miércoles, 27 de diciembre de 2017

104. El simbolismo de "Cuento de Navidad"

Últimamente me sorprendo a mí mismo haciendo muchas reseñas de películas, pero no sé si soy yo o es el destino (muchas veces es él quien tiene que ver con lo que pasa) el que me hace ver esas cintas con un potente simbolismo. Así que, dejando a un lado Matrix (que ya comentamos y que espero que próximamente aparecerá publicado en el canal de YouTube el vídeo de la conferencia que di al respecto acompañado de Gladys Balaguer) y Noé (que fue la más reciente), esta semana y en estas fechas tan señaladas voy a pararme a comentar una historia que todo el mundo conoce ya: Cuento de Navidad, escrito por Charles Dickens en 1843. El título original era Christmas Carol ("Canción de Navidad"), por lo que quién sabe si Dickens concibió su historia para que fuese cantada... igual que Jesús cantó en la cruz el Salmo 21. En fin, la historia de Cuento de Navidad es, como digo, por todos (o casi todos) conocida: un viejo prestamista avaro (Ebenezer Scrooge), de corazón duro, egoísta y ninguna piedad, que detesta la Navidad, los niños y todo aquello que pueda producir felicidad; es visitado en la noche de Nochebuena por el espectro de su antiguo socio Jacob Marley, fallecido siete años atrás. Éste le advierte de que la vida que ha llevado hasta ahora, llena de desprecio y crueldad hacia los menos favorecidos, le está valiendo una condena eterna en el Infierno, una tan horrible como jamás se ha visto. Sin embargo, aún tiene una posibilidad de salvación: es visitado esa misma noche por tres espíritus, los cuales le hacen cambiar y ver la vida de otra manera; sufriendo una transformación total que le convierte en un hombre nuevo. La historia, como digo, es por todos conocida. Sin embargo, hay algunos puntos interesantes que comentar al respecto.


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La razón por la que he decidido dedicarle esta semana a esta historia es porque la semana pasada vi la película Muchas gracias, Mr. Scrooge (1970), un musical basado precisamente en esta historia. El punto más destacable del libro, y por lo tanto de la película, es el papel de los fantasmas. Y esto no debe sorprendernos. El mundo denominado actualmente como "paranormal" ha fascinado a la humanidad desde el principio de los tiempos, y a lo largo de la historia son millones los hombres, mujeres y niños de distintos países y orígenes que aseguran haber tenido algún tipo de encuentro o contacto con seres misteriosos o sobrenaturales; al tiempo que usaban a los fantasmas y espíritus torturados para dar explicaciones a eventos, ruidos extraños o incluso rachas de mala suerte que no parecían poder explicarse de otra manera. Sin embargo, lo que quizá nunca podríamos haber esperado es que dentro del grupo de los que hoy son definidos como "supersticiosos" se encontrarían también algunas de las más geniales mentes del siglo XIX.

La época victoriana vio nacer a las sufragistas y a personajes que lucharon por poner fin a la esclavitud, pero también fue una etapa oscura que vio nacer un movimiento paranormal dedicado a revelar el mundo de los espíritus y a establecer contactos entre nuestro mundo y el suyo. Los médiums y los cazadores de fantasmas empezaron a surgir en todos los rincones del globo, y eran contactados e invitados a convertirse en el centro de atención de fiestas y reuniones cuyo objetivo no era otro que demostrar la existencia de ese plano espiritual y brindar a los que seguían vivos la oportunidad de comunicarse con sus seres queridos ya fallecidos. En este clima y contexto de interés por lo sobrenatural, y más fuertemente vinculado con el mundo de ultratumba, nació en 1862 una sociedad secreta que sería un pilar de este mundo y que aún hoy continúa existiendo (aunque ya sin ningún secretismo, evidentemente): The Ghost Club, el Club de los Fantasmas. Formado por algunas de las mayores personalidades literarias de la época, como el propio Charles Dickens o Arthur Conan Doyle, esta sociedad estaba dedicada a comprobar y verificar o desmentir todas esas historias, mitos y leyendas que por un lado ayudaban a alimentar la obsesión de la gente por esas otras realidades pero por otro sirvieron también para que numerosos estafadores se aprovechasen de las personas que se encontraban sufriendo una pérdida y que estaban dispuestas a dar lo que fuera para volver a hablar con sus familiares y amigos perdidos.
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El Club nació en el Trinity College de Dublín, cuando en 1855 un grupo de estudiantes empezó a reunirse para debatir sobre la posibilidad de que hubiese un mundo paranormal oculto a la vista de los mortales. Y The Ghost Club, del que formó parte hasta el final de su vida, marcó profundamente a Charles Dickens. Tanto es así que en su obra Cuento de Navidad serán los espíritus quienes realicen la transformación en Scrooge. Pero vayamos por partes, primero hablando de Jacob Marley, el antiguo socio del viejo Ebenezer. Aparece con una gran cadena "que forjé en vida, eslabón por eslabón". La cadena de sus malas acciones. Parece ser que el viejo Jacob Marley, cuando estaba vivo, era igual que Scrooge. Y es una idea bonita: las almas de aquellos que no hacen el bien en vida quedan condenadas a vagar por la tierra eternamente arrastrando esa cadena, la cual pesa demasiado como para permitirles ascender a los cielos. Marley, movido por la piedad hacia su socio y dándole la oportunidad de escapar de ese destino, hace que le visiten esa misma noche (la del 24 de Diciembre) tres espíritus: el de las Navidades pasadas, el de las Navidades presentes y el de las Navidades futuras. La visita de los espíritus tiene lugar, como no podía ser de otra manera, a la 1 A.M., a las 2 A.M. y a las 3 A.M. Sin embargo, no importa tanto las horas de las "visitas" sino el contexto: los espíritus visitan a Scrooge mientras está dormido. Una vez más encontramos reflejado en esta historia el gran poder del sueño. De acuerdo a los antiguos, los sueños eran el medio que tenían los dioses de comunicarse con los mortales. No hay más que pensar en el sueño de Adán, el de Teseo, el de Alicia, el de Coraline, el de Bianor, el de Ossián... en cientos y cientos de historias, el sueño del protagonista implica la manifestación de lo divino, en este caso encarnado por los tres espíritus. Cada uno de ellos le lleva a una época diferente: el espíritu de las Navidades Pasadas le transporta a su infancia y juventud, cuando era un joven inquieto y curioso, lleno todavía de esperanza y buena voluntad. Pero también le muestra cuándo empezó a corromperse, y cambió el amor por el dinero. El siguiente espíritu será el de las Navidades Presentes, un gigante a imagen de Hércules o Sansón que le llevará a visitar las casas de sus conocidos esa misma Navidad. Sólo conociendo aquello que nos es ajeno podemos conocernos a nosotros mismos, pues también somos la imagen que los demás tienen de nosotros. El espíritu de las Navidades Pasadas enseña a Scrooge quién fue y cómo llegó a ser el que es. El espíritu de las Navidades Presentes le enseña quién es Scrooge para los demás, y por lo tanto le abre los ojos en cuanto a quién es él. Y por último, el espíritu de las Navidades Futuras es el más aterrador, ya que es la encarnación de la muerte. Este espíritu mostrará a Scrooge cómo serán las cosas cuando él ya no esté en el mundo. Con un mensaje parecido a Qué bello es vivir, el espíritu le muestra (sin decir ni una palabra, sólo asintiendo o señalando) que nuestras acciones cotidianas tienen un impacto en el desarrollo de los acontecimientos, y que el Cielo o el Infierno depende únicamente de nuestras acciones. Es el mensaje de Jesucristo, evidentemente. Como decía aquel sabio, "el mensaje fundamental de las religiones es no hacer a otros lo que no quieras que te hagan a ti. Todo lo demás son comentarios a pie de página." Será con este último espíritu, que acaba revelándose como la Muerte y lanzando a Scrooge al interior de su propia tumba (y por lo tanto al Infierno), con el que el viejo avaro cambia radicalmente. Al final de la historia descubre que no está en el Infierno, sino en su dormitorio, y que todo ha sido un sueño... o tal vez no. Gracias a esas visiones, Scrooge es un hombre nuevo. De modo que, ¿fue un sueño o una realidad? ¿Qué diferencia hay?

