miércoles, 25 de enero de 2017

69. APOCALISIS. ¿En qué cree el Estado Islámico?

En torno a marzo de 2016 escribí un reportaje sobre las creencias religiosas del Estado Islámico 
y se lo ofrecí a varias revistas especializadas, como MÁS ALLÁ o AÑO/CERO. Me agradecieron
amablemente el esfuerzo pero se negaron a publicar el reportaje porque "eso no interesa a nadie".
Así que ahora que el Estado Islámico vuelve a ser noticia en los medios, publico aquel reportaje
que escribí hace cerca de un año y que me rechazaron. Lo bueno de que el blog sea mío es que yo 
decido lo que se publica. Confío en que a vosotros sí os interese. 

Imagen relacionada

El Estado Islámico es la viva imagen de los riesgos que entraña la fe. Se creen actores de un drama cuyo desenlace está escrito hace siglos: el Apocalipsis. "Monjes guerreros" de una tradición que interpretan al pie de la letra y, según algunos estudiosos del tema, de forma sumamente coherente. Veneran a Mahoma y a sus primeros seguidores hasta el punto de que consideran una apostasía cualquier conducta que modifique, aunque sea mínimamente, el modelo de comportamiento del Profeta en cualquier aspecto de la vida. Y la apostasía está condenada con la pena de muerte.

"No son unos [yihadistas] enloquecidos que manipulan la tradición medieval para justificar la esclavitud, la crucifixión y las decapitaciones. Son soldados que se sitúan en el corazón de la tradición medieval y la aplican sin fisuras en el presente", asegura Bernard Haykel, profesor de Estudios del Cercano Oriente de la Universidad de Princeton y uno de los mayores expertos mundiales en la teología del Estado Islámico.

Y, sin embargo, a pesar de su proclama involucionista, no dudan en utilizar algunas de las herramientas más "modernas" del mundo actual, como Internet - gracias al cual han logrado atraer a decenas de miles de musulmanes a su califato -, o los extraordinarios vídeos propagandísticos que todos hemos visto. Todo ello, sumado a sus oscuras fuentes de financiación, al vacío de poder en estados como Siria e Irak y a la (de momento) falta de perspectiva de EE.UU. y sus aliados - que inicialmente lo catalogaron como un simple grupo terrorista, una "escisión" de Al-Qaeda - ha permitido al Estado Islámico crecer hasta el punto de controlar un territorio más grande que Reino Unido y tener bajo su influencia a unos ocho millones de personas.

¿Qué pretenden? Nada, o al menos nada que pueda servir como moneda de cambio. Porque todo lo que hacen, todos los pasos que dan, están encaminados al que creen un inminente Fin del Mundo. Y están convencidos de que la señal de salida de esta carrera a ninguna parte se inició con la ocupación de Irak por EE.UU., todo en base a antiguas creencias que pueden ser interpretadas de muchas formas, pero también de la manera en la que lo hace el EI. Por eso, aunque resulta políticamente incorrecto, no se le puede acusar de ser antiislámico. Precisamente ahí reside su fuerza, ése es el imán que atrae a miles de jóvenes de todo el mundo a sus filas: en erigirse en guardianes de la pureza de una tradición que, según ellos, se ha visto degradada y que tiene en Occidente a su peor enemigo. 

El tema, está claro, trasciende los aspectos geopolíticos., porque sus raíces se sumergen en las siempre movedizas arenas de la fe. Y la fe, como sabemos, mueve montañas. Vamos a ver en el presente reportaje el apocalíptico escenario en el que el Estado Islámico nos ha convertido en involuntarios actores. 



ESTADO ISLÁMICO

Pese a que el color del islam es el verde, ellos enarbolan banderas negras, la enseña de guerra del Profeta, la que señalará el advenimiento del Mahdi (el profeta que regresará al Final de los Tiempos para gobernar la tierra de los fieles y castigar a los culpables) en la Batalla Final, y visten uniformes negros, los del cuarto caballo del Apocalipsis. El Corán también tiene el suyo, los hadit (la colección de relatos no incluida en el Corán que narra los sucesos cotidianos y ejemplares de la vida de Mahoma) cifran cifran claves escatológicas que apuntan a la Consumación de los Tiempos. Y los muyahidines (en el contexto islámico es una persona que hace la yihad, es decir, hacer un "esfuerzo espiritual" o, en el menor de los casos, militar. En español se emplea con el sentido de "combatiente islámico fundamentalista) del califato islámico se aplican a cumplirlos a sangre y fuego, pues se consideran heraldos de un inminente Fin el Mundo.

Tanto bajo su acrónimo árabe - Daesh - o en su versión occidental - Islamic State of Irak nd Siria -, el nombre de ISIS nunca se pronuncia en vano. No estamos hablando de un movimiento de liberación tercermundista ni de una revolución árabe más, nada tiene que ver con la que llevó al poder a Jomeini, ni con la que practican Al Qaeda o Hamás. Para ellos el chiísmo o alauismo suponen apostasías merecedoras de las mismas decapitaciones que practicaron sobre James Foley, el periodista estadounidense; o Alan Henning, el cooperante británico. Su lectura del Corán es tan literal como estricta, cualquier innovación doctrinal supone negar su perfección original. Su mesianismo augura la llegada (parusía) del duodécimo imán, el Imán Oculto, cuya misión soteriológica - rama de la teología que estudia la salvación - se completará con el advenimiento de un Anticristo Tuerto (Al-Dajjal) y un Redentor (Al-Mahdi), que coincidirán con la segunda venida de Cristo (Isa) a la Tierra. 

  Imagen relacionada
Sobre estas líneas, el periodista estadounidense James Foley, víctima del Estado 
Islámico. Debajo, Alan Henning, el cooperante británico que fue decapitado
 Resultado de imagen de alan henning

La aparición de la Bestia será la señal. El campo de batalla, un Armagedón coránico que anegará de sangre la ciudad de Dabiq, cerca de Alepo, en Siria, donde se enrentarán los ejércitos de la Nueva Roma y del Último Califato. Más allá de todo el horror que pueda inspirarnos, los iluminados del Estado Islámico son verdaderos creyentes que predican vía Internet un concepto medieval de la yihad en aras de una utopía regresiva: hacer retroceder la civilización actual hasta el siglo VII y culminar la llegada del Apocalipsis. La suya no es otra que una guerra cósmica en nombre del islam.


PLAYOFFS SOBRE UN ARSENAL ATÓMICO

Sea a cuenta de la toma de ciudades tan significativas como Nínive, Bosrah o Palmira, o del marketing viral que retransmite sus atroces performances, por más que se habla de él a diario en los medios de comunicación, apenas se sabe nada acerca del Estado Islámico. Con una frivolidad impropia de su relevancia, Barack Obama declaraba en septiembre del año pasado (2015) a The New York Worker: "Si un equipo filial se pone la camiseta de los Lakers, eso no le convierte en Kobe Bryant". Para él los Lakers del terror islámico son Al-Qaeda, y Kobe Bryant, Osama bin Laden. El presidente se equivoca. Esto no es la final de la NBA, pero los playoffs del Daesh pueden acabar jugándose sobre un arsenal atómico. Sin duda, el error más grave pasa por intentar entenderlo desde conceptos y maneras de pensar propios de Occidente.

