miércoles, 6 de diciembre de 2017

101. Simbolismo masónico en "La Flauta Mágica"

Remitimos de nuevo a la masonería, no para hablar sobre la Masonería especulativa (nacida en el siglo XVIII, que cumple este año su tercer centenario y que en el futuro comentaremos), sino para referirnos a una de las grandes obras de la Ópera de la Historia: La Flauta Mágica, del compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart. El motivo que nos ha llevado a ilustrarnos sobre esta obra y su relación con la masonería es la efeméride de hoy: el 6 de Diciembre de 1791, Mozart recibe sepultura en el cementerio de San Marx de Viena. El genial compositor murió con 35 años, celebrándose su funeral en la Catedral de San Esteban de Viena (el mismo lugar donde se había casado con su esposa Constanza). Y fue amortajado siguiendo el ritual masónico: con un manto negro con capucha. Sin embargo, no es únicamente este detalle el que nos da pistas sobre la naturaleza masónica de la vida de Mozart: su vida y sobre todo su obra está plagada de influencias masónicas. Y hoy vamos a analizar la que es, sin duda, la más conocida.

 
Cenotafio de Mozart en el cementerio de San Marx, Viena

"Últimos días de Mozart" de Hermann von Kaulbach (1873)

Los símbolos que contiene La Flauta Mágica van mucho más allá de la mera anécdota y por supuesto de la invención fantástica. Mozart quiere con esta ópera abrir ante el espectador las puertas de lo sobrenatural. Es, de nuevo, Arte para comunicarse con lo trascendente. La historia que cuenta es una forma, un signo de una realidad misteriosa, invisible, que debemos interpretar nosotros. Los masones, en tanto que herederos de la tradición mistérica de la Antigüedad, saben que en lo invisible se encuentra la simiente de todo lo visible. Por tanto, artistas místicos e iniciados como El Greco, Juan de Juanes o Mozart intentaban en su producción transmitir esa sacralidad que no se puede expresar con palabras. Lo inefable. Al escribir La Flauta Mágica, Mozart regresa al espíritu infantil que defendían Jesús o Nietzsche para acceder a los mundos sutiles. En ella ve el lado divertido de las cosas, se ríe de las nimiedades y convierte las preocupaciones que ensombrecen el alma de las personas en divertimentos. Esta ópera, además, tiene un interés añadido: Mozart la compone para su amigo Emanuel Schikaneder.

Este hombre fue actor en La Flauta Mágica, concretamente en el papel de Papageno, además de autor de parte del libreto. Pero no nos adelantemos. La inspiración a esta ópera le vino a Schikaneder a través de una fábula de Christoph M. Wieland titulada LULU, que hablaba de una flauta mágica que permitía a su propietario superar todos los obstáculos. Convenció a Mozart, ya que ambos eran también hermanos en la misma logia, a escribir la música. Sin embargo, parece que a Mozart este proyecto le interesaba sólo parcialmente. 

PERSONAJES

SARASTRO: Gran Sacerdote
TAMINO: Príncipe japonés
PAMINA: Hija de la Reina de la Noche
REINA DE LA NOCHE: Reina de las Fuerzas del Mal
PAPAGENO: Hombre-pájaro
PAPAGENA: Mujer-pájaro
MONOSTATOS: Negro lascivo, servidor de Sarastro
SACERDOTES: Servidores de Sarastro
DAMAS: Damas de la Reina de la Noche
MUCHACHOS: Geniecillos benefactores

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La llegada de la Reina de la Noche, antes de su primera aria, bajo un manto de estrellas. Puesta en escena por Karl F. Schnikel (1781-1841) para una producción de 1815

La idea que tenía Schikaneder era que la ópera fuese a un público masivo pero poco serio. En cambio, Mozart tenía otra idea acerca de esta obra. Y así se lo planteó a otros dos masones, que se interesaron por el proyecto: Giesecke, un reconocido redactor de libretos de ópera; e Ignaz von Born, eminente personalidad de la masonería austríaca. Tanto Mozart como Von Born concebían la ópera como un drama simbólico capaz de expresar las más elevadas ideas de la condición humana. La idea era revelar, con las precauciones pertinentes para que no resultase accesible a ningún profano (recordemos el imperante Voto de Silencio que ha marcado a la tradición mistérica durante toda la Historia) las sublimes verdades y conocimientos que podían elevar al hombre hasta el grado más alto de su condición y, quizá, trascenderla y lograr su apoteosis, su conversión en dios. Querían transmitir una suerte de Evangelio que no sólo respondiese a los preceptos e ideología masónica sino también a la filosofía natural. Recordemos que los masones medievales veneraban muchísimo los dos grandes Libros de Dios: la Biblia y el Libro de la Naturaleza. Por esto, La Flauta Mágica fue la obra que Mozart llevaba queriendo crear desde hacía tiempo.

