miércoles, 25 de enero de 2017

69. APOCALISIS. ¿En qué cree el Estado Islámico?

En torno a marzo de 2016 escribí un reportaje sobre las creencias religiosas del Estado Islámico 
y se lo ofrecí a varias revistas especializadas, como MÁS ALLÁ o AÑO/CERO. Me agradecieron
amablemente el esfuerzo pero se negaron a publicar el reportaje porque "eso no interesa a nadie".
Así que ahora que el Estado Islámico vuelve a ser noticia en los medios, publico aquel reportaje
que escribí hace cerca de un año y que me rechazaron. Lo bueno de que el blog sea mío es que yo 
decido lo que se publica. Confío en que a vosotros sí os interese. 

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El Estado Islámico es la viva imagen de los riesgos que entraña la fe. Se creen actores de un drama cuyo desenlace está escrito hace siglos: el Apocalipsis. "Monjes guerreros" de una tradición que interpretan al pie de la letra y, según algunos estudiosos del tema, de forma sumamente coherente. Veneran a Mahoma y a sus primeros seguidores hasta el punto de que consideran una apostasía cualquier conducta que modifique, aunque sea mínimamente, el modelo de comportamiento del Profeta en cualquier aspecto de la vida. Y la apostasía está condenada con la pena de muerte.

"No son unos [yihadistas] enloquecidos que manipulan la tradición medieval para justificar la esclavitud, la crucifixión y las decapitaciones. Son soldados que se sitúan en el corazón de la tradición medieval y la aplican sin fisuras en el presente", asegura Bernard Haykel, profesor de Estudios del Cercano Oriente de la Universidad de Princeton y uno de los mayores expertos mundiales en la teología del Estado Islámico.

Y, sin embargo, a pesar de su proclama involucionista, no dudan en utilizar algunas de las herramientas más "modernas" del mundo actual, como Internet - gracias al cual han logrado atraer a decenas de miles de musulmanes a su califato -, o los extraordinarios vídeos propagandísticos que todos hemos visto. Todo ello, sumado a sus oscuras fuentes de financiación, al vacío de poder en estados como Siria e Irak y a la (de momento) falta de perspectiva de EE.UU. y sus aliados - que inicialmente lo catalogaron como un simple grupo terrorista, una "escisión" de Al-Qaeda - ha permitido al Estado Islámico crecer hasta el punto de controlar un territorio más grande que Reino Unido y tener bajo su influencia a unos ocho millones de personas.

¿Qué pretenden? Nada, o al menos nada que pueda servir como moneda de cambio. Porque todo lo que hacen, todos los pasos que dan, están encaminados al que creen un inminente Fin del Mundo. Y están convencidos de que la señal de salida de esta carrera a ninguna parte se inició con la ocupación de Irak por EE.UU., todo en base a antiguas creencias que pueden ser interpretadas de muchas formas, pero también de la manera en la que lo hace el EI. Por eso, aunque resulta políticamente incorrecto, no se le puede acusar de ser antiislámico. Precisamente ahí reside su fuerza, ése es el imán que atrae a miles de jóvenes de todo el mundo a sus filas: en erigirse en guardianes de la pureza de una tradición que, según ellos, se ha visto degradada y que tiene en Occidente a su peor enemigo. 

El tema, está claro, trasciende los aspectos geopolíticos., porque sus raíces se sumergen en las siempre movedizas arenas de la fe. Y la fe, como sabemos, mueve montañas. Vamos a ver en el presente reportaje el apocalíptico escenario en el que el Estado Islámico nos ha convertido en involuntarios actores. 



