Anubis no es el dios de la muerte, aunque está cerca. Sin embargo, ese título le corresponde a Osiris. El dios que nos ocupa es, a grandes rasgos, la divinidad del tránsito. Anubis era el guardián y maestro de las necrópolis, además de patrón de los embalsamadores. Se le representaba como un gran cánido negro tendido sobre su estómago, o como un hombre con cabeza de chacal. De hecho su nombre original, Inpu, significa "chacal". Es interesante observar que los chacales, una especie abundante en África, son animales omnívoros pero también pueden ser carroñeros de ser necesario. De hecho, se ha dicho que la asociación del chacal a Anubis es por la costumbre de aquellos de desenterrar las tumbas cuando tienen hambre. Imaginemos el problema si a Anubis le entra el hambre cuando está embalsamando a un difunto...
Estoy bromeando. En realidad, el motivo por el que se decidió encarnar a Anubis en un chacal es seguramente porque la mayor actividad de estos animales ocurre durante el crepúsculo. De acuerdo a las tradiciones espirituales de buena parte del mundo, es en este momento del día (junto con el amanecer) que el tránsito entre este mundo y el Más Allá es más fácil. Y es que, como hemos dicho, aparte de ser el guardián de las sepulturas, Anubis era el encargado de guiar a los muertos al Más Allá. Es decir, es un dios psicopompo, o transportador de almas. Los dioses psicopompos han sido fundamentales en todas las religiones, más aún en Egipto, donde toda la cosmovisión está destinada al momento de la muerte y el tránsito al Más Allá. El dios Anubis era quien preparaba al difunto para su viaje y quien, además, realizaba el Juicio.
A pesar de que este momento se conoce como "Juicio de Osiris", en realidad eran varias las divinidades que tomaban parte en él. Y el primero era, por supuesto, Anubis. Después de la muerte de una persona, su cuerpo será momificado por el dios chacal. ¿Por qué? Los egipcios llamaban al cuerpo dyet, y para ellos era inerte, un simple trozo de materia. Sin embargo, servía de soporte físico para los demás elementos que componen al hombre, por lo que debía ser momificado para asegurar su incorruptibilidad. De esa manera se garantizaba que continuase existiendo, incluso después de la muerte. Tras la momificación y en un territorio conocido como la Duat, Anubis imponía sus manos a los difuntos para quitarles mágicamente el corazón (ib), considerado la sede de los pensamientos y las emociones. Acompañado de la encarnación espiritual del difunto, tal vez el denominado sahu (no he encontrado referencias claras para esto), Anubis colocaba el corazón del difunto en uno de los platillos de una balanza. En el otro platillo, situaba la pluma de Maat, la diosa primigenia de la Verdad y Justicia Universal. Entonces, un jurado compuesto por dioses formulaba preguntas al espíritu del difunto acerca de su conducta pasada, y dependiendo de las respuestas el corazón aumentaba o disminuía de peso. Thot, el dios de la sabiduría, la música, la magia, el tiempo y la escritura; anota los resultados como escriba y se los entrega a Osiris, que sentado en su trono está acompañado de Maat y de su esposa Isis.
Al final del juicio, Osiris dictaba sentencia. Si era positiva, el Ka (fuerza vital) y el Ba (fuerza anímica) podían ir a encontrarse con la momia, formar el Aj (el "ser benéfico") y vivir eternamente en los campos de Aaru (el Paraíso de la mitología egipcia). Por el contrario, si el veredicto era negativo, su Ib era arrojado a Ammyt, "la devoradora de los muertos" (una deidad con cabeza de cocodrilo, torso y melena de león y abdomen y piernas de hipopótamo), que acababa con él. Esto se denominaba "la segunda muerte" y suponía para el difunto el fin de su condición de inmortal, esa persona dejaba de existir para la historia de Egipto. Por eso, para los egipcios, no había nada en el universo más terrorífico que Ammyt.
Pero regresemos al papel fundamental de Anubis en todo esto: el dios psicopompo. Él es quien va a recoger las almas de los difuntos para llevarlas ante Osiris y realizar el Juicio. Esta idea de un dios psicopompo, viajero entre los mundos de la vida y la muerte, será una constante a lo largo de toda la historia mítica. El "guía del submundo" encuentra su eco incluso en tradiciones literarias modernas, como puede ser el personaje de El Gato de Cheshire en Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll; o el gato negro de Coraline, escrito por Neil Gaiman. En la tradición grecolatina, el dios portador de las almas será Hermes/Mercurio. Esta misma idea de divinidad psicopompa y un Juicio pasará como un calco a la Europa medieval, donde podemos encontrar a San Miguel Arcángel pesando las almas para decidir sin van al Cielo o al Infierno. En caso de que no superen la prueba del ente alado, las almas serán enviadas a las fauces de un nuevo Ammyt, que recibió el nombre de Leviatán, la criatura bíblica que aparece en el Libro de Job.
El dios Hermes en Grecia y Mercurio en Roma será quien acompañe a las almas de los difuntos al Hades, para que vivan también el Juicio correspondiente. En este caso, en lugar de Osiris, los jueces serán tres: Minos, Radamantis y Éaco. Uno juzgaba a los occidentales, otro a los orientales y el legendario rey de Creta sería el encargado de formular el veredicto final
El arcángel Miguel cumplirá en la tradición cristiana el mismo papel que Anubis o Hermes en las tradiciones egipcia y griega. El pesaje de almas será un momento fundamental en la teología medieval, y el mismo demonio intentará que la balanza se incline a su favor... Debajo, el demonio-monstruo Leviatán. Sus fauces se identificaban con la puerta de acceso al Infierno y a la condena eterna
Tanto el Gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas como El Gato de Coraline son guías del submundo, del inconsciente. Son los guardianes de la entrada al Inframundo, así como seres psicopompos, que guían a Alicia y a Coraline, respectivamente, y les indican el camino
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