miércoles, 17 de febrero de 2016

8. ¿Qué es el esoterismo?

Quiero explicar una cosa: el esoterismo. Hay gente que considera que los que nos dedicamos a estudiar las Ciencias Ocultas somos tipos raros, como la lacra de la sociedad, como aquellos que creían en las supercherías y cuentos de brujas y hadas. Y no es así. Reconozco que actualmente hay tantísima gente que se ha dado al mundo de los misterios en lo que se conoce como new age que resulta confuso. Ahora hay nuevos "alquimistas", nuevos expertos de la "cábala", nuevos "contactados" por los OVNIs... De una vez, que quede claro: esa gente NO es esotérica. Y manchan el buen nombre de aquellos que trabajan en serio en esta disciplina.


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Hay como dos corrientes, y el lector pensará que critico a los de new age porque yo me sitúo en el otro grupo, ¿verdad? Dime una cosa. ¿Has visto alguna vez un puestecillo de libros de estos que suele haber en las estaciones de tren? Esos que tienen libros a 3, 5 o 7 euros. Seguro que los has visto. Bien, pues los que escriben los libros sobre ramas del esoterismo son los que pertenecen a la new age. ¿Un libro sobre Cábala de 3 euros? ¡Mal! ¡Es vergonzoso! Luego lo coges para ojearlo y te juro que, si yo fuera judío, demandaría al autor. No puede hablar de la Cábala. Un buen cabalista jamás escribiría un libro sobre Cábala. Podría explicar lo que es, lo que implica, su práctica... pero desde luego no desentrañar los misterios de la interpretación. Ese tipo de libros son, simple y llanamente, una falta de respeto. No solo a la Ciencia en cuestión, sino a todos aquellos que llevan siglos practicándola. Claro, se podría decir lo mismo de mí, pues yo también escribo libros... pero hay una diferencia sustancial: yo nunca escribiré un libro de ciencias ocultas. Quizá alguna vez escriba algo SOBRE ellas. Porque no es lo mismo. Un libro de ciencias ocultas implica que es un trabajo que sólo puede estar al alcance de los iniciados en la misma. Yo no escribo libros de ciencias ocultas. Lo que yo hago es escribir sobre esoterismo. Término que, por cierto, se afronta no sin cierto recelo. "Esotérico" significa "oculto", se trata de un conocimiento que necesita de un grado de iniciación previo para acceder a él. Lo que yo hago en mis libros, y ahora aquí, es intentar que mis lectores alcancen ese grado de iniciación. Lo que yo escribo son cosas que están al alcance de todo el mundo, sabiendo dónde buscar, pero no son para todo el mundo. Esos libros que se venden a 3 euros sí que están pensados para todo el mundo. Y no todos deberíamos tener acceso a todo el conocimiento. Esa idea de la democratización del conocimiento es nefasta. La idea de la igualdad. Internet, en ese sentido, es un peligro. Y si nuestros lectores creen que exagero, ahí va una pregunta: ¿ustedes dejarían que un niño tuviese acceso y supiese manejar una caja de cerillas? Espero que no, por su seguridad y la de los que le rodean. Ahora veamos un ejemplo con un adulto. ¿Dejarían que todo el mundo supiese cómo fabricar una bomba atómica? Me parece que está claro: no todo el mundo tiene que tener acceso a todo el conocimiento. Por eso, los maestros de los Misterios dedican años y años a iniciar a sus pupilos para que quizás, al final, le sean revelados los grandes conocimientos. Eso es lo que se hacía en las Escuelas de Misterios.