ESTADO ISLÁMICO

Pese a que el color del islam es el verde, ellos enarbolan banderas negras, la enseña de guerra del Profeta, la que señalará el advenimiento del Mahdi (el profeta que regresará al Final de los Tiempos para gobernar la tierra de los fieles y castigar a los culpables) en la Batalla Final, y visten uniformes negros, los del cuarto caballo del Apocalipsis. El Corán también tiene el suyo, los hadit (la colección de relatos no incluida en el Corán que narra los sucesos cotidianos y ejemplares de la vida de Mahoma) cifran cifran claves escatológicas que apuntan a la Consumación de los Tiempos. Y los muyahidines (en el contexto islámico es una persona que hace la yihad, es decir, hacer un "esfuerzo espiritual" o, en el menor de los casos, militar. En español se emplea con el sentido de "combatiente islámico fundamentalista) del califato islámico se aplican a cumplirlos a sangre y fuego, pues se consideran heraldos de un inminente Fin el Mundo.

Tanto bajo su acrónimo árabe - Daesh - o en su versión occidental - Islamic State of Irak nd Siria -, el nombre de ISIS nunca se pronuncia en vano. No estamos hablando de un movimiento de liberación tercermundista ni de una revolución árabe más, nada tiene que ver con la que llevó al poder a Jomeini, ni con la que practican Al Qaeda o Hamás. Para ellos el chiísmo o alauismo suponen apostasías merecedoras de las mismas decapitaciones que practicaron sobre James Foley, el periodista estadounidense; o Alan Henning, el cooperante británico. Su lectura del Corán es tan literal como estricta, cualquier innovación doctrinal supone negar su perfección original. Su mesianismo augura la llegada (parusía) del duodécimo imán, el Imán Oculto, cuya misión soteriológica - rama de la teología que estudia la salvación - se completará con el advenimiento de un Anticristo Tuerto (Al-Dajjal) y un Redentor (Al-Mahdi), que coincidirán con la segunda venida de Cristo (Isa) a la Tierra. 

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Sobre estas líneas, el periodista estadounidense James Foley, víctima del Estado 
Islámico. Debajo, Alan Henning, el cooperante británico que fue decapitado
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La aparición de la Bestia será la señal. El campo de batalla, un Armagedón coránico que anegará de sangre la ciudad de Dabiq, cerca de Alepo, en Siria, donde se enrentarán los ejércitos de la Nueva Roma y del Último Califato. Más allá de todo el horror que pueda inspirarnos, los iluminados del Estado Islámico son verdaderos creyentes que predican vía Internet un concepto medieval de la yihad en aras de una utopía regresiva: hacer retroceder la civilización actual hasta el siglo VII y culminar la llegada del Apocalipsis. La suya no es otra que una guerra cósmica en nombre del islam.


PLAYOFFS SOBRE UN ARSENAL ATÓMICO

Sea a cuenta de la toma de ciudades tan significativas como Nínive, Bosrah o Palmira, o del marketing viral que retransmite sus atroces performances, por más que se habla de él a diario en los medios de comunicación, apenas se sabe nada acerca del Estado Islámico. Con una frivolidad impropia de su relevancia, Barack Obama declaraba en septiembre del año pasado (2015) a The New York Worker: "Si un equipo filial se pone la camiseta de los Lakers, eso no le convierte en Kobe Bryant". Para él los Lakers del terror islámico son Al-Qaeda, y Kobe Bryant, Osama bin Laden. El presidente se equivoca. Esto no es la final de la NBA, pero los playoffs del Daesh pueden acabar jugándose sobre un arsenal atómico. Sin duda, el error más grave pasa por intentar entenderlo desde conceptos y maneras de pensar propios de Occidente.

Para nosotros la religión es, en gran medida, un capítulo de nuestra existencia reservado al ámbito de las creencias privadas. Tenemos que entender que ellos la viven como un absoluto, poseídos de una formidable fuerza de fe que les lleva indistintamente tanto a la guerra como a la inmolación. Se consideran los personajes centrales del guión de Dios a partir de una interpretación literal del Corán según la cual hemos entrado en el periodo escatológico que precederá al Apocalipsis. En su credo, el término "Al-Din" - enseñanza sagrada - se entrelaza con otro, "Al-Dunia", traducido como Mundo de las Postrimerías. Casi las mismas letras, apenas permutadas sus vocales. Tan cerca la una de la otra como nuestra época de la Consumación de los Tiempos.

