Alguien que pensaba publicar un diccionario de símbolos pidió consejo a Carl G. Jung. Su respuesta fue que no lo hiciera, puesto que cada símbolo requeriría un libro entero. Sin embargo, podemos encontrar la forma de eludir este obstáculo enfocándonos en una imagen específica. La imagen limita y al mismo tiempo abre nuevas perspectivas: es una imagen concreta, y el símbolo remite a su experiencia. Como bien dijo Paul Klee, "el arte no reproduce lo visible, sino que lo hace visible".
La poesía, como los símbolos, expresa lo que no se puede decir. Decía W.S. Merwin que "cuando los poetas despiertan, se hace de noche". Esta forma de ver hace que se trascienda el mundo a partir del mundo. Por supuesto que la interpretación de una imagen arquetípica no es única y pueden darse casos donde la experiencia y por tanto la lectura no coincida. Pero, como decía T.S. Elliot, "un poema pide otro poema". El simbolismo es patrimonio de la humanidad, un arte que construimos entre todos a lo largo de la historia. Un significado no excluye otro, y ese arte se ha manifestado en todo el mundo y todas las épocas desde que el ser humano pintó la forma imaginada de la psique por primera vez en las rocas y las paredes de las cuevas, en herramientas y objetos sencillos. Las mismas formas que sólo aparecen en los sueños y en las fantasías individuales. Sin embargo, como bien sabemos, un símbolo tiene la misteriosa virtud de unir disparidades. Las raíces etimológicas, el juego de los opuestos, la paradoja y la sombra, las maneras diferenciales en que diversas culturas han abordado una imagen arquetípica, todos estos recursos se han utilizado como vectores de significado.
Las energías simbólicas se encarnan en todos los aspectos de la vida mediante nuestras proyecciones inconscientes, que pueden confundir o aclarar. Por ello, los que nos dedicamos a su estudio debemos mantener la lealtad a la integridad de un símbolo y a las realidades empíricas a las que va asociado, ya que las imágenes arquetípicas se revelan en elementos específicos. Por ejemplo, los hábitos de relación de un elefante, su amor al agua, su tamaño voluminoso, sus enormes orejas y su trompa fuerte y flexible han hecho que se le asocie con las lluvias fecundas y el trueno, con la diosa Lakshmi, con la supresión de obstáculos y con la solidez y el peso de la esfera interior. Del mismo modo se pueden establecer conexiones rápidamente. Podemos analizar por ejemplo la Respiración como elemento arquetípico y después, quizá, sentir curiosidad por el Viento o un Ave. Después de todo, las imágenes arquetípicas están clasificadas en nuestro inconsciente. Encontrarnos con ellas es encontrarnos con una parte de nosotros mismos.
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