miércoles, 22 de mayo de 2019

171. Por qué el cabello

Esta misma mañana estaba charlando por WhatsApp con una amiga sobre la etimología de nuestros nombres. El mío, César, es de origen latino. Sin embargo, su etimología está discutida. Y me apetece contaros, a lo largo de tres entradas, los tres significados que puede tener este nombre. Asimismo, os animo a ponerme en los comentarios la etimología de vuestros nombres, que muchas veces resultan sorprendentes. En lo que respecta al mío, como he dicho, tiene tres significados posibles: cabellera, cabellera en un sentido jocoso de pérdida de la misma, es decir, calvicie; y elefante. Hoy vamos a hablar del sentido simbólico de la cabellera, del pelo. Su iconografía es abundante y maravillosa en sus facetas. Y para prueba, una imagen.

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La santa cristiana María Magdalena, envuelta en su cabellera roja, rodeada por las ocho historias que se atribuyen a su vida. Retablo de madera, obra del Maestro de la Magdalena (c. 1280, Italia)

Sin adornos e ignorada por su dueña, la melena suelta de María Magdalena vela el cuerpo desnudo de la, según la tradición cristiana, pecadora arrepentida. El cabello pelirrojo ha significado ardor erótico y disipación sexual, un temperamento fogoso e impredecible, la ira del dios Marte y el misterio de la brujería y el Diablo.

El pelo es increíblemente potente. Puesto que los folículos de la raíz yacen invisibles bajo la piel, se asocia el cabellos a ideas, anhelos y fantasías interiores y, por tanto, involuntarios. Inconscientes. Su aspecto nos dice algo sobre el estado de la "cabeza" que hay debajo. Un pelo sucio, enmarañado y lleno de piojos nos habla de perturbación mental, pero también de retiro ascético y menosprecio por lo mundano y corporal. Al contrario, los ordenados rizos que aparecen en la iconografía tradicional del Buda reflejan serenidad e iluminación espiritual. El dios Apolo es presentado con cabellos dorados de corte clásico que recuerdan al Sol, mientras que Dionisos aparece con el pelo oscuro, caótico y enredado como las vides silvestres. El cabello negro y rebelde de Harry Potter es señal de ideas poco comunes y habilidades mágicas. El largo cabello de Sansón denota su condición de nazareo (del hebreo nazir, "apartado para Dios"), y ese pacto con Dios le otorga su proverbial fuerza sobrehumana.

El cabello de Sansón, "que ninguna navaja había tocado nunca", es cortado por los filisteos mientras duerme en las rodillas de la traicionera Dalila. Con el corte de pelo se esfuma su fuerza sobrehumana. Sansón y Dalila, de Carlo Cignani (1628-1719)


El pelo tiene ADN y, por tanto, está determinado por la raza, la etnicidad y el sexo, pero el corte o el peinado pueden revelar por su parte individualidad o conformidad, libertad o inhibición, e incluso la religión, profesión e ideas políticas de su dueño y los ídolos o los modelos con los que se identifica. La vitalidad capilar es de igual modo impresionante. Como las células de cada pelo dejan de vivir cuando éste aflora a la superficie, cortar el pelo no duele. Además, los cabellos que se acaban cayendo son constantemente reemplazados por otros. El pelo parece tener vida propia, continúa creciendo después de la muerte, y los antiguos cadáveres humanos fosilizados que presentan cabellera dan la espeluznante visión de estar vivos.

Los ritos de llegada a la mayoría de edad requerían recoger la cabellera suelta de la juventud, cubrirla con un turbante o pañuelo, u ordenarla en complejos peinados y adornarla para significar la adquisición con pleno derecho de la calidad de miembro de la tribu o cultura, así como la asunción en el nivel de responsabilidad, del adulto. Las canas evocan, según para quién, madurez, autoridad, sabiduría o decadencia. El corte de pelo de "estilo paje" adoptado por las mujeres a principios del siglo XIX, coincidiendo con los movimientos sufragistas y feministas, la invención de la bicicleta y la renuncia al corsé, expresaba una mayor autodeterminación y libertad. Algunos indios americanos varones que llevan trenzas las deshacen en los momentos en los que tienen que guardar luto; afeitarse la cabeza es frecuente entre los hombres hindúes, y mesarse el cabello, cortarlo o taparlo son formas de mostrar aflicción o guardar las distancias.

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El espectacular peinado de esta máscara-cimera de madera y piel animal de principios del siglo XX (Nigeria) está seguramente inspirado en la sofisticada peluquería que adornaba las cabelleras de las mujeres de esta región tras entrar en la edad adulta

El pelo es exquisitamente sensual y magnético. El de un varón, mientras lo conserva, denota fuerza, virilidad, juventud, atractivo sexual y potencia, cualidades de las que puede sentirse despojado con la calvicie (de la que hablaremos la semana que viene). Una mujer cepillándose la melena, recogiéndosela, soltándola en cascada como señal de receptividad, sacudiéndola como un caballo sus crines, pasándose los dedos por entre el pelo, o el cabello muy corto que realza con majestuosidad la forma proporcionada de la cabeza que corona el cuerpo: todas ellas se han convertido en imágenes eternas de la belleza, la fertilidad, la seducción, la creatividad, la vivacidad y la gracia. 

Pero también hay un lado oscuro. Se decía que a los ángeles del cielo les atraían tanto las gloriosas cabelleras femeninas que las ansiaban para sí, de manera que se exigió a las mujeres que se cubrieran la cabeza para entrar en la iglesia o el templo, para connotar la relegación de sus brillantes pensamientos y palabras al silencio. En Verdezuela (Rapunzel), el cuento de los hermanos Grimm, la niña que ha sido encerrada en una torre por una hechicera tiene un cabello increíblemente largo y magnífico que tiene que llevar recogido en trenzas. Representa la situación crítica de un alma poseída o atrapada, en la que, hasta que es liberada, la potencialidad de oro de la imaginación verdadera es reemplazada por fantasías idealizadas, ilusorias; y la personalidad, soñadora y aislada, pierde la capacidad de echar raíces en la realidad o vivir creativamente en el mundo.

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La divina Afrodita peinándose el cabello, que parece las olas del mismo mar del que nació, ha sido una imagen repetida durante siglos por míticas sirenas y mujeres muy humanas (Afrodita de Rodas, c. 100 a.C.)

El Libro de los Símbolos

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