miércoles, 16 de octubre de 2019

188. El Apocalipsis mal

No se me ocurre mejor final para El Arca que una entrada dedicada al apocalipsis. Sí, este blog cierra sus puertas hasta nuevo aviso por razones que explicaré este viernes en El Circumpunto (y que podéis ver aquí). Pero os lo resumo: falta de tiempo. Este año me he metido en muchos proyectos que me exigen la totalidad de mi tiempo y, aunque me encanta escribir y grabar vídeos, voy a tener que dejarlo de lado. Pero, como digo, podéis seguir leyéndome en facebook (César R. Espinel) o en instagram (cesarodes), donde no voy a dejar de subir cositas interesantes. El caso es que sí, por el momento tengo que dejar Blogger y Youtube aparcados. Y al igual que he hecho en mi canal, que he grabado un vídeo de despedida, no quería dejar esto sin una última entrada. Y va a tratar, como bien dice el título, del Apocalipsis. Del malo, porque, como sabe todo aquel que haya leído un poco de mitología, los apocalipsis terminan bien. En este caso vamos a hablar de uno que aún no se ha realizado pero que parecemos abocados a él. Me atrevo a decir que es una profecía sobre el apocalipsis de un hombre que no comparte nada de la imaginería de los profetas: Edward F. Edinger (1922-1998), médico psiquiatra y analista junguiano. Muy lejos del lenguaje mítico tradicional, Edinger analiza una situación muy actual, sobre la necesidad que tiene nuestra sociedad humana, hoy, de reelaborar su mito y de vivirlo. Porque si no, estamos abocados al fin de nuestro mundo. El señor Edinger dice:


"La historia y la antropología nos enseñan que la sociedad humana no puede sobrevivir mucho tiempo si sus miembros no participan psicológicamente de un mito vivo común. Este mito proporciona al individuo una razón de ser. Ante las preguntas claves sobre la existencia humana, proporciona respuestas que satisfacen incluso a los miembros más evolucionados y selectivos de la sociedad. Y si esa minoría creativa y racional está en armonía con el mito dominante, las otras capas de la sociedad la seguirán, e incluso es posible que no tengan que enfrentarse directamente con la decisiva cuestión del significado de la vida. 

A cualquier persona reflexiva le parece evidente que la sociedad occidental ya no dispone de un mito viable y funcional. Es indudable que todas las culturas del mundo se van aproximando, en mayor o menor grado, a ese estado carencial (...) Se pierde el significado; en su lugar, se reactivan los contenidos primitivos y atávicos. Desaparece la diferenciación entre los valores y éstos son sustituidos por motivaciones elementales como el poder y el placer; cuando no es así, el individuo queda expuesto al vacío y a la desesperación. Con la pérdida de la conciencia de una realidad transpersonal (Dios), el caos interno y externo de los deseos personales en pugna se adueña de todo. La pérdida de un mito común trae consigo una situación verdaderamente apocalíptica. En este estado se encuentra el hombre moderno."

Ahí lo dejo. Ha sido un placer teneros como lectores. El que quiera entender, que entienda.

Ultreia!

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miércoles, 9 de octubre de 2019

187. Judaísmo en el siglo XXI

A menudo quedo tan fascinado por las culturas y religiones antiguas que me olvido de que algunas de ellas siguen existiendo hoy y que han experimentado un desarrollo. Por eso, y para celebrar que he empezado por fin a estudiar hebreo en serio, hoy vengo a hablaros del judaísmo del siglo XXI. Antes de empezar, conviene saber que todo el judaísmo que existe hoy en día (de hecho se empieza a hablar de religiones judías) son manifestaciones del judaísmo rabínico, un término para designar al judaísmo fariseo. Los fariseos fueron los únicos de las cuatro grandes ramas del judaísmo que sobrevivieron a la destrucción de Jerusalén por las tropas romanas en el 70 d.C. La figura central del fariseísmo eran los rabbí, los maestros, y por eso todo el judaísmo actual se basa en el rabinato.

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La bandera azul y blanca (los colores del talit, el chal o manto de oración) con el Magen David es una de las insignias del Estado de Israel, aunque se ha atribuido erróneamente al judaísmo

Aunque vaya a hablar del judaísmo moderno, creo sensato empezar por los principios que se han mantenido inalterados a lo largo de la historia de esta religión abrahámica, históricamente la más antigua. Primero es importante saber que no existe ninguna figura ni organismo que sistematice ni fije el contenido dogmático del judaísmo por lo que, en esencia, todas las escuelas, lecturas e interpretaciones son igualmente válidas. Ahora bien, esas lecturas e interpretaciones se hacen en base a la Torá ("Ley"), lo que en griego se llamó Pentateuco y que conforma los cinco primeros libros del Antiguo Testamento de los cristianos: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. A su vez, la Torá es la primera parte de las tres que componen el Tanaj, las Sagradas Escrituras del judaísmo, a las que se atribuye inspiración divina.

