Seguramente todos nuestro lectores han oído hablar del célebre alquimista Nicolás Flamel. Él mismo cuenta que una noche vio en sueños a un ángel que llevaba un libro en las manos, un libro de una antigüedad venerable y de apariencia magnífica. "Flamel - dijo el ángel -, mira este libro, del cual no entiendes, ni tú, ni muchos otros; pero un día llegarás a ver en él lo que nadie podría ver." Y mientras Flamel tendía la mano para recibir el don precioso que se le ofrecía, el ángel y el libro desaparecieron en una nube de oro.
Parecía que el ángel había olvidado su promesa, cuando, mucho más tarde, cierto día del año 1357, Flamel compró a un desconocido un libro antiguo, que enseguida reconoció como el libro de su sueño. En su obra lo describe con detalle; no era un libro como los demás, estaba hecho con cortezas de árbol. En el primer folio aparecía escrito en grandes letras mayúsculas el nombre del autor: Abraham el judío, príncipe, levita, astrólogo y filósofo.
Una vez en posesión de este libro tan precioso, Flamel pasó días y noches estudiándolo, pero no podía entenderlo de ninguna manera. Decidió, pues, ir en peregrinaje a Santiago de Compostela con el fin de obtener el favor de descubrir, en las sinagogas de España, a algún docto judío capaz de proporcionarle la verdadera interpretación de las misteriosas figuras del libro de Abraham.
Habiendo obtenido la protección de Santiago, en el viaje de vuelta Flamel encontró, en la ciudad de León, a un médico judío llamado maese Cánchez, cabalista consumado y muy sabio en sublimes ciencias. Maese Cánchez le explicó todos los emblemas del libro de Abraham el Judío, que conocía bien, puesto que se trataba de la obra perdida de uno de los príncipes de la cábala. Después de la muerte de maese Cánchez, y gracias a él, Flamel, de vuelta en París, pudo al fin realizar la Gran Obra. ¿Cuál es este misterioso libro que le permitió hallar el secreto del magisterio de los sabios?
Un comentario respecto a un versículo del Génesis que se halla en el Zohar, parece contestar a esta pregunta. El versículo dice lo siguiente: "Éste es el libro de las generaciones de Adán en el día en que Elohim lo creó; Elohim lo hizo a su imagen." (Génesis 5:1-2). En dicho comentario, se empieza diciendo que este libro está relacionado con la imagen de Adán. En él está grabado el misterio de la sabiduría y está explicado el nombre sagrado. En el Libro de los Proverbios se dice lo siguiente referente a este nombre: "El nombre de Adonai es una fuerte torre; el justo se refugia en ella y allí se encuentra protegido." (18,10). Es el libro de la regeneración del hombre y el secreto que Elohim reveló a Adán.
También se explica en el Zohar que Dios había entregado este libro a Adán en el jardín del Edén por medio del ángel Raziel. Mientras Adán permaneció en el Edén, lo conservó y lo estudió con mucha atención y devoción. Pero, cuando fue expulsado del jardín, el libro voló y desapareció.
El hombre, desesperado, lo pidió otra vez (tal es el objeto de la búsqueda del hombre en este mundo), y, ante su insistencia, Dios permitió finalmente que el ángel Rafael se lo devolviera. Adán se puso de nuevo a leer el libro, y lo transmitió a su hijo Set, quien lo transmitió a la posteridad. Es así como el libro de la generación llegó a Abraham, quien supo, al igual que Enoc, penetrar en la gloria de Dios.