En los hadit del Profeta se afirma que "su Misión y la Última Hora están tan cerca como el dedo medio y el dedo índice". Cuando alza su mano Abu Bakr al-Baghdadi, el líder del califato islámico y el segundo hombre más buscado del mundo, sabe dónde apunta.

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Abu Bakr al-Baghdadi, líder del Estado Islámico. En 2015 el EI divulgó el rumor 
de que había muerto tras un bombardeo en la ciudad de Al Qaim, 
pero se sabe que sigue vivo y al frente del Daesh.

Sus objetivos capitales pasan por la destrucción de la Asiria bíblica - un territorio que comprendería Babilonia y Mesopotamia - sin importar que sus habitantes sean musulmanes, pues los consideran apóstatas. También el arrastramiento de Turquía , entendida como el lugar donde impera la Bestia - concretamente en la ciudad de Pérgamo, cuyo altar, no por nada hoy conservado en Berlín, fue uno de los tesoros más codiciados del III Reich -. Y, por último, una batalla final contra los ejércitos de la Nueva Roma, en la ciudad de Dabiq, para la que les resulta imprescindible que EE.UU. despliegue sus tropas sobre el terreno. Cada una de sus sanguinarias ejecuciones transmitidas urbi et orbe implica una provocación evidente: aguijonear a la Casa Blanca para desencadenar el Apocalipsis. Dabiq supondrá el holocausto de los infieles.

Sabemos también lo que nos dicen a nosotros: "conquistaremos vuestra Roma, romperemos vuestras cruces y esclavizaremos a vuestras mujeres." No resultan más halagüeñas las amenazas que vierten sobre aquellos de sus correligionarios que consideran extraviados: "y que caiga la desgracia sobre los Árabes del Mal, pues entre ellos y el Mahdi no cabrá más que el filo de la espada."


AL-DUNIA, LA HORA DE LA PRUEBA

Antes de su presidencia, cuando era un discreto senador del Partido Demócrata, Barack Obama visitó por primera vez Jerusalén la noche del 9 de enero de 2006. El 9 de Zu Al-Hijja, según el calendario musulmán. Se trataba del mismo día que, sobre el monte Arafat, cercano a La Meca, le fue revelada al Profeta la conjunción que produciría, trece siglos más tarde, la apertura de la Al-Dunia, la Hora de la Prueba, el tiempo previo a la eclosión de las Postrimerías. Seis meses después, siempre dentro de ese mismo año, nacía al norte de Irak el Dawla Al-Islamiya, una rama del sunismo salafista - de Salaf al-Salih, los "devotos antepasados" -, que sería el embrión del Estado Islámico, en principio auspiciado por Al Qaeda. Todo eso sucedía mientras un oscuro doctor en Teología islámica cumplía una condena de dos años en Camp Bucca. Entonces se llamaba Ibrahim Awwad al-Badri. Pero ocho años después, el 5 de julio de 2014, cuando subió al púlpito de la mezquita de Mosul para proclamarse como el Último Califa Verdadero, eligió el nombre de guerra de Abu Bakr al-Baghdadi en honor al primer califa del islam - el suegro de Mahoma -, declaró infieles a los chiítas y rompió sus vínculos con Al Qaeda.

Actualmente (en 2016) la revista Time lo considera el hombre más peligroso del mundo, y tiene sus razones: en apenas dos años de yihad, controla un territorio más grande que el Reino Unido, con más de ocho millones de personas bajo su mando, sus llamamientos a través de la Red no dejan de captar a centenares de hombres y mujeres que desde todos los puntos de Europa ponen rumbo hacia el califato - sólo con billete de ida -, sus franquicias se multiplican por todos los países del sur del Mediterráneo, codicia por igual el arsenal atómico de Pakistán y las plantas enriquecedoras de uranio de Irán, y hasta se comienza a hablar de células del califato implantadas en México, a las puertas de EE.UU. Debe ser por eso que, según un sondeo reciente de la CNN, el 59% de los norteamericanos creen firmemente estar viviendo el umbral del Fin de los Tiempos, mientras que el Washington Post habla del "nacimiento de una Edad del Apocalipsis".

