moda todo el tema de la biodescodificación, que parece algo muy moderno y novedoso, pero que no lo es tanto. Ya en el siglo IX se está hablando de esto mismo: nuestro camino de la vida está condicionado por todo lo que nos echamos a los hombros y con lo que tenemos que cargar.



III

 La Via Crucis di Roberto Ferri 

El tercer paso es la primera caída. Cuidado porque habrá un total de tres caídas, y son muy importantes. Tres fueron las tentaciones que sufrió en el desierto, tres fueron los días que estará muerto, tres han de ser las caídas. El tres es el número del Espíritu, y en este caso será la prueba de su constancia. Jesús no avanza con paso glorioso, no es un héroe invencible en su camino. Todos nosotros nos sentimos desfallecer tarde o temprano, y de hecho los momentos más importantes vendrán ahí, cuando creamos que está todo perdido. La conocemos, ¿verdad? Esa sensación de "no puedo". Creer que no podemos cargar con nuestra cruz, pensar que todo está perdido y que nunca vamos a llegar a nuestro destino. La "caída" es el desfallecimiento. Todos sabemos lo que se siente, y el Via Crucis nos lo recuerda. Sin embargo, también es una muestra de nuestro empeño por continuar. "¿Por qué nos caemos? Para aprender a levantarnos."


IV


 La Via Crucis di Roberto Ferri

Hemos llegado al cuarto paso, el número de la materia pura. Y en consonancia con esto, como no podía ser de otra manera, Jesús se encontrará con su madre. Hay tres números femeninos importantes, que coincidirán con los tres encuentros de Jesús con mujeres: su propia madre (4), la Verónica (6) y las mujeres de Jerusalén (8). En este caso, la madre de Jesús representa por una parte a la Magna Mater, la diosa madre encarnación de la Tierra. Por otro lado, representa a la madre de cada uno, biológica o adoptiva, real o imaginada. Es la figura materna que todos tenemos y a la que nos gustaría acogernos (regresar a su seno) cuando estamos sufriendo en el sendero de nuestra vida. Pero no podemos hacerlo. 



V


La Via Crucis di Roberto Ferri

En la parada número 5, el número del hombre, nos encontramos con Simón de Cirene. También llamado el Cireneo, poco se habla de este buen señor. Al sentirse desfallecer y ver que no puede con el peso de la cruz, Jesús deja de andar y se tambalea. Un soldado romano, que lo ve, señala a una de las muchas personas que había alrededor y le ordena que le ayude. Esa persona será Simón de Cirene, un hombre que volvía de trabajar en el campo y que, sin comerlo ni beberlo, sin preguntar por qué, ayuda a Jesús con el peso de su cruz. Es decir, carga con una cruz que no es la suya, sino la de un extraño. En este número del hombre encontramos la humanidad, la piedad y la ayuda. Es la amistad desinteresada. Es Simón de Cirene, y no los apóstoles, el verdadero amigo de Jesús. Alguien que sin saber cómo ni por qué, te ayuda a superar los malos momentos y que está ahí siempre para apoyarte. Esa persona es el Cireneo.  


VI

La Via Crucis di Roberto Ferri

Nuevo número femenino, nuevo encuentro con la mujer. La tradición (que sigue sin ser aceptada de manera canónica) dice que una mujer se acercó con un paño a secar el sudor de la frente de Jesús y que, al retirar la tela, el rostro del Redentor quedó milagrosamente impreso en ella. Es un momento bellísimo. Y fijaos: esta mujer será conocida como Santa Verónica, pero su nombre no hace referencia a la persona sino a la reliquia. "Verónica" proviene de vera icona, es decir, la verdadera imagen. ¿Qué simboliza este paso? Que en un momento de nuestro trayecto tendremos que desprendernos de una parte de lo que somos, de lo que conforma nuestra identidad. Debemos llegar a la esencia, a la "verdadera imagen", sin artificio alguno. Es decir, debemos conocernos y reconocernos a nosotros mismos.


VII


La Via Crucis di Roberto Ferri

La séptima parada es una nueva caída. Una nueva muestra de lo frágil de la condición humana y de lo duro de nuestro viaje en la vida, pero al mismo tiempo del aliento que debe tener nuestro espíritu y que no deben desmoralizarnos las flaquezas ni las caídas cuando cargamos con nuestra cruz. No debemos abandonar nuestro cometido. No es tan grave caerse como no levantarse. El número 7 es el número de la perfección, y el hombre perfecto es aquel que, pese a todo, continúa luchando. Que persevera.