Vemos pues que, gracias al libro recibido del cielo, Adán, Abraham o Nicolás Flamel lograron la obra de la regeneración. En el Zohar se continúa diciendo lo siguiente con respecto a dicho libro, que es precisamente el libro de las generaciones de Adán:
"Éste es el libro de las generaciones de Adán en el día que Elohim creó a Adán; Elohim lo hizo a su imagen macho y hembra. Él los creó y los bendijo, y los llamó con el nombre de Adán cuando los creó" (Génesis 5:1-2). Rabí Simeón dijo: "Estos dos versículos descubren grandes misterios: "Macho y hembra Él los creó": esto nos enseña que el conocimiento de la Gloria suprema es el secreto de la fe. De este secreto (es decir, del hombre y de la mujer supremos llamados cielo y tierra), el hombre fue creado."
Este secreto de la creación del hombre parece consistir, según el Zohar, en la unión de dos entes llamados "macho" (ich) y "hembra" (ichach). Estos dos unidos constituyen el Adán. Se trata del Adán primero y también del hombre regenerado, después de haber sufrido el destierro del Paraíso a consecuencia de la transgresión; esto es lo que indica el Zohar, puesto que, tal y como hemos visto, el libro desapareció de las manos del hombre exiliado; sin embargo, llegó a conseguirlo de nuevo gracias a su insistencia al pedirlo.
Y, ¿por qué estos dos entes son llamados "macho y hembra"? Porque siempre buscan unirse por el amor. En el Zohar se explica que estos dos, que en su unión participan en la generación del hombre perfecto, no son diferentes de la tierra y el cielo. Vamos a ver todo el interés de este comentario, que aclara el sentido del texto bíblico, porque relaciona la narración de la creación del mundo, del capítulo primero del Génesis, con la creación del hombre:
"Observa que este secreto designa cielo y tierra, y el Adán fue creado. En cuanto a la creación del cielo y de la tierra, el texto bíblico dice: "Éstas son las generaciones del cielo y de la tierra cuando fueron creados" (Génesis 2:9). En cuanto a Adán, leemos: "Éste es el libro de las generaciones de Adán en el día en que fue creado." (Génesis 5:1-2). En verdad, los dos son equivalentes, significan lo mismo, pues fueron creados en un solo secreto."
En el Zohar se enseña claramente que la creación del cielo y de la tierra se corresponde con la creación de Adán, "macho y hembra", y no es distinta de ella, y este libro de la generación de Adán es también el libro de la generación del cielo y la tierra. Es lo mismo.
Este libro misterioso de Adán, de Set, de Abraham, de Nicolás Flamel y de muchos otros sabios, es el cielo y la tierra y el secreto de su reunión. Los hebreos enseñan que el efecto de la caída del hombre fue precisamente la separación del cielo y de la tierra, o de Adán y Eva. No hay regeneración mientras permanezcan separados. El comentario del Zohar termina así:
"Por esto se comprende que toda forma, donde no se encuentran el macho y la hembra (entendamos cielo y tierra), no es conforme a la Figura suprema (...). En todo lugar donde el macho y la hembra no se encuentren unidos, el Santo-bendito-sea no establece su morada en él y las bendiciones no se hallan sino en el lugar en que se encuentran macho y hembra. Es lo que está escrito: "Y Elohim los bendijo y los llamó con el nombre de Adán en el día en que los creó." (Génesis 5:2). Observa que el texto no dice: "Lo bendijo y lo llamó con el nombre de Adán" (esto para enseñarte) que incluso el (nombre) de Adán no es nada, mientras que el macho y la hembra (la tierra y el cielo) no estén unidos."
No hay bendición sin unión del cielo con la tierra. Sabemos que el símbolo ritual de bendición es el signo de la cruz. "El libro donde Dios ha escrito su secreto es el cielo y la tierra. Por esto el hombre santo y sabio estudia la ciencia del Señor en la Paz del jardín del Edén"; esta frase, extraída de El Mensaje Reencontrado, confirma exactamente la enseñanza del Zohar. Adán estudia y lee el libro del cielo y la tierra en el jardín del Edén. Y, ¿qué es lo que está escrito en este libro? El secreto del Nombre sagrado. Este secreto es la ciencia de las generaciones del mundo o el hombre perfecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario