Origen, de Dan Brown. Ya disponible en librerías
Esta es la premisa de la que parte la novela. Debo decir que aún no me la he leído entera, por lo que esta entrada no va a contener spoilers (al menos posteriores a la página 62). La historia comienza como sigue: Edmond Kirsch, brillante ex-alumno de Robert Langdon, joven multimillonario, inventor de tecnología de vanguardia y "profeta" de la ciencia parece haber dado con la respuesta a esas preguntas. Y va a hacer público su anuncio en el Museo Guggenheim de Bilbao, un anuncio "que cambiará la faz de la ciencia para siempre". Sin embargo, antes de este acontecimiento en el museo bilbaíno, Kirsch se ha reunido en secreto con tres representantes de las tres religiones monoteístas del mundo: un obispo, un rabino y un mulá. Los tres eruditos al principio tratan con condescendencia al científico, pero le reciben en uno de los lugares más "discretos" del mundo: la biblioteca del Monasterio de Montserrat, en Cataluña. Los religiosos dudan de que el anuncio de Kirsch vaya realmente a sacudir los cimientos de la fe mundial. Sin embargo, Kirsch tiene un pensamiento distinto: "este descubrimiento no va a sacudir sus cimientos. Va a destruirlos".
Interesante, ¿verdad? Pues cuánto más lo será cuando uno de los tres religiosos, concretamente el mulá, es asesinado en el desierto unos días después de esa reunión, por un español. Y mientras escribo estas líneas, en la novela un oficial de la Armada española ha entrado en el Guggenheim con intenciones, me da, similares. Lo que une a estos dos hombres, aparte de la nacionalidad, y lo que me lleva a escribir esta entrada, es el tatuaje que ambos llevan en la palma de la mano. Se me ha escapado un grito ahogado al verlo.
Quizá para la mayoría de mis lectores, esto no signifique nada. Pero quizá para otros sí. Se trata de un símbolo derivado del Crismón, que fue utilizado a partir del siglo IV. Sin embargo, la popularización y difusión de este símbolo, en España concretamente, se dio hacia el siglo XIV. El símbolo se denomina "vítor", y fue adoptado en esta época por algunas universidades españolas, sobre todo las de Alcalá de Henares, Sevilla, Salamanca y las de Indias. Se trataba de un emblema conmemorativo de aquellos que obtenían el título de doctor, realizado sobre los muros con pintura negra o roja. Algunos se conservan aún hoy.
Lo que me ha llamado en realidad la atención y demuestra que Dan Brown se ha empapado bien de la simbología de España mientras escribía Origen es que este símbolo fue utilizado en el llamado Desfile de la Victoria del 19 de mayo de 1939 tras la Guerra Civil Española. Posteriormente, y durante toda la dictadura franquista, el "vítor" se utilizó como emblema personal del propio Francisco Franco. Se trata, por tanto, del más personal símbolo franquista. Y me sorprende que Dan Brown haya profundizado tanto en esta simbología, ya que tal emblema no es precisamente de los más conocidos.
El hecho de que el "vítor" fuese utilizado como emblema del dictador llevó a varias universidades españolas, no acordes con el régimen, a eliminar el símbolo de sus fachadas. No así en Latinoamérica, donde en su mayoría pervivió hasta hoy, como muestra la fotografía
El caso es que en Origen, tanto el hombre que ha asesinado al mulá como el que acaba de entrar en el museo llevan este símbolo en la palma de la mano. Y el segundo es presentado como un fervoroso católico. Desconozco si Dan Brown se ha metido tan de lleno en el franquismo y en aquellos que sobrevivieron al Régimen para convertirles en los antagonistas de la nueva novela. De ser así, su nueva obra volverá a levantar ampollas, esta vez en nuestro país. Pero aún no lo sé porque hasta aquí conozco. Simplemente quería compartir con vosotros el significado de este símbolo, por si habéis empezado a leer la novela y lo habéis visto o si simplemente lo conocéis de las universidades o del franquismo.
