miércoles, 27 de marzo de 2019

165. Gods of Management. Un comentario al modelo de clasificación empresarial de Charles Handy

¿Qué tienen que ver Zeus, Atenea, Apolo y Dionisos con la forma de gestionar una 
empresa y la mentalidad de los líderes y trabajadores?

Resultado de imagen de zeus atenea apolo y dionisos

Este lunes pasado estuve haciendo mi sección De dioses y empresas en Rock and Talent de Capital Radio, y estuvimos comentando el llamado "Modelo de Charles Handy". La influencia de estas divinidades ha llegado hasta nuestros días de muchas maneras, y una de sus manifestaciones es la que encontramos en Charles Handy (nacido en 1932), quien ha desarrollado un teorema de identificación de cuatro tipos principales de filosofías corporativas en base a las similitudes que guardan con cuatro dioses olímpicos. En un trabajo publicado en 1978 y titulado Gods of Management, Handy quiso calificar la cultura de empresa elevando a los altares del liderazgo empresarial a Zeus, Apolo, Atenea y Dionisos.

Antes de continuar, debo decir que no me he leído el libro de Handy. Me propusieron hablar sobre su modelo unos cuatro días antes, así que toda la información que os voy a transmitir aquí la he obtenido de webs y blogs de empresarios que comentan este modelo. Y esto es importante, porque no estoy del todo de acuerdo con esta clasificación de Handy (especialmente en lo que concierne a Dionisos). Vamos a ver el por qué.

Resultado de imagen de zeus

HANDY: Zeus representa la cultura del club. Es el líder de los dioses olímpicos, y su sabiduría y poder le hacían admirado y temido a partes iguales. Se identifica con la típica tradición patriarcal, donde Zeus se responsabilizaría de liderar y echarse a las espaldas a toda la familia. El poder de Zeus era infinito, y lo administraba de forma impulsiva e irracional, aunque con un trasfondo benefactor acorde con la justicia universal. Los rasgos de Zeus son los propios de la cultura de empresa que empieza (como start-ups) y aquellas de carácter familiar, en las que el líder (fundador) suele comandar con puño de hierro (legitimado por su rango) pero con carácter justo y amable (el club, la familia), con decisiones más impulsivas que basadas en la razón.

OPINIÓN: Estoy bastante de acuerdo con la categorización de Handy. Zeus puede estar reflejado en esa persona o grupo pequeño de personas (una oligarquía) que lleva toda la responsabilidad a sus espaldas, tira del carro y toma todas las decisiones. Está bastante en consonancia con los patriarcas bíblicos. La administración de poder / toma de decisiones de forma impulsiva coincide con la personalidad de un dios de la tormenta. Sí, coincido.

Imagen relacionada

HANDY: Todo lo contrario de Zeus es Apolo, dios del orden y las reglas. Para él la razón y el pensamiento lógico lo son todo, por lo que la distribución de tareas y obligaciones en la compañía están perfectamente claras. Las empresas que siguen el modelo de Apolo, también llamado cultura del papel, se caracterizan por contar con un conjunto de procedimientos infinito, que permite estandarizar y obtener la máxima excelencia hasta en las metas más pequeñas. Por lo tanto, las empresas que siguen el modelo de Apolo obtienen una estabilidad y precedibilidad sin igual, y se mantienen funcionando día tras día y generación tras generación sin variaciones ni sustos. Sin embargo, este modelo sólo resulta útil en mercados poco dinámicos (algo cada vez menos frecuente), ya que la necesidad de apoyarse en las reglas que exige Apolo choca con la agilidad necesaria para adaptarse a clientes y entornos cambiantes.

OPINIÓN: Plenamente de acuerdo. Apolo es el dios del rigor, y por lo tanto, podríamos relacionar también esta cultura empresarial con el mundo judío, donde impera la Ley. Hay que hacer las cosas de una manera muy concreta y punto. Ese es Apolo. Un dios estricto y terrible.

Resultado de imagen de atenea

HANDY: La diosa Atenea representa la cultura del proyecto. Es la diosa de la guerra, las artes y las ciencias, y protectora de héroes como Ulises. Para ella las reglas no son tan importantes como Apolo ni toma sus decisiones dejándose llevar por sus impulsos como Zeus. Por su parte, Atenea confía en que la clave de un buen directivo debe ser la búsqueda continua de soluciones a los problemas que vayan surgiendo, midiendo el éxito o el fracaso de los trabajadores en función de los resultados obtenidos. En esta cultura del proyecto, los recursos laborales y económicos se van ajustando a las necesidades de cada momento. El trabajo en equipo es clave, Atenea no comanda (a diferencia de Zeus) ni lo hacen los libros (Apolo), sino que es el conjunto, el colectivo, el que toma las decisiones oportunas para alcanzar el éxito, con un mínimo de procedimientos detallados.

