miércoles, 28 de noviembre de 2018

150. El Jardín de las Delicias según Javier Sierra

Con motivo del II Centenario del Museo del Prado en 2019,
el escritor y ganador del Premio Planeta 2017, Javier Sierra,
ha escrito una columna en el periódico El Mundo aportando una
posible interpretación para "El Jardín de las Delicias" de El Bosco,
que ya apareció en su libro El Maestro del Prado

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"¿Qué clase de consuelo buscó Felipe II, en septiembre de 1598, cuando pidió a sus ayudantes de cámara que le llevaran al dormitorio este extraño tríptico? Sus aposentos en El Escorial no eran mucho mayores que una celda, y aquellas tablas de 2,20 m. de altura debieron desbordarla. El rey había elegido este cuadro de la colección para su meditatio mortis. Sabía que le quedaba poco de vida. Y pensó que quizá las pinceladas de El Bosco le ayudarían a salvar su alma. Todo es misterio alrededor de esta obra. Incluso su título. Hoy la conocemos como "El Jardín de las Delicias", en otro tiempo lo fue como "Pintura de la variedad del mundo, que llaman del Madroño" e incluso como "El Reino Milenario". Esta última acepción podría esconder la clave para su interpretación. En plena II Guerra Mundial Wilhelm Fraenger, estudioso alemán perseguido por los nazis, encontró en las profecías de un místico calabrés del siglo XII la posible fuente de inspiración de El Bosco. Según él, fueron las visiones de Joaquín de Fiore las que motivaron al artista de Hertogenbosch (Países Bajos). De Fiore, durante un éxtasis en el monte Tabor, comprendió que la Historia de la Humanidad se dividía en tres etapas: el Reino del Padre - que la tabla de El Bosco representa en la grisalla que cierra el tríptico -, el del Hijo - que es el nuestro, lleno de pecado y sufrimiento, representados por la tabla derecha y la central - y el del Espíritu o Mileniario, un mundo perfecto que llegaría en 1260 y que nos traería a Jesús de vuelta a la Tierra para crear a un nuevo Adán y una nueva Eva (tabla de la izquierda). El jardín debe, pues, leerse de derecha a izquierda, como el hebreo, la lengua de Dios. Algo que la secta centroeuropea de los adamitas defendió incluso cuando la profecía de De Fiore había fracasado. En el fondo, tuvimos suerte. Sin esa fe, hoy no tendríamos esta maravilla en el Prado."  

La tesis de la profecía de Joaquín de Fiore para interpretar esta pieza de El Bosco que propone Javier Sierra me parece bastante acertada. Pero de igual modo, creo que simplifica en exceso la obra. Quizá el fondo, la intención sea plasmar las tres Edades del Hombre, pero sin duda no explica el por qué hacerlo de esta manera. Hay formas mucho más sencillas de plasmar las ideas de De Fiore en pintura, sin necesidad de recurrir a tantos artificios en una época en la que la pintura no era ningún lujo. El Bosco pintó todo lo que pintó (no sólo en "El Jardín de las Delicias") porque, creo, lo llevaba dentro y necesitaba sacarlo. En mi opinión, esta obra es una mezcla entre la profecía de De Fiore y las enseñanzas de la Devotio Moderna de la Hermandad de Nuestra Señora a la que pertenecía El Bosco. Los que me venís leyendo desde hace tiempo y los que habéis hecho conmigo la visita por el Museo del Prado ya conocéis mi versión de los hechos, así que no voy a decir más por aquí ya que ése es mi trabajo. Pero para mí, todos los símbolos que aparecen desperdigados por la pintura tienen un sentido y una finalidad muy concretos...  

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