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EL TERCER SELLO

Para el Apocalipsis coránico resulta prescriptivo que el Último Mahdi posea un territorio, un caliato homologable al primero, regido por una aplicación estricta de la sharia, la ley islámica. El mismo Osama bin Laden consideraba su actividad terrorista como el preámbulo de ese califato escatológico que no esperaba ver en vida. En clave soteriológica, tanto él como Al Qaeda, diseñada como una organización terrorista convencional, ubicua pero no ligada a un territorio concreto; simbolizarían el Caballo Bermejo, aquel que según el texto de Juan aparecería tras la apertura del Segundo Sello - "Le fue dado el poder de quitar de la Tierra la Paz, y se le dio una gran espada" (Ap. 6:3-4) 

El siguiente caballo, el del Tercer Sello, será tan negro como los colores emblemáticos de los yihadistas de Al-Baghdadi, y quien lo monte llevará "una balanza en la mano, donde pesará dos libras de trigo por un denario" (Ap. 6:5-6). ¿A qué alude esta balanza? Sin duda a algo que se puede pesar en bienes contantes y sonantes - trigo y denarios -, lo que bien admite traducirse como una alegoría de la economía mundial.

El Caballo Bermejo derribó las Torres Gemelas del WTC, el Negro tiene el color del petróleo. No parece accidental que la primera gran conquista del califato fuera la ciudad de Mosul, la antigua Nínive de los asirios, donde se encuentra la tumba del profeta Jonás, que no vacilaron en destruir, pero también el punto nodal del oleoducto Kirkuk-Haifa, el más relevante de Oriente Medio. Con petróleo se financia el Estado Islámico, por el petróleo se desencadenaron las Guerras del Golfo, y el oro negro puede ser el causante de una nueva recesión global... ¿de magnitudes apocalípticas?


U.S. ARMY, MILITIA CHRISTI

Según el Corán, la coidicia es el emblema de Al-Dajjal, el Anticristo que los ulemas del califato encarnan en el presidente de los EE.UU., casualmente de raza negra. De su destrucción, paralela a la de los hebreos, dependerá la aparición del mesías islámico, el Mahdi. El Imán Oculto tiene ya escritas las palabras que habrá de pronunciar: "la Hora Suprema no llegará hasta que se produzca una batalla final entre dos ejércitos que predicarán la misma cosa" (Sahîh de Muslim nº 5142). ¿De qué estamos hablando?

Herbert Röttgen es un prestigioso investigador de las religiones que firma sus libros con un seudónimo muy elocuente: Víctor Trimondi (¿victoria sobre los tres mundos?). En su último ensayo, titulado Guerra de religiones, la fe y el terror en los signos del Apocalipsis, va un paso más allá en las teorías de Fukuyama sobre el Fin de la Historia, las concilia con las tesis de Samuel Huntington sobre el Choque de Civilizaciones, y habla directamente de la emergencia de un "mesianismo militante" en las tres religiones monoteístas. La progresiva identificación de la U.S. ARMY como una nueva Militia Christi, las legitimaciones bíblicas esgrimidas por los sionistas del Likud (un partido de centroderecha de ideología conservadurista de Israel que ganó las elecciones de 1977 y se mantuvo en el poder hasta 1992) tendentes a la creación de un Gran Israel, desde el Nilo al Éufrates, comparten una misma "matriz apocalíptica" con los muyaidines del califato.

La ecúmene mundial y cualquier forma de diálogo político o interreligioso no tendrá efecto alguno si el mainstream que sustenta las tres grandes creencias globales no empiezan a poner en cuestión los contenidos destructores de sus escrituras apocalípticas y mesiánicas. Muy lejos de todo eso, la multiplicación de los focos de conflicto parece conducir hacia una escalada bélica cruzada con una profecía autocumplida, un delirio apocalíptico que comportaría la inmersión del milenio americano en su peor pesadilla. 