En la práctica religiosa, la tradición oral también desempeña un papel importantísimo (de hecho se conoce como "Torá oral"). Según la tradición, de los 40 días que permaneció Moisés en la cima del monte Sinaí, en 1 día recibió la Torá escrita y en los 39 restantes recibió la Torá hablada. Ésta última fue conservada junto con la primera desde su época y la de los profetas, desembocando en una transcripción que dio origen a la Mishná, que posteriormente sería la base del Talmud, el enorme cuerpo exegético del judaísmo, desarrollado hasta el día de hoy por los estudiosos. El conjunto de leyes extraídas de estos textos forman la ley judía o Halajá.

La clave de fe que comparten todos los judíos del mundo, independientemente de la rama a la que pertenezcan, es la creencia en un Dios omnisciente, omnipotente y providente, que creó el universo y eligió al pueblo judío como el depositario de su Ley contenida en los Diez Mandamientos y los preceptos rituales contenidos en el tercer y cuarto libro de la Torá. En consecuencia, las normas derivadas de estos textos y la tradición oral surgida a su alrededor constituyen la guía de vida de los judíos, aunque la observancia de éstas varía mucho de unos grupos o ramas a otros.

Podríamos hablar de más cosas: el rabinato, las sinagogas, la presencia de las mujeres, el hebreo... pero no quiero hacer esto demasiado largo. Vamos ya con las ramas del judaísmo que existen hoy en día. Existen tres grandes corrientes del judaísmo: el ultraortodoxo, el ortodoxo y el reformista; y otros cuatro menores: conservador, caraíta, humanista secular y reconstruccionista. Por supuesto, dentro de cada uno de ellos surgen muchas divisiones y grupos, pero vamos a centrarnos en los más importantes.

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- Judaísmo ultraortodoxo. Algunos expertos lo clasifican dentro del judaísmo ortodoxo. Se denominan a sí mismos haredíes, "los que tiemblan ante Dios", y presenta dos diferencias doctrinales fundamentales respecto al judaísmo ortodoxo: una práctica de la Ley especialmente devota y un gran distanciamiento del movimiento sionista. A su vez, el judaísmo ultraortodoxo o haredí está dividido en dos grandes grupos:

              - Jasidismo: creado en Polonia a finales del siglo XVIII, su fundador fue el rabino Israel ben Eliezer (también conocido como Baal Shem Tov) cuyos seguidores crearon un judaísmo más alegre y menos académico. Actualmente están divididos a su vez en múltiples "escuelas", pero están repartidos por más de 1000 ciudades en 80 países y constituyen la organización judía más extendida del mundo. 

              - Mitnagdismo: sus seguidores, llamados mitnagdím ("oponentes"), rechazan algunas posturas del jasidismo, en especial su estudio intensivo de la parte oculta de la Torá. Es un movimiento más unificado.


- Judaísmo reformista. De origen ashkenazí (alemán), es llamado también judaísmo progresista, pues defiende la autonomía individual en lo relativo a la interpretación de los preceptos religiosos (mitzvot). Sus principios, que no pretenden ser dogmáticos, consisten en la existencia, singularidad y unidad, eternidad y naturaleza espiritual de Dios; que la Torá fue inspirada por Él, que la ciencia debe ser parte de la guía para un reformismo sistemático que tenga como objetivo al ser humano (basado en el racionalismo de Mosé ben Maimón, Maimónides); que los tres pilares del judaísmo son Dios, la Torá e Israel; y que la llegada de la era mesiánica es responsabilidad de todos, judíos y no judíos. 

            - Para los reformistas, sólo el Tanaj es de inspiración divina: la Mishná y la Guemará (el Talmud) o la Halajá no son sino un conjunto de opiniones y reflexiones alrededor de la Torá, pero que no tienen carácter divino, aunque son igualmente consultadas. Sólo la Torá escrita es "documento vivo" o revelación progresiva. 

            - Rechazan la segregación sexual y luchan por los derechos de las mujeres. En las sinagogas reformistas hombres y mujeres rezan juntos, y el reformismo fue el primer movimiento (aunque no el único) en comenzar la ordenación de mujeres rabinas.

            - No existe integrismo en su interpretación de los preceptos religiosos. Se considera que tales preceptos fueron escritos por personas influidas por su sociedad y por lo tanto no deben interpretarse literalmente, sino adecuados al contexto.

            - Firme compromiso con la justicia social y la reparación del mundo (Tikún Olam)

            - Consideran al Mesías como símbolo de una sociedad idílica (Era Mesiánica) en la que se cumplen los principios de paz y fraternidad, no como una persona individual que instaurará dicho orden. 


