miércoles, 20 de marzo de 2019

164. ¿Qué es el símbolo?

A finales del mes pasado, Ariadna TV le hizo una entrevista
a mi amigo, maestro y mentor Jaime Buhigas. En ella, Jaime explica
en qué consiste el símbolo, el pensamiento simbólico y el estudio de
la mitología. En cómo es tarea de todo ser humano. Una entrevista de
lo más recomendable, sobre todo para todos los que consideran que
este campo de estudio es "raro", "peculiar" o "cosa de frikis". En la entrada 
de hoy, he querido honrar a mi maestro y comentar algunas de las cuestiones
que aporta. Podéis ver el vídeo a continuación.


El símbolo, el σύμβολον griego, era un objeto que se partía cuando alguien se iba a separar, uno se quedaba con una parte, otro con la otra, y cuando ocurría el reencuentro se juntaban las dos mitades, se reunificaba y se reconocía. Esto se utilizaba por ejemplo cuando se había recibido hospitalidad: se partía un σύμβολον, una figurita, y el hospedado y el anfitrión se quedaban con su mitad correspondiente. Pasados los años, incluso las generaciones, sus hijos o nietos podían presentar esa otra mitad y recordar esa relación. Cuando uno empieza en el estudio de la simbología y le cuentan lo del σύμβολον, se aclaran muchas cosas. Se coloca al símbolo en un lugar de respeto y de consideración, puesto que el gran símbolo es el ser humano, que está partido, dividido, que ha perdido su mitad trascendente y divina y cuyo objetivo en la vida es reunificarse. Entonces con el símbolo estamos hablando de una dualidad y de un intento de regreso a la Unidad, con todo lo que ello implica de por sí. Algo se ha perdido y el símbolo sirve para reconciliar.

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Puesto que sirve para religar, es normal que toda tradición religiosa utilice símbolos, no le queda otra, no hay otro lenguaje posible. Y el ser humano tiene la increíble capacidad de crear símbolos para poder relacionarlos en colectivo y poder así hablar y compartir experiencias. Hay algo profundamente bello en el estudio del símbolo, puesto que para cada persona implica algo diferente y, sin embargo, complementario. Nunca se debe dar un símbolo por enteramente conocido o sabido. Nunca debemos creer que un símbolo es un signo. Muchas veces nos ofuscamos en la visión cuadrangular de que nuestra experiencia del símbolo es la correcta, y que los demás están equivocados. Pero por otro lado, hay que evitar la degradación del símbolo. Siempre debe servir para unificar, nunca para dividir. Dicho de otra manera, utilizar un símbolo como estandarte para establecer unas diferencias y un rechazo al otro es una perversión, puesto que el símbolo es patrimonio de la humanidad. Un ejemplo: Cristo. Creer en Jesucristo y utilizar esa creencia para atacar a los demás sin haber accedido a los múltiples significados de ese símbolo es pervertirlo. Jesucristo es patrimonio de la humanidad, como todos los símbolos. Todavía recuerdo aquel chico que me dejó un comentario en YouTube: "quien escucha la verdad y no la sigue, ése es basura". La verdad es sólo lo que hacemos con ella. Oímos lo que queremos oír y creemos lo que queremos creer. Pero el símbolo es hermoso precisamente porque une, porque permite acercar posturas. Todo lo demás deja de ser un σύμβολον, que une, para convertirse en un Διάβολος, que divide.

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El lenguaje simbólico es un tipo de pensamiento, probablemente la mitad de nuestras posibilidades de pensamiento son simbólicas. Entonces, renunciar a ello implica renunciar a la mitad de nuestro pensamiento y de nuestra capacidad de imaginación, creatividad y muchísimas cosas. Por lo tanto no es una opción, el símbolo es inexcusable y así se ha entendido siempre. ¿Qué es lo que ocurre? Que vivimos en un momento pobre, simbólicamente muy pobre. La tiranía de la razón ha hecho estragos con respecto al pensamiento simbólico porque no es lógico. Es un pensamiento que tiene mucho más que ver con lo que hoy llamamos poesía. Por tanto el símbolo es siempre un medio, nunca un fin en sí mismo. ¿Qué ocurre cuando lo convertimos en un fin? Que pasa a ser un ídolo, y al venerarlo se comete idolatría. Es muy fácil convertir un símbolo en un ídolo, y es el problema que han tenido las religiones: han tenido grandísimos símbolos que han acabado convertidos en objeto de culto. El símbolo es siempre un camino, nunca un fin. Recuerdo a Miguel Valls con aquella gran frase referida a las religiones y al símbolo. "Supongamos que queremos ir a Toledo. Para ello nos montamos en un tren. Pero una vez que lleguemos a Toledo debemos abandonar el tren. Se trata de visitar Toledo, no de convertirnos en ferroviarios". Creo que es una de las formas más elegantes de explicarlo que podrían concebirse. Entonces es importante comprender que el símbolo se crea para manifestar una experiencia, exactamente igual que la poesía. José Hierro decía: "escribo poesía cuando no me quedan palabras". Es decir, no está tratando de transmitir una información, sino una experiencia. 

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