VIII

La Via Crucis di Roberto Ferri

En la octava parada Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén. Las mujeres encarnan a la propia ciudad, que llora. "¡Oh, Jerusalén, que matas a tus profetas!", había exclamado Jesús. Y al encontrarse con ellas (con ella, con la ciudad), Jesús les dice algo importantísimo: "No lloréis por mí. Llorad más bien por vosotras y vuestros hijos." Jesús les dice que no se preocupen por él porque él ya se va, ya está acabando su camino, está a punto de liberarse. En la Pascua judía, recordamos, se celebra la liberación personal. Es una fiesta para agradecer que somos libres. Sin embargo, Jesús da un paso más allá y se prepara para liberarse del último peligro de la vida: la muerte. Jesús les dice que no lloren por él, que ya casi es libre, sino que deberían llorar por ellas y sus hijos, que se quedan atrás. Esta parada se puede resumir en: "No lloréis por mí, que ya me voy. Llorad por vosotros, que os quedáis." Es decir, los lamentos deben ir para los que aún no han emprendido su camino, no para los que ya están en él. 



IX


La Via Crucis di Roberto Ferri

Llegamos a la tercera y última caída. Ya hemos dicho que el tres es el número del Espíritu, tres las tentaciones que enfrenta, tres días que tarda en resucitar, tres son las caídas. El número de la gloria más divina y de la flaqueza más humana. Jesús cae una tercera vez al suelo, pero por más veces que caiga no desiste en su misión. Nosotros tampoco debemos hacerlo. Esto no es una cuestión del sufrir por sufrir, no el martirio gratuito que tan mal nos han vendido y tan nefasto ha resultado a lo largo de la historia. No, esto es un mensaje de esfuerzo y perseverancia, común a todas las culturas y a todos los hombres y mujeres. Es la lucha en la persecución de un fin, por mucho que se sufra en el proceso. Recordemos que esto es aplicable tanto a nuestra vida cotidiana como a nuestro proyecto vital.



X

La Via Crucis di Roberto Ferri

La décima parada es el expolio. Cuando Jesús llega a la cima del Gólgota, le despojan de todas sus vestimentas. En un maravilloso ejercicio de mitología comparada podemos identificar los diez primeros pasos del Via Crucis con los diez mundos que debe atravesar la diosa Inanna (en sumerio) o Isthar (en acadio) para llegar al Irkalla (el inframundo). En cada mundo que atravesaba se iba despojando de uno de sus atributos (joyas, vestido, calzado...) hasta que, al llegar al décimo, se encuentra completamente desnuda y se vuelve mortal. Jesús vive una transformación parecida: se despoja de todo artificio exterior y se queda desnudo, tal y como vino al mundo. Así, desnudos, nos encontramos en nuestro estado más puro. "Esto soy yo. Ni más ni menos." El expolio de Jesús es la última purificación. Jerusalén convierte a los dioses en hombres.



XI

La Via Crucis di Roberto Ferri

La siguiente estación es cuando le clavan en la cruz. Ahora Jesús es alma pura, completamente purificada (para un judío no hay diferencia entre el alma y el cuerpo) y al clavarle en la cruz se le está uniendo al mundo de la materia. Porque sólo así se puede alcanzar la trascendencia, cuando el alma y el cuerpo están unidos. Un judío no comprende la resurrección del alma sin la resurrección del cuerpo. Esa unión del cuerpo de Jesús (alma) a la cruz (materia) simboliza este concepto sine qua non puede tener lugar la victoria sobre la muerte.