La Mano de los Misterios, perteneciente a una 
logia masónica de Winsconsin

Algunos lectores pensarán que no se puede comparar una bomba atómica con, por ejemplo, la alquimia, y creerán que estoy exagerando. ¿Que no se puede comparar? Querido amigo, la alquimia ES química. Una forma temprana de química, alejada del racionalismo enfermizo que nos trajo el siglo XVIII y con el que aún hoy cargamos. Los alquimistas eran gente de ciencia y de fe. Comprendían las fuerzas que regían el universo y las aplicaban en sus talleres. No era una panda de locos en busca de una piedrecita de color rojo llamada Piedra Filosofal que confería la inmortalidad, como nos los presentan tan a menudo. Si quieres saber en qué consiste realmente ser un alquimista, te sugiero que leas alguno de los libros de Fulcanelli. Él fue, probablemente, el último verdadero alquimista de la historia, en el siglo XX. Me gustaría que en la próxima entrada hablásemos un poco de Fulcanelli. Ahora bien, daremos algunos nombres de los que, a mi entender, trabajan el esoterismo como hay que hacerlo. El primero, Jaime Buhigas. Es mi maestro, el que me inició a mí en este maravilloso universo. Es un gran entendido de lo que se llama "ciencias ocultas" o, mejor dicho, "sabiduría perenne". Es arquitecto de profesión, especializado en Geometría Sagrada y sobre todo en la Sección Áurea. Es experto en la simbología del Camino de Santiago, Simbología en el Arte, Filosofía y Mística del Número, Teoría y práctica de la Creatividad, Mitología Comparada... Jaime Buhigas es uno de mis modelos a seguir. 


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Pero si quieres más nombres, tienes por ejemplo a Álvaro Bermejo. Licenciado en Historia y Antropología, es escritor y periodista. Ha escrito un libro que recomiendo fervientemente: El Laberinto de la Atlántida. Otro maestro en este mundo es Carlos Blanco. Es el egiptólogo más joven del mundo, filósofo, orientalista y, por supuesto, escritor. Es una persona que, nada más escucharle hablar, se sabe que será en el futuro una de las grandes mentes de España. Y por último, que no es mi intención abrumar a los lectores, Claudio Naranjo y Javier Esteban. Dos grandes maestros de la unión de la psicología occidental con las escuelas espirituales orientales. Todos ellos, y muchos más, son la gente que merece de verdad la pena leer y escuchar. Atended a sus palabras y alejaos de los falsos iluminados.

No, yo no me considero un iluminado. Rotundamente no. Lo lamento si he dado la impresión de que me considero un iluminado, pero en absoluto. Yo intento acercarme y aprender de los iluminados, que a su vez dirán que ellos tampoco son iluminados. Ahí también hay una diferencia: desconfía de aquellos que pregonan ser iluminados o bendecidos por los dioses, antiguos o nuevos. El verdadero maestro no tiene necesidad de demostrar nada a nadie, porque Todo es Uno y Uno es Todo. Yo no soy un iluminado. Sí es verdad que estoy en un grado de iniciación superior a ciertas personas, pero eso es todo. El iluminado es el maestro, yo apenas soy aprendiz. Y por muchos años. Cualquiera puede llegar a ser como yo. Basta con interesarse, con saber dónde buscar y con formar el espíritu crítico en un mundo donde importa más la cantidad y velocidad de la información que la calidad de la información. Un iniciado sabe distinguir, entre el torrente de información sobre un tema, la que merece la pena y la que no tiene sentido. Esta new age es el grito desesperado de la Humanidad por librarse de un tiempo en el que impera el racionalismo más extremo de la Historia, donde intentamos dar respuestas racionales a todos los misterios del cosmos. Pero esas personas extremadamente empíricas, esos científicos de batas blancas, a veces olvidan lo fundamental: que el ser humano también es alma. Espíritu. El ser humano está conformado por elementos que escapan del mundo de la materia, e incluso del propio entendimiento. Anhelamos conocer todo, desentrañar todos los misterios. Pero cada vez que aparece una respuesta, surgen nuevas preguntas. Ésa es la magia del misterio, que nunca acaba. Pues el día que no haya misterios, todos nosotros desapareceremos. Yo no soy un iluminado. Sólo quiero que, como yo, sean muchos los que vean el mundo con nuevos ojos, los ojos de alguien que ha practicado su mirada iniciática y puede ver cosas que a los profanos se les escapa. Eso es lo único de lo que puedo hacer gala. Y nos despedimos aquí. Confío que a nuestros lectores les haya gustado y servido esta intervención. ¿Cuándo nos vemos la próxima vez? El viernes. 19 de febrero, qué coincidencia. Ese día, en 1473, nacía en Polonia un hombre que pondría el mundo patas arriba: Nicolás Copérnico.

Le felicitaremos. ¡Hasta pronto, queridos lectores!

 

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