Para nosotros la religión es, en gran medida, un capítulo de nuestra existencia reservado al ámbito de las creencias privadas. Tenemos que entender que ellos la viven como un absoluto, poseídos de una formidable fuerza de fe que les lleva indistintamente tanto a la guerra como a la inmolación. Se consideran los personajes centrales del guión de Dios a partir de una interpretación literal del Corán según la cual hemos entrado en el periodo escatológico que precederá al Apocalipsis. En su credo, el término "Al-Din" - enseñanza sagrada - se entrelaza con otro, "Al-Dunia", traducido como Mundo de las Postrimerías. Casi las mismas letras, apenas permutadas sus vocales. Tan cerca la una de la otra como nuestra época de la Consumación de los Tiempos.

En los hadit del Profeta se afirma que "su Misión y la Última Hora están tan cerca como el dedo medio y el dedo índice". Cuando alza su mano Abu Bakr al-Baghdadi, el líder del califato islámico y el segundo hombre más buscado del mundo, sabe dónde apunta.

Resultado de imagen de abu bakr al-baghdadi
Abu Bakr al-Baghdadi, líder del Estado Islámico. En 2015 el EI divulgó el rumor 
de que había muerto tras un bombardeo en la ciudad de Al Qaim, 
pero se sabe que sigue vivo y al frente del Daesh.

Sus objetivos capitales pasan por la destrucción de la Asiria bíblica - un territorio que comprendería Babilonia y Mesopotamia - sin importar que sus habitantes sean musulmanes, pues los consideran apóstatas. También el arrastramiento de Turquía , entendida como el lugar donde impera la Bestia - concretamente en la ciudad de Pérgamo, cuyo altar, no por nada hoy conservado en Berlín, fue uno de los tesoros más codiciados del III Reich -. Y, por último, una batalla final contra los ejércitos de la Nueva Roma, en la ciudad de Dabiq, para la que les resulta imprescindible que EE.UU. despliegue sus tropas sobre el terreno. Cada una de sus sanguinarias ejecuciones transmitidas urbi et orbe implica una provocación evidente: aguijonear a la Casa Blanca para desencadenar el Apocalipsis. Dabiq supondrá el holocausto de los infieles.

Sabemos también lo que nos dicen a nosotros: "conquistaremos vuestra Roma, romperemos vuestras cruces y esclavizaremos a vuestras mujeres." No resultan más halagüeñas las amenazas que vierten sobre aquellos de sus correligionarios que consideran extraviados: "y que caiga la desgracia sobre los Árabes del Mal, pues entre ellos y el Mahdi no cabrá más que el filo de la espada."


AL-DUNIA, LA HORA DE LA PRUEBA

Antes de su presidencia, cuando era un discreto senador del Partido Demócrata, Barack Obama visitó por primera vez Jerusalén la noche del 9 de enero de 2006. El 9 de Zu Al-Hijja, según el calendario musulmán. Se trataba del mismo día que, sobre el monte Arafat, cercano a La Meca, le fue revelada al Profeta la conjunción que produciría, trece siglos más tarde, la apertura de la Al-Dunia, la Hora de la Prueba, el tiempo previo a la eclosión de las Postrimerías. Seis meses después, siempre dentro de ese mismo año, nacía al norte de Irak el Dawla Al-Islamiya, una rama del sunismo salafista - de Salaf al-Salih, los "devotos antepasados" -, que sería el embrión del Estado Islámico, en principio auspiciado por Al Qaeda. Todo eso sucedía mientras un oscuro doctor en Teología islámica cumplía una condena de dos años en Camp Bucca. Entonces se llamaba Ibrahim Awwad al-Badri. Pero ocho años después, el 5 de julio de 2014, cuando subió al púlpito de la mezquita de Mosul para proclamarse como el Último Califa Verdadero, eligió el nombre de guerra de Abu Bakr al-Baghdadi en honor al primer califa del islam - el suegro de Mahoma -, declaró infieles a los chiítas y rompió sus vínculos con Al Qaeda.

Actualmente (en 2016) la revista Time lo considera el hombre más peligroso del mundo, y tiene sus razones: en apenas dos años de yihad, controla un territorio más grande que el Reino Unido, con más de ocho millones de personas bajo su mando, sus llamamientos a través de la Red no dejan de captar a centenares de hombres y mujeres que desde todos los puntos de Europa ponen rumbo hacia el califato - sólo con billete de ida -, sus franquicias se multiplican por todos los países del sur del Mediterráneo, codicia por igual el arsenal atómico de Pakistán y las plantas enriquecedoras de uranio de Irán, y hasta se comienza a hablar de células del califato implantadas en México, a las puertas de EE.UU. Debe ser por eso que, según un sondeo reciente de la CNN, el 59% de los norteamericanos creen firmemente estar viviendo el umbral del Fin de los Tiempos, mientras que el Washington Post habla del "nacimiento de una Edad del Apocalipsis".

  Resultado de imagen de revista TIME ISIS       


EL TERCER SELLO

Para el Apocalipsis coránico resulta prescriptivo que el Último Mahdi posea un territorio, un caliato homologable al primero, regido por una aplicación estricta de la sharia, la ley islámica. El mismo Osama bin Laden consideraba su actividad terrorista como el preámbulo de ese califato escatológico que no esperaba ver en vida. En clave soteriológica, tanto él como Al Qaeda, diseñada como una organización terrorista convencional, ubicua pero no ligada a un territorio concreto; simbolizarían el Caballo Bermejo, aquel que según el texto de Juan aparecería tras la apertura del Segundo Sello - "Le fue dado el poder de quitar de la Tierra la Paz, y se le dio una gran espada" (Ap. 6:3-4) 

El siguiente caballo, el del Tercer Sello, será tan negro como los colores emblemáticos de los yihadistas de Al-Baghdadi, y quien lo monte llevará "una balanza en la mano, donde pesará dos libras de trigo por un denario" (Ap. 6:5-6). ¿A qué alude esta balanza? Sin duda a algo que se puede pesar en bienes contantes y sonantes - trigo y denarios -, lo que bien admite traducirse como una alegoría de la economía mundial.

El Caballo Bermejo derribó las Torres Gemelas del WTC, el Negro tiene el color del petróleo. No parece accidental que la primera gran conquista del califato fuera la ciudad de Mosul, la antigua Nínive de los asirios, donde se encuentra la tumba del profeta Jonás, que no vacilaron en destruir, pero también el punto nodal del oleoducto Kirkuk-Haifa, el más relevante de Oriente Medio. Con petróleo se financia el Estado Islámico, por el petróleo se desencadenaron las Guerras del Golfo, y el oro negro puede ser el causante de una nueva recesión global... ¿de magnitudes apocalípticas?