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Representación moderna de los espíritus que visitan a Ebenezer Scrooge, que en este caso adoptan la forma de tres mujeres jóvenes: de izquierda a derecha, las Navidades Pasadas, las Presentes y las Futuras. Esta iconografía parece estar vinculada con las tradiciones espirituales de la Triple Diosa

miércoles, 20 de diciembre de 2017

103. Reviviendo Yule

El pasado día 19 (martes) se celebró en el centro de Womb Yoga
de la C/Galileo organizado por mi amiga y compañera de profesión en
Escuela de Atención, Gladys Balaguer, la festividad celta de Yule. Aunque
personalmente no pude asistir, quiero compartir con vosotros esta exposición
sobre lo que significa esta fiesta, tomada de la propia definición que hace la web
del centro para festejar el evento. Si queréis más información, podéis consultarla en:
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De acuerdo a lo que sabemos de las antiguas tradiciones espirituales celtas, Yule es la festividad que honra la luz interior que empieza a nacer. Es la celebración del Solsticio de Invierno, cuando da comienzo una época de conexión, claridad, decisiones, inspiración. Es el momento en el que surge la semilla que brotará con todo su poder en Primavera (concretamente en los primeros días de Mayo), la época del Vacío y el Caos que contienen en su interior todas las posibilidades. La época en la que los árboles sagrados se introducen en las casas para así invocar a los espíritus de la naturaleza y a las hadas (recordemos que la tradición celta es profundamente animista) y que nos ayuden a manifestar esa luz interior. Atrás ha quedado Samhain (lo que conocemos como Halloween), que nos trajo la muerte de lo que ya no es, pero es una muerte necesaria; puesto que sin la muerte del Samhain, el renacimiento y la plantación de esas semillas para una nueva vida no sería posible en Yule. A veces esa muerte, esa pérdida de aquello que debemos dejar ir es dura, a veces es liberadora. Pero Yule nos regala el momento de reconectar con nuestra llama interior, de sentir la Fuente, de enlazar con nuestro Cristo personal, con nuestro Brahma interior, el cual nace en nosotros en estas fechas.

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Dentro del calendario celta, la festividad de Yule se vivía del 19 de Diciembre (es decir, comenzó ayer) hasta el día 22. Cuando los pueblos celtas de la Galia e Hispania fueron sometidos por las tropas romanas, esta costumbre se mantuvo en la fiesta del Sol Invictus, en la cual se celebraba la resurrección del dios después de su muerte. A un nivel más terrenal, es el momento en el que el Sol empieza a coger fuerza y los días empiezan a alargarse. Momento clave de todas las religiones solares, el cristianismo lo asoció a la Navidad (contracción de la palabra "Natividad", en la cual se conmemora el nacimiento del dios solar del catolicismo, Jesucristo). Yule era, dentro de la tradición pagana, sobre todo una fiesta dedicada a la familia, vinculada con la fertilidad y los nuevos comienzos. Era una fiesta donde se recordaba a los ancestros y a los amigos ausentes. Las mesas en las que se iban a celebrar las fiestas se engalanaban y se preparaban con esplendor, eso sí, situadas frente a la tumba de los fallecidos y priorizando la hospitalidad hacia los forasteros.