OPINIÓN: Aquí yo tengo mis dudas. Bien es verdad que Atenea es la diosa de la estrategia, y por lo tanto el funcionamiento del colectivo es importante. Pero creo que en esta cultura del proyecto, es decir, la obtención de objetivos a largo plazo a través de la superación de una serie de problemas, encajaría mejor con Deméter que con Atenea. Al fin y al cabo, Deméter es la diosa de la agricultura, es decir, diosa de los frutos obtenidos después de un trabajo. Además, como todo empresario sabe después de un análisis DAFO, hay cosas que dependen de nosotros y cosas que no, como el trabajo en el campo. Por eso creo que Deméter encajaría mejor como representante de esta cultura empresarial.

Resultado de imagen de dionisos

HANDY: Dionisos representa la cultura existencial. Se caracteriza por un marcado carácter individualista y hedonista, en el que el trabajador no está subordinado ni a la organización (Zeus, Apolo) ni al grupo (Atenea), sino a sí mismo. Un trabajador inspirado en Dionisos no busca ayudar a la compañía a lograr el éxito, sino que busca que la empresa le ayude a él a conseguir los suyos. Por ello, las compañías que adoptan una cultura de empresa del tipo Dionisos son las que consideran las habilidades de sus trabajadores individuales como el activo crucial, algo que suele ocurrir en profesiones liberales (médicos, periodistas, abogados...) donde gran parte del trabajo se realiza a solas y el talento del individuo marca la diferencia en la empresa o en la sociedad.

OPINIÓN: Aquí no estoy de acuerdo con Handy. Primero porque Dionisos no es individualista: es el dios del teatro. Su culto se celebraba de noche y era exclusivo de las mujeres, pero existe un colectivo, no es un dios del individuo (ninguna religión puede ser del individuo). En cuanto al hedonismo, doctrina filosófica cuyo objetivo es la obtención del placer como bien supremo, fin superior y objetivo en la vida; Dionisos no es exactamente el dios del hedonismo. Handy utiliza a Baco como reflejo de Dionisos, y no es lo mismo. Pero de eso quizá hablemos otro día, porque hay mucha tela que cortar...    

miércoles, 20 de marzo de 2019

164. ¿Qué es el símbolo?

A finales del mes pasado, Ariadna TV le hizo una entrevista
a mi amigo, maestro y mentor Jaime Buhigas. En ella, Jaime explica
en qué consiste el símbolo, el pensamiento simbólico y el estudio de
la mitología. En cómo es tarea de todo ser humano. Una entrevista de
lo más recomendable, sobre todo para todos los que consideran que
este campo de estudio es "raro", "peculiar" o "cosa de frikis". En la entrada 
de hoy, he querido honrar a mi maestro y comentar algunas de las cuestiones
que aporta. Podéis ver el vídeo a continuación.


El símbolo, el σύμβολον griego, era un objeto que se partía cuando alguien se iba a separar, uno se quedaba con una parte, otro con la otra, y cuando ocurría el reencuentro se juntaban las dos mitades, se reunificaba y se reconocía. Esto se utilizaba por ejemplo cuando se había recibido hospitalidad: se partía un σύμβολον, una figurita, y el hospedado y el anfitrión se quedaban con su mitad correspondiente. Pasados los años, incluso las generaciones, sus hijos o nietos podían presentar esa otra mitad y recordar esa relación. Cuando uno empieza en el estudio de la simbología y le cuentan lo del σύμβολον, se aclaran muchas cosas. Se coloca al símbolo en un lugar de respeto y de consideración, puesto que el gran símbolo es el ser humano, que está partido, dividido, que ha perdido su mitad trascendente y divina y cuyo objetivo en la vida es reunificarse. Entonces con el símbolo estamos hablando de una dualidad y de un intento de regreso a la Unidad, con todo lo que ello implica de por sí. Algo se ha perdido y el símbolo sirve para reconciliar.

