miércoles, 25 de octubre de 2017

95. La Masonería (III Centenario). Primera parte

Me sorprende no haber tratado aún un tema que despierta tantos interrogantes
incluso a día de hoy. Por eso, habiendo caído la semana pasada en que en este 2017
se cumplen 300 años del nacimiento de la llamada "masonería especulativa",
he decidido hacer de esta entrada una brevísima introducción a la masonería como 
organización iniciática propiamente occidental

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Desde hace 300 años los masones vienen llamándose a sí mismos "hijos de la Acacia", porque este árbol, al tener hoja perenne, ha sido considerado por varias culturas un símbolo de inmortalidad. En este sentido fue un verdadero acontecimiento el que en 1717, en Londres, una asociación civil asumiera como finalidad la mera reunión fraternal de personas de toda religión, raza o clase social (eso sí, sólo hombres) y que, convencidos de la existencia de Dios, acordaran debatir sobre todo tipo de asuntos relacionados con el mundo del pensamiento, el arte, la filosofía y, en fin, la cultura; con prohibición expresa de tratar asuntos políticos o religiosos. No obstante, si esta hubiese sido la finalidad última de la masonería, seguramente hubiera acabado por encontrar una acogida favorable en todos los países. Entonces, ¿por qué fue prohibida en numerosas naciones? ¿Por qué fue y sigue siendo condenada por diversas confesiones religiosas, tanto cristianas como musulmanas y judías? ¿Fue acaso por su juramento de secreto? ¿Tal vez por conspirar contra el Trono y el Altar con la oculta finalidad de establecer una República Universal al servicio de la franc-masonería? ¿Qué hay de cierto en las acusaciones que se dirigen contra ella? 

Juramento del neófito publicado en Assemblée des Francs-Masons 
pour la Réception des Apprentifs, de Léonard Gabanon (c. 1740) 

Rito de elevación al grado de maestro masón. El maestro Hiram es acostado en el centro de la logia, la cara cubierta con un paño de lino negro, mientras los otros compañeros esperan tumbados su turno para ser regenerados (litografía de la segunda mitad del siglo XVIII)

Decoración de la logia en el grado 30º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado 
(acuarela c. 1820, conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid)

Dado que durante el siglo XVIII y XIX fueron masones la mayoría de los monarcas de Europa y buena parte de la nobleza titulada que ocupaba los más altos cargos políticos, ¿cómo imaginar que tales monarcas, como jefes de Estado en sus respectivos territorios, pudieran participar en una revolución que buscaba destronarles? Igualmente, a la vista de cientos de sacerdotes católicos masones, muchos de ellos cardenales y obispos (entre ellos el sacerdote Jean Marie Gallot de Laval, guillotinado en 1794 por negarse a jurar la constitución civil del clero y luego beatificado por el papa Pío XII en 1955), es un error acusar a la masonería de conspirar contra la Iglesia Católica. ¿Qué sentido tendría que los obispos masones se prevalieran de su posición en la diócesis para conspirar contra la Iglesia, es decir, contra ellos mismos? 

Para muchos, la masonería fue una sociedad secreta al servicio de organizaciones republicanas, izquierdistas y anticlericales. No obstante, la presencia de nobles en las logias, con su perfil conservador, monárquico y católico, plantea una inquietante paradoja. Pero, por otra parte, quienes consideran que la masonería fue una organización conservadora, se encuentran con la paradoja de que hayan militado en sus filas famosos anarquistas y socialistas. Y quienes la tachan de atea, agnóstica o anticlerical, la existencia de cardenales y obispos con mandil constituye una prueba definitiva de la imprecisión de sus juicios. 

En rigor, más que una sociedad secreta, fue una sociedad con secretos, con el mismo derecho a ellos que el que asiste a sacerdotes, periodistas, psicólogos, abogados o empresarios (secreto de confesión, secreto profesional, acuerdos de confidencialidad, patentes, etc.) 

Entonces, la gran pregunta: ¿había algo en el secreto masónico que justificara las prevenciones de los Estados y de la propia Iglesia Católica contra la masonería? La última parte de estas periódicas entradas dedicadas a la masonería darán al lector, confío, la respuesta.

miércoles, 18 de octubre de 2017

94. Judío. Hebreo. Semita

¿Existe alguna diferencia entre estos términos, por sutil que sea,
o podemos usarlos de forma indiscriminada como sinónimos? Esta
pregunta surgió la semana pasada, cuando estaba hablando con unos
amigos sobre mi trabajo. Les dije que hacía unos meses había tenido que
enseñarles el Museo Reina Sofía a un grupo de hebreos, y uno de mis amigos
preguntó: "¿Y no te dijeron de dónde eran? Qué maleducados. Yo no voy por ahí
presentándome como cristiano". Esto me hizo dudar, sobre si realmente entendemos
cada uno de los conceptos. Por eso, esta semana en EL ARCA vamos a aclarar
cuándo podemos utilizar cada uno, y qué significan. Un ejercicio de etimología.