U.S. ARMY, MILITIA CHRISTI

Según el Corán, la coidicia es el emblema de Al-Dajjal, el Anticristo que los ulemas del califato encarnan en el presidente de los EE.UU., casualmente de raza negra. De su destrucción, paralela a la de los hebreos, dependerá la aparición del mesías islámico, el Mahdi. El Imán Oculto tiene ya escritas las palabras que habrá de pronunciar: "la Hora Suprema no llegará hasta que se produzca una batalla final entre dos ejércitos que predicarán la misma cosa" (Sahîh de Muslim nº 5142). ¿De qué estamos hablando?

Herbert Röttgen es un prestigioso investigador de las religiones que firma sus libros con un seudónimo muy elocuente: Víctor Trimondi (¿victoria sobre los tres mundos?). En su último ensayo, titulado Guerra de religiones, la fe y el terror en los signos del Apocalipsis, va un paso más allá en las teorías de Fukuyama sobre el Fin de la Historia, las concilia con las tesis de Samuel Huntington sobre el Choque de Civilizaciones, y habla directamente de la emergencia de un "mesianismo militante" en las tres religiones monoteístas. La progresiva identificación de la U.S. ARMY como una nueva Militia Christi, las legitimaciones bíblicas esgrimidas por los sionistas del Likud (un partido de centroderecha de ideología conservadurista de Israel que ganó las elecciones de 1977 y se mantuvo en el poder hasta 1992) tendentes a la creación de un Gran Israel, desde el Nilo al Éufrates, comparten una misma "matriz apocalíptica" con los muyaidines del califato.

La ecúmene mundial y cualquier forma de diálogo político o interreligioso no tendrá efecto alguno si el mainstream que sustenta las tres grandes creencias globales no empiezan a poner en cuestión los contenidos destructores de sus escrituras apocalípticas y mesiánicas. Muy lejos de todo eso, la multiplicación de los focos de conflicto parece conducir hacia una escalada bélica cruzada con una profecía autocumplida, un delirio apocalíptico que comportaría la inmersión del milenio americano en su peor pesadilla. 


LOS DIEZ SIGNOS MAYORES

En los Malahim, los relatos de naturaleza escatológica de la tradición musulmana, los exégetas distinguen entre los Signos Menores (Alamat Sugrah) y los Signos Mayores (Alamat Kubrah), que precederán a la Hora de la Prueba. Entre los sesenta menores destacan señales tales como la guerra entre las naciones musulmanas - ¿Primavera Árabe? -, la frase "la sierva dominará a la madre" - ¿preeminencia de Occidente sobre Oriente? - o también la "construcción de casas cada vez más altas por los pastores" - ¿el skyline de Manhattan? -.

Los Signos Mayores no resultan menos inquietantes. Por ejemplo, el hadit 6.931 cuenta cómo el Profeta sorprende a un grupo de fieles preguntándose cuándo será la Hora. Mahoma responde que "sucederá cuando veáis Diez Signos: la Gran Confusión y el Djjal (el Anticristo) la Bestia y el Falso Profeta, alzarse el sol por donde se pone, el descenso de Jesús, hijo de María, la aparición de Gog y Magog, y tres grandes seísmos: uno en Oriente, otro en Occidente y el último en la península arábiga. Finalmente, un gran fuego surgirá de Yemen y será el comienzo del fin." De los seísmos económico-políticos que afligen a Occidente y a Oriente está todo dicho. Pero, antes de que yo escribiese estas líneas, las casas-torre de Saná, Patrimonio de la Humanidad, se derrumbaban bajo los bombardos de la aviación saudí. Como la Nigeria de Boko Haram, la Somalia de Al-Shabah o el Túnez de los salafistas; Yemen, por medio de las milicias huthi, configura un nuevo frente de batalla para el califato que, entre tanto, no deja de desafiar tanto a EE.UU. como a Siria, Jordania, Arabia Saudí o Irán.


AL-ANDALUS, PUERTA DE EUROPA

Tanto como librar una guerra apocalíptica, expandir el territorio es un deber esencial del califato. Para el Estado Islámico las fronteras son anatema: en su credo no cabe más que una sola nación, hacer ondear el estandarte del islam sobre los cinco continentes. Esto se traduce en su fanática voluntad de que las huestes del Profeta vuelvan a Europa vencedoras, , después de haber sido expulsadas dos veces. "¿Qué ciudad será la primera en ser conquistada" - preguntaba recientemente un periodista de The Observer al jeque Qaradawi, una de las voces más influyentes del islam suní -. La respuesta no pudo ser más perturbadora: "volveremos a la ciudad de Heracles, y la otra ciudad, Romiyya, también será nuestra". El periodista apenas acertó una clave, y sólo a medias: identificó esa Romiyya con Manhattan, la nueva Roma, algo relativamente plausible; aunque el propio Al-Baghdadi no se cansa de repetir que hará ondear sus estandartes sobre la cúpula de San Pedro. Pero el periodista se equivocó, claramente, al situar la ciudad de Heracles en Estambul. ¿Qué confín de Europa se precia de alzar las columnas de Hércules, cual lo muestra en su bandera autonómica, verde y blanca? Los estrategas del Daesh tienen a Al-Andalus en su punto de mira.


EL BAUTISMO DE FUEGO

La conquista del reino visigodo a cuenta de los bereberes de Tariq Benzema ibn Ziyad, "El Golpeador", fue un proceso sorprendentemente rápido. En apenas quince años llegaron a ocupar gran parte de la Península. Una conquista tan fulgurante sólo puede explicarse desde la complicidad o la aprobación de los territorios ocupados. Sucede algo semejante con la expansión del califato en los últimos meses. Miles de musulmanes sunitas de Siria, Somalia, Jordania, Arabia e Irak se suman a los salafistas de Marruecos, Libia y Argelia con la misma euforia fanatizada que lleva a centenares de europeos a dejar atrás todas las comodidades de una vida a la sombra de la Tour Eiffel, el Bundesbank o el Big Ben, a cambio de retrotraer sus campanadas a la fe de los primeros seguidores del Profeta.

Las mujeres aceptan someterse a la dura regla de la sharia, que consideran un modelo de comportamiento, así en el vestir como en su vida familiar, a veces en condiciones de semi-esclavitud. Los hombres no dejan de salmodiar suras coránicos mientras alzan sus AK-47, con tanta hambre de matar como de morir para ascender al séptimo cielo de la Yanna - el paraíso musulmán -, donde moran profetas y mártires. Allá les servirán las huru hein, las doncellas creadas en la perfección que deparan "un placer cientos de veces mayor que el terrenal".

Así como Abd al-Rhman hizo de Córdoba un califato independiente, separándose de la tutela de Baghdad, las huestes de Al-Baghdadi aspiran a conquistar los dos extremos del arco islámico, incluso a "liberar" La Meca, pues también ahí se manifestará La Bestia de los últimos días, concretamente sobre una de sus colinas, la de Safa. Además de una Guerra Santa, la suya es una conflagración ecuménica propia de una mentalidad medieval que aplican sin fisuras en el presente. Las excomuniones de musulmanes herejes - tafkir -, las decapitaciones, las crucifixiones, concuerdan con el modelo de las guerras de religión que vivió Europa en los tiempos de los anabaptistas. También los "verdaderos creyentes" del Daesh aspiran a construir una sociedad nueva y a un Nuevo Bautismo en la fe del Corán. El bautismo de fuego que precederá al Cierre de los Tiempos. Los predicadores de Iqrra TV - la cadena sunita de El Cairo - no se equivocan cuando afirman que, para millones de jóvenes creyentes en todo el mundo, el califato no es una mera entidad política sino, fundamentalmente, un "Vehículo de Salvación". Y ahí radica su poder de seducción.