- Judaísmo ortodoxo. Se distingue del reformista por su adhesión rigurosa a la Halajá, aunque permite cierta variación en la práctica. Afirma que la festividad de pésaj, el shabat (sábado) y todos los preceptos de la Torá (tanto la escrita como la oral), fueron entregadas por Dios a Moisés hace más de 3.000 años en el Sinaí. Creen que Moisés a su vez enseñó estas leyes a todo el pueblo israelita, que como una sola entidad aceptó cumplirlas antes de saber en qué consisten o el porqué de cada una de ellas, con una disposición única de entidad indivisible. De acuerdo a su actitud hacia la cultura contemporánea, el judaísmo ortodoxo se divide informalmente en: 

             - Judaísmo ortodoxo moderno, que busca adecuar hasta algún punto sus prácticas y estudios a la situación social contemporánea (aunque es firme con respecto a la Halajá).

             - Sionismo religioso, que liga el judaísmo ortodoxo con el sionismo. 

             - Judaísmo haredí, que hemos mencionado al principio y que rechaza toda innovación que sus líderes consideren contraria al espíritu de la Torá. 

El judaísmo ortodoxo es el único reconocido por el estado de Israel, aunque lo practica solo una minoría. No se acepta como judío a aquel que se haya convertido al judaísmo por otras reglas que las de la Halajá, y el rabino ortodoxo es el único que puede celebrar un matrimonio en Israel (y no casará a judío con no judío). 

Aquellos estudiosos que no aceptan el judaísmo haredí o ultraortodoxo como una corriente separada del judaísmo ortodoxo consideran la existencia de un tercer movimiento:

- Judaísmo conservador. También llamado tradicionalista o masortí (del hebreo masóret, "tradición"), es un movimiento fundado en Estados Unidos a través de la fusión de ideas reformistas y ortodoxas. Los conservadores enfatizan que los judíos constituyen una nación (Am Israel), pero que ésta no puede identificarse en su totalidad con el Estado de Israel. Tampoco siguen la Halajá en su totalidad, sino que se inclinan hacia interpretaciones más abiertas al mundo moderno.


Y nos quedan los últimos tres grupos, mucho más humildes:

- Judaísmo caraíta. Reciben su nombre en el siglo VIII y proviene del hebreo qaraim, "lectores" (también se designa a esta rama como Bené mikrá, "seguidores de la Escritura", en oposición a los Bené mishná, "seguidores de la tradición"), pues consideran que el Tanaj es la máxima autoridad. Este movimiento proclama el derecho de todo judío a estudiar las Escrituras hebreas de modo libre, sin tener en cuenta ninguna interpretación rabínica ni el Talmud.

- Judaísmo humanista secular. Los judíos seculares son aquellos que pertenecen al pueblo judío por ascendencia familiar, en concordancia con las leyes del judaísmo, pero se esfuerzan poco o nada por practicar el judaísmo. La mayoría de los judíos seculares son indiferentes al judaísmo, el cual forma parte de su identidad, pero en una cantidad relativamente pequeña. Esto último los diferencia de los judíos humanistas seculares, ya que el judaísmo humanista secular es una corriente que ve al hombre como centro del mundo y de la vida judía, a diferencia de las otras corrientes que subrayan la centralidad de Dios. Para los judíos humanistas seculares la religión y sus leyes no necesariamente deben regir el comportamiento del individuo. Esta corriente destaca los valores humanistas universales, que se basan históricamente en las fuentes judías. Los distintos libros del judaísmo son remarcados como fuentes de inspiración para los conceptos de libertad, justicia, justicia social, solidaridad, respeto y ayuda al prójimo, tolerancia, etc. Y es que esta corriente, al igual que la reformista, es uno de los intentos de compatibilizar el judaísmo con las identidades seculares y nacionalistas que surgieron como consecuencia de la Revolución francesa.

- Judaísmo reconstruccionista. Se trata de la rama del judaísmo progresista más tardíamente individualizada y también la que cuenta con menos seguidores oficiales. Fundada en 1968 en los Estados Unidos por el rabino Mordecai Kaplan, esta corriente entiende el judaísmo como una civilización que evoluciona progresivamente. La Halajá no es considerada obligatoria, pero es tratada como un remanente cultural valioso que debe ser mantenido a menos que exista una razón para hacer lo contrario. El movimiento enfatiza las visiones positivas con respecto al modernismo y propone un enfoque de la tradición judía, cuyo objetivo es la toma de decisiones comunales a través de un proceso de educación y destilación de valores de las fuentes tradicionales judías. Algunos autores lo incluyen dentro del judaísmo conservador.


Y hasta aquí las ramas del judaísmo actual. No son todas las que existen ni hay conformidad en su clasificación, pero a día de hoy 14.3 millones de judíos que existen en el mundo están adscritos a alguna de estas ramas o sus subdivisiones. Y esta entrada me ha servido, aparte de para demostrar que nada es blanco o negro como tan a menudo pretenden hacernos creer, para enseñar que el judaísmo, como toda religión, es algo vivo. Y, como bien dice mi amiga Laila Rattab, "la religión, la fe, la espiritualidad no es algo que te inyecta un erudito". Y los judíos, todos ellos, lo saben.


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