Por cierto, habéis visto que lo denomino "vítor" aunque en el anagrama aparece una "C". En origen, el anagrama se realizaba (a modo de grafiti) con las letras V, I, T, O y R, dispuestas al capricho del pintor. Sin embargo, con el tiempo se añadaría la C, lo que en heráldica se denomina "un creciente". La tradición dice que este cambio se debió al agradecimiento que la Universidad de Salamanca (que fue la primera que lo utilizó) dirigió al Papa Benedicto XIII de Aviñón (el Papa Luna, 1394-1423 ) debido a los privilegios que este pontífice concedió a la Universidad. Así, esa "C" no sería una letra, sino una figura similar que aludiría al blasón del Papa Luna, así conocido por ser ése su apellido (su nombre seglar era Pedro Martínez de Luna).
Blasón del Papa Luna expuesto en el castillo de Peñíscola, donde falleció
En resumen, el "vítor" representa "los vítores que se daban al sabio" o "los vítores clásicos de Salamanca", sin la "C". Sea como sea, el caso es que el símbolo se popularizó a partir del siglo XIV con esa "C" añadida, lo que le dio el nombre de "víctor". Sin embargo, parece que en 1857, por la ley Moyano, todas las universidades españolas (con excepción de la Central de Madrid, la actual Complutense) perdieron la facultad de otorgar el título de "doctor", por lo que también dejaron de pintarse los "vítores". No obstante, esta costumbre regresó en 1954, con la recuperación de los doctorados. Tristemente hoy en día este símbolo, en vez de representar el éxito intelectual y la sapiencia de un erudito doctorado, ha quedado anclado en el inconsciente colectivo español como un símbolo franquista. Es decir, le ha ocurrido lo mismo que a la esvástica: de ser un símbolo de buena fortuna y sabiduría, ha pasado a ser un símbolo de opresión y terror.
Para que mis lectores de otras partes del mundo (e incluso algunos de mi país) se hagan una idea del horror que representó este símbolo, y que aún representa para muchos españoles, sobre todo los de cierta edad; es preciso saber que este símbolo adornó muchos lugares de España durante buena parte del siglo XX y que era sinónimo de la ultraconservadora dictadura del general Francisco Franco, cuyo brutal régimen propugnaba el nacionalismo, el autoritarismo, el militarismo, el antiliberalismo y el nacionalcatolicismo. Esas seis letras, ordenadas, forman la palabra latina que define a la perfección la idea que Franco tenía de sí mismo: "Víctor". Cruel, violento e intransigente, Francisco Franco se hizo con el poder con la ayuda militar de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini. Mató a miles de oponentes antes de tomar el control de nuestro país en 1939 y proclamarse a sí mismo "Caudillo", el equivalente español del Führer alemán, que significa "guía". Durante la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura, aquellos que se atrevieron a oponerse a él desaparecieron en campos de concentración (donde se estima que fueron ejecutadas unas trescientas mil personas). Franco, que se consideraba el defensor de la "España católica" (un ideal romántico heredado de una falsa idea sobre la herencia de los Reyes Católicos) y enemigo del comunismo impío, ostentaba una mentalidad marcadamente machista que excluía de forma oficial a las mujeres de cualquier posición de poder en la sociedad y apenas les daba derechos judiciales, académicos o bancarios, además de impedirles incluso el derecho de abandonar a un marido abusivo. Prohibió todo matrimonio que no se celebrara de acuerdo con la doctrina católica y, entre otras restricciones, declaró ilegales el divorcio, los métodos anticonceptivos, el aborto y la homosexualidad. Afortunadamente, hoy en día todo ha cambiado. Aún así, a menudo sorprende la rapidez con la que España ha olvidado uno de los episodios más oscuros de nuestra historia. El "pacto de olvido" español (un acuerdo político nacional para "dejar atrás" todo aquello que tuvo lugar bajo el vil mando de Franco) ha supuesto que a los niños se nos enseñase en la escuela muy poco sobre el dictador. Varias encuestas llevadas a cabo recientemente en España demuestran que a los adolescentes y jóvenes les resulta más fácil reconocer al actor James Franco que a Francisco Franco. Sin embargo, aún tenemos una asignatura pendiente. La Ley de Memoria Histórica y la retirada de símbolos franquistas de los lugares públicos sigue siendo tema de debate aún hoy. Para la juventud, los cambios van demasiado lentos. Para el sector de la población que compartía los ideales de Franco, los cambios que se producen son una desviación de la correcta moral.