Para el personaje de Sarastro se inspiró Mozart en su amigo y hermano Von Born, incluso usando frases que él mismo solía utilizar. Por su parte Schikaneder, en el estreno de la ópera, interpretó al personaje de Papageno, ya que se sentía muy identificado con él al ser un personaje un tanto limitado tanto espiritual como intelectualmente. Por lo tanto, la cosa quedaba así: Schikaneder era el autor de la idea inicial de la obra, el poeta era Gieske, el director escénico era Von Born y el músico, Mozart. Cada uno de ellos volcó en la obra lo mejor de sí mismos, recordemos que los cuatro eran masones. Pero eso sí, debían realizar una ilustración de la doctrina oculta hasta el punto que permitían las leyes de la masonería, aparte de que el monarca de aquella época, Carlos VII, era abiertamente hostil hacia la masonería. La masonería tuvo más suerte con el siguiente emperador, Francisco de Lorena, ya que él también era masón. En 1731 fue iniciado y admitido en la orden por Lord Chesterfield, y por ser miembro de la hermandad se negó a aplicar en sus estados el decreto de condenación promulgado en 1738 por el papa Clemente XII. Sin embargo, después de fallecer Francisco de Lorena, la masonería recibió otro revés: la emperatriz viuda, María Teresa, siempre sumamente dócil a los consejos del clero, promulgó la prohibición; y la masonería tuvo que refugiarse en la clandestinidad hasta la llegada al trono de José II, el cual toleró el ejercicio y la propaganda de la masonería. En cualquier caso, en Austria nadie persiguió a Mozart como a Haydn o al propio Von Born, por ser masones. En cambio, la fe cristiana y el ideal masónica encajaban perfectamente en alguien profundamente religioso como Mozart.

Emanuel Schikaneder

La Flauta Mágica es no solamente un acto de fe masónica, sino una expresión total de la filosofía del compositor austríaco. Es lo que Sarastro le enseña a Tamino: "en estas sagradas mansiones no se conoce la venganza, y si un hombre cae en él, el amor le devuelve a su deber. Así conducido por la mano de un amigo llega contento y alegre a una tierra mejor. Entre estas santas paredes, donde el hombre ama al hombre, no puede deslizarse ningún traidor, porque se perdona al enemigo. Quien no haya comprendido esta lección, no merece llamarse hombre." Mozart convierte a La Flauta Mágica, en palabras de Diario Masónico, en "la más elevada lección de dignidad humana que haya sido formulada en un escenario". Cosechó un gran éxito. El destacado músico Rossini decía que Beethoven era el más grande, pero que Mozart era único; mientras que Wagner solía afirmar que con esta obra se inventó prácticamente la ópera alemana (curioso, otro místico iluminado obsesionado con el Grial). En la época de Mozart, algunos creyeron ver una obra en clave: la Reina de la Noche sería la emperatriz María Teresa, que pretendía esclavizar a su hija (el pensamiento masónico), Monostatos el príncipe elector Karl Theodor, enemigo de los masones, la astucia que utiliza la Reina de la Noche para que Pamina mate a Sarastro para tratar de cerrar el paso a aquellos que recorren el camino de la luz. Pero en realidad, el simbolismo de La Flauta Mágica es mucho más elevado: es la eterna batalla de la noche y el día, la luz contra la oscuridad.

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La pirámide con el óculo central, famoso símbolo masónico, acompaña a Sarastro y a sus sacerdotes