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En primer lugar, ¿qué diferencia fundamental existe entre los tres términos? El grupo minoritario, por así decirlo, dentro del campo semántico que nos ocupa, es el de los judíos. Se denominan así aquellas personas que siguen la religión denominada judaísmo. Esto quiere decir que no todos los judíos son hebreos, pero todos los hebreos son semitas. Para entender esto, nada mejor que establecer una analogía con aquellos que nosotros llamamos "celtas". Los celtas son un conjunto de pueblos: celtíberos, galos, helvecios y britanos. Del mismo modo, los semitas son los pobladores de Aram, Asiria, Babilonia, Canaán y Fenicia (es decir, Israel, Palestina, Siria... toda la zona de Oriente Próximo, la Península Arábiga y Asia Menor). El término "semita" hace referencia a aquellas personas cuya lengua materna es una lengua semítica, es decir, originaria del Próximo y Medio Oriente. Este término carece de toda base étnica, y al igual que sucedió con el término "ario", durante el siglo XIX cambió su sentido lingüístico original por uno nuevo, pseudocientífico y racista. Por suerte, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el segundo sentido ha quedado en desuso (aunque hay quien, lamentablemente, sigue utilizándolo). El que se llamen "semitas" hace referencia a los pueblos citados en la Biblia considerados descendientes de Sem, segundo hijo de Noé. Jafet fue el hijo primogénito (Génesis 10:21) y Cam el menor (Génesis 9:24). En este Libro del Génesis, que como sabéis es el primero de la Biblia, se narra el mito del Diluvio universal y se presenta la llamada "tabla de las naciones", en la cual se hace referencia a la genealogía de los semitas. También se narra la historia de la embriaguez de Noé y de la relación con sus tres hijos, concretamente sus reacciones al encontrar a su padre desnudo y ebrio.

Noé se dedicó a cultivar la tierra, y plantó una viña.
Un día, bebió vino y se embriagó, quedándose desnudo dentro de su carpa.
Cam, el padre de Canaán, vio a su padre desnudo y fue a contárselo a sus hermanos,
que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, se lo echaron
sobre los hombros, y caminando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre.
Como miraban en dirección opuesta, no lo vieron desnudo.
Cuando Noé despertó de su borrachera y se enteró de lo que su hijo menor
le había hecho, declaró: "¡Maldito sea Canaán! Será de sus dos hermanos
el más bajo de sus esclavos."  Y agregó: "¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem!
¡Que Canaán sea su esclavo! ¡Que Dios extienda el territorio de Jafet! ¡Que habite
Jafet en los campamentos de Sem, y que Canaán sea su esclavo!" 

 
"La embriaguez de Noé", de Giovanni Bellini (1515). Museo de Bellas Artes de Besançon, Francia. En el centro el hijo menor, Cam, se ríe de la desnudez de su padre. Mientras, a los lados, Sem y Jafet cubren a su progenitor con un manto mientras apartan respetuosamente la mirada. Estas actitudes tan diferentes es lo que lleva a Noé a bendecir a Jafet y a Sem y a maldecir a Cam

Queda por tanto aclarado quiénes son los semitas (descendientes de Sem) y por qué se denominan así. El siguiente subconjunto, por lo tanto, son los hebreos. Veamos, ya hemos dicho que todos los hebreos son semitas, ya que esa es la designación que recibe el antiguo pueblo semita del Levante Mediterráneo (Próximo Oriente) establecidos en el 616 a.C. Son los antecesores de los israelitas y del pueblo judío. La fuente tradicional de referencia para los hebreos es la Torá, un texto que contiene la ley y el patrimonio identitario de este pueblo, además de constituir la base y el fundamento del judaísmo. Torá es el término hebreo utilizado para designar lo que los griegos llamaron Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia (a saber: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio). Por otra parte y en un sentido más amplio, cuando la Torá implica todos los libros de la Biblia hebrea (24), se denomina Tanaj. Este término es en realidad un acrónimo de tres consonantes, puesto que T-a-N-a-J son las iniciales de los términos hebreos que designan las tres secciones que conforman la Biblia hebrea: T de Torá (Pentateuco), N de Nevi'im (Profetas) y J de J(K)etuvim (Escritos). Pero, ¿por qué les llamamos hebreos? Bueno, según estos textos, los hebreos constituyen el primer colectivo monoteísta, descendiente de los patriarcas postdiluvianos Abraham, Isaac y Jacob. Eran originarios de Mesopotamia. Eran nómadas, vivían en tiendas y llevaban manadas de cabras y ovejas utilizando asnos, mulas o camellos como portadores. El término "hebreo" proviene del acadio y significa "paria". Sin embargo, con el cambio de nombre del tercer patriacra, Jacob, por Israel, sus descendientes pasarían a llamarse "pueblo de Israel" o israelitas. Se dice que el término "hebreo" fue la manera de designar a este pueblo que abandonó Mesopotamia y se estableció cerca de la ciudad de Hebrón, en la antigua Canaán.