Según parece, el término Yule significa "canto", ya que se entonaban canciones para celebrar la resurrección del dios y para recordar a los ausentes. Estas canciones parecen un claro antepasado de las canciones navideñas o villancicos. También esta herencia directa se aprecia en la confección de una torta o pastel conocido como Yule log o tronco de Navidad, referencia directa a su vez de un tronco ritual utilizado en esta festividad ancestral. Las personas que no estén familiarizadas con la mitología celta y el paganismo europeo simplemente no distinguen entre Yule, Navidad y Natividad. En la mayoría de las lenguas europeas se entienden como sinónimos de una misma celebración. Tal es el caso, por ejemplo, del español, donde cualquier diccionario traducirá Yule como "Pascua" o "Navidad". Esta apreciación, sin embargo, no es del todo correcta: en los círculos religiosos cristianos, desde el catolicismo al protestantismo o las diferentes denominaciones cristianas, el término "Natividad" (conmemoración del nacimiento de Jesús en Belén de Judá, la noche del 24 al 25 de Diciembre) es el más correctamente usado, para diferenciarse así de la "Navidad" (que celebra la Natividad de Jesús, el 25 de Diciembre) y de sus orígenes paganos, al igual que el de las fiestas de Yule, con un trasfondo claramente druídico.

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Ya hemos dicho que los romanos también celebraban el Solsticio de Invierno, cuando el sol "vence" a las tinieblas y los días empiezan a alargarse. Después de la proclamación del Edicto de Milán en el 313 d.C. según el cual el emperador Constantino otorgaba la libertad de culto en todo el Imperio, los romanos siguieron celebrando su fiesta del Sol Invictus. La Iglesia, para hacer más fácil la conversión, decidió absorber esa fiesta dotándola de un barniz cristiano, pues hasta ese momento no se celebraba el nacimiento de Jesucristo. Así, el Sol que vence a las tinieblas se convirtió en Cristo, y desde entonces la Natividad se celebra la noche del 24 al 25 de Diciembre (curiosamente igual que la noche de San Juan, seis meses antes, el tiempo que se llevaban Jesús de Nazaret y Juan de Ain Karim "el Bautista"; la noche del 24 al 25 de junio, en la que el Sol es último vencedor en su batalla contra las tinieblas: el Solsticio de Verano).

A continuación, y para terminar esta entrada, dejamos una relación de algunos de los rituales vinculados con Yule. Creemos que es importante, si no celebrarlos, al menos conocerlos. Conocer nuestro pasado es la forma de entender las raíces sobre las que se asienta nuestro presente:

- Encender el leño de Yule, un leño del año anterior, y dejarlo arder durante 12 horas. Posee el mismo simbolismo, aunque de puertas para adentro, que las hogueras de Litha (Solsticio de Verano). Luego se esparcían las cenizas por los campos para fertilizarlos

- Decorar las viviendas con muérdago, por ser el que crece en el roble, árbol sagrado de los celtas

- Mantener una vigilia nocturna, esperando el sol

- Apagar todas las luces y prenderlas una a una por frotación

- Dejar una vela encendida en la ventana

- Colgar figuras de madera en la entrada de las viviendas, como la llamada Cabra de Yule, una referencia animal al dios astado de la espiritualidad celta

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miércoles, 13 de diciembre de 2017

102. Noé: ¿historia bíblica o enseñanza gnóstica?

La semana pasada vi la película "Noé" (2014), y me sorprendió gratamente.
El tono del film es característico de la épica-bíblica norteamericana, pero cuenta
una sorprendente y atípica historia de Noé, conocido en la tradición como "el padre
justo de la humanidad". Sin embargo, el guión de la película entra en conflicto con
muchas creencias religiosas. Dirigida por Darren Aronofsky, está interpretada por
Russell Crowe (Noé), Anthony Hopkins (Matusalén, el abuelo de Noé), Jennifer Connelly
(Naamá, la esposa de Noé), Douglas Booth (Sem), Logan Lerman (Cam), Leo McHugh (Jafet),
Emma Watson (Ila, esposa de Sem) y Ray Winstone (Tubalcaín)  


El primer libro de la Biblia (el Génesis) presenta a Noé como un hombre "justo, fiel y temeroso de Dios" a quien se le encarga la construcción de un arca para salvar a los justos y los inocentes del Diluvio que Dios enviará para castigar a la Humanidad por su maldad, codicia y perversión. Esos "justos e inocentes" serán, como sabemos, los animales; ya que se comportan igual que cuando estaban en el Edén. Sin embargo, Noé y su familia halló piedad ante los ojos de Dios, por ser el último descendiente de Set (el tercer hijo de Adán y Eva) que se ha mantenido fiel a los dictados de Dios. Es por eso que se les permite salvarse, pero al mismo tiempo se les encarga una tarea: ser, primero, los protectores de los animales. Segundo, los encargados de repoblar la Tierra. Esto es lo que nos cuenta el Libro de los Libros. Si embargo, la versión de Aronofsky nos muestra a un Noé atormentado, beligerante y agresivo, muy alejado del hombre piadoso y bueno del relato bíblico. Para hacer justicia, no es siempre así: Noé enseña a sus hijos Sem y Cam las maravillas del Creador y respeta todas las formas de vida. Únicamente se vuelve agresivo ante la presencia de "Los Hombres", es decir, los descendientes de Caín. Sin embargo, a medida que la película avanza, esta faceta suya de atormentado y agresivo se va acentuando. Pero sin duda el punto álgido de las diferencias entre el relato bíblico y la película surge en el entorno de Noé, ya que éste es ayudado por los Vigilantes (los ángeles caídos cuya historia aparece en el Libro de Enoc y que ya analizamos aquí) y guiado por la hechicería de su abuelo Matusalén.