XII


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El Via Crucis medieval terminaba aquí, en la duodécima parada, con la crucifixión de Jesús. El número 12 es el símbolo de lo que está completo. "Se ha consumado", son las últimas palabras de Jesús en la cruz. La mejor y más bonita crucifixión de todas es, para mi gusto, la que pinta Velázquez en 1632. Si podéis ir al Museo del Prado a contemplarla, os lo recomiendo. Y si además podéis ir y leer delante del cuadro el poema que le dedicó Miguel de Unamuno, tanto mejor. Podéis encontrarlo aquí. ¿Qué tiene de especial la crucifixión? Que es el final del camino. Es cuando Jesús finalmente se ha completado, como alma inmortal y como hombre efímero. Aquí hay un par de cosas importantes. Lo primero y fundamental para entender la figura de Jesús en la cruz es comprender las palabras que dice. Por ejemplo, el famoso "Elí, Elí, lama sabactani", que se ha traducido como "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" No se puede entender la profundidad de esa frase sin saber que Jesús era un rabino fariseo y que se sabía los Salmos de memoria. En efecto, esta frase es el comienzo del Salmo 22, cuya redacción se ha atribuido al rey David. ¿Os dais cuenta? En la cruz, Jesús se pone a cantar el Salmo 22, que es un grito de angustia al mismo tiempo que un canto de alabanza a Dios, y empieza justo así:


"Dios mío, Dios mío,

¿por qué me has abandonado?

¿Por qué no vienes a salvarme?

¿Por qué no atiendes mis lamentos?

Dios mío,

día y noche te llamo, y no respondes;

¡no hay descanso para mí!

(...)

Esta idea de Jesús cantando Salmos en la cruz es extremadamente hermosa, y uno se pregunta por qué no nos lo han contado así. Pero hay más. El alma y el cuerpo están unidos de la misma manera que Jesús y el madero: son la misma cosa. Y la gran enseñanza que nos deja es ésta: Jesús lo hace todo por amor. Coge la fiesta del Yom Kipur (la del cordero del sacrificio) y la Pésaj (la de la liberación) para unirlas y sacrificarse él mismo, siendo consciente en todo momento, por amor. La tradición del sacrificio para encauzar la violencia inherente del ser humano, para devolver la paz a la sociedad, queda recogida en su persona de forma plenamente consciente y con todas las consecuencias. ¿Qué es lo más famoso que Jesús dice en la cruz? "Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen." En cambio, Jesús sabía perfectamente lo que hacía, y lo hace hasta las últimas consecuencias. Él se sacrifica en el amor incondicional por un régimen y una sociedad que sabe que no va a perdurar: los fariseos enfrentados a los saduceos, la mayor parte de los esenios aislados en pequeñas comunidades en el desierto, los celotes contra el dominio romano... la situación es insostenible. Para devolver el equilibrio a la sociedad, Jesús asume el rol del cordero pero esta vez de forma consciente y definitiva. Es crucificado en el año 33 (aprox.), en el 70 las tropas romanas de Tito arrasarán Jerusalén y destruirán el Templo, que no volverá a ser reconstruido. Lo que hace es un acto de amor absoluto, desinteresado y total. Sólo eso puede vencer a la muerte.

Por hoy lo dejamos aquí. Tal vez en otra entrada hablemos del entierro, descenso a los infiernos y resurrección de Jesús, aún no lo sé. Pero sí quería compartir con vosotros el simbolismo del Via Crucis original, para que podáis ver cuánta diferencia hay con lo que nos llevan contando toda la vida. Estas historias sobre Jesús remiten a un inconsciente colectivo que se lleva repitiendo desde los orígenes de la humanidad. Al fin y al cabo, es tal y como decíamos al principio: los mitos funcionan porque apelan a una sensibilidad humana, a una realidad reconocible por cualquier individuo a muchos niveles. En ese sentido, el Via Crucis no es algo exclusivo cristiano. Lo que se celebra en Semana Santa es mucho más: es la misma experiencia humana.

A propósito, la mayoría de las imágenes utilizadas en esta entrada son cuadros de Roberto Ferri, pintor italiano nacido en 1978 que está considerado como "el nuevo Caravaggio". Me encantan sus pinturas, y me han venido muy bien para lo que quería contar hoy. Sé que ha sido una entrada un poco larga, pero creo que merece la pena dedicar tiempo a saber y comprender ciertas cosas, más aún cuando conforman parte de la base de nuestra cultura occidental. Muchas gracias por estar ahí, y nos vemos la semana que viene. Ultreia!