Imagen relacionada

Puesto que sirve para religar, es normal que toda tradición religiosa utilice símbolos, no le queda otra, no hay otro lenguaje posible. Y el ser humano tiene la increíble capacidad de crear símbolos para poder relacionarlos en colectivo y poder así hablar y compartir experiencias. Hay algo profundamente bello en el estudio del símbolo, puesto que para cada persona implica algo diferente y, sin embargo, complementario. Nunca se debe dar un símbolo por enteramente conocido o sabido. Nunca debemos creer que un símbolo es un signo. Muchas veces nos ofuscamos en la visión cuadrangular de que nuestra experiencia del símbolo es la correcta, y que los demás están equivocados. Pero por otro lado, hay que evitar la degradación del símbolo. Siempre debe servir para unificar, nunca para dividir. Dicho de otra manera, utilizar un símbolo como estandarte para establecer unas diferencias y un rechazo al otro es una perversión, puesto que el símbolo es patrimonio de la humanidad. Un ejemplo: Cristo. Creer en Jesucristo y utilizar esa creencia para atacar a los demás sin haber accedido a los múltiples significados de ese símbolo es pervertirlo. Jesucristo es patrimonio de la humanidad, como todos los símbolos. Todavía recuerdo aquel chico que me dejó un comentario en YouTube: "quien escucha la verdad y no la sigue, ése es basura". La verdad es sólo lo que hacemos con ella. Oímos lo que queremos oír y creemos lo que queremos creer. Pero el símbolo es hermoso precisamente porque une, porque permite acercar posturas. Todo lo demás deja de ser un σύμβολον, que une, para convertirse en un Διάβολος, que divide.

Imagen relacionada

El lenguaje simbólico es un tipo de pensamiento, probablemente la mitad de nuestras posibilidades de pensamiento son simbólicas. Entonces, renunciar a ello implica renunciar a la mitad de nuestro pensamiento y de nuestra capacidad de imaginación, creatividad y muchísimas cosas. Por lo tanto no es una opción, el símbolo es inexcusable y así se ha entendido siempre. ¿Qué es lo que ocurre? Que vivimos en un momento pobre, simbólicamente muy pobre. La tiranía de la razón ha hecho estragos con respecto al pensamiento simbólico porque no es lógico. Es un pensamiento que tiene mucho más que ver con lo que hoy llamamos poesía. Por tanto el símbolo es siempre un medio, nunca un fin en sí mismo. ¿Qué ocurre cuando lo convertimos en un fin? Que pasa a ser un ídolo, y al venerarlo se comete idolatría. Es muy fácil convertir un símbolo en un ídolo, y es el problema que han tenido las religiones: han tenido grandísimos símbolos que han acabado convertidos en objeto de culto. El símbolo es siempre un camino, nunca un fin. Recuerdo a Miguel Valls con aquella gran frase referida a las religiones y al símbolo. "Supongamos que queremos ir a Toledo. Para ello nos montamos en un tren. Pero una vez que lleguemos a Toledo debemos abandonar el tren. Se trata de visitar Toledo, no de convertirnos en ferroviarios". Creo que es una de las formas más elegantes de explicarlo que podrían concebirse. Entonces es importante comprender que el símbolo se crea para manifestar una experiencia, exactamente igual que la poesía. José Hierro decía: "escribo poesía cuando no me quedan palabras". Es decir, no está tratando de transmitir una información, sino una experiencia. 

Resultado de imagen de catedral wallpaper     

miércoles, 13 de marzo de 2019

163. ¿Qué es la mitología? Una reflexión del principio

Mythos significa "relato" o "cuento", una historia que encierra un significado y una enseñanza. La mitología es un conjunto de relatos simbólicos, por lo tanto, debe contarse con las herramientas suficientes para acceder a su verdadero significado. Una iconografía base, por ejemplo, un capitel románico que presenta un caballero luchando contra un dragón, no se aparece de la misma manera a todo el mundo, pues cada quien en función de sus conocimientos lo interpreta de forma distinta. Un par de ejemplos del mundo moderno: un árbol y un coche. Dos cosas que podemos encontrar paseando por cualquier calle de nuestra ciudad. Me pongo a mí mismo de ejemplo. Si yo voy caminando por la calle y veo un árbol, no veré lo mismo que un botánico: donde él ve el género, la especie, capaz de identificar si es macho o hembra, si da flor y fruto, hoja perenne o caduca, y mil detalles más; yo veo el Yggdrasil, el axis mundi, la unión de los de arriba con lo de abajo, una manifestación de la creación o un paralelismo del ser humano, por poner sólo algunos ejemplos. Y si por ejemplo nos encontramos con un coche, donde yo veo un medio de transporte un mecánico verá marca, modelo, piezas, funcionamiento, etc... Es decir, mi visión es distinta a las suyas, pero el objeto contemplado es el mismo. Por eso, los diferentes juicios están determinados por el punto de vista de los jueces. No son ni mejores ni peores, sino distintos y complementarios. Lo mismo ocurre con el relato mitológico: depende de cuánto hayamos entrenado penetraremos más o menos en su significado profundo. El objetivo es llegar a la comprensión plena y a la fusión con el Todo. Como decía Ibn Sina, mejor conocido como Avicena, "las cosas son Alá si acertamos a verlas en su esencia, desnudas de existencia, esto es, carentes de tiempo, espacio y atributos".     