ISIS PACTA CON ISA

Presunto descendiente de la tribu del Profeta - quarish -, una condición indispensable para ser califa, Al-Baghdadi es plenamente consciente de los genocidios que implementa. Ha retrocedido al primer islam y reproduce al pie de la letra sus normas bélicas, sin cuidarse de garantizar su supervivencia, decidido a la inmolación, pues se considera un demiurgo del incipiente Fin del Mundo. Las señales comenzaron a producirse durante la ocupación estadounidense de Irak - "el sol que sale por donde se pone", según la prefecía: la ascensión del imperio norteamericano de Occidente -. Fue entonces, precisamente en 2006 - fecha de la creación del Daesh - cuando irrumpió en la república vecina, Irán, un oscuro ayatolá (el segundo título más alto dentro del clero chií. Los ayatolás son considerados expertos en ciencias islámicas como la jurisprudencia, la filosofía, el conocimiento iluminativo o la moral), Hossein Kazemenyi, que predicaba la separación entre política y religión, es decir, la apostasía suprema. Kazemenyi tenía una particularidad física que lo hacía merecedor de los títulos que debía portar el Anticristo coránico (Al-Dajjal): era tuerto. "Vosotros debéis saber que el Falso Profeta es tuerto - dicen los hadit - pero Alá no lo es". 

La segunda señal nos lleva a descodificar el nombre del (ex-) presidente de los Estados Unidos. Pocos saben que Barack, o Buraq, es un nombre islámico, que se traduce como "Rayo", el nombre del caballo de Mahoma. Según la escatología coránica, el siguiente paso lleva a la emergencia de un Madhi - Al-Baghdadi - y a la segunda venida de Cristo. En el islam, Cristo es conocido con el nombre de Isa, y se le considera un profeta. También él juega un papel decisivo en esta historia. Ya hemos apuntado que la batalla final se producirá en la ciudad siria de Dabiq. Casualmente, es el mismo nombre de la revista de propaganda que difunde las ideas de ISIS desde Londres en cinco idiomas y en alta definición. Ya no es noticia afirmar que, pese a su genealogía medieval, el Estado Islámico, se sirve de las más avanzadas tecnologías de la comunicación, configurando una suerte de cibercalifato paralelo, tanto más poderoso que el analógico. Lo sorprendente es que, según la profecía, su victoria dependerá de que Isa - Jesús - venza a Dajjal - Anticristo - erigiéndose, por su rango de profeta coránico, en el restaurador de un islam de justicia en el mundo.
 Resultado de imagen de revista dabiq 
La revista Dabiq, editada en Londres


HACIA LA BATALLA FINAL

Por más visionarios que parezcan, ISIS no oculta sus planes. Los difunde de una manera explícita por Facebook y Youtube, a través de sus masacres en vivo y en directo. El pasado junio, apenas inaugurado el Ramadán que conmemoraba la creación del califato, fue cuando el yihadista francés Yassin Salhi decapitó a su jefe en la central gasística de Isére y se hizo un selfie junto a su cabeza cortada. Operaba dentro de la misma lógica macabra que sancionó la decapitación del estadounidense Peter Kassing un año atrás - ésta acompañada de un desafío al presidente Obama en inglés -, o el vídeo donde se quemaba vivo, prisionero dentro de una jaula, al piloto jordano Muath al-Kasasbeh.  

Si Jordania les declaró la guerra por cuenta de ese crimen, EE.UU. tarde o temprano tendrá que decidirse a una nueva ocupación terrestre en Irak. La proclamación de una Cruzada - en muchos de sus comunicados siguen llamando "cruzados" a los más de cinco mil asesores que el Pentágono mantiene en Baghdad -, seguida de una nueva Operación: Tormenta del Desierto, ayudaría a reclutar miles de nuevos yihadistas en todo el mundo. Desencadenar la Guerra Total es un deber esencial del califa, pero también un arma de doble filo, porque si es derrotado y pierde el territorio, éste dejará de ser un califato y la profecía quedará nuevamente postergada.  


EL CABALLO PÁLIDO

El fundamentalismo mesiánico de ISIS supone su mejor arma de destrucción masiva, pero también su talón de Aquiles. Por más que el credo sunita englobe a cerca del 90% de los musulmanes del mundo, repudiar al 10% restante equivale a condenar a muerte a doscientos millones de creyentes. No serán pocos los que se pregunten quién es el verdadero Anticristo y quién su Mahdi. Pues el mismo Profeta ha dicho: "su Paraíso será un Infierno, y su Infierno un Paraíso". (Le Sahîh de Muslim nº 5.222). Pero el Corán también valida un viejo mito bíblico según el cual "la emergencia de Gog y Magog devastará Oriente". Algo que corrobora Zacarías al recordarnos la simbología sísmico-política de Jerusalén: "el Eterno aparecerá y combatirá a las naciones. Sus pies se posarán sobre el Monte de los Olivos y éste se partirá por la mitad, cayendo una parte sobre Oriente y otra sobre Occidente." (Zac.14:3-4).

De toda esta historia para no dormir sólo nos cabe la certeza de que millares de musulmanes se han entregado a un escenario milenarista fundado en una teocracia expansiva y abocado a la dominación mundial por parte del islam. Si hemos entrado en los tiempos proféticos ya sólo nos queda por mencionar al cuarto caballo, el Caballo Pálido, cuyo jinete se llama Muerte "... y el Hades lo seguía." 

"Dios me ha enviado con una espada para preparar la Hora del Juicio", dice Mahoma en el Corán. La espada ha sido desenvainada, los caballos galopan desbocados, hasta la Biblia contempla el ascenso del islam durante la Edad de las Tinieblas. Todos tenemos la sensación de que se multiplican los signos de una cuenta atrás. Por más que este panorama apocalíptico nos parezca delirante, Occidente no debería permitirse ignorarlo por más tiempo. El choque de civilizaciones vaticinado puede derivar en el fin de la civilización tal y como la conocemos. Quizá en el estricto Fin del Mundo.

  Imagen relacionada  

miércoles, 18 de enero de 2017

68. Templarios, los caballeros del secreto

Resultado de imagen de cruz patada roja png

Non nobis, domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam
(No para nosotros, Señor, no para nosotros, sino para la gloria de tu nombre)

Lema de la Orden del Temple


El auge y caída de los caballeros del Temple, la más poderosa orden monástico-guerrera de la Edad Media, suscita en nuestros días un interés sólo comparable al que muchos profesan por el Antiguo Egipto. Pero será mejor que empecemos por el principio. Nuestra historia se perfila en 1118. Jerusalén está ya en manos cristianas, y dos órdenes militares de reciente creación - los Hospitalarios (1110) y los Teutónicos (1112) - se encargan eficientemente de proteger los Santos Lugares de cualquier intento de recuperación por parte de los árabes. Pues bien, justo por aquel entonces el conde Hugo de Champaña, uno de los hombres más influyentes de Francia, poseedor de más tierras y siervos que el propio Rey, recluta a nueve hombres de su absoluta confianza para cumplir una extraña misión. El conde tiene 41 años, ha viajado en varias ocasiones a Tierra Santa participando en la Cruzada que conquistó esos territorios en 1099, y muestra un especial interés en que sus caballeros se establezcan en la Jerusalén cristiana. El entonces rey de la Ciudad Santa, Balduino II, les cederá sin demasiadas contemplaciones la plaza más importante del burgo: el recinto de la Cúpula de la Roca.