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miércoles, 14 de marzo de 2018

115. Explicando el Noble Camino Óctuple

Habiendo expuesto estas semanas pasadas la vida de Siddharta Gautama, el Buda histórico, vamos a centrarnos ahora en aclarar uno de los puntos clave de su doctrina: el Noble Camino Óctuple. Recordamos que en la entrada anterior lo presentamos así:


CONJUNTO I: PANNA (pali), Sabiduría
                    1: drsti (sánscrito) // ditthi (pali)visión o comprensión correcta
                    2: samkalppa // sankappa, pensamiento o determinación correcta

CONJUNTO II: SILA, Conducta Ética
                    3: vac // vacaa, Hablar correcto
                    4: karmanta // kammanta, Actuar correcto
                    5: ajiva // ajiva, Medio de vida correcto

CONJUNTO III: SAMADHI, Entrenamiento de la mente
                    6: viaiama // vaiama, Esfuerzo correcto
                    7: smriti // sati, Estar presente o consciencia del momento correcto
                    8: samadhi // samadhi, Concentración o meditación correcta


Dijimos que estos ocho elementos deben practicarse de forma igualitaria, al mismo tiempo, y no progresiva. Por eso el símbolo para representarlos es la Rueda del Dharma. Dijimos también que el término "correcto" empleado es una traducción del término pali samma, que significa "ideal", "plenitud", "coherencia" o "perfección". Bien, ahora vamos a profundizar más en este tema, y vamos a hacerlo comenzando por el comienzo, como diría la Liebre de Marzo de Carroll. Vamos a empezar por la panna, la Sabiduría.


 
La flor de loto será el símbolo del nibbana


En este primer conjunto del Noble Camino, la Sabiduría, están inscritos todos los elementos mentales y cognitivos. Quien empieza a andar el Camino recibe la "apertura del ojo del dharma" (lo que en las religiones mistéricas se denominaba el "Despertar del Iniciado") y se convierte en un sotapanna. A grandes rasgos, esta primera toma de contacto con el Noble Camino es la búsqueda del conocimiento trascendente, para no perderse en la red de mentiras, engaños, ignorancia e ilusiones que hay tejida a nuestro alrededor.

1. VISIÓN O COMPRENSIÓN CORRECTA. Se trata del paradigma o la filosofía que tiene una persona respecto a la realidad. La visión "correcta" se refiere a la comprensión de las Cuatro Nobles Verdades del budismo, haciendo la distinción entre lo sano y lo malsano. Es decir, una comprensión profunda de la realidad en la que se distingue lo que es bueno para mí y para otros de lo que es malo.

2. PENSAMIENTO O DETERMINACIÓN CORRECTA. Este punto se traduce a veces como "intención", "motivación", "aspiración" o mi favorita: "voluntad de cambiar". Hace referencia a tres aspectos fundamentales: intención de nekkhamma (la renuncia al mundo mundano para poder alcanzar el nibbana, dejar ir porque nada es constante), intención de buena fe e intención de ajimsá (la no-violencia hacia otros organismos). Este "pensamiento correcto" se refiere por tanto a las emociones y en canalizar correctamente el pensamiento, alejándose de la mala voluntad y la crueldad para dirigirse a la bondad y la compasión.


El segundo conjunto del Noble Camino es la Conducta Ética, denominada en pali shila. El fin último de este conjunto es entender que cada vez que actuamos o hablamos añadimos una carga kármica. Es aquí donde se estructura la ética budista, que relaciona a los budistas con los demás miembros de la sociedad, siendo por tanto el conjunto más extrovertido. Y la ética budista se puede resumir en los llamados Cinco Preceptos, a saber: abstenerse de destruir vida, abstenerse de tomar lo que no nos es dado, abstenerse de conductas sexuales inapropiadas o dañinas, abstenerse de mentir o engañar y abstenerse de mantener visiones equivocadas de la realidad. Teniendo esto claro, podemos pasar a explicar los senderos.

3. HABLAR CORRECTO. Se trata del método a través del cual los budistas dan el mejor uso posible al lenguaje. Se podría resumir en que se deben abstener de mentir, de las calumnias y la difamación, del hablar irrespetuoso y frívolo. En resumen, que uno debe decir siempre la verdad y emplear palabras buenas, amigables, benevolentes, amables, significativas y útiles.