Para que mis lectores de otras partes del mundo (e incluso algunos de mi país) se hagan una idea del horror que representó este símbolo, y que aún representa para muchos españoles, sobre todo los de cierta edad; es preciso saber que este símbolo adornó muchos lugares de España durante buena parte del siglo XX y que era sinónimo de la ultraconservadora dictadura del general Francisco Franco, cuyo brutal régimen propugnaba el nacionalismo, el autoritarismo, el militarismo, el antiliberalismo y el nacionalcatolicismo. Esas seis letras, ordenadas, forman la palabra latina que define a la perfección la idea que Franco tenía de sí mismo: "Víctor". Cruel, violento e intransigente, Francisco Franco se hizo con el poder con la ayuda militar de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini. Mató a miles de oponentes antes de tomar el control de nuestro país en 1939 y proclamarse a sí mismo "Caudillo", el equivalente español del Führer alemán, que significa "guía". Durante la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura, aquellos que se atrevieron a oponerse a él desaparecieron en campos de concentración (donde se estima que fueron ejecutadas unas trescientas mil personas). Franco, que se consideraba el defensor de la "España católica" (un ideal romántico heredado de una falsa idea sobre la herencia de los Reyes Católicos) y enemigo del comunismo impío, ostentaba una mentalidad marcadamente machista que excluía de forma oficial a las mujeres de cualquier posición de poder en la sociedad y apenas les daba derechos judiciales, académicos o bancarios, además de impedirles incluso el derecho de abandonar a un marido abusivo. Prohibió todo matrimonio que no se celebrara de acuerdo con la doctrina católica y, entre otras restricciones, declaró ilegales el divorcio, los métodos anticonceptivos, el aborto y la homosexualidad. Afortunadamente, hoy en día todo ha cambiado. Aún así, a menudo sorprende la rapidez con la que España ha olvidado uno de los episodios más oscuros de nuestra historia. El "pacto de olvido" español (un acuerdo político nacional para "dejar atrás" todo aquello que tuvo lugar bajo el vil mando de Franco) ha supuesto que a los niños se nos enseñase en la escuela muy poco sobre el dictador. Varias encuestas llevadas a cabo recientemente en España demuestran que a los adolescentes y jóvenes les resulta más fácil reconocer al actor James Franco que a Francisco Franco. Sin embargo, aún tenemos una asignatura pendiente. La Ley de Memoria Histórica y la retirada de símbolos franquistas de los lugares públicos sigue siendo tema de debate aún hoy. Para la juventud, los cambios van demasiado lentos. Para el sector de la población que compartía los ideales de Franco, los cambios que se producen son una desviación de la correcta moral.
Pero bueno, esto es un asunto que levanta ampollas aún hoy y no estamos en este blog para hablar de política (¡Dios me libre!), de modo que volvamos al símbolo. Ya para terminar, hay tesis que dicen que el ocultista Corintio Haza, afincado en Tánger, habría incorporado al emblema "vítor" símbolos astrológicos para proteger simbólicamente a Franco, como en su día hizo Velázquez con "Las Meninas" y la familia de Felipe IV en el siglo XVII. Hay otros, como el esoterista italiano del siglo XX Julius Evola (seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola), que interpretaron cada una de las partes del anagrama en relación con la alquimia, la astrología y la masonería. Y si bien es cierto que la protección simbólica mediante la astrología de figuras de poder ha sido clave a lo largo de la historia (Rodolfo II de Austria o Napoleón Bonaparte son ejemplos de ello); me resulta extraño que tal fuese el caso de Franco con el "vítor". Pero claro, últimamente han salido varios libros, como Franco Top Secret de José Lesta y Miguel Pedrero o La otra cara del caudillo de Ángel Viñas; que parecen apuntar en esa dirección. Tal vez sea verdad.
Lo que sí es cierto es que en su día el "vítor" fue un símbolo personal de Francisco Franco y que aparece en las palmas de las manos de los asesinos de Origen. Tal vez haya un vínculo simbólico-mágico-astrológico o tal vez no. Aún no lo sé. Juzgad vosotros mismos. Termino con esta imagen: el "vítor" franquista en una placa de inauguración del ferrocarril Madrid-Burgos, de 1968, en la ciudad de Burgos.
Muy insatructivas todas tus referencias, gracias !
ResponderEliminarQue super interesante, gracias por tu aportación.
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