Noé y su hijo Cam ante El Arca

La película, en su conjunto, revela un gran simbolismo gnóstico imbuido de tintes cabalísticos. Pero vayamos paso a paso. A medida que avanza el argumento, la película muestra visiones de lo que Noé conoce sobre la Creación del mundo y la primera pareja que fue expulsada del Edén. De hecho, cuando él y su familia se encuentran dentro del arca, les narra la historia de la Creación: "Adán y Eva, quienes estaban hechos de luz, se encontraban frente a los dos principales árboles de la Creación: el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal". El hecho de que Adán y Eva estén hechos de luz no proviene de la Biblia, sino de la Kabahla, la rama esotérica del judaísmo. Curiosamente, uno de los libros que ilustran sobre la Kabahla se denomina Zohar, término usado en la película para designar un mineral que emana luz de su interior (recordemos el símil simbólico de luz = conocimiento). El Zohar judío, relata:


"Cuando nuestro padre Adán habitaba el Jardín de Edén estaba vestido,
como todos los que estaban en el cielo, con una prenda hecha de la luz
superior. Cuando él fue expulsado del Jardín de Edén se vio obligado a
someterse a las necesidades de este mundo. ¿Qué pasó? Las Escrituras nos
dicen que Dios le hizo al hombre y a la mujer túnicas de piel y los vistió; pero
antes tenían túnicas de luz, de la luz más alta utilizada en el Edén..."

 
El Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento aparecen entrelazados

Adán y Eva aparecen, en una de las visiones de Noé, como seres de luz

La tradición gnóstica (seguramente una emanación de las Escuelas de Misterios) hace mucho hincapié en la gran distancia existente entre el mundo material y el mundo espiritual. Es justo eso lo que nos muestra la película: Adán y Eva, tras la Caída, dejan de ser seres de luz para convertirse en personas de carne y hueso. Esta degradación también aparece constatada en los Vigilantes, que al bajar del Cielo a la tierra su esencia y forma natural de luz queda encerrada en barro y roca. También en la misma visión de Noé hace aparición la serpiente de Edén, alejada de la descripción bíblica. Ésta cambia de piel justo antes de tentar a la primera pareja, emanando la misma luz que representa la divinidad que existía en el hombre. Esta piel será encontrada por Adán antes de su expulsión, y será heredada por sus hijos, generación tras generación, hasta el padre de Noé: Lamec. La película muestra que parte de la divinidad de la serpiente es entregada como regalo al hombre, y que éste a su vez la otorga a su linaje. Esta es otra enseñanza gnóstica, ya que fue Lucifer (el portador de la luz) quien entregó el conocimiento a los hombres.

La serpiente cambia de piel antes de ofrecer el fruto del Conocimiento a Adán y Eva. En otras palabras, se despoja de su propia divinidad para compartirla con el hombre

Tras la expulsión del hombre del Jardín de Edén, Noé explica que un grupo de ángeles, los Vigilantes, desobedecieron al Creador al ayudar a la Humanidad a evolucionar y por ello fueron arrojados a la tierra y despojados de su divinidad. De acuerdo al Libro de Enoc, sólo hubo una razón por la cual los Vigilantes (cuyo trabajo era, únicamente, vigilar a los hombres sin intervenir en su desarrollo) desobedecieron al Creador: se enamoraron. Este grupo de ángeles, dirigido por Samyaza, se enamoró de un grupo de mujeres humanas, y descendieron a la tierra para unirse a ellas. Ellas les dieron hijos y los Vigilantes compartieron con ellas y con su estirpe el Conocimiento de la Creación. De esta unión nacieron, de acuerdo al Génesis, los héroes famosos de la Antigüedad que eran, por cierto, gigantes. De hecho, es curioso leer el pasaje Génesis 6:1-4, el cual reproducimos a continuación:

1 Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la
faz de la tierra, y les nacieron hijas,
2 que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran
hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.
3 Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre;
porque ciertamente él es carne; más serán sus días ciento veinte años.
4 Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se
llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos.
Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.


En la película, estos "ángeles caídos" llegan a la Tierra en forma de seres de luz para luego convertirse en monstruos de barro y roca, degradados e inferiores, como el hombre. He aquí otra referencia a la teología gnóstica sobre la inferioridad del cuerpo y su función de cárcel del espíritu. También es la enseñanza del luciferismo de que somos dioses encerrados en cuerpos físicos, dedicados a iniciar un proceso de iluminación esotérica que nos libere de nuestra prisión física y poder trascender y alcanzar la apoteosis. Todas estas imágenes están relacionadas con la búsqueda de la divinidad sobre la materia. Es interesante remarcar que en la película, los Vigilantes no están en el abismo que aparece en el Libro de Enoc esperando el fin de los tiempos, sino que después de vivir aislados en la tierra deciden ayudar a Noé a construir el arca y defenderle de sus enemigos. Por esta acción, tras ser eliminados por los hombres que pretenden tomar el arca, son ascendidos nuevamente al Cielo en forma de luz, siendo así redimidos por el Creador. Sobre esta naturaleza divina de los ángeles caídos ya habló Adolphe Franck, un filósofo espiritualista francés del siglo XIX especializado en judaísmo. Por ejemplo, habló sobre la cosmología de la Kabahla en estos términos: "No hay nada absolutamente malo; nada está maldito para siempre, ni siquiera el arcángel del mal o la víbora como se le llama a veces. Llegará un momento en el que él recuperará su nombre y su naturaleza angelical."
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De acuerdo con todo lo que estamos viendo, parece que el director no tiene ningún interés en hacer un retrato fiel del relato bíblico original, sino la versión gnóstica y que transmiten las Escuelas de Misterios. Por eso mencionan a Dios no con ese término sino como "el Creador". Esto se debe a que para los gnósticos, el dios que creó el mundo que vemos (Yavé) es una deidad inferior, egoísta, ignorante y asesino, que sólo busca someter al género humano mediante la ciega obediencia. Este creador trata de mantener a Adán y Eva alejados del verdadero conocimiento de lo divino (el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal) y cuando desobedecen, monta en cólera y los expulsa del Jardín. Sin embargo, el auténtico Dios estaría encarnado en la serpiente, y les permitió adquirir ese conocimiento. La importancia de la serpiente aparece reflejada en una de las primeras escenas de la película: cuando Noé es un niño aparece junto a su padre Lamec en una especie de magia ancestral utilizando, como principal artilugio, la piel de serpiente encontrada por Adán. Su padre la pone alrededor de su brazo hasta el extremo de su mano. La piel brilla, simbolizando que Lamec ha sido "iluminado" por esta reliquia, y pretende dejarle ese "poder del conocimiento" en herencia a su hijo Noé, como se ha ido haciendo generación tras generación en su familia.


Sin embargo, el ritual es interrumpido por Tubalcaín. Este personaje es uno de los descendientes de Caín, hijo de Lamec (no confundir a este Lamec, descendiente de Caín, con el Lamec padre de Noé, descendiente de Set). Tubalcaín, que en la Biblia simboliza la metalurgia y el progreso tecnológico de la humanidad, en la película asesina a Lamec y roba la piel de serpiente. El pequeño Noé escapa de la escena sin haber recibido, por tanto, los "atributos espirituales" de este artilugio. Y esta es una escena clave, ya que el Creador escoge al único miembro de la Casa de Set que no posee esta herencia para llevar a cabo su plan de destrucción global. Noé está, por lo tanto, en "desventaja", propenso a ser atormentado por las visiones del Diluvio.

Tubalcaín se presenta ante Noé y su familia con sus seguidores

Otro personaje interesante (y mi favorito) es el abuelo Matusalén, guía y consejero espiritual de su nieto Noé, que más bien parece un chamán con poderes místicos y capaz de realizar manifestaciones sobrenaturales. Tal vez esto se debe a que fue "iluminado" con la piel de serpiente antes que su hijo Lamec. Matusalén vive retirado en la cueva de una montaña, la única parte de la Tierra que aún es fértil. En su primera aparición duerme a su bisnieto Sem tras tocarle con un dedo en la frente (ya que lo que van a hablar él y Noé no es apropiado para los niños) y facilita la comprensión de las visiones que padece Noé con una pócima. Más tarde, Matusalén cura a Ila (la esposa de Sem) de su esterilidad, permitiéndole así tener hijos. Este momento es muy simbólico e importante, ya que no es el Creador quien la sana, sino Matusalén a través de los poderes heredados de la serpiente. El plan de "exterminio" del Creador es arruinado por el embarazo de Ila, lo que podría indicar que Matusalén trabaja en favor de la serpiente y no del Creador, y ejerce también como protector de los Vigilantes caídos, ya que incinera a los hombres que intentan matarles. Esta diferencia quizá podría explicar porqué termina ahogado en el Diluvio junto a los demás humanos destructores y malvados y no es rescatado en el arca con el resto de su familia.

Anthony Hopkins encarna a un magnífico Matusalén, el cual vive en una cueva como ermitaño y posee poderes prodigiosos. Cuando era más joven, en cambio, fue un guerrero que protegió a los ángeles caídos, los Vigilantes, de la rapiña de los hombres

Tras la muerte de su padre pasan los años, y ahora Noé tiene una esposa y tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Se encuentran lejos del poder y la influencia de Tubalcaín, el cual viene trayendo consigo la destrucción animal y vegetal de la Tierra, por lo que a Noé se le encomienda la construcción de un arca. Eso sí, el Creador no le habla nunca directamente: todos los conocimientos del plan divino le viene a través de sueños/visiones. Mientras que la Biblia indica que la destrucción del mundo es un castigo a la perversión del hombre, generalizada en los días de Noé, Aronofsky elige reconducir la trama hacia uno de los grandes problemas de nuestro tiempo: el calentamiento global y la destrucción del medio ambiente. De hecho, él mismo indica cuál es el tema central de la película: "Se trata de un apocalipsis ambiental; el tema más importante, para mí, en este momento es lo que está pasando en el planeta. Así que creo que tiene estos grandes, grandes temas que conectan con nosotros. Noé fue el primer ambientalista." Esta idea sobre la importancia de proteger el medio ambiente se ve reflejada también en los movimientos neo-paganos dirigidos a la adoración de Gaia o la Madre Tierra. Así, muchos grupos de jóvenes en la actualidad están defendiendo el medio ambiente intentando rememorar el antiguo paganismo, dejando de lado gran parte de la ley moral de Dios para pasar a adorar la propia Creación. Por lo tanto, en esta versión, el Creador no envía el Diluvio a causa de la maldad del hombre, sino que es la única solución posible a la sobrepoblación y al problema medioambiental que sufre el planeta.
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En un momento de la película, Noé es drogado por Matusalén y tiene una visión del Diluvio venidero. Él se está ahogando junto a todos los demás, pero ve a los animales flotando a la superficie. No hay indicación ninguna en la visión de que él vaya a sobrevivir. Él se está hundiendo mientras que los animales, los "inocentes", se aproximan al arca. El Creador, quien otorga esta visión a Noé, quiere a todos los seres humanos muertos. Si bien la Biblia enseña (Proverbios 12:10) que debemos cuidar de los animales, no hay ningún pasaje que indique que Dios prioriza la vida de ningún ser vivo por encima de la del ser humano. La razón de este argumento es mostrar la visión gnóstica sobre el Dios dictador que promueve el homicidio colectivo como solución a un problema medioambiental. Por su parte el antagonista de Noé, Tubalcaín, da un discurso en el que defiende la industrialización y menciona que los animales existen para servir al hombre. Un ejemplo de Tesis + Antítesis = Síntesis.

Más tarde se descubre que Ila está embarazada, lo que convierte al ya preocupado Noé en un psicópata dispuesto a asesinar a su descendencia, todo con el fin de eliminar a la raza humana y cumplir la misión que le fue encomendada por el Creador: fabricar un arca para salvar a los inocentes (los animales), no al hombre. Ante todo esto, Tubalcaín ha conseguido colarse en el interior del arca y sobrevivir al Diluvio, ayudado por Cam, quien quiere vengarse de su padre por haber permitido que su posible futura esposa muera. Cuando Ila está dando a luz, Noé trata de intervenir para matar a su nieta (que luego resultarán ser dos), pero es distraído por Cam, quien le tiende una trampa planeada por él y por Tubalcaín. Él y Noé luchan y finalmente Tubalcaín es asesinado por Cam, al que le devuelve la piel de serpiente. Pese al Diluvio Universal y a la muerte de prácticamente la totalidad del género humano, el regalo de la divinidad otorgado por la serpiente (Sophia o Gnosis) se las arregla para sobrevivir y volver al linaje de Noé (es decir, la posibilidad de que los hombres alcancen la divinidad sobrevive a la voluntad de Dios). Tras la muerte de Tubalcaín, Noé retoma su plan homicida y vuelve a perseguir a Ila y a sus dos hijas recién nacidas. La acorrala... pero no puede asesinarlas. Noé mira al cielo y le dice al Creador: "No puedo hacer esto", y más tarde menciona: "Cuando miré a esas dos niñas, todo lo que encontré en mi corazón fue amor". Al final, la película sugiere que el personaje de Noé es más bueno y misericordioso que el mismo Dios. Tiene algo que el Creador no tiene: amor.
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Cuando la familia desciende a tierra, Noé termina aislado emborrachándose y perdiendo el sentido, quedando desnudo. Sus hijos Sem y Jafet le cubren con un manto, y Cam le devuelve la piel de serpiente. En la siguiente escena Noé regresa con su familia, pero ahora posee la piel de serpiente rodeando su brazo y emanando luz, supuestamente como la herramienta que le ayudará a proteger la Tierra. Él ha sido iniciado, al igual que su padre Lamec y su abuelo Matusalén antes que él. Ha salido de su embriaguez espiritual y ahora posee el conocimiento que le permitirá dejar de servir al dios destructor y homicida. En términos gnósticos, él fue usado por su ignorancia pero ahora ha sido iluminado. 

En resumen, Aronofsky, que cree que el mito de Noé contiene un fuerte mensaje pro-ambientalista, se toma pequeñas licencias en la historia bíblica para promover una visión gnóstico-cabalística de la misma, donde Dios es menospreciado como un dictador y Lucifer exaltado como la fuente de la Iluminación. Como él mismo dice: "Creo que es una gran fábula que forma parte de muchas religiones diferentes y prácticas espirituales". Y tanto. Desde el mito sumerio de Utnapisthim (el Noé mesopotámico, inspiración del relato bíblico) que muestra al único hombre inmortal de la Creación, pasando por todas las Escuelas de Misterio y los Collegia Fabrorum de la Antigüedad, hasta las logias de Masonería de la Edad Media y la moderna doctrina luciferina de finales del siglo XVI y principios del XVII que perdura aún hoy; todo ello se resume en una de las predicciones más desconocidas de Albert Einstein: "al cabo de 300 años, si la Humanidad no se ha destruido a sí misma, los seres humanos serán capaces de expandir su conciencia más allá de su cuerpo físico y convertirse en dioses". Al final Noé bendice con la piel de serpiente a sus dos nietas, lo que promete que el conocimiento divino en el hombre sigue entre nosotros. Lo que hagamos con él es sólo decisión nuestra.
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miércoles, 6 de diciembre de 2017

101. Simbolismo masónico en "La Flauta Mágica"

Remitimos de nuevo a la masonería, no para hablar sobre la Masonería especulativa (nacida en el siglo XVIII, que cumple este año su tercer centenario y que en el futuro comentaremos), sino para referirnos a una de las grandes obras de la Ópera de la Historia: La Flauta Mágica, del compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart. El motivo que nos ha llevado a ilustrarnos sobre esta obra y su relación con la masonería es la efeméride de hoy: el 6 de Diciembre de 1791, Mozart recibe sepultura en el cementerio de San Marx de Viena. El genial compositor murió con 35 años, celebrándose su funeral en la Catedral de San Esteban de Viena (el mismo lugar donde se había casado con su esposa Constanza). Y fue amortajado siguiendo el ritual masónico: con un manto negro con capucha. Sin embargo, no es únicamente este detalle el que nos da pistas sobre la naturaleza masónica de la vida de Mozart: su vida y sobre todo su obra está plagada de influencias masónicas. Y hoy vamos a analizar la que es, sin duda, la más conocida.

 
Cenotafio de Mozart en el cementerio de San Marx, Viena

"Últimos días de Mozart" de Hermann von Kaulbach (1873)

Los símbolos que contiene La Flauta Mágica van mucho más allá de la mera anécdota y por supuesto de la invención fantástica. Mozart quiere con esta ópera abrir ante el espectador las puertas de lo sobrenatural. Es, de nuevo, Arte para comunicarse con lo trascendente. La historia que cuenta es una forma, un signo de una realidad misteriosa, invisible, que debemos interpretar nosotros. Los masones, en tanto que herederos de la tradición mistérica de la Antigüedad, saben que en lo invisible se encuentra la simiente de todo lo visible. Por tanto, artistas místicos e iniciados como El Greco, Juan de Juanes o Mozart intentaban en su producción transmitir esa sacralidad que no se puede expresar con palabras. Lo inefable. Al escribir La Flauta Mágica, Mozart regresa al espíritu infantil que defendían Jesús o Nietzsche para acceder a los mundos sutiles. En ella ve el lado divertido de las cosas, se ríe de las nimiedades y convierte las preocupaciones que ensombrecen el alma de las personas en divertimentos. Esta ópera, además, tiene un interés añadido: Mozart la compone para su amigo Emanuel Schikaneder.

Este hombre fue actor en La Flauta Mágica, concretamente en el papel de Papageno, además de autor de parte del libreto. Pero no nos adelantemos. La inspiración a esta ópera le vino a Schikaneder a través de una fábula de Christoph M. Wieland titulada LULU, que hablaba de una flauta mágica que permitía a su propietario superar todos los obstáculos. Convenció a Mozart, ya que ambos eran también hermanos en la misma logia, a escribir la música. Sin embargo, parece que a Mozart este proyecto le interesaba sólo parcialmente. 

PERSONAJES

SARASTRO: Gran Sacerdote
TAMINO: Príncipe japonés
PAMINA: Hija de la Reina de la Noche
REINA DE LA NOCHE: Reina de las Fuerzas del Mal
PAPAGENO: Hombre-pájaro
PAPAGENA: Mujer-pájaro
MONOSTATOS: Negro lascivo, servidor de Sarastro
SACERDOTES: Servidores de Sarastro
DAMAS: Damas de la Reina de la Noche
MUCHACHOS: Geniecillos benefactores

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La llegada de la Reina de la Noche, antes de su primera aria, bajo un manto de estrellas. Puesta en escena por Karl F. Schnikel (1781-1841) para una producción de 1815

La idea que tenía Schikaneder era que la ópera fuese a un público masivo pero poco serio. En cambio, Mozart tenía otra idea acerca de esta obra. Y así se lo planteó a otros dos masones, que se interesaron por el proyecto: Giesecke, un reconocido redactor de libretos de ópera; e Ignaz von Born, eminente personalidad de la masonería austríaca. Tanto Mozart como Von Born concebían la ópera como un drama simbólico capaz de expresar las más elevadas ideas de la condición humana. La idea era revelar, con las precauciones pertinentes para que no resultase accesible a ningún profano (recordemos el imperante Voto de Silencio que ha marcado a la tradición mistérica durante toda la Historia) las sublimes verdades y conocimientos que podían elevar al hombre hasta el grado más alto de su condición y, quizá, trascenderla y lograr su apoteosis, su conversión en dios. Querían transmitir una suerte de Evangelio que no sólo respondiese a los preceptos e ideología masónica sino también a la filosofía natural. Recordemos que los masones medievales veneraban muchísimo los dos grandes Libros de Dios: la Biblia y el Libro de la Naturaleza. Por esto, La Flauta Mágica fue la obra que Mozart llevaba queriendo crear desde hacía tiempo.

Para el personaje de Sarastro se inspiró Mozart en su amigo y hermano Von Born, incluso usando frases que él mismo solía utilizar. Por su parte Schikaneder, en el estreno de la ópera, interpretó al personaje de Papageno, ya que se sentía muy identificado con él al ser un personaje un tanto limitado tanto espiritual como intelectualmente. Por lo tanto, la cosa quedaba así: Schikaneder era el autor de la idea inicial de la obra, el poeta era Gieske, el director escénico era Von Born y el músico, Mozart. Cada uno de ellos volcó en la obra lo mejor de sí mismos, recordemos que los cuatro eran masones. Pero eso sí, debían realizar una ilustración de la doctrina oculta hasta el punto que permitían las leyes de la masonería, aparte de que el monarca de aquella época, Carlos VII, era abiertamente hostil hacia la masonería. La masonería tuvo más suerte con el siguiente emperador, Francisco de Lorena, ya que él también era masón. En 1731 fue iniciado y admitido en la orden por Lord Chesterfield, y por ser miembro de la hermandad se negó a aplicar en sus estados el decreto de condenación promulgado en 1738 por el papa Clemente XII. Sin embargo, después de fallecer Francisco de Lorena, la masonería recibió otro revés: la emperatriz viuda, María Teresa, siempre sumamente dócil a los consejos del clero, promulgó la prohibición; y la masonería tuvo que refugiarse en la clandestinidad hasta la llegada al trono de José II, el cual toleró el ejercicio y la propaganda de la masonería. En cualquier caso, en Austria nadie persiguió a Mozart como a Haydn o al propio Von Born, por ser masones. En cambio, la fe cristiana y el ideal masónica encajaban perfectamente en alguien profundamente religioso como Mozart.

Emanuel Schikaneder

La Flauta Mágica es no solamente un acto de fe masónica, sino una expresión total de la filosofía del compositor austríaco. Es lo que Sarastro le enseña a Tamino: "en estas sagradas mansiones no se conoce la venganza, y si un hombre cae en él, el amor le devuelve a su deber. Así conducido por la mano de un amigo llega contento y alegre a una tierra mejor. Entre estas santas paredes, donde el hombre ama al hombre, no puede deslizarse ningún traidor, porque se perdona al enemigo. Quien no haya comprendido esta lección, no merece llamarse hombre." Mozart convierte a La Flauta Mágica, en palabras de Diario Masónico, en "la más elevada lección de dignidad humana que haya sido formulada en un escenario". Cosechó un gran éxito. El destacado músico Rossini decía que Beethoven era el más grande, pero que Mozart era único; mientras que Wagner solía afirmar que con esta obra se inventó prácticamente la ópera alemana (curioso, otro místico iluminado obsesionado con el Grial). En la época de Mozart, algunos creyeron ver una obra en clave: la Reina de la Noche sería la emperatriz María Teresa, que pretendía esclavizar a su hija (el pensamiento masónico), Monostatos el príncipe elector Karl Theodor, enemigo de los masones, la astucia que utiliza la Reina de la Noche para que Pamina mate a Sarastro para tratar de cerrar el paso a aquellos que recorren el camino de la luz. Pero en realidad, el simbolismo de La Flauta Mágica es mucho más elevado: es la eterna batalla de la noche y el día, la luz contra la oscuridad.

