jueves, 31 de marzo de 2016

24. El Escorial: un laberinto hermético. Parte II

Buenos días, queridos lectores. El martes pasado comenzamos a hablar de los secretos que esconde el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, uno de mis lugares favoritos. Aquí estoy otra vez, con los ojos haciéndome chiribitas, deseoso de continuar con la explicación. Ni siquiera he desayunado todavía, pero es que tenía muchas ganas de seguir hablando sobre El Escorial. Porque Felipe II quiso convertirlo en el mayor centro de conocimiento del mundo, y a fe mía que lo consiguió. Cientos de personas pasaron por allí, y no sólo reyes, aventureros, cortesanos, damas y reinas; sino también, astrólogos, brujos, alquimistas y toda suerte de lo que en esa época se consideraban "herejes". Y es que todos querían gozar de aquel entramado de sabiduría que se había construido en tan poco tiempo, unos 20 años. La verdad es que cuando se va allí, sorprende que se tardase tan poco en una obra de tal magnitud. El complejo arquitectónico cuenta con 4.000 estancias (todas ellas con una cruz), 2.673 ventanas, 1.250 puertas, 15 claustros, 11 aljibes, 88 fuentes, 45.000 libros impresos, 5.000 códices, 1.600 cuadros, todos estos datos dan cuenta de la enormidad que era y sigue siendo El Escorial. Actualmente la gran mayoría de las cruces se han retirado, y muchos de los cuadros que adornaban sus paredes ya no se encuentran allí, sino en distintos museos y asociaciones. ¿Por qué sacan esas cosas de El Escorial para llevarlos a otros sitios? Desde que en 1982 se promulgó la nueva Ley de Patrimonio Nacional, todos los bienes que históricamente pertenecían a la Monarquía Española pasaron a depender exclusivamente del Estado, por lo que podían disponer de ellos según les pareciese. Una de las cosas que hicieron fue redistribuir muchas obras de arte por distintos sitios (en tiempos de Felipe II, El Escorial lo tenía prácticamente todo). Y en el caso del Museo del Prado, la gran mayoría de las obras de Brueghel, El Bosco y Van der Weyden que coleccionó Felipe II llegaron al museo para una restauración... y allí se quedaron. En otros términos, más o menos robamos las obras. Patrimonio Nacional las envió al museo a restaurarlas (ya que el Prado cuenta con los mejores restauradores de España), pero al terminar el trabajo no se las devolvieron. Sobra decir que cosas como ésta explican la mala relación existente entre el Museo del Prado y Patrimonio Nacional, relación que va mejorando poco a poco. El caso es que en el Prado hay muchas obras que deberían estar en El Escorial. Sin ir más lejos, "El Jardín de las Delicias", del Bosco. Una obra que Felipe II quiso tener delante de él en su lecho de muerte y que pasaba largas horas contemplando.


También la tabla de Brueghel "el Viejo" titulada "El Triunfo de la Muerte", que esconde un poderoso mensaje sobre el advenimiento del Fin de los Tiempos y el renacimiento de una nueva humanidad, siguiendo los preceptos de una secta cristiana muy conocida en Holanda y de la que hablamos en la entrada anterior (que podéis leer aquí): la Familia Charitatis. A esta secta perteneció también Benito Arias Montano, y Brueghel plasmó un mensaje hermético de la secta en esta obra, para aquel que supiese verlo. En otro momento hablaremos de este mensaje, pero si queréis verlo en vivo y en directo os recomiendo que concertéis una cita con nosotros en el 609 98 82 06 o en bianortours@gmail.com. Estaré encantado de enseñároslo.


Volviendo a nuestro tema, también estuvo en El Escorial la llamada "Mesa de los Pecados Capitales", la cual Felipe II quiso tener en su dormitorio y que muestra otro de los secretos de la pintura del Bosco que tanto gustaban al monarca. Se dice que pasaba mucho tiempo alrededor de la mesa e incluso que trabajaba sobre ella.


También "El Paso de la Laguna Estigia", de Joachim Patinir, el maestro del paisaje. Siendo como era un hombre de fuertes contradicciones, a Felipe II le gustaba mucho esta obra que representa los caminos al "Paraíso" o al "Infierno". Sin embargo no hay que tomarlo como lugares físicos, sino como estados de conciencia, como niveles de espiritualidad. Es una pintura moralista e ilustradora a un tiempo.


Y para terminar, "El Descendimiento de la Cruz", de Roger van der Weyden. Felipe II quedó enamorado de esta obra cuando fue a visitar a su tía María de Austria a los Países Bajos, pues la obra estaba en su poder. María se la regaló a su sobrino y Felipe II la mandó a Madrid. Originalmente era un tríptico, pero el barco donde era transportada sufrió un naufragio, donde se perdieron las tablas laterales. Felipe II pudo salvar esta tabla central y la colgó en el Alcázar hasta que pudo ser trasladada a El Escorial.


Todas estas obras pertenecen a Patrimonio Nacional, y si se las llevasen, el Prado se quedaría algo desnudo. Por eso estas obras continúan exponiéndose en el Museo, aunque el sitio donde deberían estar es en El Escorial. Aceptaría de buen grado que se las llevasen de vuelta allí. El Prado perdería fuelle, sí, pero lo malo que tiene el museo, cualquier museo, es que el significado real de las obras se pierde. Cada cuadro está diseñado para ser expuesto en un lugar concreto, con una luz muy determinada y para transmitir un mensaje determinado. Felipe II sabía esto y colocó todos sus cuadros de una manera muy bien estudiada. Eso hoy se ha perdido. De manera que sí, me encantaría que estos cuadros volviesen a estar en el lugar que les asignó el Rey Prudente. Algún día podríamos dedicar una entrada a la interpretación de alguna obra de arte del museo, como hicimos con "La Última Cena" de Leonardo da Vinci. ¿No os parece? Aunque vivo de ello y por lo tanto no puedo dar muchos datos aquí. Los lectores que quieran conocer los secretos de las obras de arte del museo ya saben dónde encontrarme. Tal vez algunos de nuestros lectores no sepan la forma que tengo de trabajar y me consideran simplemente un guía ordinario. En fin, arriba os he dejado los medios para contactar conmigo y si queréis que comente alguna obra en particular, dejadme vuestras propuestas en los comentarios. 

Nos vamos despidiendo por hoy, el sábado terminaremos con El Escorial, pero es preciso ir allí para ver todos los misterios que esconde. No quiero contar mucho por aquí porque me encantaría que algunos de nuestros lectores me acompañasen hasta allí para que pudiesen admirarse in situ. Espero pacientemente a que ese momento llegue. En fin, nos vemos el sábado para terminar de hablar de El Escorial. Nosotros hemos estado allí el fin de semana pasado y ya tenemos ganas de volver. En fin...Volvemos el sábado, queridos lectores, ¡hasta entonces!

 

martes, 29 de marzo de 2016

23. El Escorial: un laberinto hermético. Parte I

Buenos días, queridos lectores. Hoy traemos un tema tan apasionante que me sorprende que no lo hayamos comentado aún: vamos a hablar de los misterios que encierra El Escorial. O, dicho más propiamente, el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, enorme edificio en la sierra de Guadarrama y nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984. Todo un logro. Sin embargo, como saben ya muchos de mis lectores, El Escorial es mucho más que un monasterio. Por lo tanto tenemos que dejar de llamarlo "monasterio de El Escorial", porque el monasterio es sólo una octava parte. El proyecto arquitectónico incluía un panteón real, una basílica, un palacio privado, un palacio público, una biblioteca, un seminario, un hospital y un monasterio. Ocho cosas, y se construyeron las ocho cosas. Por lo tanto, decir "el monasterio" de El Escorial se queda cojo. El proyecto era y es muchísimo más ambicioso y muchísimo más importante. ¿Quién lo ideó? Felipe II. Un rey con dos caras. Un auténtico dios Jano que llegó a confundir tanto a aquellos que lo veneraban como Rey Prudente como a los que lo odiaban tildándolo de Diablo del Mediodía. Felipe II no fue un monarca más en la historia de España y del mundo, sino que fue el cenit que marcó el esplendor del Imperio español. Si supo echarse a sus hombros una enorme variedad de estados, ¿cómo es posible que todavía hoy nos siga confundiendo? ¿Cuáles eran sus fines y qué intereses tenía de verdad? Para el mundo católico se había convertido en el adalid de la fe y la pureza cristiana frente a los embates de las ramas de la Iglesia que se consideraban corruptas: el protestantismo, el calvinismo, el anglicanismo... Pero para otros, este monarca fue mucho más de lo que representaba, llegando a convertirse también en su lado más oscuro, más desafiante: se convirtió en el rey de los heterodoxos. Como podréis deducir, es una figura que me gusta bastante.