  
"La lucha entre Jacob y el ángel" en un grabado de Gustave Doré (1855). Cuenta la historia que cuando Jacob estaba regresando a Canaán se le apareció una figura que quiso luchar contra él. Los exégetas lo han interpretado como un ángel, un hombre o incluso un dios. La batalla duró toda la noche, sin que hubiese un claro vencedor. Al alba, el ente tocó en el muslo a Jacob, que quedó descoyuntado. Sin embargo, Jacob se negó a dejar de luchar hasta obtener la bendición de su oponente. Al preguntar el ser por el nombre de Jacob y al responderle éste, dijo el primero: "Ya no será más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido". Y es que "Israel" significa "lucha con Dios". El ángel no dijo su nombre, aunque Jacob se lo preguntó. En honor a este encuentro, Jacob bautizó el lugar donde se había desarrollado la lucha como Peniel, "el rostro de Dios"


Habiendo dejando claro por qué hablamos de semitas y de hebreos, es hora de establecer la distinción de los judíos. Éstos son, como ya hemos dicho, aquellos que siguen el judaísmo. Es, por tanto, un término referente a la religión. Sin embargo, para ellos la religión y la política van de la mano, por lo que el "pueblo judío" es un grupo descendiente de los hebreos y antiguos israelitas del Próximo Oriente. La religión constituye un aspecto de pertenencia al pueblo judío, sí, pero también las tradiciones, prácticas culturales, sociales y lingüísticas. Aunque, si bien pueden presentar características comunes (por ejemplo el idioma o las creencias), no se puede hablar en ningún caso de un grupo étnico homogéneo. Es por eso que la definición precisa de "judío" es controvertida y depende mucho del énfasis que se ponga en la observancia religiosa o en la identidad secular. Sin embargo, el término "judío" (en hebreo Yehudi) procede de Judá (en hebreo Yehudá, el cuarto hijo del patriarca bíblico Jacob). De hecho, Judá y sus once hermanos fueron los fundadores de las famosas Doce Tribus de Israel (recordemos que Israel fue el nuevo nombre de Jacob). Territorialmente, Judá se estableció en una tierra que recibió su nombre, lo que hoy llamamos Judea. En el siglo IX a.C. había dos reinos hebreos: el norteño de Israel y el sureño de Judá. En un momento anterior, en torno al siglo X a.C., ambos reinos habían permanecido unidos bajo el mando de los reyes Saúl, David y Salomón (siempre, por supuesto, según la tradición bíblica). A pesar de que sólo se hablaba de "judíos" para referirse a los habitantes del Reino de Judá, el término fue ampliándose hasta abarcar a todos aquellos que habían emigrado desde allí hasta otras regiones e incluso aplicado luego a sus descendientes. 

Los judíos han sufrido una larga historia de persecución a lo largo de la historia y su población ha ido variando a lo largo de los siglos. Según los datos de Berman Jewish DataBank, en 2015 la población judía alcanzaba los 14,3 millones. Representan alrededor del 0,2% de la población mundial, y la mayoría de ellos residen en Estados Unidos. Según investigaciones llevadas a cabo por la Universidad Hebrea de Jerusalén, el 96% de los judíos que residen fuera de Israel tiende a concentrarse en diez países: 1º Israel, 2º Estados Unidos, 3º Francia, 4º Canadá, 5º Reino Unido, 6º Rusia, 7º Argentina, 8º Alemania, 9º Australia, 10º Brasil. 

Mapa de los dos reinos hebreos en torno al 830 a.C.




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1ª fila: Judas Macabeo - Flavio Josefo - Akiva ben Iosef - Maimónides
2ª fila: Baruch Spinoza - Sigmund Freud - Sholem Aleijem - Albert Einstein
3ª fila: Emmy Noether - David ben Gurión - Marc Chagall - Natalie Portman


En definitiva, y ya para finalizar esta entrada, no es lo mismo que utilicemos un término que otro... aunque tampoco es fácil saber cuál debemos utilizar en cada caso. Por eso, y a modo de conclusión y resumen de todo lo anterior, a continuación os dejo esta lista que sirva para, confío, establecer las diferencias pertinentes.

- Semita. El término "semita" se refiere a los descendientes de Sem, el hijo mediano de Noé. Esto incluye a los hebreos y a los árabes. Por ello, Gustavo Perednik, escritor y filósofo argentino-israelí, ha insistido en su obra en que el término "antisemitismo" es incorrecto y debería ser reemplazado por el más apropiado "judeofobia", ya acuñado por León Pinsker en 1882. Los judíos no son necesariamente ni israelíes, ni hebreos, ni semitas, si son conversos; pero si son judíos por nacimiento (sólo si su madre lo era) seguramente tengan ancestros que fueron hebreos y semitas, y aunque no hayan nacido en el actual Estado de Israel, quizá hayan pertenecido al antiguo pueblo de Israel que fue dispersado por el mundo cuando los romanos destruyeron Jerusalén en el año 70 d.C. bajo las órdenes de Tito, el hijo mayor de Vespasiano.

