53. La verdadera historia de Lucifer

Lo primero, quería agradecer a nuestros lectores las más de 3.000 visitas que llevamos registradas en el blog. Para celebrar esta bonita cifra me va a permitir el lector que hoy tratemos un tema del que ya hemos hablado con anterioridad. De hecho, es el personaje que más visitas ha recibido en estas páginas: Lucifer. Y el lector que haya leído la entrada dedicada a él que publicamos hace tiempo (Lucifer, el nuevo Prometeo) se preguntará que qué más podemos aportar. Que quizá se nos han acabado las ideas, que este personaje está muy quemado. Pues si piensas eso te equivocas. Porque nunca un símbolo deja de aprenderse y de estudiarse, porque nunca deja de cambiar. Y nuestro buen amigo Lucifer es uno de los símbolos más apasionantes de nuestra Historia.

Pues tenemos que hablar de Lucifer, pero para hablar de él antes tenemos que hablar de Enoc. ¿Y quién es Enoc? Pues es uno de los personajes más interesantes del Antiguo Testamento. Todo lo que sabemos sobre él aparece relatado en el Libro de Enoc, un libro intertestamentario que forma parte del canon de la Biblia de la Iglesia ortodoxa etíope, pero no es reconocido como canónico por las demás iglesias cristianas, a pesar de haber sido encontrado en algunos códices de la Septuaginta (la primera traducción griega de la Biblia, llamada también "Biblia de los Setenta"). La tradición atribuye su redacción a Enoc (transcrito transcrito como Henoch o Henoc), el bisabuelo de Noé. ¿Y qué relación podrán tener un hombre antediluviano con el ángel caído? Veamos.

Enoc cuenta en su libro, entre otras muchas cosas, cómo es arrebatado a los cielos por Dios después de ofrecer un sacrificio. Y es que el Creador quiere hacer partícipe a Enoc de su conocimiento del Universo. El antepasado de Noé cuenta entonces la historia de los Vigilantes, ángeles de Dios que se encargaban de dirigir los pasos de la Humanidad. Durante su estancia en el Reino del Cielo, Enoc es acompañado por distintos ángeles (entre los que se encuentran Gabriel, Rafael y Uriel) que le van otorgando conocimientos sobre el mundo subterráneo, terrestre y celeste. Al llegar a un abismo en la tierra, del que no se ve el fondo y de cuyo interior parece que no se puede esperar nada bueno, Enoc le pregunta a Uriel qué es ése lugar. A lo que el ángel responde:

"Ese lugar es la morada eterna de castigo para aquellos de 

entre nosotros que desobedecieron al Señor y bajaron al mundo de los hombres para 

compartir con ellos aquellos conocimientos que son secretos y exclusivos del Señor."

   

El lector avezado se habrá dado cuenta de por dónde van los tiros. En efecto, Uriel revela a Enoc que cuando la Humanidad aún era muy joven, hubo un grupo de ángeles (Vigilantes) dirigidos por un tal Samyaza que se enamoraron de las mujeres humanas. [Este pasaje aparece en todas las Biblias, en Génesis 6:1-5. Dice que "los hijos de Dios se enamoraron de las hijas de los hombres"]. Estos Vigilantes quisieron bajar a la Tierra para unirse con estas mujeres, pero algunos de ellos se mostraban recelosos por el castigo que podían sufrir, ya que Yahveh había dado orden explícita de no mezclarse con los humano. El propio Samyaza está decidido a hacerlo, pero le preocupa que sus compañeros se echen atrás y al final vaya él solo. De modo que ese grupo de Vigilantes hace un juramento por el cual se comprometen a permanecer unidos. Finalmente Samyaza y los suyos descienden a la Tierra y mantienen relaciones sexuales con las mujeres. Un apunte interesante al respecto: Enoc decribe a los Vigilantes/Ángeles como criaturas exactamente iguales a él, pero muy hermosas. Estudiosos de la angeología dicen que los ángeles no tienen alas, que éstas son una representación simbólica para indicar que proceden del mundo celestial. 

De esa unión entre ángeles y mortales salieron los gigantes (nephilim), que la Biblia dice que son los grandes héroes conocidos desde antiguo. Es decir, que los héroes y semidioses de la mitología de todas las culturas del mundo serían los hijos y descendientes de estos Vigilantes. Sabiendo esto no es extraño que la historia del nacimiento de una gran cantidad de estos personajes digan que sus madres fueron fecundadas por criaturas divinas. El caso es que con el paso del tiempo, estos gigantes o nephilim se pervirtieron y desataron la violencia sobre la Tierra. Un ejemplo de esta raza de gigantes es, evidentemente, Goliat.

Samyaza y los suyos acabaron en ese abismo horrible que Uriel le mostró a Enoc desde el Reino de Dios. ¿Pero cuál fue exactamente su pecado? ¿Mantener relaciones sexuales con mujeres? No. Los ángeles rebeldes cometieron el mayor pecado que se puede cometer contra Yahveh: compartir el conocimiento divino. Los Vigilantes no sólo tuvieron hijos e hijas con sus mujeres mortales, sino que compartieron con ellas el conocimiento del Universo que estaba reservado a los seres de los mundos celestiales. Agricultura, astronomía, ingeniería, medicina... Por eso los hombres pusieron a Samyaza el nombre de Lucifer, "el portador de la luz". No es que por su soberbia cayese del cielo a la tierra, sino que descendió al mundo para compartir sus conocimientos con la Humanidad. Y fue castigado por ello, exactamente igual que la serpiente en el Jardín del Edén. A Yahveh no le gusta que sus conocimientos estén en manos del hombre. 

Ahora ya conocemos la auténtica historia de Samyaza, llamado Lucifer. En la próxima entrada veremos por qué decidió Yahveh otorgar a Enoc ese mismo conocimiento por el que había castigado a sus Vigilantes por divulgarlo. Y hablaremos también de uno de los objetos nás misteriosos y fascinantes de la historia mítica: las Tablas Esmeralda.