miércoles, 12 de octubre de 2016

52. Sicilia, tierra de mitos

Ya que estoy haciendo un extenso recorrido por Italia y que el día que me toca publicar entrada me encuentro en Sicilia, me parece adecuado compartir con vosotros algunos de los mitos que corren sobre esta isla. Como seguramente sabéis, Sicilia era en la Antigüedad parte de la llamada "Magna Grecia", por lo que muchos de los mitos griegos ocurren aquí. Vamos a hablar de cuatro (ya que tampoco es mi intención cansaros los ojos en exceso). El primero es el mito de Medusa, una de las hermanas Gorgonas.



De acuerdo con la mitología, Medusa vivía con sus dos hermanas en una gruta de una de las muchas montañas de Sicilia. Eran conocidas como las Gorgonas, y se las suponía hijas de Poseidón. Hay diversas versiones sobre ellas, pero la más extendida es que sus dos hermanas eran humanas y mortales, mientras que Medusa era inmortal, tenía serpientes por cabello y su mirada podía petrificar/matar. Pues bien, el mito dice que Perseo (uno de los grandes héroes griegos), para conseguir el trono que le pertenecía por derecho, se vio obligado a conseguir la cabeza de Medusa, la Gorgona. Evidentemente un humano normal jamás lo habría conseguido, pero Perseo contó con la ayuda de los mismísimos dioses. Atenea le ofreció un espejo con el que poder acercarse a Medusa de espaldas, evitando así mirarla a los ojos. Hermes le ofreció sus sandalias aladas, con las que podía recorrer grandes distancias en muy poco tiempo, lo que le daba la oportunidad de huir con la cabeza de Medusa antes de que sus hermanas se cobraran venganza. Y por último Hades le ofreció su casco, que le hacía invisible (sobra comentar las ventajas de semejante objeto). Ataviado con todo esto llegó Perseo a Sicilia y localizó la cueva donde habitaban las Gorgonas. El mito dice que las encontró durmiendo. Evitando en todo momento mirar a la cara a Medusa, usando el espejo se acercó a ella y de un tajo de su espada le cortó la cabeza, que guardó en una bolsa. Huyendo de allí, al llegar de vuelta a su reino usó la cabeza de Medusa para superar muchos obstáculos que se le presentaron. Cuando tuvo todo "atado y bien atado", le regaló la cabeza a Atenea, quien la colocó en la parte frontal de su escudo. Por su parte Sicilia, en homenaje a tan insigne huésped, decidió incluir su cabeza en el emblema de la bandera de la isla. Actualmente forma parte de la llamada Trinacria, el emblema siciliano.


El segundo mito que vamos a contar es el de Polifemo. Este personaje será sobradamente conocido por aquellos que hayan leído La Odisea de Homero. Y es que, en efecto, Odiseo (Ulises) se encuentra con este Cíclope, también hijo de Poseidón, en esta isla (hay quien dice que vivía en una gruta cerca de Taormina). 


Ulises y sus compañeros se encuentran con Polifemo después de estar navegando largo tiempo. Como contar toda la historia me ocuparía mucho espacio y tampoco es mi intención, recordaremos lo fundamental: Ulises engaña a Polifemo y le ciega (por eso en Taormina se venden muchas máscaras de terracota que representan a Polifemo con ojo y sin él). Entonces emprende el camino de regreso a Ítaca con sus compañeros mientras el pobre Polifemo se queda pensando que quien le ha cegado es Nessuno. Es decir, Nadie. Y es que Odiseo, en su artimaña, había hecho creer al cíclope que ése era su nombre, de manera que no pudiese dar parte de su existencia a sus compañeros cíclopes al exclamar: "Ay, amigos. Nadie me ha cegado."


Nuestro tercer mito está vinculado con uno de los lugares más importantes de Sicilia: el volcán Etna. Y es que la historia de por qué ese volcán está ahí tiene que ver con el personaje que aparece representado en el mosaico etrusco de aquí arriba: es el gigante Tifón. Resulta que en un tiempo antes del tiempo, hubo una batalla entre dioses y gigantes conocida como Gigantomaquia. El motivo, el mismo de siempre: el poder. Los gigantes atacaron a los Olímpicos comandados por Tifón, y les vencieron en cierta manera. Los rayos de Zeus no hacían mella en Tifón, un ser gigantesco alado y con piernas pobladas de serpientes. Tifón derrotó a Zeus cortándole los tendones y ocultándolos en una cueva. Sin embargo, por intercesión de algún héroe (de cuyo nombre no quiero acordarme), Zeus recuperó sus tendones e instó a los Olímpicos a volver a luchar contra los Gigantes. Y para derrotar a Tifón, Zeus le lanzó una montaña encima, sepultándolo. Esa montaña se convirtió en el Etna, un volcán despierto y activo (la última erupción fue en mayo de 2016), y los sicilianos creen que cada vez que el Etna se agita es Tifón intentando liberarse y marchar de nuevo sobre el Olimpo.


Y el último mito de la entrada trata sobre uno de mis personajes favoritos: Dionisos. Hay varias versiones sobre la aparición de este dios-rey en el mundo. Algunos dicen que nació aquí, en Siracusa. Otros dicen que es un personaje que vino de Oriente Próximo, como Cibeles, mientras otros dicen que nació en Niza, en Francia. Sea como fuere, la historia de su nacimiento es bien conocida: madre mortal y padre divino. Podemos encontrar varios ejemplos así fuera del cristianismo. Más coincidencias entre Dionisos y Jesús: ambos nacen un 25 de diciembre en una cueva, ambos son adorados por pastores, a los dos se les atribuye milagros, los dos mueren en la cruz y resucitan. Para algunos judíos del siglo I d.C., Jesús era el rey heredero al trono de Jerusalén. Para los habitantes de Siracusa de un época remota, Dionisos fue uno de sus primeros reyes.


Dionisos es el fruto del amor entre Zeus y la mortal Semele. Ambos mantenían relaciones cuando Zeus cambiaba su forma por la de un apuesto joven. La mujer de éste, la diosa Hera, harta de los desplantes de su marido se personó ante Semele transformada en una anciana para decirle que su amante era el mismísimo Zeus. Como Semele no se lo creía, Hera le convenció para que le pidiese a Zeus que se mostrase ante ella en todo su esplendor. Y en efecto, después de una noche de pasión, Zeus le dijo a Semele que le pidiese cualquier cosa. Y ella le pidió que se mostrase en todo su esplendor. Zeus se negó e intentó convencerla de que pidiese otra cosa, pero de nada sirvió. Al final Zeus se plegó a las exigencias de su amante y ocurrió lo que Hera esperaba: los rayos y relámpagos que mamaban del cuerpo de Zeus calcinaron a Semele. Sin embargo, éste pudo tomar del vientre de la joven el feto en gestación y se lo cosió a su propio muslo, donde lo llevó los meses restantes. Por eso al niño se le puso de nombre Dionisos, "el nacido dos veces". 


Hera, no contenta con lo que había hecho con su madre, hizo que Dionisos enloqueciese y anduviera vagando por el desierto durante treinta años, hasta que Cibeles le curó de su locura y le educó para ser rey. Dionisos volvió renovado a Siracusa, donde se convirtió en monarca y fundó una Escuela de Misterios, cuyo sacerdote más destacado fue Orfeo.

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