LOS DIEZ SIGNOS MAYORES

En los Malahim, los relatos de naturaleza escatológica de la tradición musulmana, los exégetas distinguen entre los Signos Menores (Alamat Sugrah) y los Signos Mayores (Alamat Kubrah), que precederán a la Hora de la Prueba. Entre los sesenta menores destacan señales tales como la guerra entre las naciones musulmanas - ¿Primavera Árabe? -, la frase "la sierva dominará a la madre" - ¿preeminencia de Occidente sobre Oriente? - o también la "construcción de casas cada vez más altas por los pastores" - ¿el skyline de Manhattan? -.

Los Signos Mayores no resultan menos inquietantes. Por ejemplo, el hadit 6.931 cuenta cómo el Profeta sorprende a un grupo de fieles preguntándose cuándo será la Hora. Mahoma responde que "sucederá cuando veáis Diez Signos: la Gran Confusión y el Djjal (el Anticristo) la Bestia y el Falso Profeta, alzarse el sol por donde se pone, el descenso de Jesús, hijo de María, la aparición de Gog y Magog, y tres grandes seísmos: uno en Oriente, otro en Occidente y el último en la península arábiga. Finalmente, un gran fuego surgirá de Yemen y será el comienzo del fin." De los seísmos económico-políticos que afligen a Occidente y a Oriente está todo dicho. Pero, antes de que yo escribiese estas líneas, las casas-torre de Saná, Patrimonio de la Humanidad, se derrumbaban bajo los bombardos de la aviación saudí. Como la Nigeria de Boko Haram, la Somalia de Al-Shabah o el Túnez de los salafistas; Yemen, por medio de las milicias huthi, configura un nuevo frente de batalla para el califato que, entre tanto, no deja de desafiar tanto a EE.UU. como a Siria, Jordania, Arabia Saudí o Irán.


AL-ANDALUS, PUERTA DE EUROPA

Tanto como librar una guerra apocalíptica, expandir el territorio es un deber esencial del califato. Para el Estado Islámico las fronteras son anatema: en su credo no cabe más que una sola nación, hacer ondear el estandarte del islam sobre los cinco continentes. Esto se traduce en su fanática voluntad de que las huestes del Profeta vuelvan a Europa vencedoras, , después de haber sido expulsadas dos veces. "¿Qué ciudad será la primera en ser conquistada" - preguntaba recientemente un periodista de The Observer al jeque Qaradawi, una de las voces más influyentes del islam suní -. La respuesta no pudo ser más perturbadora: "volveremos a la ciudad de Heracles, y la otra ciudad, Romiyya, también será nuestra". El periodista apenas acertó una clave, y sólo a medias: identificó esa Romiyya con Manhattan, la nueva Roma, algo relativamente plausible; aunque el propio Al-Baghdadi no se cansa de repetir que hará ondear sus estandartes sobre la cúpula de San Pedro. Pero el periodista se equivocó, claramente, al situar la ciudad de Heracles en Estambul. ¿Qué confín de Europa se precia de alzar las columnas de Hércules, cual lo muestra en su bandera autonómica, verde y blanca? Los estrategas del Daesh tienen a Al-Andalus en su punto de mira.


EL BAUTISMO DE FUEGO

La conquista del reino visigodo a cuenta de los bereberes de Tariq Benzema ibn Ziyad, "El Golpeador", fue un proceso sorprendentemente rápido. En apenas quince años llegaron a ocupar gran parte de la Península. Una conquista tan fulgurante sólo puede explicarse desde la complicidad o la aprobación de los territorios ocupados. Sucede algo semejante con la expansión del califato en los últimos meses. Miles de musulmanes sunitas de Siria, Somalia, Jordania, Arabia e Irak se suman a los salafistas de Marruecos, Libia y Argelia con la misma euforia fanatizada que lleva a centenares de europeos a dejar atrás todas las comodidades de una vida a la sombra de la Tour Eiffel, el Bundesbank o el Big Ben, a cambio de retrotraer sus campanadas a la fe de los primeros seguidores del Profeta.