- Hebreo. Los hebreos (del latín hebraeus, éste del hebreo ´ibri y éste quizá del acadio hapiru(m), "paria") fueron un antiguo pueblo semita del Próximo Oriente, ancestro de los israelitas y judíos. Según la Biblia y las tradiciones hebraicas, los hebreos son originarios de Mesopotamia, concretamente de Ur, en Caldea. Eran nómadas, vivían en tiendas y llevaban manadas de cabras y ovejas utilizando asnos, mulas y camellos como portadores. Una crisis económica pudo impulsar a Terah, padre de Abraham, a dejar la ciudad para trasladarse a la de Harrán, en el Alto Éufrates. De allí, algunos de ellos emigran hasta Canaán, la Tierra Prometida por Dios, según la Biblia, a los descendientes del pactriarca Abraham (c. 1750 a.C.)

- Israelita. En la Antigüedad, se llamó "israelita" al pueblo que se formó de la descendencia de Israel/Jacob, puesto que de sus 12 hijos nació el pueblo de Israel.

- Israelí. Es el término que define la nacionalidad de todos aquellos individuos nacidos en el moderno Estado de Israel o que son ciudadanos del mismo. Por lo tanto, un individuo judío nacido en México no puede ser israelí ya que su nacionalidad es mexicana. Así pues, siendo "israelí" un concepto que define la nacionalidad, se puede hablar de israelíes musulmanes, judíos, cristianos, budistas...

- Judío. Es todo aquel que profesa el judaísmo, haya nacido o no en Israel. El pueblo judío es un grupo étnico descendiente de los antiguos israelitas de Oriente Próximo. La religión constituye, por tanto, un aspecto de la pertenencia étnica al pueblo judío, así como también prácticas culturales, sociales, lingüísticas, etc. Pero la definición precisa de judío es controvertida y puede variar, dependiendo de que se haga más énfasis en la observancia religiosa o en la vida seglar. De acuerdo con la legislación judía, judío es aquel que: a) es hijo de madre judía (ley ésta derivada de la interpretación del pasaje del Deuteronomio 7:3-4) o b) aquella persona que se convierte formalmente al judaísmo bajo la supervisión de un reconocido Bet Din (corte judía o tribunal rabínico) presidida por tres dayanim (jueces). Este proceso de conversión está desarrollado en textos legales judíos, como por ejemplo el Talmud. 


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miércoles, 11 de octubre de 2017

93. El emblema de los asesinos en "Origen", de Dan Brown

A pesar de que digo "los asesinos", de momento sólo es uno el que ha matado. Otro tiene toda la pinta de ir a hacerlo. Me explico: la semana pasada recibí por fin en mi casa la nueva novela de Dan Brown que llevaba tanto tiempo esperando, Origen, la cual trata sobre las dos grandes preguntas de la Humanidad: ¿de dónde venimos? ¿A dónde vamos? Brown, en su ya característico estilo, ha querido una vez más sorprender a sus lectores con el conflicto entre ciencia y religión presente en esta novela, cuánto más tratándose de preguntas tan importantes. Porque la religión nace para dar respuesta a la segunda pregunta, explicando a su vez la primera. La ciencia, por su parte, aún se encuentra en un mar de dudas al respecto. Pero, ¿qué ocurriría si no fuese así? ¿Y si llegase el momento histórico en el que la ciencia pudiese dar respuesta, de manera concisa, demostrable y categórica, a ambas preguntas?


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Origen, de Dan Brown. Ya disponible en librerías

Esta es la premisa de la que parte la novela. Debo decir que aún no me la he leído entera, por lo que esta entrada no va a contener spoilers (al menos posteriores a la página 62). La historia comienza como sigue: Edmond Kirsch, brillante ex-alumno de Robert Langdon, joven multimillonario, inventor de tecnología de vanguardia y "profeta" de la ciencia parece haber dado con la respuesta a esas preguntas. Y va a hacer público su anuncio en el Museo Guggenheim de Bilbao, un anuncio "que cambiará la faz de la ciencia para siempre". Sin embargo, antes de este acontecimiento en el museo bilbaíno, Kirsch se ha reunido en secreto con tres representantes de las tres religiones monoteístas del mundo: un obispo, un rabino y un mulá. Los tres eruditos al principio tratan con condescendencia al científico, pero le reciben en uno de los lugares más "discretos" del mundo: la biblioteca del Monasterio de Montserrat, en Cataluña. Los religiosos dudan de que el anuncio de Kirsch vaya realmente a sacudir los cimientos de la fe mundial. Sin embargo, Kirsch tiene un pensamiento distinto: "este descubrimiento no va a sacudir sus cimientos. Va a destruirlos".

Interesante, ¿verdad? Pues cuánto más lo será cuando uno de los tres religiosos, concretamente el mulá, es asesinado en el desierto unos días después de esa reunión, por un español. Y mientras escribo estas líneas, en la novela un oficial de la Armada española ha entrado en el Guggenheim con intenciones, me da, similares. Lo que une a estos dos hombres, aparte de la nacionalidad, y lo que me lleva a escribir esta entrada, es el tatuaje que ambos llevan en la palma de la mano. Se me ha escapado un grito ahogado al verlo.