4. ACTUAR CORRECTO. La actuación de los budistas en su vida diaria. Tienen tres prohibiciones fundamentales: deben abstenerse de arrebatar la vida, de tomar aquello que no les es dado (es decir, de robar) y de tener prácticas sexuales inapropiadas o dañinas para sí mismos o para otros.

5. MEDIO DE VIDA CORRECTO. La regla de oro de ese sendero sería que un budista no debería optar por oficios o profesiones en los que, directa o indirectamente, se dañe a otros seres vivos o sistemas. Es decir, existe la prohibición de comerciar con armas letales, con bebidas intoxicantes, venenos, matar animales, etc. Tampoco se acepta el comerciar con humanos (esclavitud o prostitución) ni las formas deshonestas de ganar riqueza (corrupción, estafas, engaños, robos, intrigando, persuadiendo, insinuando, etc.) Fuera de todo eso, de aquello que pueda dañar a otros seres o a ti mismo, se defiende un modo de vida correcto.


Los tres últimos elementos del Noble Camino se agrupan en el conjunto del Dominio de la Mente (en pali, Samadhi), y son aquellos que están relacionados con un trabajo meditativo, de concentración o disciplina mental. Sin embargo, mi traducción favorita es la que han dado algunos autores: "estar presente".

6. ESFUERZO CORRECTO. El esfuerzo, se entiende, ha de ser mental; ya que se deben mantener apartados de la mente aquellos pensamientos que pudiesen influir de forma negativa en la práctica de alguno de los otros senderos del Noble Camino. Un budista debe esforzarse, por tanto, en prevenir aquellos pensamientos insanos que no han surgido todavía y destruir aquellos que ya tiene, al mismo tiempo que debe esforzarse por producir lo sano que aún no ha llegado y cultivar aquellos pensamientos benéficos que ya tiene. La meta final del Esfuerzo Correcto es desear con cada fibra de nuestro ser que todas las criaturas alcancen el nibbana.

7. ATENCIÓN CONSCIENTE CORRECTA. Para los budistas será importantísimo mantener la mente en el "ahora", no dejarla vagar por los recuerdos del pasado ni las preocupaciones del futuro. Se debe estar consciente en todo momento de cómo el cuerpo, la mente, la acción y el pensamiento están actuando en nosotros mismos y en nuestro entorno.

8. CONCENTRACIÓN, MEDITACIÓN O ABSORCIÓN CORRECTA. Este elemento está centrado en la meditación y en los distintos niveles que el budista puede/debe alcanzar, denominados jhanas. En el primer nivel, el budista se aleja de sus deseos e intereses materiales, se produce un desarraigo. En el segundo nivel, ya tranquilizada y relajada la mente, se experimenta la propia consciencia. En el tercer nivel, la persona se mantiene atenta y concentrada, sensible al placer. Y en el último nivel, el budista se ha vuelto ecuánime, y todo su ser es puro en contemplación, sin placer ni dolor.


Hasta aquí el Noble Camino Óctuple que, de acuerdo a los budistas, ideó Siddharta Gautama como medio para alcanzar el Nirvana. Podremos estar más o menos de acuerdo con ello, pero es innegable que esta espiritualidad ha tenido un peso enorme en toda la tradición religiosa posterior, incluso hasta nuestros días. La semana que viene veremos que la tradición religiosa del mundo sigue presente aún hoy, y que la vemos todos los días aunque no nos demos cuenta. Ultreia!

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miércoles, 7 de marzo de 2018

114. Hablemos de Buda. Parte III

Ocho semanas después de despertar, el Buda conoció a dos mercaderes llamados Tapussa y Bhallika, que se convirtieron en sus primeros discípulos. Fiel a su palabra, Gautama se dirigió con sus acompañantes a Magadja dispuesto a visitar al rey Bimbisara, para hablarle y explicarle sus hallazgos, pero éste ya había muerto. Entonces dirigió sus pasos hasta la ciudad de Sarnath (que significa literalmente "parque de los ciervos"), cerca de Benarés, en el norte de India. Allí dio su primer discurso a los tres compañeros ascetas que le habían dejado bajo la higuera. Ellos, junto a los dos mercaderes y el propio Siddharta, formaron la primera sanga (comunidad budista). Con el tiempo, esos primeros seguidores se convirtieron en arhats. Y aquí me veo obligado a interrumpir momentáneamente nuestro relato para aclarar este término.