Las mujeres aceptan someterse a la dura regla de la sharia, que consideran un modelo de comportamiento, así en el vestir como en su vida familiar, a veces en condiciones de semi-esclavitud. Los hombres no dejan de salmodiar suras coránicos mientras alzan sus AK-47, con tanta hambre de matar como de morir para ascender al séptimo cielo de la Yanna - el paraíso musulmán -, donde moran profetas y mártires. Allá les servirán las huru hein, las doncellas creadas en la perfección que deparan "un placer cientos de veces mayor que el terrenal".

Así como Abd al-Rhman hizo de Córdoba un califato independiente, separándose de la tutela de Baghdad, las huestes de Al-Baghdadi aspiran a conquistar los dos extremos del arco islámico, incluso a "liberar" La Meca, pues también ahí se manifestará La Bestia de los últimos días, concretamente sobre una de sus colinas, la de Safa. Además de una Guerra Santa, la suya es una conflagración ecuménica propia de una mentalidad medieval que aplican sin fisuras en el presente. Las excomuniones de musulmanes herejes - tafkir -, las decapitaciones, las crucifixiones, concuerdan con el modelo de las guerras de religión que vivió Europa en los tiempos de los anabaptistas. También los "verdaderos creyentes" del Daesh aspiran a construir una sociedad nueva y a un Nuevo Bautismo en la fe del Corán. El bautismo de fuego que precederá al Cierre de los Tiempos. Los predicadores de Iqrra TV - la cadena sunita de El Cairo - no se equivocan cuando afirman que, para millones de jóvenes creyentes en todo el mundo, el califato no es una mera entidad política sino, fundamentalmente, un "Vehículo de Salvación". Y ahí radica su poder de seducción.


ISIS PACTA CON ISA

Presunto descendiente de la tribu del Profeta - quarish -, una condición indispensable para ser califa, Al-Baghdadi es plenamente consciente de los genocidios que implementa. Ha retrocedido al primer islam y reproduce al pie de la letra sus normas bélicas, sin cuidarse de garantizar su supervivencia, decidido a la inmolación, pues se considera un demiurgo del incipiente Fin del Mundo. Las señales comenzaron a producirse durante la ocupación estadounidense de Irak - "el sol que sale por donde se pone", según la prefecía: la ascensión del imperio norteamericano de Occidente -. Fue entonces, precisamente en 2006 - fecha de la creación del Daesh - cuando irrumpió en la república vecina, Irán, un oscuro ayatolá (el segundo título más alto dentro del clero chií. Los ayatolás son considerados expertos en ciencias islámicas como la jurisprudencia, la filosofía, el conocimiento iluminativo o la moral), Hossein Kazemenyi, que predicaba la separación entre política y religión, es decir, la apostasía suprema. Kazemenyi tenía una particularidad física que lo hacía merecedor de los títulos que debía portar el Anticristo coránico (Al-Dajjal): era tuerto. "Vosotros debéis saber que el Falso Profeta es tuerto - dicen los hadit - pero Alá no lo es". 

La segunda señal nos lleva a descodificar el nombre del (ex-) presidente de los Estados Unidos. Pocos saben que Barack, o Buraq, es un nombre islámico, que se traduce como "Rayo", el nombre del caballo de Mahoma. Según la escatología coránica, el siguiente paso lleva a la emergencia de un Madhi - Al-Baghdadi - y a la segunda venida de Cristo. En el islam, Cristo es conocido con el nombre de Isa, y se le considera un profeta. También él juega un papel decisivo en esta historia. Ya hemos apuntado que la batalla final se producirá en la ciudad siria de Dabiq. Casualmente, es el mismo nombre de la revista de propaganda que difunde las ideas de ISIS desde Londres en cinco idiomas y en alta definición. Ya no es noticia afirmar que, pese a su genealogía medieval, el Estado Islámico, se sirve de las más avanzadas tecnologías de la comunicación, configurando una suerte de cibercalifato paralelo, tanto más poderoso que el analógico. Lo sorprendente es que, según la profecía, su victoria dependerá de que Isa - Jesús - venza a Dajjal - Anticristo - erigiéndose, por su rango de profeta coránico, en el restaurador de un islam de justicia en el mundo.
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La revista Dabiq, editada en Londres