   

Quizá para la mayoría de mis lectores, esto no signifique nada. Pero quizá para otros sí. Se trata de un símbolo derivado del Crismón, que fue utilizado a partir del siglo IV. Sin embargo, la popularización y difusión de este símbolo, en España concretamente, se dio hacia el siglo XIV. El símbolo se denomina "vítor", y fue adoptado en esta época por algunas universidades españolas, sobre todo las de Alcalá de Henares, Sevilla, Salamanca y las de Indias. Se trataba de un emblema conmemorativo de aquellos que obtenían el título de doctor, realizado sobre los muros con pintura negra o roja. Algunos se conservan aún hoy.   

Lo que me ha llamado en realidad la atención y demuestra que Dan Brown se ha empapado bien de la simbología de España mientras escribía Origen es que este símbolo fue utilizado en el llamado Desfile de la Victoria del 19 de mayo de 1939 tras la Guerra Civil Española. Posteriormente, y durante toda la dictadura franquista, el "vítor" se utilizó como emblema personal del propio Francisco Franco. Se trata, por tanto, del más personal símbolo franquista. Y me sorprende que Dan Brown haya profundizado tanto en esta simbología, ya que tal emblema no es precisamente de los más conocidos.

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El hecho de que el "vítor" fuese utilizado como emblema del dictador llevó a varias universidades españolas, no acordes con el régimen, a eliminar el símbolo de sus fachadas. No así en Latinoamérica, donde en su mayoría pervivió hasta hoy, como muestra la fotografía

El caso es que en Origen, tanto el hombre que ha asesinado al mulá como el que acaba de entrar en el museo llevan este símbolo en la palma de la mano. Y el segundo es presentado como un fervoroso católico. Desconozco si Dan Brown se ha metido tan de lleno en el franquismo y en aquellos que sobrevivieron al Régimen para convertirles en los antagonistas de la nueva novela. De ser así, su nueva obra volverá a levantar ampollas, esta vez en nuestro país. Pero aún no lo sé porque hasta aquí conozco. Simplemente quería compartir con vosotros el significado de este símbolo, por si habéis empezado a leer la novela y lo habéis visto o si simplemente lo conocéis de las universidades o del franquismo.

Por cierto, habéis visto que lo denomino "vítor" aunque en el anagrama aparece una "C". En origen, el anagrama se realizaba (a modo de grafiti) con las letras V, I, T, O y R, dispuestas al capricho del pintor. Sin embargo, con el tiempo se añadaría la C, lo que en heráldica se denomina "un creciente". La tradición dice que este cambio se debió al agradecimiento que la Universidad de Salamanca (que fue la primera que lo utilizó) dirigió al Papa Benedicto XIII de Aviñón (el Papa Luna, 1394-1423 ) debido a los privilegios que este pontífice concedió a la Universidad. Así, esa "C" no sería una letra, sino una figura similar que aludiría al blasón del Papa Luna, así conocido por ser ése su apellido (su nombre seglar era Pedro Martínez de Luna).

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Blasón del Papa Luna expuesto en el castillo de Peñíscola, donde falleció

En resumen, el "vítor" representa "los vítores que se daban al sabio" o "los vítores clásicos de Salamanca", sin la "C". Sea como sea, el caso es que el símbolo se popularizó a partir del siglo XIV con esa "C" añadida, lo que le dio el nombre de "víctor". Sin embargo, parece que en 1857, por la ley Moyano, todas las universidades españolas (con excepción de la Central de Madrid, la actual Complutense) perdieron la facultad de otorgar el título de "doctor", por lo que también dejaron de pintarse los "vítores". No obstante, esta costumbre regresó en 1954, con la recuperación de los doctorados. Tristemente hoy en día este símbolo, en vez de representar el éxito intelectual y la sapiencia de un erudito doctorado, ha quedado anclado en el inconsciente colectivo español como un símbolo franquista. Es decir, le ha ocurrido lo mismo que a la esvástica: de ser un símbolo de buena fortuna y sabiduría, ha pasado a ser un símbolo de opresión y terror.