Un arhat es una persona que ha conseguido una comprensión profunda de la existencia, que ha alcanzado el nirvana y que, por lo tanto, no volverá a nacer. Las dos ramas principales del budismo tienen opiniones encontradas sobre la existencia de los arhats. Para el budismo Theravada, el más antiguo, convertirse en arhat es la meta del progreso espiritual. Sin embargo para el budismo Mahayana, más reciente, esta idea se considera egoísta y opuesta a la naturaleza del Bodhisattva (literalmente "aquel que se encuentra en el camino hacia la iluminación"), pues este último se queda anclado por voluntad propia en el ciclo de nacimientos, muertes y resurrecciones para trabajar por el bien de otras personas. Esta divergencia de opinión es una de las principales diferencias entre los budismos Theravada y Mahayana. Sin embargo, no es esta una entrada dedicada al budismo, sino a la vida de Buda. Así que regresemos con él y sus discípulos.


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Representación de Siddharta Gautama y sus cinco primeros seguidores


Esta primera sanga, establecida en Sarnath, tuvo tantísimo éxito que rápidamente el número de seguidores del Buda aumentó en cinco meses a 12, luego a 50, a 60, a 63 (con la conversión de tres hermanos), luego a 200, 300, 500 y así sucesivamente, hasta que la sanga llegó a contar con 1.000 discípulos. Y así fue, durante los siguientes años, que la sanga se desplazó a la llanura del Ganges, a Bihar y al sur de Nepal. En esos años Buda enseñó a toda clase de gentes, desde nobles hasta barrenderos, incluso a asesinos como Angulimala y caníbales como Alavaka. La sanga estuvo viajando constantemente, de ciudad en ciudad y de territorio en territorio, enseñando la doctrina del dharma. Y aquí me veo obligado a hacer otro paréntesis explicativo.

Dharma es un término sánscrito que significa, literalmente, "protección" (se entiende que contra el sufrimiento). El objetivo de la doctrina del dharma es alcanzar la tranquilidad y la paz interior. ¿Cómo? A partir del llamado Noble Camino Óctuple. Actualmente en el budismo se considera que seguir este camino es la vía para conseguir el cese definitivo del dukkha ("sufrimiento"). Recordemos que la cuarta parte de las Cuatro Nobles Verdades promulgadas por Siddharta era "para extinguir la causa del sufrimiento debemos seguir el Noble Camino Óctuple". El símbolo utilizado para representar este camino es la llamada Rueda del Dharma, pues cada uno de sus brazos representa uno de los ocho elementos que se componen. Esos ocho elementos no son progresivos, es decir, no se debe dominar uno para acceder al siguiente; sino que más bien deben practicarse todos al mismo tiempo. Por eso el símbolo empleado es una rueda y no una escalera. Los elementos que componen el Noble Camino Óctuple están divididos en tres conjuntos, y son los siguientes:

CONJUNTO I: PANNA (pali), Sabiduría
                    1: drsti (sánscrito) // ditthi (pali)visión o comprensión correcta
                    2: samkalppa // sankappa, pensamiento o determinación correcta

CONJUNTO II: SILA, Conducta Ética
                    3: vac // vacaa, Hablar correcto
                    4: karmanta // kammanta, Actuar correcto
                    5: ajiva // ajiva, Medio de vida correcto

CONJUNTO III: SAMADHI, Entrenamiento de la mente
                    6: viaiama // vaiama, Esfuerzo correcto
                    7: smriti // sati, Estar presente o consciencia del momento correcto
                    8: samadhi // samadhi, Concentración o meditación correcta

En todos los elementos del Noble Camino, la palabra "correcta" es una traducción del término pali samma, que significa "plenitud", "coherencia", "perfección" o "ideal". De todas formas, al ser algo bastante ambiguo, la explicación detallada de cada uno de los elementos la dejaremos para la próxima entrada.


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La sanga, por tanto, iba viajando y enseñando a lo largo de los años; con la excepción de los tres meses de retiro conocidos como vasana (que se hicieron coincidir con la temporada de lluvias, en las que resulta muy complicado desplazarse). Se dice que el primer vasana tuvo lugar en Benarés, donde la sanga fue acogida con honores en un monasterio. 

El rey Susodana, su padre, al enterarse del "despertar" que había vivido Gautama, envió una delegación a encontrarse con él para pedirle que regresara a su palacio de Kapilavastu, la capital de Sakia. Sin embargo, los emisarios de esta delegación se unieron a la sanga. El monarca envió una segunda, con la que ocurrió lo mismo. Y así una tercera, y una cuarta... hasta la décima delegación, que también se unió a la sanga. Ésta estaba encabezada por Kaludayi, un amigo de la infancia de Siddharta, el cual se convirtió con el tiempo en un arhat. Transcurridos siete años desde su "despertar", con 42 años, el Buda accede a regresar a Kapilavastu y emprende un viaje de dos meses a pie, enseñando el dharma a su paso. Al llegar, en el palacio real se prepara para servir el almuerzo. Sin embargo, la sanga se dedica a hacer una ronda de petición de limosnas. El rey Susodana, indignado por ver a su hijo, el príncipe heredero, en tal actitud, le recrimina:

- El nuestro es el linaje guerrero de Mahamassata. ¡Ni uno solo de sus guerreros ha pedido limosna! 

A lo que Siddharta respondió:

- Aquella no es la costumbre de tu linaje real. Pero es la costumbre de mi linaje de Buda. Varios miles de Budas han pasado sus vidas pidiendo limosnas.

Se dice que Susodana invitó a la sanga al completo a comer en el palacio, y al banquete le siguió un debate sobre el dharma. Durante el tiempo que duró la visita muchos miembros de la familia real se unieron a la sanga. Incluso el propio hijo del Buda, Rajula, que en aquel momento contaba con siete años de edad, se convirtió en uno de sus discípulos principales. El propio rey se convirtió en un sotapanna, un iniciado, admirado por el conocimiento sobre la verdadera naturaleza de la realidad que mostraba su hijo. Tras esta conversión masiva de su familia, no hay más noticias destacables en la vida del Buda hasta el quinto vasana, cuando recibe la noticia de que su padre está muy enfermo y que su hora está cerca. Inmediatamente se pone en camino, a tiempo para llegar hasta su lecho e ilustrarle en el dharma. Antes de morir, el rey se convirtió en un arhat.


 
Estupa Dhamek en Sarnath, India, sede de la primera enseñanza del Buda en la que ilustró a sus primeros cinco discípulos sobre las Cuatro Nobles Verdades

Años después, contando Siddharta Gautama con 80 años de edad, anunció a sus discípulos que pronto alcanzaría el paranibbana, es decir, la muerte final, abandonando su cuerpo terrenal para no volver a reencarnarse. Tras decir esto, se recostó en un claro de la selva de Kushinagar, en India; y se comió los alimentos que había recibido en calidad de ofrenda de parte de un herrero llamado Cunda. Cayendo de repente terriblemente enfermo, el Buda dio instrucciones a su ayudante Ayana para que convenciese a Cunda de que la comida ofrecida nada tenía que ver con su enfermedad ni muerte inmediata, antes al contrario, le estaba inmensamente agradecido por haberle ofrecido su última comida (la tradición theravada considera que el Buda comió algún tipo de carne de cerdo, mientras que la tradición mahayana cree que lo que comió fueron trufas o setas, reflejo de los dos puntos de vista de ambas tradiciones sobre el vegetarianismo budista y sus preceptos para monjas y monjes). Actualmente son varios los monjes budistas formados en Medicina que sostienen que el Buda falleció debido a un infarto o isquemia intestinal, es decir, la muerte del tejido del intestino debido a una interrupción del flujo sanguíneo. Se trata de una afección típica de la vejez, y no habría tenido nada que ver con una intoxicación alimenticia o haber sido envenenado, como se ha sugerido.

Recostado contra un árbol, el Buda Gautama preguntó a sus seguidores que le acompañaban en ese momento si tenían alguna duda o interrogante a ser aclarados, pero nadie los tenía. Fue en ese momento que Siddharta Gautama entró finalmente al paranirvana. Según se dice, sus últimas palabras fueron:

"Todas aquellas cosas que son producto de la voluntad (Sankara)
son pasajeras. Luchemos con diligencia para librarnos de ellas."

- Pali: vayadhamma sankhara appamadena sampadetha

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