Los conceptos que se manejan en mitología y simbología religiosa se encuentran lejos del punto de vista contemporáneo, ya que el ideal democrático del individuo que se determina a sí mismo, la invención de los artefactos mecánicos y eléctricos, y el desarrollo de los métodos científicos de investigación han transformado la vida humana de tal manera que el universo atemporal de símbolos heredados hace milenios ha sufrido un colapso. Se suele recordar mucho a Nietzsche por su famosa frase "Dios ha muerto" como un canto al ateísmo, pero lo que se suele olvidar es el sentido de continuidad de esa frase, que no es otro que "vale, Dios ha muerto. Y ahora, ¿qué?" Podemos vivir sin Dios. Ahora bien, ¿podemos vivir sin la experiencia subyacente al concepto de Dios? ¿Cómo reconstruimos nuestra esencia emocional, metafórica, espiritual, poética, tras matar a Dios? ¿Por qué se siguen produciendo hoy series como Lucifer o American Gods? ¿Por qué, a pesar de todo lo dicho arriba, nos siguen interesando las figuras mitológicas? La cuestión, la gran tarea del ser humano, es darse cuenta de que seguimos estando incompletos, que hemos sufrido la Caída cuando desarrollamos la visión dual y perdimos la unitaria; y que es el mito - y por lo tanto el símbolo - el que nos permite regresar a la unidad, refiere a algo que se ha perdido y que puede recuperarse. Nuestra tarea es darnos cuenta, tomando perspectiva de la posmodernidad y del individuo, de que formamos parte de algo más grande que nosotros mismos, ya sea la familia, la empresa la sociedad o el mundo.

Muchas veces me he encontrado con la pregunta de si los antiguos, los griegos por ejemplo, creían en la veracidad de sus mitos. La respuesta ya la ofreció Máximo de Tiro en el siglo II: "En efecto, hay un dios (…) superior al tiempo, la eternidad y toda naturaleza que fluye, que no puede ser nombrado por el legislador, inexpresable por el lenguaje e invisible a los ojos, y como no podemos captar su esencia, nos apoyamos en palabras y nombres, animales, figuras de oro, marfil y plata, plantas, ríos, cimas y fuentes." Es decir, los usaban para expresar lo inexpresable. El neoplatónico Salustio de Emesa, amigo personal del emperador Juliano el Apóstata (siglo IV), dejó escrito: "Estas cosas no ocurrieron jamás, pero son siempre". La mitología es el gran vehículo simbólico del ser humano. 

Imagen relacionada

miércoles, 6 de marzo de 2019

162. El mito y la sociedad, según Joseph Campbell


Durante las próximas semanas iré transcribiendo algunos
fragmentos del Epílogo de la obra El Héroe de las Mil Caras
de Joseph Campbell, aprovechando mi colaboración en 
Rock & Talent. Sólo para ir aclarando conceptos



La mitología ha sido interpretada por el intelecto moderno como un torpe esfuerzo primitivo para explicar el mundo de la naturaleza (Frazer); como una producción de fantasía poética de los tiempos prehistóricos, mal entendida por las edades posteriores (Müller); como un acervo de instrucción alegórica para amoldar al individuo a su grupo (Durkheim); como un sueño colectivo, sintomático de las urgencias arquetípicas dentro de las profundidades de la psique humana (Jung); como el vehículo tradicional de las intuiciones metafísicas más profundas del hombre (Coomaraswamy), y como la Revelación de Dios a Sus hijos (la Iglesia). La mitología es todo esto. Los diferentes juicios están determinados por los diferentes puntos de vista de los jueces. Pues cuando se la investiga en términos no de lo que es, sino de cómo funciona, de cómo ha servido a la especie humana en el pasado y de cómo puede servirle ahora, la mitología se muestra tan accesible como la vida misma a las obsesiones y necesidades del individuo, la raza y la época.