Para que mis lectores de otras partes del mundo (e incluso algunos de mi país) se hagan una idea del horror que representó este símbolo, y que aún representa para muchos españoles, sobre todo los de cierta edad; es preciso saber que este símbolo adornó muchos lugares de España durante buena parte del siglo XX y que era sinónimo de la ultraconservadora dictadura del general Francisco Franco, cuyo brutal régimen propugnaba el nacionalismo, el autoritarismo, el militarismo, el antiliberalismo y el nacionalcatolicismo. Esas seis letras, ordenadas, forman la palabra latina que define a la perfección la idea que Franco tenía de sí mismo: "Víctor". Cruel, violento e intransigente, Francisco Franco se hizo con el poder con la ayuda militar de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini. Mató a miles de oponentes antes de tomar el control de nuestro país en 1939 y proclamarse a sí mismo "Caudillo", el equivalente español del Führer alemán, que significa "guía". Durante la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura, aquellos que se atrevieron a oponerse a él desaparecieron en campos de concentración (donde se estima que fueron ejecutadas unas trescientas mil personas). Franco, que se consideraba el defensor de la "España católica" (un ideal romántico heredado de una falsa idea sobre la herencia de los Reyes Católicos) y enemigo del comunismo impío, ostentaba una mentalidad marcadamente machista que excluía de forma oficial a las mujeres de cualquier posición de poder en la sociedad y apenas les daba derechos judiciales, académicos o bancarios, además de impedirles incluso el derecho de abandonar a un marido abusivo. Prohibió todo matrimonio que no se celebrara de acuerdo con la doctrina católica y, entre otras restricciones, declaró ilegales el divorcio, los métodos anticonceptivos, el aborto y la homosexualidad. Afortunadamente, hoy en día todo ha cambiado. Aún así, a menudo sorprende la rapidez con la que España ha olvidado uno de los episodios más oscuros de nuestra historia. El "pacto de olvido" español (un acuerdo político nacional para "dejar atrás" todo aquello que tuvo lugar bajo el vil mando de Franco) ha supuesto que a los niños se nos enseñase en la escuela muy poco sobre el dictador. Varias encuestas llevadas a cabo recientemente en España demuestran que a los adolescentes y jóvenes les resulta más fácil reconocer al actor James Franco que a Francisco Franco. Sin embargo, aún tenemos una asignatura pendiente. La Ley de Memoria Histórica y la retirada de símbolos franquistas de los lugares públicos sigue siendo tema de debate aún hoy. Para la juventud, los cambios van demasiado lentos. Para el sector de la población que compartía los ideales de Franco, los cambios que se producen son una desviación de la correcta moral.


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Pero bueno, esto es un asunto que levanta ampollas aún hoy y no estamos en este blog para hablar de política (¡Dios me libre!), de modo que volvamos al símbolo. Ya para terminar, hay tesis que dicen que el ocultista Corintio Haza, afincado en Tánger, habría incorporado al emblema "vítor" símbolos astrológicos para proteger simbólicamente a Franco, como en su día hizo Velázquez con "Las Meninas" y la familia de Felipe IV en el siglo XVII. Hay otros, como el esoterista italiano del siglo XX Julius Evola (seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola), que interpretaron cada una de las partes del anagrama en relación con la alquimia, la astrología y la masonería. Y si bien es cierto que la protección simbólica mediante la astrología de figuras de poder ha sido clave a lo largo de la historia (Rodolfo II de Austria o Napoleón Bonaparte son ejemplos de ello); me resulta extraño que tal fuese el caso de Franco con el "vítor". Pero claro, últimamente han salido varios libros, como Franco Top Secret de José Lesta y Miguel Pedrero o La otra cara del caudillo de Ángel Viñas; que parecen apuntar en esa dirección. Tal vez sea verdad. 

Lo que sí es cierto es que en su día el "vítor" fue un símbolo personal de Francisco Franco y que aparece en las palmas de las manos de los asesinos de Origen. Tal vez haya un vínculo simbólico-mágico-astrológico o tal vez no. Aún no lo sé. Juzgad vosotros mismos. Termino con esta imagen: el "vítor" franquista en una placa de inauguración del ferrocarril Madrid-Burgos, de 1968, en la ciudad de Burgos.


 

miércoles, 4 de octubre de 2017

92. Función de las mujeres en el cuarto Evangelio

Sí, digo en el cuarto. ¿Por qué no en el tercero o en el primero? Porque es solamente Juan, y más en concreto la comunidad joánica (siglos I-II d.C.) la que más énfasis hace en la importancia del rol de la mujer dentro de la comunidad cristiana primitiva. Sirva este texto también como una contribución a la discusión y al estudio del ministerio de las mujeres en la iglesia católica romana de hoy. Sin embargo, dado que la concepción de las mujeres que tenía la comunidad juánica era sustancialmente distinta a la de otras iglesias del siglo I, considero relevante enmarcar este texto en el cuadro de existencia de la comunidad del discípulo amado. El lugar prominente otorgado a las mujeres en el cuarto evangelio revela la historia, la teología y los valores de la comunidad joánica, únicos en su época.