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Desde que era pequeño, Felipe II sintió una gran pasión por todo lo oculto, pero no con ánimo perverso, sino como un fin para enaltecer la fe católica. Es decir, buscaba una especie de magia blanca que le ayudase a instaurar la Ciudad de Dios en la Tierra. Y para ello ideó la construcción de la mayor obra humana de carácter histórico-mágico de la cristiandad: el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial. El edificio, considerado como la Octava Maravilla del mundo, comenzó a construirse el 23 de abril de 1563. Y aquí hay que hacer un pequeño apunte. La idea de construir este gran complejo arquitectónico no fue de Felipe II, sino de su padre el emperador Carlos de Habsburgo. A muchos de vosotros, mis queridos lectores, os sorprenderá este dato. ¿Carlos V? Pero si en 1563 el emperador ya estaba muerto. No os falta razón, pero creedme cuando os digo que la génesis de El Escorial llevaba mucho tiempo en marcha. Cuando Carlos decide retirarse al monasterio de Yuste en 1555, ya tiene en mente edificar ese complejo. De manera que ordena a una comisión formada por 100 personas (entre los que había médicos, astrónomos, botánicos, alquimistas, zahoríes y profesionales de todas las ramas del saber, ortodoxo y heterodoxo...) que recorra los territorios del Imperio que ha heredado su hijo para encontrar el mejor lugar donde asentar el complejo arquitectónico. Imaginad a cien personas recorriendo los territorios del emperador en Europa buscando un sitio donde construir El Escorial. Menudas tareas encomendaban los reyes, ¿eh?. En la entrada en la que hablábamos sobre las catedrales góticas ya dijimos que la elección del lugar donde se iba a levantar el edificio sagrado no podía ser azarosa. Por supuesto, la elección del enclave donde levantar El Escorial tampoco lo fue. Se eligió una fuente de poder muy fuerte, donde las corrientes telúricas del orbe se cruzaban continuamente.

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Carlos V envió un comando de 100 personas a recorrer los territorios imperiales buscando un lugar apropiado para levantar el gran complejo arquitectónico

Antes de seguir, me veo obligado a hacer una pausa explicativa para aquellos que tal vez no sepan qué son las corrientes telúricas. Son corrientes eléctricas que se mueven bajo tierra o a través del océano, muy estrechamente relacionado con el campo magnético de la Tierra. Tienen muy baja frecuencia y corren muy cerca de la superficie terrestre, en interacción con el viento solar y la magnetosfera. Las corrientes telúricas unen a su vez los llamados puntos telúricos, lugares de enorme energía magnética donde, casualmente, en la Antigüedad se han levantado megalitos, pirámides o grandes templos. Y en la sierra de Guadarrama encontramos otro de esos puntos donde confluyen las corrientes telúricas: bajo la falda del monte Abantos y cercano a un bosque llamado La Herrería, lugar sagrado desde tiempos inmemoriales. Los expertos comisionados fijaron ahí el punto donde se llevaría a cabo el gran proyecto arquitectónico de los Habsburgo, en la vertiente sur del monte. ¿De todos los territorios del Imperio en aquel entonces, ése era el mejor lugar? Pues según esos expertos (intentad vosotros que 100 personas se pongan de acuerdo), ése es el lugar idóneo para su construcción, un punto telúrico muy importante y quizás cerca del Umbilicus Mundi, el ombligo o centro del mundo, también llamado Axis Mundi. Pero eso ya es otra historia. La leyenda dice que cuando aquellos buscadores hollaron el suelo del futuro emplazamiento, se levantó de repente un fuerte viento que los tiró al suelo y un trueno, como salido del suelo, casi les deja sordos, pareciendo que el mismísimo Diablo sintiera peligrar sus dominios en la tierra.

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El sitio y el municipio de San Lorenzo de El Escorial al abrigo del monte Abantos, un lugar sacralizado desde tiempos inmemoriales por los habitantes pre-romanos de la Península Ibérica

Esta historia del viento, el trueno y el Diablo es una bonita fábula que, como todas, esconde un poso de verdad. Nada en el complejo arquitectónico está construido al azar, sino siguiendo unas precisas pautas matemáticas, astronómicas y religiosas. Por ejemplo, las coordenadas astrológicas son muy claras solamente teniendo en cuenta la desviación de 16º con respecto a los puntos cardinales. Me preguntaréis qué significa eso. Bueno, tendríais que preguntarle a un astrónomo. Sólo diré que el estudio del cielo y sus fenómenos es una de las ramas más importantes dentro de las Ciencias Ocultas, y es una ciencia que se ha utilizado desde que el hombre es hombre. Pero caminar por El Escorial es recorrer un mundo de misterios e interrogantes. Se necesitarían muchos volúmenes y años de profundo estudio para desentrañar los múltiples enigmas que esconden sus poderosas piedras. Pero para empezar a comprenderlo, sugiero a nuestros lectores que se dejen caer por allí (está a 50 minutos de Madrid en autobús) y que empiecen su paseo por el llamado Patio de los Reyes. Nada más entrar nos encontramos con seis esculturas que representan a seis reyes veterotestamentarios, monarcas de Jerusalén. En el centro podemos ver las figuras de los que, para los llamados Austrias mayores (Carlos I y su hijo Felipe II), eran los más importantes: los reyes David y Salomón.



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¿Preguntáis por qué eran más importantes estos dos que los otros? Si hay seis figuras y son todas del mismo tamaño, no hay nada que permita afirmar eso, ¿verdad? Queridos amigos, el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial es una imitación del Templo de Salomón. Porque según la Biblia, la idea de construir un templo dedicado a la divinidad ya estuvo en la mente del rey David, pero Yahveh no quiso que fuese él quien hiciese su casa en la Tierra porque "tenía las manos manchadas de sangre". Es decir, era un rey guerrero y por lo tanto no podía edificar el habitáculo de la divinidad. Hubo de esperar a su hijo, Salomón, estudioso y pacificador, para construir el Templo de Jerusalén. ¿Veis ya por dónde voy? ¡Es un paralelismo con las vidas de Carlos V y Felipe II! El emperador ya quería construir ese edificio sagrado, pero al ser un rey guerrero no era digno de tal empresa. Y fue su hijo, más pacífico, el que lo hizo como un nuevo Salomón. Felipe II siempre admiró a la figura de Salomón. Tanto es así que en las dos estatuas que coronan el Patio de los Reyes se puede apreciar que el rostro utilizado para representar al rey David es el del propio Carlos V, siendo por tanto el rostro de Salomón, su hijo, el de Felipe II. El vástago del emperador se cree ungido con el poder de la Sabiduría y se siente obligado, como el rey bíblico que encarna, no solo a superar a su padre sino a trazar en la tierra un nuevo Templo de Salomón. Si se estudian los planos originales y la composición, se puede apreciar que coincide al milímetro con los patrones arquitectónicos y los conceptos que se tenían del Segundo Templo de Salomón en el siglo XVI. Los trazos de la heterodoxia comienzan a filtrarse por todo el entramado del complejo.

