El pasado día 19 (martes) se celebró en el centro de Womb Yoga
de la C/Galileo organizado por mi amiga y compañera de profesión en
Escuela de Atención, Gladys Balaguer, la festividad celta de Yule. Aunque
personalmente no pude asistir, quiero compartir con vosotros esta exposición
sobre lo que significa esta fiesta, tomada de la propia definición que hace la web
del centro para festejar el evento. Si queréis más información, podéis consultarla en:
De acuerdo a lo que sabemos de las antiguas tradiciones espirituales celtas, Yule es la festividad que honra la luz interior que empieza a nacer. Es la celebración del Solsticio de Invierno, cuando da comienzo una época de conexión, claridad, decisiones, inspiración. Es el momento en el que surge la semilla que brotará con todo su poder en Primavera (concretamente en los primeros días de Mayo), la época del Vacío y el Caos que contienen en su interior todas las posibilidades. La época en la que los árboles sagrados se introducen en las casas para así invocar a los espíritus de la naturaleza y a las hadas (recordemos que la tradición celta es profundamente animista) y que nos ayuden a manifestar esa luz interior. Atrás ha quedado Samhain (lo que conocemos como Halloween), que nos trajo la muerte de lo que ya no es, pero es una muerte necesaria; puesto que sin la muerte del Samhain, el renacimiento y la plantación de esas semillas para una nueva vida no sería posible en Yule. A veces esa muerte, esa pérdida de aquello que debemos dejar ir es dura, a veces es liberadora. Pero Yule nos regala el momento de reconectar con nuestra llama interior, de sentir la Fuente, de enlazar con nuestro Cristo personal, con nuestro Brahma interior, el cual nace en nosotros en estas fechas.
Dentro del calendario celta, la festividad de Yule se vivía del 19 de Diciembre (es decir, comenzó ayer) hasta el día 22. Cuando los pueblos celtas de la Galia e Hispania fueron sometidos por las tropas romanas, esta costumbre se mantuvo en la fiesta del Sol Invictus, en la cual se celebraba la resurrección del dios después de su muerte. A un nivel más terrenal, es el momento en el que el Sol empieza a coger fuerza y los días empiezan a alargarse. Momento clave de todas las religiones solares, el cristianismo lo asoció a la Navidad (contracción de la palabra "Natividad", en la cual se conmemora el nacimiento del dios solar del catolicismo, Jesucristo). Yule era, dentro de la tradición pagana, sobre todo una fiesta dedicada a la familia, vinculada con la fertilidad y los nuevos comienzos. Era una fiesta donde se recordaba a los ancestros y a los amigos ausentes. Las mesas en las que se iban a celebrar las fiestas se engalanaban y se preparaban con esplendor, eso sí, situadas frente a la tumba de los fallecidos y priorizando la hospitalidad hacia los forasteros.
Según parece, el término Yule significa "canto", ya que se entonaban canciones para celebrar la resurrección del dios y para recordar a los ausentes. Estas canciones parecen un claro antepasado de las canciones navideñas o villancicos. También esta herencia directa se aprecia en la confección de una torta o pastel conocido como Yule log o tronco de Navidad, referencia directa a su vez de un tronco ritual utilizado en esta festividad ancestral. Las personas que no estén familiarizadas con la mitología celta y el paganismo europeo simplemente no distinguen entre Yule, Navidad y Natividad. En la mayoría de las lenguas europeas se entienden como sinónimos de una misma celebración. Tal es el caso, por ejemplo, del español, donde cualquier diccionario traducirá Yule como "Pascua" o "Navidad". Esta apreciación, sin embargo, no es del todo correcta: en los círculos religiosos cristianos, desde el catolicismo al protestantismo o las diferentes denominaciones cristianas, el término "Natividad" (conmemoración del nacimiento de Jesús en Belén de Judá, la noche del 24 al 25 de Diciembre) es el más correctamente usado, para diferenciarse así de la "Navidad" (que celebra la Natividad de Jesús, el 25 de Diciembre) y de sus orígenes paganos, al igual que el de las fiestas de Yule, con un trasfondo claramente druídico.
Ya hemos dicho que los romanos también celebraban el Solsticio de Invierno, cuando el sol "vence" a las tinieblas y los días empiezan a alargarse. Después de la proclamación del Edicto de Milán en el 313 d.C. según el cual el emperador Constantino otorgaba la libertad de culto en todo el Imperio, los romanos siguieron celebrando su fiesta del Sol Invictus. La Iglesia, para hacer más fácil la conversión, decidió absorber esa fiesta dotándola de un barniz cristiano, pues hasta ese momento no se celebraba el nacimiento de Jesucristo. Así, el Sol que vence a las tinieblas se convirtió en Cristo, y desde entonces la Natividad se celebra la noche del 24 al 25 de Diciembre (curiosamente igual que la noche de San Juan, seis meses antes, el tiempo que se llevaban Jesús de Nazaret y Juan de Ain Karim "el Bautista"; la noche del 24 al 25 de junio, en la que el Sol es último vencedor en su batalla contra las tinieblas: el Solsticio de Verano).
A continuación, y para terminar esta entrada, dejamos una relación de algunos de los rituales vinculados con Yule. Creemos que es importante, si no celebrarlos, al menos conocerlos. Conocer nuestro pasado es la forma de entender las raíces sobre las que se asienta nuestro presente:
- Encender el leño de Yule, un leño del año anterior, y dejarlo arder durante 12 horas. Posee el mismo simbolismo, aunque de puertas para adentro, que las hogueras de Litha (Solsticio de Verano). Luego se esparcían las cenizas por los campos para fertilizarlos
- Decorar las viviendas con muérdago, por ser el que crece en el roble, árbol sagrado de los celtas
- Mantener una vigilia nocturna, esperando el sol
- Apagar todas las luces y prenderlas una a una por frotación
- Dejar una vela encendida en la ventana
- Colgar figuras de madera en la entrada de las viviendas, como la llamada Cabra de Yule, una referencia animal al dios astado de la espiritualidad celta
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