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San Juan Evangelista, considerado el discípulo amado y fundador de la Iglesia de Éfeso (comunidad joánica) acompañado de San Francisco en un lienzo del taller de El Greco, realizado después de 1600. Conservado en el Museo Nacional del Prado, Madrid

El problema surge en el debate de la eclesiología del siglo I, y existen numerosos enfoques sobre la evidencia bíblica acerca del papel de las mujeres en la iglesia. ¿Cómo lee cada uno acerca de la fundación de la iglesia y la institución de los sacramentos en el Nuevo Testamento, y hasta qué punto está esa lectura condicionada culturalmente? Me refiero a que siguiendo la doctrina del Concilio de Trento (1545 - 1563), los católicos han hablado de la institución del sacerdocio en el episodio de la Última Cena. Sin embargo, hay que tener cuidado con la interpretación de los dogmas dictados en Trento: "si alguno dijere que con estas palabras: haced esto en memoria mía, Cristo no instituyó sacerdotes a sus apóstoles... sea anatema". Los padres de Trento no distinguen entre el Jesús del ministerio histórico y la imagen cristológica de Jesús ya desarrollada que se presentaba en los relatos del ministerio escritos treinta o sesenta años más tarde; así que ellos no hablaron de Jesús sino de Cristo. ¿Esto es importante? Pues sí, porque siendo leales a la afirmación de 1964 de la Comisión bíblica pontificia sobre la historicidad de los Evangelios, los católicos deberían reconocer que Jesús fue considerado divino después de la resurrección y que, eventualmente, fue esta asociación del Jesús histórico al Cristo, el hijo de Dios, lo que se constituyó como parte de los relatos evangélicos del ministerio. Por eso la institución de sacerdotes por Cristo tal y como se enseñó en Trento, que cita palabras de Lucas y Pablo (pero no de Marcos y Mateo) implica mucho más de lo que sugirió la Última Cena histórica.

Por lo tanto, si la designación clara de sacerdotes sólo surge a finales del siglo II, en el que sólo son ordenados los hombres, y no se respalda claramente en ningún pasaje bíblico, ¿refleja realmente un mandato divino? ¿O nos encontramos más bien ante un fenómeno cultural que puede cambiarse? La cuestión es bastante difícil de resolver para el credo católico sobre todo porque intenta basarse en una tradición escrita que por sí misma no se sostiene. Es decir, que si hay un texto que defiende una postura, hay otro que defiende todo lo contrario. Por ejemplo, mientras que en Efesios 5:24 se nos dice que las mujeres deben estar sujetas en todo a sus maridos, Efesios 5:21 comenta esta sección diciendo que deben "estar sujetos los unos a los otros". Si 1 Corintios 11:7 dice que el hombre o varón (anér) es la imagen y la gloria de Dios mientras que la mujer es la gloria del varón, Génesis 1:27 afirma que tanto el hombre como la mujer son la imagen de Dios. Si 1 Corintos 14:24 demanda que las mujeres guarden silencio en las iglesias, 1 Corintos 11:5 reconoce la costumbre de que las mujeres oren y profeticen... y la profecía se encuentra en el segundo grado más elevado de las bendiciones de Dios, sólo por detrás del apostolado. En definitiva, ¿cómo ponerse de acuerdo cuando ni siquiera los propios textos sobre los que se fundamenta toda la tradición dogmática lo hacen? Es importante señalar que el rechazo que sufren y han venido sufriendo las mujeres por parte de la Iglesia Católica en cuanto a ocupar puestos de relevancia se debe en gran parte a la tradición paulina. Y es que Saulo de Tarso (Turquía), quien fue conocido muy posteriormente como San Pablo, tenía una personalidad bastante peculiar y era, en sí mismo, un crisol de culturas. De ascendencia judía, había sido educado según la manera griega pero era un ciudadano romano. Y también era un convencido misógino. 


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"San Pablo escribiendo sus espístolas", de Valentin de Boulogne (1620). Museo de Bellas Artes de Houston, EEUU. Las cartas de Saulo son los primeros escritos cristianos (fechadas en torno al 50 d.C., los Evangelios son posteriores). Pablo nunca conoció a Jesús, y al comienzo de su vida perseguía a los cristianos como soldado romano. De hecho, tomó parte activa en la lapidación de Esteban

A pesar de tener opiniones encontradas en algunos temas, Pablo y Pedro pasaron mucho tiempo juntos y de hecho fundaron la Iglesia de Roma, que con el tiempo se convertiría en lo que es hoy: la Iglesia Católica Apostólica Romana. Por contra, la Iglesia de Éfeso encabezada por Juan difería en numerosas cosas de la interpretación sostenida por Pedro y Pablo. Pero centrémonos en las mujeres a las que Juan da vida en su Evangelio. Y con quien tenemos que comenzar es con la samaritana. En un trayecto que están haciendo Jesús y sus seguidores de Judea a Galilea, deben pasar por Samaria. Y en Samaria se encontraba una ciudad, Sicar, muy cerca de las tierras que José heredó de su padre Jacob. Y allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. En ese tanto, cuando los discípulos han entrado a la ciudad para comprar comida, una mujer con un cántaro se acerca al pozo, y Jesús le pide que le dé de beber. La mujer, sorprendida, le responde: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan". Jesús le explica que en su mensaje no hay diferencias entre judíos y samaritanos, pues todos tienen el don de Dios. Y comienza un diálogo con la mujer de Sicar. Y llega un momento en el que la samaritana identifica a Jesús con el Cristo, y se lo notifica a sus conciudadanos. Y de hecho, los de aquella ciudad samaritana creen debido a la palabra de la mujer. Es decir, que en este caso es la mujer, y no los apóstoles varones, quienes cumplen la función misionera... y por lo tanto también ella es un apóstol.

