En las civilizaciones ancestrales los símbolos eran sumamente importantes ya que funcionaban como vehículos para comunicar mensajes a nivel consciente y subconsciente. Son portales a través de los cuales accedemos a nuevas esferas de conciencia y nos conectamos con la sabiduría que hay en la Naturaleza. Uno de los símbolos más importantes en todas las civilizaciones ha sido el círculo. Pero es tan común que lo pasamos por alto y no valoramos la importancia que tiene. Hagamos un ejercicio mental para que analicemos por qué era tan importante. Imagina que tienes ante ti una hoja blanca infinitamente grande. No alcanzas a ver dónde comienza y dónde acaba. Es un universo de posibilidades incalculables. Aún no existen figuras, tamaños, formas o colores. Es la potencialidad del todo y a la vez, la nada. Y en ese vacío dibujas un círculo, que es la figura que más vieron los primeros hombres en el sol, la luna y toda la naturaleza. Ahora ese círculo es una primera manifestación de la realidad. Lo que ha quedado dentro de él representa toda la Creación, o bien, todo lo que puede existir en potencia. Simboliza las posibilidades infinitas de todo lo que es y todo lo que puede llegar a ser.
Reconstrucción virtual de Stonehenge
Como no tiene principio ni fin, el círculo simboliza a Dios. A la divinidad que siendo todas las posibilidades infinitas se convierte en un ser viviente. El maestro Hermes Trimegisto dice que Dios es "un círculo cuyo centro está en todos lados y cuya circunferencia no está en ninguna parte". Al representar a Dios el círculo simboliza también la plenitud y el vacío. El todo y la nada, porque todo lo que ha quedado fuera del círculo, representa aquello que está fuera de la Creación. No forma parte de este universo y está fuera de las fronteras del tiempo y el espacio. Hay un rompimiento entre el universo de posibilidades infinitas y lo que nunca va a existir. Dentro del círculo todo puede suceder. Fuera de él, no hay nada.
Rueda de medicina de los indios nativos americanos
En muchas tradiciones ancestrales el círculo es el símbolo que representa el Universo. Simboliza la perfección, la totalidad, la eternidad y el movimiento cíclico. Es la figura primordial de la Geometría Sagrada y de los mandalas.
La Flor de la Vida
Por ejemplo, en el Budismo Zen, al círculo se le llama Ensō. Para ellos representa varias cosas. Simboliza al universo, todo lo que existe, la Iluminación absoluta, la fuerza, la elegancia, el vacío.
Los practicantes del Budismo Zen pintan el ensō como parte de su preparación espiritual. Le llaman a esta práctica “hitsuzendō”. De acuerdo a esta tradición, practicar el hitsuzendō enseña al espíritu la doble dimensión de todo lo que existe. La brocha no pinta el círculo con un trazo uniforme y totalmente negro, lo cual nos indica la perfección que puede haber en la imperfección, la asimetría que puede haber en la simetría, y la naturalidad que puede haber en la creación artificial, entre otras cosas. Asimismo, como se puede ver en la ilustración anterior, los practicantes pueden pintar el ensō abierto o cerrado. Cuando lo pintan incompleto, significa que el Universo permite el movimiento y la evolución. Evoca la belleza que existe en la imperfección y en el perfeccionamiento de todas las cosas. Es decir, el esforzarse para perfeccionar algo tiene una belleza propia, digna de admirarse. Cuando pintan el círculo completo, representa la perfección alcanzada. Es la terminación de algo o la culminación de un ciclo.
Las tradiciones helenística y romana tomaron de la cultura fenicia la figura del dios llamado Eón, el cual se relaciona con el tiempo. Tradicionalmente Eón era representado con un círculo, el cual contiene dentro el universo entero y las doce constelaciones del Zodíaco. Sin embargo, el tiempo de Eón es infinito. No tiene ni principio ni fin, a diferencia del tiempo cronológico (es decir, del dios Crono), el cual es lineal y divide pasado, presente y futuro.
Representación del dios Eón.
Mosaico romano de comienzos del siglo III
Te propongo un ejercicio. Si puedes, consigue pintura y brocha. Nada caro. Pueden ser pinturas escolares como las que puedes encontrar en cualquier papelería. Encuentra un lugar y un momento de tranquilidad. Haz ejercicios de respiración para que te relajes y, con actitud de meditación, pinta el Ensō en una hoja en blanco. Hazlo como te nazca. Ya sea abierto o cerrado, pero hazlo con la intención de entender mejor tu universo exterior e interior. Una vez que lo hayas terminado, contémplalo. ¿Qué te ha enseñado el Ensō? ¿Qué mensaje tiene para ti?
Vitrial en el interior de la catedral de Notre Dame de París
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