Los reyes David y Salomón, que encarnan a Carlos V y a Felipe II

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Los otros cuatro reyes de Judea, a ambos lados de los primeros. A su derecha se encuentran Josafat y Ezequías, mientras que a su izquierda aparecen Josías y Manasés. Todos ellos, en mayor o menor medida, antes o después, tienen relación con la historia del Templo de Salomón en la dorada Jerusalén

 

Este plano de El Escorial corresponde al arquitecto real Juan de Herrera (cosmógrafo, matemático e iniciado en las Ciencias Ocultas), personaje al que se atribuye la génesis de El Escorial. Sin embargo, hubo alguien antes que él trabajando en la planta del complejo: su maestro, Juan Bautista de Toledo. Un personaje excéntrico donde los haya, maleducado, huraño, introvertido, con una total falta del decoro... pero un genio hermético que tuvo en Felipe II su principal valedor. Sea como fuere, el caso es que en sólo 22 años se construyeron 35.000 metros cuadrados de arquitectura sagrada, un auténtico templo del Sol que rivalizaría con cualquier tumba antigua de cualquier rey de la historia. Toda una hazaña. Alguien dirá que eso de que El Escorial rivaliza con cualquier tumba es excesivo, que vale que El Escorial es impresionante, pero se queda canijo al lado de las pirámides de Gizeh, por ejemplo. Y así sería, en efecto... si las pirámides fuesen tumbas. Pero no lo son. Al menos las de Gizeh. Las pirámides que sí lo son, rivalizan con El Escorial, pero no lo superan. Cuando terminemos este tema dedicaré una entrada a la meseta de Gizeh. De Egipto hay mucho que contar, pero no nos desviemos del tema. Personajes como los arquitectos anteriormente mencionados, Fray Antonio de Villacastín o Fray José de Sigüenza fueron los encargados de imprimir en la obra toda la simbología posible para que el complejo arquitectónico sea un crisol de hermetismo para restaurar la fe pura en un mundo que se va corrompiendo poco a poco. Pero todas estas personas no podrían haber trabajado juntas sin un personaje clave en la vida de Felipe II: el hebraísta Benito Arias Montano, un hombre que aunque estaba protegido por el propio rey siempre estaba a un paso de caer en las garras de la Inquisición. No podemos olvidar que perteneció a una extraña secta cristiana llamada La Familia de la Caridad, más conocida como Familia Charitatis. Cuando vivía en Amberes se unió a ellos y no dudó en participar en su credo. Esta sociedad secreta heterodoxa basaba su doctrina en la identificación personal con la divinidad, y fue el propio Benito Arias Montano quien difundió sus ideas por los territorios españoles.

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En El Arcanon menciono bastante a menudo a Benito Arias Montano, pues está estrechamente relacionado con el arte de Brueghel "el Viejo", del Bosco e incluso conoció personalmente al Greco. Pero eso ya es otra historia. Lo dejamos hoy aquí, para continuar dentro de un par de días con más datos sobre el Real Sitio, ¿os parece? Esto ha sido para ir abriendo boca, y aún así hemos revelado bastantes cosas y me he excedido bastante para lo que tenía pensado. En fin, queridos lectores, si todo va bien nos vemos el jueves que viene. ¡Hasta entonces! Ah, y si antes os podéis acercar por El Escorial, tanto mejor.

domingo, 27 de marzo de 2016

22. Resurrection By Erection

Sé que tendría que haber escrito la entrada ayer, y lo siento, pero cualquiera que se haya leído la Biblia sabe que el Sábado Santo es un sin dios. También sé que deberían deportarme por ese chiste. El caso es que ayer estuve bastante ocupado con EL BLOG DE BIANOR, que llevaba un mes sin publicar nada ahí e hice una entrada que complementa bastante bien lo que vamos a tratar hoy aquí. Para el lector que tenga curiosidad, le dejo el enlace aquí. Seguramente os preguntaréis a qué viene el título de la entrada de hoy. Porque estamos en Domingo de Resurrección, pero ese "by Erection" puede parecer un poco fuera de lugar. Que nadie se lo tome a mal, el título de la entrada hace referencia a la canción del mismo título de uno de mis grupos de música favoritos, Powerwolf. Si queréis podéis escucharlo en Youtube, aquí está el enlace: 


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Sé que no tienen pinta de ser buenos cristianos, pero no pretenden serlo. Bueno, vamos al tema que nos ocupa. En primer lugar, he recibido quejas de algunos de nuestros lectores por las dos entradas anteriores, en los que acuso de hipocresía a la clase política. Pido disculpas a todos los que se hayan podido sentir ofendidos. Es una opinión personal, pero es cierto que esto no es un blog de opinión. Ofenderse es una consecuencia de la libertad de expresión. Pero bueno, hoy volvemos a nuestro cauce natural, lejos de mis opiniones exaltadas. Hoy vamos a hablar de la "resurrección" de Jesús. Sí, lo pongo entre comillas. Porque, según qué tradición cristiana sigamos, la resurrección de Jesús es un poderoso símbolo o una enorme mentira. Primero veamos qué nos dicen los Evangelios sobre este momento, que es uno de los pilares centrales del cristianismo. Se nos dice que a las 15:00 del Viernes Santo (la hora nona), estando en la cruz, Jesús gritó "Eli, Eli, lema sabajtani?", que significa "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Y en aquel momento alguien (no se sabe quién), cogió una esponja, la empapó en lo que unos dicen que era vinagre y otros en un licor no identificado, la puso en una caña y se la dio de beber a Jesús. ¿Por qué? No se sabe. Desde luego no era una costumbre judía. El caso es que después de haber bebido ese líquido, Jesús dijo "nishlam", es decir, "se ha consumado". Eso nos lo dice el Evangelio de Juan, que es el más místico (y en mi opinión, el más puro) de los cuatro. Y tras haber dicho eso, se cerraron sus párpados y la cabeza cayó sobre sus hombros, quedando inerte. Un momento extraño en la crucifixión, pero aparentemente eso no tiene nada que ver con la resurrección. ¿Cuál es mi tesis? Que Jesús no murió en la cruz.

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"Cristo crucificado", de Velázquez (1632). Museo del Prado, Madrid


Se me ha dicho más de una vez que deje de cuestionar todos los dogmas del cristianismo, pero no estoy atacando al cristianismo. De hecho defiendo los preceptos de Jesús. Simplemente intento que los creyentes contemplen otras posibilidades. La muerte de Jesús en la cruz, empíricamente, es imposible. En primer lugar, hubo dos acusaciones dirigidas contra Jesús. La primera se presentó ante el Sanedrín, donde le acusaron de proclamarse Hijo de Dios. Cosa, por cierto, totalmente falsa. Jesús nunca dijo que él fuese el Hijo de Dios, sino que todos éramos hijos de Dios y que teníamos que comunicarnos con él utilizando el término "Abbá", que significa "Padre". Dios es el padre de la Humanidad, no solamente de Jesús de Nazaret. Pero no sólo le acusaron ante el Sanedrín - por crimen religioso -, sino también ante Poncio Pilato por alteración del orden público y por levantar al pueblo contra Roma. Porque en aquella época, Palestina era una provincia más del Imperio romano, y los emperadores recibían un culto similar a un dios. Jesús luchó contra eso... pero más tarde Pedro lo defendió. En fin, no me quiero alejar del tema que nos ocupa. En cualquier caso, estas dos acusaciones no reunían suficientes pruebas para condenar a Jesús. Y con todo, el castigo por estos delitos era la lapidación, no la crucifixión. ¿Por qué una cruz? Porque es un símbolo de martirio. Y la Iglesia de Pedro es la iglesia de los mártires, del sufrimiento. La cruz era el emblema que mejor les identificaba, a pesar de ser un símbolo que existe mucho antes del Imperio romano. Es un instrumento de martirio, pero sin embargo, hoy en día poca gente ve otra cosa en la cruz que no sea un símbolo de salvación.  Pero es un símbolo de tortura. Los soldados romanos crucificaban a mucha gente como método para martirizarles antes de ejecutarlos definitivamente. Un condenado a la crucifixión solía pasar meses en la cruz, sometido a las inclemencias del tiempo, de los animales y de los ciudadanos que tenían permiso para humillarlos y vejarlos mientras estuviesen en la cruz. Jesús apenas pasó en la cruz unas horas, porque le bajaron a la caída de la tarde para sepultarle por petición personal de José de Arimatea, judío rico y poderoso de Jerusalén convertido en discípulo de Jesús. Para morir en la cruz, el Mesías tendría que haber pasado allí meses. Y se dice que murió tras nueve horas. Claro que la noche anterior había sido torturado y humillado, pero aún así no cuadra... 