El fenómeno de otorgar un papel apostólico a una mujer aparece incluso más claramente en el capítulo 20. Para Pablo, son fundamentales para el apostolado dos componentes, a saber, el haber visto a Jesús resucitado y el haber sido enviado por él para proclamarle (así se deduce de 1 Corintos 9:1-2; 15:1, 8:11 y de Gálatas 1:11-16). Tanto es así que una clave de la importancia de Pedro en el apostolado fue la tradición de que él había sido el primero que vio a Jesús resucitado (1 Corintios 15:5 y Lucas 24:34). Sin embargo, como ya sabemos los que llevamos tiempo circulando por este blog, Juan revisa esta tradición acerca de Pedro más que cualquier otro evangelista. Mateo acepta que las mujeres que abandonaron el sepulcro vacío fueron las primeras en encontrarse con Jesús resucitado, pero Mateo no las coloca en contraposición a Pedro. Por contra, en Juan 20:2-10, Simón Pedro y el discípulo amado acuden al sepulcro vacío y no ven a Jesús (lo mismo ocurre en Lucas 24:12-24); de hecho, únicamente el discípulo amado percibe el significado de las ropas y llega a creer. Pero es a una mujer, concretamente a María Magdalena, a quien Jesús se aparece primero, instruyéndola para que vaya e instruya a sus "hermanos" acerca de la ascensión al Padre. En los relatos de un ángel o de ángeles junto al sepulcro vacío, a las mujeres se les da un mensaje para los discípulos; pero en Juan (y en Mateo), María Magdalena es enviada por el propio Jesús resucitado, y lo que ella proclama es el anuncio apostólico de la resurrección, pilar del cristianismo. Recordemos que el propio Pablo reconoce: "Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe". Sin embargo, María Magdalena proclama: "he visto al Señor", cumpliendo así las exigencias paulinas del apostolado. Será ella, y no Pedro, la primera en ver a Jesús resucitado, e iniciada en unas enseñanzas vetadas al resto de los apóstoles.

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"Noli me tangere", de Aleksandr Ivánov (1835). Museo Estatal Ruso, San Petersburgo. Esta frase, que significa "no me toques", ha sido terriblemente mal interpretada. La Iglesia alude a que Cristo no se deja tocar por la Magdalena debido a que es una mujer y, por lo tanto, impura. La comunidad joánica defiende que Cristo no se deja tocar ni por ella ni por nadie porque acaba de resucitar. Es decir, acaba de purificarse y ahora es pleno espíritu. Si entra en contacto con María entraría en contacto de nuevo con la materia, y tendría que volver a purificarse, es decir, volver a vivir toda la Pasión

No deja de ser significativo que en la tradición de la iglesia occidental, María Magdalena recibió el honor de ser la única mujer (junto con María, la madre de Jesús) en cuya festividad se recitaba el credo, precisamente por ser considerada un apóstol (la "apóstol de los apóstoles", para más señas). El atribuir a una mujer una función tradicionalmente asociada a Pedro puede ser muy bien un énfasis deliberado por parte de Juan, que encontramos en otro ejemplo: el relato de Lázaro, Marta y María. Y es que el momento más, digamos, importante en el que figura Pedro durante el ministerio de Jesús es la declaración que hace en la ciudad de Cesarea, tal y como nos la cuenta Mateo (16:16): "tú eres el Cristo, el hijo de Dios vivo". Este reconocimiento le granjea la alabanza de Jesús, diciendo que había sido una afirmación que reflejaba una revelación divina. Sin embargo, el paralelo más semejante a esta declaración en el cuarto Evangelio lo encontramos en 11:27, donde se dice: "tú eres el Cristo, el hijo de Dios"... y aparece en boca de una mujer, Marta, la hermana de María Magdalena y Lázaro. Es decir, es a una mujer a la que se le revela el misterio de Jesús como resurrección y vida. Por lo tanto, mientras que en otras iglesias se veneraba la supremacía de Pedro por haber hecho la declaración suprema de que Jesús era el hijo de Dios, la comunidad joánica asocia tales recuerdos a heroínas como Marta o María Magdalena.   

Nos quedan muchas cosas en el tintero, y me gustaría hablar más en profundidad tanto de María Magdalena como de Lázaro y de María, la madre de Jesús. Sin embargo, no deseo abusar más de vuestro tiempo y confío en que me acompañéis en futuras sesiones para tratar esos temas. Pero la idea que quiero que quede clara es ésta: la función sacerdotal y apostólica de las mujeres queda sobradamente demostrada en los escritos de las primeras comunidades cristianas, sobre todo la joánica. Posteriormente, en el siglo X, los cátaros seguirán las doctrinas del discípulo amado y las mujeres ocuparan puestos de poder dentro de la secta... antes de ser destruida por la intolerancia de la Iglesia Católica.


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