Los musulmanes habían edificado en aquel lugar una suntuosa mezquita, levantándola justo sobre el emplazamiento donde un día estuvo el sancta sanctórum del Templo de Salomón, y bajo la cual dejaron al descubierto una gran roca que la tradición asegura que había sido el lugar en el que Abraham, siguiendo órdenes de Dios, había querido sacrificar a su hijo Isaac. Pero aquella roca significaba mucho más.

Para los árabes, justo sobre aquel suelo de piedra había descendido una "escala divina" por la que el profeta Mahoma había logrado ascender en cuerpo y alma a los cielos. Fue aquel un viaje santo en el que dicen que el profeta comprendió la estructura de la Creación por gracia del propio Alá, convirtiendo la ciudad en el tercer lugar santo del Islam después de La Meca y Medina. El relato, idéntico en muchos aspectos al que la Biblia atribuyó siglos antes a Jacob - que también contempló otra de esas "escaleras al cielo" camino de Harrán (Génesis, 28) -, debió excitar la imaginación de los cruzados. Si aquella roca era lo que los infieles decían que era, allí debía esconderse una especie de "mecanismo" capaz de conectar cielo y tierra. Una especie de "ascensor" sobrenatural al reino de Dios. 

Fuera o no por esa razón, lo cierto es que los templarios se asentaron en la Roca - Haram es-Sharif la llaman los árabes - entre 1118 y 1128. Su misión: proteger el lugar y las rutas de los peregrinos que quisiesen alcanzarla como meta espiritual. Paradójicamente, pese a su condición de caballeros, durante esos diez años de reclusión en la ciudad los hombres del conde Hugo no libraron ni una sola batalla. Sus espadas no se unieron a las fuerzas de ocupación cristiana en Jerusalén para luchar en los frentes abiertos de Antioquía a Tiberíades, ni tampoco se preocuparon por reclutar a nuevos caballeros para su causa. Por el contrario, todo parece indicar que se concentraron únicamente en la excavación y desescombramiento sistemático de los establos del antiguo Templo de Salomón, descubriendo unas gigantescas bóvedas subterráneas, demasiado grandes para albergar a unos pocos hombres y su séquito. Un cruzado alemán llamado Juan de Wurtzburgo dijo que aquellos sótanos "eran tan grandes y maravillosos que podía albergarse en ellos más de mil camellos y mil quinientos caballos". Y la duda, naturalmente, no tardó en saltar. ¿Buscaban algo en particular aquellos hombres? ¿"Algo" quizá relacionado con la intensa historia de aquel pedazo de tierra? 

Muchos estudiosos de este período histórico, como Louis Charpentier, Robert Ambelain o más recientemente Michel Lamy, sostienen que durante aquellos trabajos los templarios pudieron dar con alguna reliquia o quizás con documentos históricos importantes que les hicieron tremendamente poderosos a ojos del Papa y las monarquías de su época. Pero en 1945 surgió una nueva "pista": ese año se descubrieron en Qumrán, junto al Mar Muerto, en Israel, algunos manuscritos antiguos de la época de Jesús. Uno de ellos, el llamado Rollo del Cobre, describía un fabuloso tesoro formado por la "vajilla sagrada" de Salomón, que debía estar enterrada en el subsuelo desde el siglo IX a.C. ¿Buscaron los templarios ese tesoro?

Si hemos de creer en lo que dice la Biblia, el ajuar del Templo debió ser fabuloso: un altar de perfumes de oro macizo, una mesa para los panes de la proposición de cedro y oro, copas, braseros y lámparas de metales nobles adornaban una estancia en la que se guardaba el tesoro de los tesoros, el "Santo de los Santos": el Arca de la Alianza. Si descubrieron el depósito que cita el Rollo del Cobre o no, es probable que nunca lo sepamos, pero lo cierto es que en 1125 el mentor de aquella expedición de los primeros templarios, el conde Hugo, abandonó familia y posesiones en Francia y se apresuró a unirse a sus caballeros. ¿Para qué? Su precipitada salida de Troyes demuestra, sin duda, que el noble recibió noticias de algún descubrimiento fundamental que requería toda su atención...    

Ahí se inicia la trama de un enigma histórico de tremendas implicaciones. Y es que, fuera lo que fuese lo que hallaron los templarios y mostraron a su Señor, tres años después, al regreso de su campaña en Jerusalén, le sigue la fulgurante ascensión de esta organización. Se convoca un concilio - el de Troyes - sólo para respaldar a la nueva milicia del conde Hugo; San Bernardo, en 1130, redacta los "estatutos" de la organización, y en 1139, en un tiempo récord, el papa Inocencio III concedía a los templarios unos privilegios exorbitantes para la época, haciéndoles independientes hasta de la propia Iglesia, y obligándoles tan solo a rendir cuentas ante el pontífice en persona.

A partir de ahí, todo lo relacionado con el Temple se convierte casi en leyenda. Ningún documento histórico da fe de qué pudo convertir a un grupo de nueve expedicionarios en toda una fuerza militar, religiosa y política de la época; y los historiadores, casi a la fuerza, se han visto obligados a desembarcar en la literatura de aquel periodo para buscar respuestas. Veamos: en los albores del siglo XIII un poeta y caballero teutónico llamado Wolfram von Eschembach escribe un abigarrado texto - titulado Parsifal (Ed. Siruela) - en el que afirma que los templarios son los custodios del Grial. Pocos años antes, en otro texto escrito por un poeta de la región gobernada por el conde Hugo, cierto Chretien de Troyes mencionó esa reliquia por primera vez, describiéndola no como la copa utilizada por Jesús en la Última Cena, sino como una especie de bandeja o losa sagrada. ¿Habían descubierto los templarios el Grial? ¿Y qué era ese Grial del que nadie se había preocupado hasta ese momento?

Aunque tradicionalmente se crea que el Grial fue la copa empleada por Jesús antes de ser sacrificado, o incluso el recipiente empleado por José de Arimatea para recoger la sangre del Mesías en la cruz, este objeto no se cita específicamente en ningún pasaje de la Biblia y no comenzará a hablarse de él hasta bien entrado el siglo XII. Graham Hancock, un escritor experto en enigmas históricos, avanzó en 1993 la hipótesis de que aquellas primeras alusiones al Grial de De Troyes y Von Eschembach escondían en realidad una clara referencia al Arca de la Alianza. Según explicó Hancock en su ensayo Símbolo y Señal (Ed. Planeta), el hecho de que ambos poetas se refirieran al Grial como una "losa" podría estar haciendo alusión al contenido sagrado del Arca: las Tablas de la Ley. Hancock, además, encontró numerosas referencias iconográficas al Arca de la Alianza en las primeras catedrales góticas construidas en los alrededores del Condado de Champaña a partir del siglo XII. Capiteles, estatuas y vidrieras de Chartres, Amiens, París o Reims aludían al Arca y a su salida del Templo de Salomón, como si los constructores de estos templos supieran a dónde fue a parar tan codiciada reliquia. Pero, ¿quiénes fueron esos constructores? 