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Y aún hay algo más: la quinta llaga. Como en la tradición judía dejar morir a alguien era considerado de mal fario, un grupo de legionarios se acercó al Gólgota y les partió las piernas a los dos ladrones que había al lado de Jesús, para que sus cuerpos cayeran por su propio peso, se les oprimiesen los pulmones con su propia caja torácica y se asfixiasen. Esto era conocido como crurifragium, y era una manera de acelerar la muerte. No obstante, cuando iban a hacer lo mismo con Jesús, el centurión Casio Longinos hizo algo insólito: se acercó y le clavó su lanza en el costado. El nazareno ni se inmutó, y de ahí se dedujo que ya estaba muerto. ¿Cómo explicamos eso? De varias maneras. Primero, cuando fueron a dar el parte de la muerte de Jesús a Poncio Pilato, al propio gobernador le sorprendió que Jesús hubiese muerto tan pronto. Segundo, hay que tener en cuenta que los Evangelios que podemos leer actualmente han sufrido numerosas modificaciones con respecto a los originales. Pero incluso en los originales, se intentaba que la figura de Jesús representase al Mesías que habían predicho los profetas del Antiguo Testamento. Por eso, al considerar que Jesús estaba muerto y al no romperle las piernas, se cumplía la vieja profecía que decía que al Mesías no se le quebraría ni un solo hueso del cuerpo. ¿Pero cómo pudo Jesús soportar que Longinos le atravesase el costado con su lanza sin inmutarse? Pudo porque le habían drogado. No bromeo. ¿Qué creéis que era el líquido que le dan a beber de una esponja? En aquella época se conocían muchas sustancias que podían inducir a un estado de muerte aparente. A Jesús le noquearon, le drogaron para que pareciese que estaba muerto y así poder bajarle de la cruz y curarle. Y sí, digo curarle. ¿Pensáis que le llevaron al sepulcro y simplemente lo enterraron? Después de todo, así es como aparece en la mayoría de las representaciones artísticas, ¿verdad? Leamos de nuevo la Biblia.


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"Santo Entierro", de Caravaggio (1604). Museos Vaticanos

¿Quién es el que va a hacer la ceremonia de "enterramiento"? Nicodemo, miembro del Sanedrín y erudito entre los judíos de su comunidad que se había convertido también en discípulo de Jesús. Efectivamente, cuando Pilato da su permiso para que entierren el cuerpo del nazareno, son sus discípulos más cercanos los que llevan el "cadáver" a una caverna cercana al Gólgota. ¿Queréis saber con qué materiales contaba Nicodemo para "enterrar" el cuerpo? Nicodemo ordenó a María Magdalena (curiosa elección, ¿no?) y a María Salomé, la madre de Santiago el Mayor y Juan (también curioso) que le trajesen plantas de aloe y mirra. ¿De qué nos suena esto? La mirra se la regaló Baltasar tras nacer, se dice que como anuncio profético de su muerte. Pero nada de eso. La mirra, como el aloe, tiene una función muy concreta: es cicatrizante. Aquí huele a chamusquina, entonces. Nicodemo, que tenía conocimientos de medicina (como el propio Jesús, que se inició en los Misterios de Egipto) sabía qué plantas debía usar para curar las heridas de Jesús. Lo demás fue coser y cantar. Si eso es verdad, lo único que tenían que hacer era curar a Jesús y reanimarle. ¿Y luego qué pasó? Es fácil pensar que Jesús escapó. Por eso su tumba estaba vacía, porque nunca albergó a nadie (recordemos que el nicho era propiedad de José de Arimatea, otro de los seguidores de Jesús). ¿Qué fue de él? Como personaje histórico, posiblemente pasó el resto de su vida escondido en algún lugar con su familia. Pero como personaje simbólico... ah, amigos, la cosa cambia mucho.

Se me ha preguntado más de una vez si creo que Jesús existió. Resulta difícil no creerlo, ya que es un personaje que cambió la Historia del mundo de una manera radical. Ahora bien, creer todo lo que cuentan de él... eso es harina de otro costal. Pero en el caso de que consideremos que Jesús nunca existió, sino que es un personaje simbólico, la Resurrección claro que tiene lugar. Y mucha importancia. Ya lo he contado en la entrada de El Blog de Bianor, pero lo repito: Jesús murió porque tenía que morir. Porque es Dios encarnado, y su lugar no es este mundo. La Resurrección para él fue la manera de volver al mundo de Dios, a su lugar natural. Pero reveló a sus discípulos más cercanos que cada uno de nosotros podemos tener nuestra resurrección. Pero no de la carne, sino del espíritu. La resurrección no es más que una purificación del alma para su posterior ascensión al mundo del espíritu. Todos los grandes iniciados han muerto y resucitado, y Jesús no iba a ser menos. Nosotros también podemos tener nuestra resurrección cuando nos llegue nuestra hora. Solo debemos saber cómo hacerlo. Y no, yo no sé cómo resucitar, ni siquiera simbólicamente. Yo no he sido iniciado en los Misterios del Cristo, por lo que no puedo dar respuestas. Sólo puedo decir que existe la posibilidad de una existencia más pura, espiritual y trascendente. Una existencia que Jesús reveló a sus discípulos más amados. Pero solamente los verdaderos seguidores de Juan y María Magdalena podrán acceder de verdad a ella. 

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jueves, 24 de marzo de 2016

21. #IslamNoEsCulpable

No deja de ser curioso que el Jueves Santo dediquemos la entrada al islam. Ya el sábado hablaremos de los últimos momentos de la vida de Jesús según los Evangelios. Pero he considerado oportuno dedicar esta entrada a esa religión tan mal comprendida en Occidente que es el islam. Los atentados yihadistas y el hecho de que no sea nuestra religión explican por qué no sabemos gran cosa del islam, y eso es una estupidez. Antes de criticar algo hay que llegar a comprenderlo. ¿Recuerdáis la frase que pusimos aquí mismo de Leonardo da Vinci? "No se puede amar ni odiar nada si antes no se ha llegado a su conocimiento". En Occidente ni siquiera comprendemos nuestra propia religión, mucho menos nos vamos a molestar en comprender una religión extranjera, ¿verdad? Pero es muy fácil echarle la culpa al islam. La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio, amigos. Sólo vemos la yihad del islam pero permanecemos ciegos ante las cruzadas o los tribunales de la Inquisición. Soy consciente de que eso fue hace siglos, pero es lo mismo, y aún no lo hemos superado. ¿Cómo explicar si no la existencia de grupos como los Legionarios de Cristo o el Ku Klux Klan? La extrema derecha cristiana sigue existiendo hoy, en el siglo XXI. Ésa es la cara B del cristianismo occidental, como la yihad lo es del islam. Pero es mucho más fácil criticar lo extranjero, cuando las primeras víctimas de la yihad son los propios musulmanes. Mirad, he traído unos suras del Corán que creo que todos deberíamos tener presentes antes de criticar:

"Quien mate a un inocente, se considera como si matase a toda la Humanidad"
(Corán, 5:32) 

"... Y no cometáis iniquidades en la Tierra, creando el desorden.
(Corán, 2:60) 

"Sólo son culpables quienes perjudican a las personas y cometen transgresión en la Tierra sin justificación."
(Corán, 42:42)

"Combatid a quienes os combatan, pero no provoquéis, porque Allah no estima a los agresores.
(Corán, 2:190)