(…) 

En su forma viva, el individuo es necesariamente sólo una fracción y una distorsión de la imagen total del hombre. Está limitado, ya sea hembra o varón; también lo está en cualquier período de su vida, como niño, como joven, como adulto o como anciano; y no sólo eso, sino que está necesariamente especializado como artesano, comerciante, sirviente o ladrón, sacerdote, líder, esposa, monja o prostituta; no puede serlo todo. De aquí que la totalidad, la plenitud del hombre, no esté en un miembro aparte, sino en el cuerpo de la sociedad como un todo; el individuo sólo puede ser un órgano. De su grupo ha tomado las técnicas de vida, el lenguaje en que piensa, las ideas por las cuales lucha; los genes que han construido su cuerpo descienden del pasado de esa sociedad. Si pretende aislarse, ya sea en hechos, pensamientos o sentimientos, sólo lograr romper las relaciones con las fuentes de su existencia. 

(…)

Ha sido costumbre describir los festivales de las estaciones de los llamados pueblos primitivos como esfuerzos para dominar la naturaleza. Ésta es una representación equivocada. Hay mucha voluntad de dominio en todos los actos del hombre, y particularmente en aquellas ceremonias mágicas que se supone han de traer la lluvia, curar las enfermedades o detener las inundaciones; sin embargo, el motivo dominante en el ceremonial de todas las religiones verdaderas (oponiéndolas a la magia negra) es la sumisión a lo inevitable del destino, y en los festivales de las estaciones este motivo es particularmente evidente. No se ha registrado ningún mito tribal que intente postergar la llegada del invierno; al contrario: los ritos preparan a la comunidad para soportar, junto con el resto de la naturaleza, la estación del frío tremendo. Y en la primavera, los ritos no intentan obligar a la naturaleza a producir de inmediato maíz, frijol y calabazas para la comunidad debilitada; por el contrario, los ritos dedican a todo el pueblo a la obra de la estación de la naturaleza. El maravilloso ciclo del año se celebra con todos sus contratiempos y periodos de júbilo, y es bosquejado y representado como una continuidad del ciclo vital del grupo humano. 

(…)

Cada uno lleva el todo dentro de sí mismo; por lo tanto puede buscarse y descubrirse dentro de él. Las diferenciaciones de sexo, edad y ocupación no son esenciales a nuestro carácter, sino meras vestiduras que llevamos por un tiempo en el escenario del mundo. La imagen interior del hombre no debe confundirse con su atuendo. Pensamos que somos americanos, hijos del siglo XX, occidentales y cristianos civilizados. Somos virtuosos o pecadores. Sin embargo, esas designaciones no dicen lo que debe ser el hombre, denotan solamente accidentes geográficos, fecha de nacimiento e ingresos económicos. ¿Cuál es el meollo de nosotros? ¿Cuál es el carácter básico de nuestro ser? El ascetismo de los santos medievales y de los yoguis de la India, los misterios helénicos de las iniciaciones, las antiguas filosofías del Oriente y del Occidente, son técnicas para desplazar el hincapié de la conciencia individual fuera de la presencia exterior. Las meditaciones preliminares del aspirante apartan su mente y sus sentimientos de los accidentes de la vida y lo llevan hasta lo más profundo. "Yo no soy esto ni lo otro; no soy mi madre ni el hijo que acaba de morir; mi cuerpo, que está enfermo o envejece; ni mi brazo, mis ojos, mi cabeza, ni la suma de todas estas cosas. No soy mis sentimientos, ni mi mente, ni mi fuerza intuitiva. " Por medio de estas meditaciones sale de su propia profundidad y finalmente alcanza insondables realizaciones. Ningún hombre puede regresar de practicar tales ejercicios y tomarse muy seriamente en cuenta como don Fulano, de tal o cual población de cierto país.

(…)

Ésta es la etapa de Narciso contemplándose en la fuente, del Buddha sentado en forma contemplativa debajo del árbol, pero no es la última meta; es un requisito, pero no el fin. La meta no es ver, sino caer en la cuenta de que uno es esa esencia; entonces, el hombre es tan libre de vagar por el mundo como lo es su esencia. La esencia de uno mismo y la esencia del mundo son una sola cosa. De aquí que la separación, el aislamiento, ya no sean necesarios. Por dondequiera que vaya el héroe y cualquier cosa que haga, siempre está en presencia de su propia esencia, porque ha perfeccionado sus ojos para ver. No hay aislamiento.

(…)

Centrado en este punto capital, el problema del egoísmo o del altruismo desaparece. El individuo se ha perdido en la ley y ha renacido identificado con el significado íntegro del universo. Por Él y para Él se ha hecho el mundo: "Oh, Mahoma - dijo Dios -, si no fuera por ti, no hubiera creado el cielo."      
Resultado de imagen de mitología moderna