La Reina de la Noche es la personificación de la noche original, del caos y el abismo con sus pesadillas, prodigios y misterios. En cambio Sarastro, más que un sacerdote del Sol, es la encarnación misma del Sol, de ahí que aparezca sobre un carro tirado por leones, animales con un fuerte simbolismo solar. Pamina es el símbolo del alma humana a quien las fuerzas tenebrosas quisieron mantener bajo su dominio, y que alcanzará la luz guiada por el amor y con la ayuda que Tamino le presta. Es el mismo mito de Eros y Psique, Jesucristo y María Magdalena. La pareja se realiza al fin, después de haber vencido todos los peligros y pasado todas las pruebas que deben hacerles dignos de la verdadera condición humana. Se trata de una auténtica iniciación a la masonería. Las tres damas representan a las Parcas, que intentan hacerles fracasar en sus pruebas, cuyo resultado debe ser la unión de ambos, Tamino y Pamina, masculino y femenino, Yin y Yang. Mientras no le es revelada su misión Tamino es un hombre incompleto, semi-inconsciente, a quien le falta el conocimiento de su razón de ser. Al principio de la obra aparece Sarastro como un Mago Negro, ya que es la madre (la Reina de la Noche) la que llora la pérdida de la hija Pamina, lo cual enternece a Tamino. Ella le convence para que mate a Sarastro y libere a su hija, prometiéndole que será suya para toda la eternidad. Papageno es el cazador de pájaros, alegre, ligero, mitad hombre y mitad animal. Los pájaros, desde el Antiguo Egipto, han sido también un símbolo para representar al alma.

El caso es que vemos aquí a un personaje bueno al servicio del Mal (la Reina de la Noche) mientras que por otro lado vemos a un personaje malo al servicio del Bien (Monostatos, un personaje malvado, al servicio del sacerdote-sol Sarastro). Esto refleja la enseñanza de que en ocasiones hay fuerzas buenas que trabajan para el mal y fuerzas malas que trabajan para el bien. Los tres pajes (fuerzas del bien) trabajan para el Mal y, sin embargo, ayudan a unir a la pareja. Se han interpretado como la Fe, la Esperanza y el Amor, que ayudan a superar las pruebas. Tamino aspira al amor ideal, mientras que Papageno quiere encontrar una mujer. Tamino representa al hombre fuerte y audaz, pero mal instruido sobre la realidad de las cosas, de ahí que quiera eliminar a Sarastro por considerarle malvado.

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Representación moderna de Papageno y Papagena 

Tamino deberá conocer la verdad, la auténtica naturaleza de la Reina de la Noche. Enseñar a los hombres la Verdad y dirigirlos hacia el Bien es la tarea de los Sacerdotes. El hombre únicamente toma conciencia de su alma y del Conocimiento que ésta atesora después de haber recibido la Iniciación. Es ahí cuando Tamino entiende que ha sido engañado por la Reina de la Noche y se somete a Sarastro para superar las pruebas, después de las cuales recibirá a Pamina. Y las pruebas a las que son sometidos tanto Tamino como Papageno son aquellas en las que deben saber dominar sus instintos (silencio, amor a los placeres mundanos o hábitos negativos). Deben pasar las pruebas del fuego y el agua, vagar por las montañas y recorrer el laberinto (símbolo de la vida en la tierra), siendo éste el símbolo más importante de toda la iniciación. Tamino recibe la Flauta mágica como un instrumento de ayuda para superar con más fuerza y virtud esta costosa iniciación, mientras que Papageno recibe un carrillón.

La Flauta es por tanto símbolo de la virtud, de la fuerza creadora que permite superar los obstáculos mientras ayuda a la conquista del amor, el conocimiento y el bien supremo. Por eso las fieras obedecen al son de la música de la Flauta rodeando a Tamino, embelesadas por su sonido. Pero, ¿quién es el padre de Pamina? Tal vez sea este el enigma más difícil de resolver. ¿Podría ser el mismo Sarastro? Si tomamos la obra únicamente desde el punto de vista musical, "es sencillamente extraordinaria, con arias únicas como la de Sarastro y la Reina de la Noche. Esta obra permitió cambiar el rumbo de la ópera en lo que respecta a la música de la época." Desde el punto de vista de la masonería, es extremadamente reveladora y perfecta simbólicamente. Es la puerta de entrada a un mundo supernatural y simbólico al mismo tiempo. Es poesía musical que llena de emoción y que nos hace interpretar mensajes fundamentales de la filosofía de la vida. Tras esto Tamino y la flauta dominan el torrente, el volcán y el huracán que se desencadenarán en las últimas pruebas, mientras está acompañado de Pamina, que cumple el papel de la virtud de la acción reconciliadora, con su alma victoriosa de todos los obstáculos. Sólo nos queda por interpretar (y esto lo dejamos a disposición de el lector) el hecho de que el padre de Pamina, en una noche de tormenta entre aguaceros y rayos, ha creado la Flauta con la más profunda madera de un roble milenario.

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