Es cierto, el Corán también tiene mensajes de paz, pero eso no quita que exista la yihad. ¿Cómo se explica eso? Porque la culpa no es de la religión, sino del hombre. El Corán es como la Biblia, tiene mensajes de guerra y mensajes de paz. Y para los que pensáis que en la Biblia no se habla de matar infieles, desengañaos: el dios literario veterotestamentario es un asesino genoicida que juega con la humanidad cual sádico enfermizo sacado de la peor de las pesadillas. ¿Queréis un ejemplo? Podéis encontrarlo en Éxodo 32:27, en forma de orden divina: "Cíñase cada uno su espada al costado; pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta, y matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente." Con la aprobación de Yahveh, los israelitas mataron en una sola noche a 3.000 hombres. Puede parecer un caso aislado... pero no lo es. Levítico, 26:22. "Soltaré contra vosotros las fieras salvajes, que os privarán de vuestros hijos, exterminarán vuestro ganado y os reducirán a unos pocos, de modo que vuestros caminos queden desiertos". Deuteronomio, 7:2-4. "El Señor, tu Dios, los pondrá en tus manos y tú los derrotarás. Entonces los consagrarás al exterminio total: no hagas con ellos ningún pacto, ni les tengas compasión. No establezcas vínculos de parentesco con ellos, permitiendo que tu hija se case con uno de sus hijos, o tomando una hija suya por esposa de tu hijo. De lo contrario, ella apartará de mí a tu hijo y lo hará servir a otros dioses. Entonces el Señor se irritárá con ustedes y enseguida los exterminará." O en el mismo Deuteronomio, 20:10-16, el cual dice: "Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, primero le ofrecerás la paz. Si ella acepta y te abre sus puertas, toda la población te pagará tributo y te servirá. Pero si rehúsa el ofrecimiento de paz y te opone resistencia, deberás sitiarla. Cuando el Señor, tu Dios, la ponga en tus manos, tú pasarás el filo de la espada a todos sus varones. En cuanto a las mujeres, los niños, el ganado y cualquier cosa que haya en la ciudad, podrás retenerlos como botín, y disfrutar de los despojos de tus enemigos que el Señor, tu Dios, te entrega. Así tratarás a todas las ciudades  que estén muy alejadas de ti y que no pertenezcan a las naciones vecinas. En las ciudades de las naciones que el Señor te da por herencia, no dejarás nada vivo que respire." Creo que son suficientes ejemplos los que nos llevan a pensar que Yahveh es un cabronazo y que lo que los yihadistas están haciendo en Occidente en el siglo XXI se lo hicimos nosotros en los siglos XII y XIII. Pero hoy en día la religión occidental ha cambiado, y nadie defiende esas palabras de Yahveh... ¿verdad?

Ojalá pudiera decir que no. Pero por desgracia para nosotros, el siglo XXI es la época del fundamentalismo en todas las religiones. Los terroristas de la yihad están mejor financiados que nunca, y el extremismo ultraconservador se está abriendo camino con fuerza en las naciones occidentales. ¿O qué pensáis que defienden la familia Le Pen en Francia o el señor Trump en EE.UU.? No abogan precisamente por la justicia y el diálogo, sino que son los nuevos fundamentalistas que quieren volver a la época en la que Dios dictaba, el gobernante ejecutaba y nadie tenía posibilidad de decir ni pío. Pero no me quiero meter en política, sino que quiero remarcar una diferencia fundamental que existe entre Oriente y Occidente, entre la Biblia y el Corán. Y que es incuestionable. He dicho antes que la culpa no es de la religión, ni del sistema de creencias, sino de las personas. El KKK y los sacerdotes en misiones humanitarias beben del mismo libro; de igual manera que los yihadistas y los sufíes. Veréis, el año pasado tuve un cliente en el Museo del Prado que era profesor en la Universidad de Bagdad. Era profesor de Religiones Comparadas, y nuestra visita consistía en que, en el trayecto entre dos cuadros que yo le explicaba, él me hablaba de su asignatura. Aprendí mucho de aquel hombre. Y me dijo algo que no se me olvidará nunca. Sabéis que en Occidente, desde el mismo momento en que apareció la Biblia, surgieron miles de escuelas de exégetas, es decir, de gente que interpretaba las Sagradas Escrituras, ¿verdad? Había muchas escuelas de traductores e intérpretes, y muchas se mantienen hoy en día. Pues bien, eso en el islam es impensable. El Corán es la palabra de Dios que fue transmitida al profeta Mahoma, y nadie tiene el derecho ni la autoridad para interpretar ni traducir el texto original. La Biblia ha sufrido cambios fundamentales desde el siglo IV d.C. Pero el Corán se ha mantenido inalterado durante generaciones, desde que en el siglo VII d.C. los seguidores de Mahoma comenzaron a reunir esas "revelaciones". Aunque claro, esto no parece posible, ¿verdad? El Corán está traducido a muchos idiomas...

Los musulmanes dicen que el Corán es la "palabra eterna e increada" de Allah; por ello su transmisión debería realizarse sin el menor cambio en la lengua originaria, el árabe clásico, lengua en consecuencia considerada sagrada a todos los efectos. Pero es cierto, el Corán ha sido traducido a muchos idiomas, principalmente pensando en aquellos creyentes cuyas lenguas no son el árabe. Aún así, en la liturgia se utiliza exclusivamente el árabe, ya que la traducción únicamente tiene valor didáctico, como glosa o instrumento para ayudar a entender el texto original. De hecho, una traducción del Corán ni siquiera se considera un Corán auténtico, sino una interpretación del mismo. Es decir, se puede traducir el Corán, pero no será nunca el texto sagrado, que debe permanecer inalterable. De hecho, para traducir el Corán se deben hacer abluciones y penitencias. La figura del exégeta, es decir, el que interpreta y cambia la Biblia; es imposible que exista para los musulmanes. ¿Y qué consecuencia tiene esto? La misma que la Biblia: cada uno elige qué parte del libro sagrado quiere seguir. El profesor de Bagdad me contó una anécdota que me ayudó mucho a entender esto. Resulta que este hombre tiene un primo que es taxista en Dubai. Según me dijo este hombre, su primo iba un día conduciendo por el desierto de Arabia cuando un chacal se cruzó en su camino. El hombre no tuvo tiempo de maniobrar y atropelló al animal. Pues según me dijo el profesor, ese hombre se pasó los próximos tres meses haciendo penitencia. Y es que, según la sharia, el quitarle la vida a un ser vivo es suficiente para que se te vete la entrada al Paraíso. Imaginaos. Ese pobre hombre, taxista que atropelló a un animal por accidente, haciendo penitencia por miedo a perder el Paraíso. Y en cambio tenemos a todos esos terroristas que, por matar inocentes, precisamente piensan que se han ganado el Cielo. Y ambos son musulmanes, ambos beben del mismo sistema de creencias. No es la religión ni el libro, sino que es la conciencia de cada uno lo que nos define. Así que no, el islam no es culpable. Creo que ninguno de nuestros lectores considera culpable de la yihad al islam ni a los musulmanos, pero nunca está de más remarcarlo. 

Para despedirme, solamente quiero hacer referencia al concepto de yihad ('Guerra Santa'), porque el mundo occidental tiene una concepción equivocada sobre la misma. La palabra "yihad" evoca la imagen de una banda de fanáticos religiosos, con largas barbas y mirada fiera, con las espadas desenvainadas y dispuestos a atacar a los infieles. "Yihad" en la terminología islámica significa realizar un esfuerzo, comprometerse y perseverar por una causa noble. A lo largo de los siglos, este significado de "yihad" se ha ido perdiendo o al menos diluyendo. La crítica situación actual del mundo islámico exige revivir y reconsiderar el verdadero significado de "yihad". Y es que la yihad se divide en dos categorías. La primera y más importante es la denominada "Yihad-e-Akbar". Ésta es la yihad contra el propio ego, el esfuerzo frente a las malas inclinaciones y tentaciones: es la lucha contra uno mismo, por la purificación del alma. Es la yihad más difícil y, por tanto, en términos de recompensa y bendiciones espirituales se corresponde con la categoría más elevada de yihad. No es ésa la yihad de los terroristas. La segunda yihad se denomina "Yihad-e-Asgar". Y ésta es la yihad de la espada. Se trata de una yihad comunitaria y presupone determinadas condiciones específicas. El Corán habla única y exclusivamente de la lucha justa contra aquellos que tomaron antes la iniciativa de atacar a los musulmanes, sólo en defensa propia. Porque recordemos que el islam nace entre las tribus árabes nómadas, rodeadas de enemigos y en continua pugna por la supervivencia. Pero esa es la condición establecida en los otros suras del Corán que tratan este mismo tema: sólo en defensa propia. El así llamado "versículo de la espada" en la escritura islámica es frecuentemente citado fuera de contexto, pretendiendo afirmar que inculca una masacre indiscriminada de los no creyentes. Las palabras coránicas "matadlos donde quiera que los encontréis" se aplican únicamente en casos en los que el enemigo fue el primero en atacar a los musulmanes, y se refiere a aquellos creyentes y no creyentes adversarios que rompieron sus pactos y juramentos establecidos previamente con los musulmanes. No son aplicables en ningún caso a las guerras y batallas no provocadas. La interpretación de estos versículos de cualquier otra manera supone hacer una parodia de los elevados ideales del islam. 