Increíblemente, tampoco sabemos demasiado de ellos. Surgen en las tierras del conde Hugo poco después del regreso de los primeros templarios de Jerusalén y manejan técnicas de construcción inusitadas para un tiempo en que la arquitectura se reducía al tosco y monolítico arte románico. Aún así, después del año 1000 en Europa se viviría un fervor constructivo sin precedentes: en apenas trescientos años - entre 1000 y 1300 - se levantaron "todas las catedrales, monasterios e iglesias mínimamente importantes que hay en Francia", dice Louis Charpentier en su obra Los misterios templarios (Ed. Apóstrofe). Los números sobrecogen: son 1.108 las abadías construidas a partir de 950, a las que en el siglo siguiente se sumarán 326, y otras 702 durante la centuria posterior.

Esta última expansión coincide, curiosamente, con algunos de los privilegios que se le conceden a la Orden, cuando una bula papal de 1163 conocida como Omne Datum Optimum otorga a los templarios la capacidad de conservar íntegros los botines capturados a los sarracenos, les exime de pagar el diezmo por sus propiedades aunque podrán recibirlo de otros, les facilita tener sus propios capellanes - impidiendo que nadie externo a la Orden controlase sus movimientos - y les permite incluso construir sus propias capillas e iglesias. De hecho, no en vano algunos historiadores creen que tras la financiación y diseño de las primeras catedrales góticas se encontraban los templarios. Sólo así se explica la aparición de una técnica constructiva con elementos tan innovadores - a la vez que arabizados - como el arco ojival, o la inclusión de complejos cálculos matemáticos y físicos en la ejecución de unas obras en piedra que parecían desafiar a la gravedad. Pero, de ser cosa de los templarios, ¿de dónde obtuvieron los conocimientos necesarios para ese nuevo modelo de arquitectura?

Mi hipótesis es que, si los templarios accedieron a la reliquia del Arca y a su contenido, fue en ésta donde descubrieron la información necesaria para acometer esa empresa. Y es que las Tablas de la Ley no son las primeras piedras inscritas que entrega una antigua divinidad a los humanos. Mucho antes de que Moisés recibiera en el Sinaí tan valioso documento, el dios de la sabiduría egipcio Toth entregó a los hombres unos textos - las "tablas esmeralda" - en los que estaban contenidos "todos los secretos del cielo y la tierra". Imhotep, el arquitecto que construyó la primera pirámide durante el reinado del faraón Zoser de la III Dinastía, recibió los planos de su edificio en una de esas tablas (de las que ya hemos hablado, ver las tablas esmeralda de Enoc). Es más, la idea de las mismas se helenizó con la llegada de los faraones ptolemaicos al país del Nilo, convirtiendo a Toth en Hermes Trismegisto, y acuñando el mito del saber inscrito en piedra de forma tan profunda que hasta el Renacimiento llegarán los buscadores de esas "tablas esmeralda".

No es, por tanto, demasiado osado establecer una relación entre las piedras de Toth y las tablas de Moisés, sobre todo si pensamos que éste último, si hemos de creer lo que dice la Biblia, fue príncipe de Egipto. Además, de esa forma se explicarían las conexiones arquitectónicas, de proporciones matemáticas y hasta de distribución que existen entre algunos templos del Antiguo Egipto y las catedrales de los templarios. Tanto en el tímpano principal de la basílica de la Magdalena de Vézelay (siglo XII) como en el Libro de los Muertos egipcio redactado hacia el 1500 a.C. se contiene una escena idéntica: un ángel (o un dios) pesa el alma del difunto y valora si merece la vida eterna o la condena de ser devorado por un monstruo. ¿Casualidad? ¿Una improbable coincidencia de conceptos barajada por artistas de tiempos y estilos bien distantes? ¿O tal vez fruto de una transmisión de conocimiento del que los templarios fueron los últimos (o quizá no) depositarios? Yo, desde luego, me inclino por ésto último. ¿Y tú?  


 Resultado de imagen de basilica de la magdalena en vezelay 

Resultado de imagen de libro de los muertos

P.D. El viernes pasado fue día 13. Un 13 de octubre de 1307, viernes, un grupo de caballeros templarios, bajo las órdenes de Felipe IV de Francia, fue capturado y llevado al tribunal de la Inquisición para ser juzgado y condenado por supuestos crímenes en contra de la cristiandad. Requiescat in pace.


miércoles, 11 de enero de 2017

67. Pitágoras y la tradición mistérica

Extractos de una conferencia de Emmanuel d'Hooghvorst sobre Pitágoras y su doctrina, 
una sabiduría secreta que precisamente se fundaba en el silencio. 
Con fotografías de la basílica pitagórica de Roma. 
Edición de Marcvs Espinel

 Resultado de imagen de pitagoras

"Escucha, serás sabio. El comienzo de la sabiduría es el silencio"
Pitágoras de Samos
 

En agosto de 1955, Emmanuel d'Hooghvorst pronunció una conferencia en Bruselas sobre Pitágoras y el pitagorismo que, por su extensión, es imposible publicar completa. Por eso presentamos algunos fragmentos de la misma que en el año 2010 aparecieron publicados en la revista "Le Miroir d'Isis". Acompañamos las palabras de D'Hooghvorst con unas imágenes de la famosa basílica neopitagórica de Roma que data del comienzo de la era cristiana y que precisamente ahora y sólo durante unos meses se puede visitar. 

 Basilica-under-Porta-Maggiore-4b

El conferenciante comienza situando la figura de Pitágoras y se refiere a algunos de los rasgos más importantes de su escuela, como por ejemplo el famoso silencio pitagórico y, sobre todo, a la relación del pitagorismo con el culto a Apolo y con el oráculo de Delfos:

"Se han atribuido muchas cosas a Pitágoras. Hay que reconocer que a menudo se le ha
interpretado, y ello en el peor sentido del término. Algunos, a causa de sus trabajos
matemáticos, lo han considerado un sorprendente precursor de la ciencia moderna; otros lo han
convertido en un apóstol de lo que los teósofos llaman la transmigración de las almas, o se han
sentido impresionados por su amabilidad hacia los animales y su régimen. Otros más, (lo
conocen) por las leyes sobre la armonía, ya sea esta moral, cósmica o arquitectónica..."

"Y yo me pregunto, señoras y señores, si muchos entre ustedes no se habrán sentido atraídos
por el pitagorismo simplemente por su silencio. Existe un proverbio que dice que "el silencio es 
oro", y deberán admitir que las verdades más profundas de la filosofía se ocultan a menudo de
los lugares comunes y las conversaciones corrientes. Y así llegamos al núcleo del asunto del que
deseaba hablarles, pues saben que el esoterismo, es decir, "el interior" del misterio de la vida se
expresa siempre por el silencio..."