HACIA LA BATALLA FINAL

Por más visionarios que parezcan, ISIS no oculta sus planes. Los difunde de una manera explícita por Facebook y Youtube, a través de sus masacres en vivo y en directo. El pasado junio, apenas inaugurado el Ramadán que conmemoraba la creación del califato, fue cuando el yihadista francés Yassin Salhi decapitó a su jefe en la central gasística de Isére y se hizo un selfie junto a su cabeza cortada. Operaba dentro de la misma lógica macabra que sancionó la decapitación del estadounidense Peter Kassing un año atrás - ésta acompañada de un desafío al presidente Obama en inglés -, o el vídeo donde se quemaba vivo, prisionero dentro de una jaula, al piloto jordano Muath al-Kasasbeh.  

Si Jordania les declaró la guerra por cuenta de ese crimen, EE.UU. tarde o temprano tendrá que decidirse a una nueva ocupación terrestre en Irak. La proclamación de una Cruzada - en muchos de sus comunicados siguen llamando "cruzados" a los más de cinco mil asesores que el Pentágono mantiene en Baghdad -, seguida de una nueva Operación: Tormenta del Desierto, ayudaría a reclutar miles de nuevos yihadistas en todo el mundo. Desencadenar la Guerra Total es un deber esencial del califa, pero también un arma de doble filo, porque si es derrotado y pierde el territorio, éste dejará de ser un califato y la profecía quedará nuevamente postergada.  


EL CABALLO PÁLIDO

El fundamentalismo mesiánico de ISIS supone su mejor arma de destrucción masiva, pero también su talón de Aquiles. Por más que el credo sunita englobe a cerca del 90% de los musulmanes del mundo, repudiar al 10% restante equivale a condenar a muerte a doscientos millones de creyentes. No serán pocos los que se pregunten quién es el verdadero Anticristo y quién su Mahdi. Pues el mismo Profeta ha dicho: "su Paraíso será un Infierno, y su Infierno un Paraíso". (Le Sahîh de Muslim nº 5.222). Pero el Corán también valida un viejo mito bíblico según el cual "la emergencia de Gog y Magog devastará Oriente". Algo que corrobora Zacarías al recordarnos la simbología sísmico-política de Jerusalén: "el Eterno aparecerá y combatirá a las naciones. Sus pies se posarán sobre el Monte de los Olivos y éste se partirá por la mitad, cayendo una parte sobre Oriente y otra sobre Occidente." (Zac.14:3-4).

De toda esta historia para no dormir sólo nos cabe la certeza de que millares de musulmanes se han entregado a un escenario milenarista fundado en una teocracia expansiva y abocado a la dominación mundial por parte del islam. Si hemos entrado en los tiempos proféticos ya sólo nos queda por mencionar al cuarto caballo, el Caballo Pálido, cuyo jinete se llama Muerte "... y el Hades lo seguía." 

"Dios me ha enviado con una espada para preparar la Hora del Juicio", dice Mahoma en el Corán. La espada ha sido desenvainada, los caballos galopan desbocados, hasta la Biblia contempla el ascenso del islam durante la Edad de las Tinieblas. Todos tenemos la sensación de que se multiplican los signos de una cuenta atrás. Por más que este panorama apocalíptico nos parezca delirante, Occidente no debería permitirse ignorarlo por más tiempo. El choque de civilizaciones vaticinado puede derivar en el fin de la civilización tal y como la conocemos. Quizá en el estricto Fin del Mundo.

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