Por lo tanto podría parecer que el terrorismo actual es totalmente contrario al espíritu auténtico de la yihad islámica. Y bueno, es verdad que la representación del islam como una religión bárbara y cruel que se da a sí misma el derecho a causar destrucción material y sufrimiento humano injustificado con el pretexto de la autoridad divina, no tiene nada que ver con el verdadero islam que encontramos fundamentado en el Corán y en los preceptos originales del profeta Mahoma. Con todo, al Daesh se le puede acusar de muchas cosas... pero no de no respetar la sharia del Corán. ¿Por qué? Porque lo peor es que tienen razón. Occidente atacó a los países árabes. Y no me refiero a las cruzadas. ¿Cuándo creéis, lectores, que surgió el germen del Daesh? ¿Tal vez en la Guerra de Irak, de 2003 al 2011? Sí. Tenemos las manos manchadas de sangre.

  

martes, 22 de marzo de 2016

Requiescat In Pace

M: No se puede decir que sean buenos días, pero casi ninguno lo es. Hoy, 22 de marzo de 2016, ha tenido lugar un atentado en el principal aeropuerto de Bélgica, el Bruselas-Zaventem, que ha dejado varios muertos y numerosos heridos. Según algunos medios locales, había "decenas" de fallecidos. Otra explosión ha tenido lugar en la estación de metro de Maalbeek, en pleno centro de Bruselas y muy cerca de las instituciones europeas, dejando varios heridos.

No son pocos los que se han apresurado a atribuir la autoría del atentado al Estado Islámico, el Daesh, que sigue en su campaña de destrucción por Europa... y por Oriente Próximo. A pesar de que todo apunta a un atentado terrorista y la policía sigue la pista yihadista, las autoridades belgas aún no han confirmado ese extremo. La policía tampoco ha confirmado el origen de las explosiones. El Daesh es considerado el autor de los atentados del 13 de noviembre de París, y su marcha ha continuado hasta Bélgica, donde hace tres días la policía belga detuvo al yihadista Salah Abdeslam, huido tras los mencionados atentados en París, que costaron la vida a 130 personas.

Es bueno llorar por los muertos. Eso no les va a hacer volver, pero permite que su recuerdo no caiga en el olvido. Lo que es imperdonable, intolerable, es la hipocresía de ciertas personas o la total falta de respeto por parte de algunos medios de comunicación. Me refiero a esto:



Va en serio. Vivimos en la Edad de Oro del periodismo deportivo en nuestro país. ¿A quién no se le ocurriría usar una desgracia de este calibre para informar sobre un partido de fútbol? Otro ejemplo. Mientras arde Bruselas, en La Razón se centran en lo verdaderamente importante:


Pero no es la prensa lo que me preocupa - a pesar de la opinión que me pueda formar sobre ellos después de esto -. Lo que realmente es preocupante es la actitud de los políticos. Sí, los mismos que el 13 de noviembre fueron a París a presentar sus condolencias:


Casi 50 líderes mundiales guardando un minuto de silencio en las calles de la capital gala. Qué bonito, ¿no? Qué detalle. Yo os diré lo que es esto: una mierda pinchada en un palo. Claro que se debe ir a presentar los respetos a los caídos. Pero decidme, ¿cuántos de esos políticos han ido a presentar sus respetos a los que mueren cada día en Oriente Próximo? Todos los días está muriendo gente en aquellos países, pero sólo nos lanzamos a la calle a llorarlos y a poner mensajitos en Facebook cuando ocurre en Europa. No estamos unidos, no estamos luchando contra el terrorismo, ni muchísimo menos. La clase política firma pactos y acuerda "luchar contra el terrorismo", pero todo eso es papel mojado. ¿Qué hacen? Pues lo único que saben hacer: enviar bombarderos y atacar esos países, como hizo el señor Hollande tras los atentados de París. Caballeros, el problema de las bombas no se soluciona con más bombas. ¿Por qué en vez de atacar esos países, donde reside una gran cantidad de población civil inocente, no atacan a aquellos que financian el terrorismo? Porque no les interesa. El Daesh se financia a través de la venta de petróleo. ¿Quién es uno de los mayores compradores de petróleo? Arabia Saudí. ¿Quién es amigo de Arabia Saudí? Los EE.UU. ¿Y a quiénes tienen los EE.UU. en nómina? Prácticamente a la totalidad del continente europeo. Y se cierra el círculo. Si la clase política atacase a los que financian al Daesh, si les cortasen el grifo, estarían yendo en contra de los intereses de Arabia Saudí, de EE.UU. y de la mayor parte de este mundo que llamamos "civilizado".

No, señores, la lucha contra el terrorismo es una pantomima. Y quienes pagan este juego sucio de las clases políticas son los civiles. Los inocentes. Los que sólo quieren vivir en paz. El Daesh está formado por lunáticos, está claro, pero Europa sigue financiando a esos lunáticos. ¿Por qué? Porque la guerra es un negocio. La industria armamentística ha obtenido unos beneficios impresionantes desde la aparición del Daesh en el escenario internacional, y España es el 4º país líder de emisión de armas. Ahí es nada. El Estado Islámico no va a detener su avance. Entre otros objetivos busca reconquistar Al-Ándalus y que su bandera ondee sobre la cúpula de San Pedro en Roma. Han sido París y Bruselas, dos importantísimas ciudades europeas, las que lloran sangre por sus caídos. Bien está que nos lamentemos por ellos. Pero no más de lo que nos deberíamos lamentar por los que mueren en Siria, en Yemen, en países que no están tan cerca. Ponernos la banderita en el Facebook del país europeo que ha sufrido el atentado es una manera de lavar nuestra sucia conciencia. Pero no como individuos, sino como género humano. Cuando nos liberamos del Jardín del Edén comenzamos nuestro desarrollo intelectual, nos convertimos realmente en seres humanos en vez de en animales. Pero esos tiempos ya han pasado, y ahora somos peores que los animales. Somos una plaga, un virus. Nos matamos unos a otros por intereses, y nos cargamos el planeta por un ingenuo beneficio propio. Sólo espero que nos matemos todos antes de que destruyamos la Tierra y tengamos que salir a infectar otros planetas.

Lo sé, no es un pensamiento nada optimista. Lo sé, hay mucha gente que sigue luchando por recuperar la justicia, la igualdad, la fraternidad. Pero mirad a vuestro alrededor. ¿En manos de quiénes estamos? ¿De la gente que busca el beneficio común, la paz global, la extirpación de la injusticia? ¿O más bien de individuos sin escrúpulos que manejan el mundo a su antojo buscando beneficiarse a sí mismos y a sus amiguetes de club, para luego poner caras de compungidos ante las cámaras? Éste es el mundo en el que vivimos, nos guste o no. Un mundo en el que el miedo, la pobreza y la injusticia son negocios de los que se puede sacar beneficio económico. Vivimos en un mundo triste. Hemos llegado a un punto en el que no hay marcha atrás, en el que para que la situación cambie es necesario un cambio de conciencia colectiva absolutamente radical. Y eso, tal y como lo veo, está muy lejos de suceder. Educamos a nuestros niños en los valores que creemos correctos, les decimos que está mal mentir, engañar, robar... pero al llegar a la edad adulta uno descubre estupefacto que esas cosas que de pequeños nos dijeron que estaban mal, ahora resulta que lo hace todo el mundo. ¡Y que lo premian! ¿Cómo hemos llegado a esto? Si un día tengo hijos, les educaré en los valores que considero correctos, como hicieron mis padres conmigo. Pero cada día que me levanto y veo un nuevo caso de corrupción, una nueva matanza en algún país lejano que no interesa a nadie, una situación de injusticia como la de los refugiados... la verdad es que tengo pocas ganas de traer a un ser humano a este mundo tan cochambroso que hemos construido.