"Pues, ¿quién no recuerda a los acusmáticos pitagóricos, la escuela de silencio a la que cada
discípulo debía someterse durante años, cinco según Jámblico, antes de que se le autorizara a
hablar? Y en relación a la Orden que fundó en Crotona, Pitágoras estableció la siguiente regla
(seguramente una regla de oro): "No se debe hablar de los asuntos pitagóricos sin luz". Este
acusma resulta sorprendente si se reflexiona sobre su significado. Pronto volveremos a él..."

"Pero, ¿quién era este Pitágoras del que nos ocupamos? Un nombre muy extraño para ser el hijo
de Mnesarco, el herrero de Samos, un nombre tan extraño que incluso nos preguntamos si no
fue un nombre prestado, tanta es la semejanza con el rol que este personaje parece haber
 interpretado. Pitágoras en realidad quiere decir "el que emite el verbo pitio", o "el verbo de
 Apolo" y, de aquí, "el profeta apolíneo". ¡Un nombre extremadamente curioso, en efecto, para
un herrero!, que seguramente no simplificará las ideas que tenemos sobre su personalidad
mortal y temporal de este mundo." 

"Además, el pitagorismo parece haber estado en estrecha relación con Delfos, que cumplía la
función profética para la nación griega. Se acordarán del pasaje del catecismo de los
acusmáticos que cuenta Jámblico (Vida de Pitágoras 18,82): "¿Qué es el oráculo de Delfos? 
Respuesta: Es la Tetraktys, que es la armonía en la que viven las sirenas." Es allí, pues, donde
se debe situar el pitagorismo, presentado a partir de su simbolismo más conocido, la Tetraktys.
En lo que podríamos denominar el culto o la religión oficial de Grecia, el gran centro del
Mediterráneo oriental era el oráculo de Delfos. De este modo hemos establecido uno de los hechos
más importantes: la escuela pitagórica estaba en relación con el culto a Apolo, el profeta pítico
de Delfos..."


"Con el oráculo de Delfos, y especialmente con Apolo, nos situamos en el corazón de la mitología griega, misteriosa impenetrable, y siempre traicionada por los comentadores modernos. Toda
clase de explicaciones se han dado respecto a ella: una supuesta ficción poética, inventada para
un público infantil, llena de imaginación y fantasía para explicar los cambios de las estaciones, la
salida y la puesta del sol, el crecimiento y el decrecimiento de la luna, la germinación del trigo y
de la viña. Un pueblo infantil, quizá, posiblemente poético y ciertamente imaginativo, pero en
cualquier caso, ¡mucho menos estúpido que los mitólogos modernos con sus explicaciones!..."


"Lo que parece cierto es que la mitología se refiere a una serie de realidades extrañas al hombre
moderno, completamente apartadas de su cerebro y de las que incluso ha perdido todo
recuerdo. Esto significa que la mitología habla del mysterium magnum, de la regeneración física
de la naturaleza. Debemos fijarnos en que los mitólogos oficiales han rehusado siempre, de
modo sistemático y obstinado, tomar en consideración las explicaciones de los que, en Europa,
hasta finales del siglo XVIII, se han reivindicando, si bien discretamente, como los continuadores
y los herederos de los sabios de la Antigüedad. Me refiero a los filósofos herméticos cristianos
tales como Maïer, Fabre, Pernety, etc."  


"Y, ¿qué dice la mitología respecto a Apolo? Vamos a recordarlo rápidamente. Leto era la hija de
Cronos, Zeus se enamoró y tuvo relaciones con ella. Hera, su esposa celosa, envió a la serpiente
Pitón contra Leto, quien, a fin de escapar de su picadura mortal, huyó y durante mucho tiempo
erró por tierras y mares. Por fin desembarcó en la isla de Delos, que aún no había sido fijada. 
Poseidón, que hasta aquel momento había jugado con ella, la fijó en medio de las corrientes y
Leto alumbró primero a Artemisa que después hizo de partera para con su madre y la ayudó a
dar a luz a Apolo, su hermano gemelo. Cuando hubieron crecido, Apolo mató a Pitón con sus
flechas, de donde proviene el nombre de "Pitio". La etimología nos enseña que Leto, en griego,
evoca algo oscuro, oculto, nocturno, negro. Leto es, en cierto modo, oscura y está oculta sobre la
tierra. Es también virgen y podría decirse que es una hija del tiempo pues Zeus, según su raíz
Dieus (origen de la palabra "Dios"), quiere decir cielo brillante y día."


"El matrimonio de Zeus y Leto es, en cierto sentido, el matrimonio del cielo y la tierra. Después
de la boda, Leto erra por todas partes, por tierras y mares, hasta que llega a Delos, que
Poseidón fija para ella (este detalle no es de poca importancia). Delos proviene del griego "deloo" ('mostrar'); Artemisa y Apolo nacen en Delos, es decir, en la manifestación de las cosas ocultas.
Artemisa, nacida en primer lugar, a menudo fue denominada por los griegos como "Hemerasia"
que significa 'luz-del-día', o, en otras palabras, la luz nueva nacida de la mañana. Ella es la que
ayuda a su madre a dar a luz a Apolo, el sol divino."


"Todo ello nos permite avanzar una plausible suposición para explicar el acusma 
al que nos hemos referido antes: "No se debe hablar de los asuntos pitagóricos o píticos sin luz." Hay que
abstenerse de hablar del verbo profético o de cosas parecidas, en tanto que la oscuridad no se
haya clarificado, en tanto que la luz virgen de Artemisa no haya sido proyectada en aquellos en
los que poco antes todo era oscuro..." 

basilica.3

A partir de este momento, Emmanuel d'Hooghvorst va a tratar de esta nueva luz que en las antiguas culturas tradicionales recibió el nombre genérico de sabiduría. Para ello, empieza examinando su sentido en el antiguo Egipto y en los libros sapienciales del pueblo judío, para finalizar descubriéndola en la mitología griega, personificada en la figura de la diosa Atenea. El conferenciante dice así:

"Sólo existe un punto en el que todos los filósofos e historiadores de la Antigüedad están de
acuerdo: todos sitúan el origen de su iniciación sagrada y de su sabiduría en la sagrada tierra de
Egipto, llamada también la tierra de los dioses, proyección del cielo sobre la tierra.

Les recuerdo que en todo lo que conocemos que nos ha llegado desde la Antigüedad parece
existir siempre un doble sentido, una expresión clara y vulgar que oculta y vela un significado
secreto, relacionado con una serie de realidades tangibles pero cuya naturaleza nos es
desconocida en la actualidad.

Plutarco en su Isis y Osiris nos dice que la tierra de Egipto es negra y se denomina 
Kemia (origen de la palabra alquimia), y que (simbólicamente) es Osiris. Esta tierra está
irrigada, cubierta y fertilizada por el Nilo celeste, llamado Isis, y que de su unión se engendra
 Horus, el de la mirada estable. Esta tríada, Isis-Osiris-Horus se parece mucho a la tríada Zeus-
Leto-Artemisa/Apolo. Lo que dicen los griegos de que su sabiduría viene de la tierra de
Egipto podría tener un sentido oculto, como si cada uno de ellos se hubiese llevado una porción de
dicha tierra, si esto fuera posible...