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La pirámide con el óculo central, famoso símbolo masónico, acompaña a Sarastro y a sus sacerdotes

La Reina de la Noche es la personificación de la noche original, del caos y el abismo con sus pesadillas, prodigios y misterios. En cambio Sarastro, más que un sacerdote del Sol, es la encarnación misma del Sol, de ahí que aparezca sobre un carro tirado por leones, animales con un fuerte simbolismo solar. Pamina es el símbolo del alma humana a quien las fuerzas tenebrosas quisieron mantener bajo su dominio, y que alcanzará la luz guiada por el amor y con la ayuda que Tamino le presta. Es el mismo mito de Eros y Psique, Jesucristo y María Magdalena. La pareja se realiza al fin, después de haber vencido todos los peligros y pasado todas las pruebas que deben hacerles dignos de la verdadera condición humana. Se trata de una auténtica iniciación a la masonería. Las tres damas representan a las Parcas, que intentan hacerles fracasar en sus pruebas, cuyo resultado debe ser la unión de ambos, Tamino y Pamina, masculino y femenino, Yin y Yang. Mientras no le es revelada su misión Tamino es un hombre incompleto, semi-inconsciente, a quien le falta el conocimiento de su razón de ser. Al principio de la obra aparece Sarastro como un Mago Negro, ya que es la madre (la Reina de la Noche) la que llora la pérdida de la hija Pamina, lo cual enternece a Tamino. Ella le convence para que mate a Sarastro y libere a su hija, prometiéndole que será suya para toda la eternidad. Papageno es el cazador de pájaros, alegre, ligero, mitad hombre y mitad animal. Los pájaros, desde el Antiguo Egipto, han sido también un símbolo para representar al alma.

El caso es que vemos aquí a un personaje bueno al servicio del Mal (la Reina de la Noche) mientras que por otro lado vemos a un personaje malo al servicio del Bien (Monostatos, un personaje malvado, al servicio del sacerdote-sol Sarastro). Esto refleja la enseñanza de que en ocasiones hay fuerzas buenas que trabajan para el mal y fuerzas malas que trabajan para el bien. Los tres pajes (fuerzas del bien) trabajan para el Mal y, sin embargo, ayudan a unir a la pareja. Se han interpretado como la Fe, la Esperanza y el Amor, que ayudan a superar las pruebas. Tamino aspira al amor ideal, mientras que Papageno quiere encontrar una mujer. Tamino representa al hombre fuerte y audaz, pero mal instruido sobre la realidad de las cosas, de ahí que quiera eliminar a Sarastro por considerarle malvado.

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Representación moderna de Papageno y Papagena 

Tamino deberá conocer la verdad, la auténtica naturaleza de la Reina de la Noche. Enseñar a los hombres la Verdad y dirigirlos hacia el Bien es la tarea de los Sacerdotes. El hombre únicamente toma conciencia de su alma y del Conocimiento que ésta atesora después de haber recibido la Iniciación. Es ahí cuando Tamino entiende que ha sido engañado por la Reina de la Noche y se somete a Sarastro para superar las pruebas, después de las cuales recibirá a Pamina. Y las pruebas a las que son sometidos tanto Tamino como Papageno son aquellas en las que deben saber dominar sus instintos (silencio, amor a los placeres mundanos o hábitos negativos). Deben pasar las pruebas del fuego y el agua, vagar por las montañas y recorrer el laberinto (símbolo de la vida en la tierra), siendo éste el símbolo más importante de toda la iniciación. Tamino recibe la Flauta mágica como un instrumento de ayuda para superar con más fuerza y virtud esta costosa iniciación, mientras que Papageno recibe un carrillón.

La Flauta es por tanto símbolo de la virtud, de la fuerza creadora que permite superar los obstáculos mientras ayuda a la conquista del amor, el conocimiento y el bien supremo. Por eso las fieras obedecen al son de la música de la Flauta rodeando a Tamino, embelesadas por su sonido. Pero, ¿quién es el padre de Pamina? Tal vez sea este el enigma más difícil de resolver. ¿Podría ser el mismo Sarastro? Si tomamos la obra únicamente desde el punto de vista musical, "es sencillamente extraordinaria, con arias únicas como la de Sarastro y la Reina de la Noche. Esta obra permitió cambiar el rumbo de la ópera en lo que respecta a la música de la época." Desde el punto de vista de la masonería, es extremadamente reveladora y perfecta simbólicamente. Es la puerta de entrada a un mundo supernatural y simbólico al mismo tiempo. Es poesía musical que llena de emoción y que nos hace interpretar mensajes fundamentales de la filosofía de la vida. Tras esto Tamino y la flauta dominan el torrente, el volcán y el huracán que se desencadenarán en las últimas pruebas, mientras está acompañado de Pamina, que cumple el papel de la virtud de la acción reconciliadora, con su alma victoriosa de todos los obstáculos. Sólo nos queda por interpretar (y esto lo dejamos a disposición de el lector) el hecho de que el padre de Pamina, en una noche de tormenta entre aguaceros y rayos, ha creado la Flauta con la más profunda madera de un roble milenario.

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