¿Cómo hemos podido permitir que sucediera esto? ¿Quién tiene la culpa? Si buscamos a un culpable, sólo tenemos que mirarnos al espejo. Hemos sido nosotros, cometiendo los mismos errores siglo tras siglo, haciendo de nuestra madre Tierra un lugar cada vez peor. Lleno de iniquidad e hipocresía, donde nadie da nada sin esperar algo a cambio. Donde por mucho que tengamos, queremos más que el vecino. La Humanidad ha fracasado. Al salir del Edén sólo teníamos una misión: vivir respetando la vida. Éramos los protectores de nuestro planeta, y nos hemos convertido en su peor enemigo. ¿Hay solución? Yo no la veo. Lo mejor que nos puede pasar es que ocurra una hecatombe y que, como los dinosaurios, nos extingamos. Nuestro tiempo de dominar el planeta ha terminado, y lo hemos hecho realmente mal. Es hora de dejar paso a otra especie que, quizás, enmiende lo que nosotros destrozamos por pura avaricia y soberbia. Ese Requiescat In Pace del título no va solo por los caídos por el terrorismo en Bruselas, París y otras partes del mundo. Va también por nuestra Humanidad, lo que nos hacía ser quienes éramos, los sentimientos de justicia, libertad y amor que nos caracterizaban como seres humanos. Esos sentimientos han muerto en el corazón colectivo de la Humanidad. Amamos solamente a nuestros amigos, a nuestras parejas, a parte de nuestra familia y a nuestras mascotas. Todos los demás son "prescindibles", son "daños colaterales". Esos términos los utilizan con toda normalidad las agencias de Inteligencia y los servicios militares de todos los países del mundo. "Daños colaterales" para referirse a la muerte de seres humanos por una acción propia. Es espantoso. Si los grandes iniciados pudiesen ver en lo que se han convertido los hombres que pretendían salvar, llorarían. Y mientras tanto, falsos ídolos de madera recorren las calles que rebosan gente que llora y grita de emoción.

Y cuidado, que yo no soy mejor que ellos, ¿eh? Yo no soy ningún santo. Me horroriza lo que está pasando en el mundo, pero tampoco hago nada para remediarlo. Hace ya unos años que mis padres ceden una parte de su salario a varias ONGs... Y resulta que uno se entera que muchas de esas ONGs hacen negocio sucio con el dinero que se les envía. Si mandas una cantidad X, la ONG se queda con el 99% por "gastos de gestión" o no sé qué mierdas, de manera que la gente que necesita esa ayuda apenas recibe el 1%. O también lo que hacen algunas ONGs es que, si reciben medicamentos o comida o cualquier otra cosa, las venden a la gente que lo necesita en vez de dárselos gratuitamente. En definitiva, al dar dinero a esas ONGs, lo que estaba haciendo era promover los chanchullos que mantenían en los países menos favorecidos donde ninguna cámara arrima el objetivo. Sobra decir que no coopero con ninguna ONG, por muchos mensajes bonitos que me cuenten. Tampoco doy limosnas por la calle a pesar de que sé lo duro que es no tener un lugar para dormir ni nada para comer. ¿Por qué no doy nada? Porque efectivamente hay mucha gente que, por determinadas circunstancias, se ha visto en esa situación de pobreza... pero hay muchos otros que están así porque no quieren ponerse a trabajar, porque es mucho más cómodo vivir de la caridad. ¿Cómo distinguir a unos de otros? Yo no puedo. ¿Le doy limosna a todos los que me la pidan? No, no se la doy a nadie. Opto por la opción egoísta, pero es que yo también soy egoísta. Ya os he dicho al principio que no soy ningún santo.

¿Confiar en las fuerzas de paz internacionales, ayudar con donativos a gente que se rige por unos estatutos firmados a nivel plurinacional? Eso estaría bien, si no fuese porque se destapan casos como, por ejemplo, el de los cascos azules de la ONU, las fuerzas para el mantenimiento de la paz en países poco desarrollados, que violan y entregan niñas a la prostitución en esos países, donde los niños sufren atrocidades y actos bárbaros vomitivos. La Humanidad me da asco. Yo ya he perdido la fe, yo ya no ayudo a nadie, lo reconozco. Sólo me preocupo de los míos. Es egoísta, pero es que vivimos en un mundo egoísta. De verdad que valoro muchísimo a todos aquellos que mantienen la fe y que ayudan de verdad a los que lo necesitan. Ojalá la Humanidad reconozca su valor y todos nos pongamos a empujar del mismo lado, hacia una nueva época. Pero lo veo difícil.

Como decía Oscar Wilde:

"La Tierra es un teatro, pero la obra tiene un reparto deplorable".

   

domingo, 20 de marzo de 2016

20. Post Scriptum

¡Buenos día a todos! Hoy tenemos varias cosas que celebrar: la llegada de la primavera, nuestra vigésima entrada y las 500 visitas con las que ya cuenta el blog. ¡Muchísimas gracias a todos por seguirme y leerme tan fielmente! Hoy quiero deciros algo especial. En realidad es una pregunta de uno de mis lectores. Pregunta, a raíz de la entrada anterior, que por qué Santiago de la Vorágine puso letras a los santos cristianos. Y la verdad es que eso no es del todo correcto. Dije que les puso letras para abreviar la entrada, pero en realidad lo que hizo fue ponerles sobrenombres o apodos. Por ejemplo, Bartolomé era Mirabilis, el prodigioso. Leonardo lo retrató en su Cenacolo con el pelo rizado y bermejo, confirmando lo que Santiago de la Vorágine había escrito sobre él en su Leyenda Dorada: que era sirio y de carácter encendido, como corresponde a los pelirrojos. De forma que de Mirabilis se obtiene la "M". O también el personaje retratado a su lado, Santiago el Menor, el lleno de gracia o Venustus, aquel al que a menudo confundían con el propio Cristo y que por sus obras mereció ese apelativo. Tenemos entonces la "V". Y Andrés, Temperator, el que previene, retratado por Leonardo con las manos por delante como corresponde a tal atributo, que quedará reducido a la "T". Es decir, no es que le adjudicase una letra a cada uno, sino que Santiago de la Vorágine les puso un apelativo a cada uno. Y Leonardo, usándolos, utilizó la primera letra de cada uno para agruparlos de tres en tres. En el primer grupo tenemos "M-V-T"....


El siguiente grupo de apóstoles da lugar a otra sílaba pronunciable. Judas Iscariote se convierte en la "N" de Nefandus, el abominable traidor de Cristo. Su posición, sin embargo, es algo ambigua: si bien Judas es la cuarta cabeza que aparece desde la izquierda, la peculiar posición de San Pedro, con su mano armada a la espalda del traidor, puede dar lugar a un error de cálculo. En cualquier caso, la "N" seguiría siendo válida,ya que Simón Pedro fue el único de los Doce que negó tres veces de Cristo. "N", pues, de Negatio. Sin embargo, lo más lógico sería guiarse por el orden de las cabezas de los personajes que dispuso Leonardo, y así se ha hecho. Siguiendo ese orden, el siguiente es Pedro. Encorvado hacia el centro de la escena, merece tanto la "E" de Ecclesia como de Exosus, que el toscano le asignó. La primera hubiera satisfecho a Roma; la segunda, que significa "el que odia", refleja el carácter de aquel sujeto de pelo cano y mirada amenazante, dispuesto a ejecutar su venganza armado con un cuchillo de hoja gruesa. Y Juan, dormido, con la cabeza inclinada y las manos recogidas como las damas que retrataba Leonardo, hace honor a su "M" de Mysticus. De esta manera "N-E-M" es, pues, el resultado del trío.