Existe, no obstante, otra tradición que tiene su origen en Egipto y que dejó numerosos
testimonios escritos a los que podemos recurrir en busca de información. Es la tradición hebrea:
Moisés venía de Egipto y fue iniciado en sus templos, con la diferencia de que los judíos dejaron
Egipto como unos hijos ingratos, que despojan a sus padres (antes de marchar). Si hacemos
una breve incursión en los libros sapienciales del Antiguo Testamento veremos si podemos
encontrar algo que arroje luz sobre nuestro asunto. Para empezar nos encontramos con una figura de la
sabiduría cuya grandeza domina toda la Biblia: se trata de Salomón... célebre, además, por su
amor a la Sulamita, cuyo sentido no es otro que el femenino de Salomón. Podemos llamar pues
a la Sulamita, su alma gemela, exactamente lo que Isis era para Osiris. Y la Sulamita también
era negra, "soy negra pero bella, no miréis tez oscura, es el sol que me ha quemado".

Un gran número de libros sapienciales se atribuyeron ya fuera acertada o erróneamente a 
Salomón, a excepción del Eclesiastés, porque en éste, mucho más que en cualquier otro, se
refiere a la sabiduría y a los medios para adquirirla. Y, al leer estos libros, nos acordamos del
modo en el que Salomón, en una célebre plegaria, se gira hacia Dios y le implora su sabiduría."


He aquí un fragmento del Libro de la Sabiduría, al que se refiere Emmanuel d'Hooghvorst: "Dios de los padres y Señor de misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas, y en tu sabiduría formaste al hombre para que dominase sobre tus criaturas, y para regir el mundo con santidad y justicia, y para administrar justicia con rectitud de corazón. Dame la sabiduría que se asienta junto a tu trono y no me excluyas del número de tus siervos, porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva, hombre débil y de pocos años, demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes. Pues, aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, sin la sabiduría, que procede de ti, será estimado en nada... Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras, que te asistió cuando hacías el mundo, y que sabe lo que es grato a tus ojos y lo que es recto según tus preceptos. Mándala desde tus santos cielos, y de tu trono de gloria envíala, para que me asista en mis trabajos y venga yo a saber lo que te es grato. Porque ella conoce y entiende todas las cosas, y me guiará prudentemente en mis obras, y me guardará en su esplendor". (Sb 9,1-6-9-11). D'Hogghvorst comenta estas palabras del modo siguiente:

"Dame la sabiduría que se sienta junto a tu trono. Según la doctrina cabalística, se puede
buscar el trono de Dios, cerca del cual se encontrará también a la sabiduría, sobre el
firmamento, en los cielos empíreos llamados Shamaim. Es una región que brilla y refulge de un 
fuego puro y supraesencial. De Shamaim procede Hokmael, el espíritu de la sabiduría divina,
que ilumina a los hombres piadosos que le invocan.

La sabiduría está descrita como el medio para alcanzar todas las cosas, como el pensamiento
mismo de Dios, que a veces desciende a la tierra para iluminar a los hombres piadosos, para
guiarlos en sus acciones y asistirlos con su consejo. Se dice también que sin ella el hombre no
puede hacer nada para resultar agradable a Dios.

Volvamos ahora al helenismo y al pitagorismo, encontramos en ellos dos símbolos mitológicos
que arrojarán luz sobre nuestro asunto. En su Tratado sobre los ídolos, Porfirio nos dice, entre
otras cosas, que Hefaistos era hijo de Zeus y que habitaba con él en el Olimpo (de lampao,
'brillar'). Pero un día su padre se encolerizó y lo precipitó a la tierra. Desde entonces Hefaistos
necesita de un soporte para andar, necesita de la leña, es decir, de la materia; cojea, se volvió
feo, pero es el herrero universal. En secreto, en las profundidades del Hades (lo contrario de la
isla de Delos), forja todo aquello que con el tiempo se materializará. Hay mucho que decir
respecto a eso, en particular sobre la historia de Pitágoras, que justamente fue iniciado en una
forja, y formado su oído bajo las leyes de la armonía. Una célebre sentencia pitagórica dice:
"Escuchad la voz del fuego"


D'Hooghvorst se refiere después a los estucos de la basílica pitagórica de la Porta Maggiore, descritos por Carcopino, entre los que se encuentra uno con un personaje mitológico central al que el autor va a dedicar el final de su exposición. En el estuco se representa a Ulises y ante él, sentada, aparece una mujer que Carcopino identifica como Helena, pero que según el criterio de D'Hooghvorst sería la diosa Palas, pues según dicho autor: "Es imposible separar a Ulises de Palas Atenea, la consejera, la tutora, la divina protectora que al final le asegura el completo triunfo sobre sus tribulaciones." Palas representa la sabiduría pitagórica y D'Hooghvorst explica lo que sigue respecto a esta diosa:

  basilica.ulises

"¿Quién era Palas? Se acordarán de que nace armada del cerebro de un Zeus parturiente. Ella es
pues el pensamiento mágico de Dios. Estaba con él antes del nacimiento del mundo. Homero
(que siempre ha sido estudiado por la belleza de su poesía y nunca por su sabiduría), a veces la
hace descender del Olimpo para instruir y aconsejar a los mortales por los que siente afecto.
Palas parece derivar de palakis que sin ninguna intención peyorativa significa "concubina", así como también "sacerdotisa" y "virgen". La sabiduría, como sucede con Salomón, consiste en
ganar su amor, en recibirla de Dios, su Padre, y unirse a ella en un casamiento virginal. Palas es fiel a sus afectos. Muestra a sus escogidos las realizaciones de Dios, su Padre, el modo en que
el mundo fue hecho. Les guía en sus acciones para que no estén abandonados en la tierra, y los
vuelve inmortales.

A ella aluden las siguientes rimas doradas: "Son de raza divina, estos hombres mortales/a los 
que la naturaleza sagrada revela todas las cosas." Si Palas os es propicia, dice Khunrath en su 
Anfiteatro de la eterna Sabiduría , entonces: "Como Ulises entraréis en la caverna de los 
Cíclopes, y si descendéis al Hades, saldréis de allí sanos y salvos. Si os acercáis a los Lotófagos y
a Sirtes, volveréis de allí con toda seguridad. Si bebéis de la copa de Circe no os cambiará. Si
navegáis cerca de Escila no os engullirá. Si oís a las sirenas, no os dormiréis, al contrario, seréis 
los jueces de todos." Únicamente este hombre, me parece, puede calificarse en el sentido
pitagórico del término como un verdadero filósofo. 

Y para concluir, les invito a meditar sobre esta inscripción que, según Plutarco, se podía leer en
el frontón del templo de Palas en Sais: "Soy todo lo que fue, todo lo que será y todo lo que es, mi velo jamás ha
sido levantado por ningún mortal. El fruto de mi seno fue el sol."

Resultado de imagen de basilica pitagorica porta maggiore