Jesús dijimos que es la "A". Tomás, con el dedo en alto, como si señalara cuál de los allí presentes era el primero en merecer el privilegio de la vida eterna, debe pasar como la "L" de Litator: el que aplaca a los dioses. Sin embargo, este atributo puede dar paso a discusión: en el Evangelio de Juan, fue Tomás quien metió su dedo en la quinta llaga de Cristo. Y también quien cayó de rodillas gritando "¡Señor mío y Dios mío!", aplacando así la posible ira del resucitado por no haberle reconocido de inmediato. Además, estamos ante el único retrato que confirma su letra en el perfil del apóstol. No me olvido del alfa de Jesús, sólo que en esta ocasión la letra no se esconde en el cuerpo de Tomás, sino en ese dedo que alza al cielo. El dedo índice estirado forma, junto a la base del puño y el pulgar saliente, una clara "L" mayúscula. En cambio, si miramos a Santiago el Mayor, seremos incapaces de encontrar en él ningún rasgo que reproduzca la "O" que le adjudicó Leonardo. ¿Por qué la "O"? Quien haya estudiado la vida de este apóstol, concluirá que su "O" de Oboediens, el obediente, se le ajusta como un guante. En efecto, del Zebedeo escribió Santiago de la Vorágine que fue hermano carnal de Juan y que "ambos pretendieron ocupar en el reino de los cielos los puestos más inmediatos al Señor y sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda". Leonardo, por tanto, había recreado en el Cenacolo una mesa divina, extraída del mundo de la perfección en el que habitan las almas puras. Y Juan y Santiago ocupan en ella los lugares que Cristo les prometió. Así, junto a Felipe, Sapiens entre los Doce, el único que se señala a sí mismo, indicándonos dónde debemos buscar nuestra salvación, conseguimos armar una tercera sílaba: "L-O-S".


Leonardo escondió bastantes herejías en esta pintura. Herejías para la Iglesia de Roma, pero enseñanzas del verdadero cristianismo para los cátaros y otros gnósticos. Pero sigamos, porque sólo nos queda el último grupo y lo resolvemos muy rápido. Mateo, el discípulo cuyo nombre, según el obispo De la Vorágine, significaba "don de la prontitud", ya augura tan veloz desenlace. Leonardo lo bautizó como Navus, el diligente. Su letra secreta unida a la "O" de Tadeo forman ya una sílaba legible: "N-O". Al añadírsele la "C" de Simón, por Confector (el que lleva a término); obtenemos cuatro grupos de tres letras, con una vocal siempre en el centro y con una "A" presidiendo la escena, que se dejan leer como si fueran una extraña y olvidada fórmula mágica.


MUT-NEM-A-LOS-NOC, ya lo sabemos. Pero parece que me he olvidado de decir una cosa, ¿no?. He dado los apodos que otorgó De la Vorágine a todos los apóstoles, menos uno. Dijimos que el propio Leonardo da Vinci se retrató en la pintura como Judas Tadeo. ¿Cuál es su apodo? Bueno, ¿por qué creéis que eligiría Leonardo encarnar a Judas Tadeo? Si aún no os habéis leído La Leyenda Dorada, corred a hacerlo. Porque así sabréis que Judas Tadeo recibe la "O" por Occultator. El que oculta. ¿Qué mejor título para el maestro toscano? Al encarnarse en Tadeo, el maestro Da Vinci se está definiendo a sí mismo de una manera tan sutil que sólo sus más brillantes discípulos podrían descubrirlo. De forma que tenemos dispuestos a los apóstoles de tal manera:

MUT-NEM-A-LOS-NOC

  Bartolomé             Mirabilis           El prodigioso
Santiago el Menor        Venustus          El lleno de gracia
       Andrés                Temperator       El que previene
Judas Iscariote        Nefandos          El abominable
 Pedro                 Exosus              El que odia
                        Juan                  Mysticus            El que conoce el misterio
                         Tomás               Litator                 El que aplaca a los dioses
Santiago el Mayor    Oboediens          El que obedece
                                    Felipe              Sapiens                El amante de las cosas elevadas
 Mateo               Navus                   El diligente
Judas Tadeo        Occultator              El que oculta
                   Simón              Confector              El que lleva a término

MUT-NEM-A-LOS-NOC. Vimos que había que leerlo al revés porque Leonardo utilizaba la escritura especular, y aquí no podía ser menos. Si leemos las letras de derecha a izquierda obtenemos Consolamentum. El único sacramento de los cátaros. Un bautismo, comunión y extremaunción, pero mucho más poderoso. El sacramento de la Iglesia de Juan, en contraposición a la de Roma, a la de Pedro, a la del que odia. Un sacramento místico. Y Leonardo pintó el Cenacolo para mostrarnos la verdadera religión cristiana. El hallazgo del sacramento de los cátaros expuesto a contemplación y veneración en el centro mismo de la casa de los dominicos, patrones de la Inquisición y guardianes de la ortodoxia de la fe, tuvo un efecto deslumbrante sobre mi alma. ¿Iluminación? ¿Llamada divina? ¿Locura? Creo que moriré sin saber qué nombre poner a mi actitud cada vez que descubro algo parecido a esto. Hemos descubierto que la verdad evangélica se ha abierto paso entre las tinieblas de la orden de los dominicos, anclándose en el refectorio de Santa Maria delle Grazie de Milán como un poderoso faro en la noche. Y es una verdad bien distinta a la que llevan creyendo los cristianos ortodoxos durante décadas: Jesús nunca, jamás, instauró la eucaristía como única vía para comunicarnos con él. Más bien al contrario. Su enseñanza a Juan y María Magdalena fue la de mostrarnos cómo encontrar a Dios en nuestro interior, sin necesidad de recurrir a artificios exteriores. Él fue judío. Vivió el control que los sacerdotes del templo hacían de Dios al encerrarlo en el tabernáculo. Y luchó contra ello. Quince siglos más tarde, Leonardo se había convertido en el secreto responsable de esa revelación, y la había confinado a su Cenacolo.

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Santa María delle Grazie en Milán

Pero bueno, cada uno vive la religión a su manera, no vayamos a desdeñar a los creyentes de hoy en día que van a la Iglesia a recibir los sacramentos. El respeto es vital para el desarrollo espiritual del ser humano. Solo quiero que aquellos que vayan a la Iglesia, sigan yendo conociendo la verdad. Tal vez me haya vuelto loco, lo admito. Pero esto es lo que quiero decirles a nuestros lectores: estos conocimientos que transmito, aquí y en mis libros, deben conservarse en lugar adecuado hasta que llegue el tiempo de darlos a conocer. De todas maneras, no será fácil que lo entiendan. Los dominicos de Milán jamás comprendieron el secreto del Cenacolo pese a haberlo tenido delante de sus narices. Que sus trece protagonistas encarnan las trece letras del Consolamentum, el único sacramento admitido por los hombres puros, un sacramento espiritual, invisible, íntimo; fue algo que les pasó inadvertido. Ninguno de los discípulos más cercanos a Leonardo pintó jamás una hostia. Porque la verdad es que Jesús no resucitó en carne y cuerpo, sino en luz. Se apareció a María Magdalena, dándole las claves para nuestra propia transmutación cuando llegue nuestra hora. No quiero extenderme más. Que sea el propio maestro toscano, tan deseoso de restaurar la Iglesia de Juan y María Magdalena como lo estoy yo, quien pronuncie las palabras de despedida:

"Todo lo que yo he averiguado sobre el verdadero mensaje de Jesús no es nada en comparación con lo que queda por ser revelado. Y al igual que para mi arte he bebido de fuentes egipcias, y he accedido a los secretos geométricos que tradujeran Ficino o Pacioli, os auguro que a la Iglesia le queda mucho por beber de los Evangelios que aún reposan en las orillas del Nilo."

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P.S. En 1945, en un pago cercano a la aldea egipcia de Nag Hammadi, en el Alto Nilo, aparecieron trece evangelios perdidos encuadernados en cuero. Estaban escritos en copto y mostraban unas enseñanzas de Jesús inéditas para Occidente. Su descubrimiento, mucho más importante que el de los célebres Rollos del Mar Muerto de Qmrán, demuestra la existencia de una importante corriente de primitivos cristianos que esperaban el advenimiento de una Iglesia basada en la comunicación directa con Dios y en los valores del espíritu. Hoy se los conoce como Evangelios Gnósticos, y es seguro que copias de los mismos llegaron a Europa a finales de la Alta Edad Media, influyendo en ciertos ambientes intelectuales. 
  
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