miércoles, 16 de enero de 2019

155. Cuando los tamborileros eran mujeres

Texto extraído del libro When the drummers were women,
de Layne Redmond. Compartido en Facebook (y así llegado a mi
conocimiento) por mi bella compañera Gladys Balager

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El tambor de marco fue el tambor más prominente desde la antigüedad. Entre el 3.500 - 3.000 a.C. hasta el 500 d.C., fue el principal instrumento de percusión, cuyo origen se encuentra en las antiguas culturas del mundo Mediterráneo. Desde las civilizaciones de Anatolia, Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma, la Diosa y el tambor de marco emergían como el centro de las tradiciones religiosas mistéricas.

La diosa Cibeles fue adorada en la península de Anatolia (región de Éfeso) desde el Neolítico. (N. del T.: no es de extrañar que la tradición quiera que fuese precisamente en Éfeso donde la Virgen María se retiró a vivir y donde tuvo su Asunción). Fue la madre del rey Midas, rey de Frigia, región de Macedonia, que llevado por su codicia convertía todo lo que tocaba en oro (la piedra filosofal de los alquimistas de la Edad Media). Identificada también con la Diosa Madre, Gea, Gaia o Rea, era diosa de la fertilidad y la naturaleza, y considerada la "Reina de la Tierra".

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En Sumeria y Mesopotamia era Inanna e Ishtar, en Egipto fue Hathor, en Grecia la diosa Musa que posteriormente se dividió en nueve. La inspiración musical, artística y poética siempre surge de la Divina Femenina. Una de las principales técnicas para la conexión con este poder inspirador es tocar el tambor.

Hubo un momento de nuestra historia en el cual los percusionistas eran mujeres. La primera percusionista de la historia documentada fue una sacerdotisa de Mesopotamia llamada Lipushiau. Ella vivía en la ciudad-estado de Ur, en el año 2380 a.C., y era la cabeza espiritual, financiera y administrativa de Ekishnugal, el templo más importante de Ur dedicado al dios de la luna, Nanna-Suen. Su emblema fue la Balag-di, un pequeño tambor de marco redondo que se utilizaba para dirigir el canto litúrgico. ¡En 2380 a.C., gobernó Lipushiau!

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El tambor era uno de los medios que nuestros antepasados utilizaron para convocar a la Diosa, y el instrumento a través del cual Ella hablaba. La sacerdotisa que tocaba el tambor era una intermediara entre los reinos divinos y humanos. Se alineaba a sí misma con los ritmos sagrados, invocaba la energía divina y la transmitía a la comunidad. 

Desde el 3000 a.C. hasta el 2500 a.C., los registros escritos de los sumerios describen a la diosa Inanna como la creadora del tambor de marco, junto con todos los demás instrumentos musicales. Describen a las sacerdotisas de Inanna cantando al ritmo de los tambores de marco redondos y cuadrados. Junto con los textos escritos, se han encontrado numerosas figuras de mujeres que tocan pequeños tambores de marco. Estos tambores rituales se extendieron como instrumento de culto a Ishtar, Astarté, Astarot, Astarté (sic) y Anat, en Mesopotamia, Fenicia, Palestina y Asiria. En algún momento entre 2000 a.C. y 1500 a.C., el tambor de trama llega a Egipto. James Blades informa que "todos los registros de este período (Reino Medio) muestran a los músicos como mujeres, de hecho toda la práctica del arte de la música parece haber sido del todo confiada al bello sexo, con una notable excepción, el dios Bes, que se representa a menudo con un tambor de cuerpo cilíndrico (tambor de marco)".

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Otro texto describe a las sacerdotisas como compositoras y coreógrafas de la música y la danza que se tocaba en las fiestas religiosas. En el Museo de El Cairo hay un tambor de marco rectangular de dos cabezas del 1400 a.C. que se encontró en la tumba de una mujer llamada Hatnofer. También ha sobrevivido la piel de un tambor de marco del período ptolemaico, en cuya superficie se ve pintada a una mujer que toca el tambor delante de la diosa Isis. La inscripción en el tambor dice: "Isis, Señora del Cielo, Señora de las Diosas".

Es importante comprender la importancia de las mujeres en el ámbito de la música sacra y la danza en Egipto. Las ceremonias religiosas basadas en la música y la danza pueden sincronizar la energía subyacente de la mente e influir directamente en nuestras percepciones de la realidad. El ritual nos influye directamente y nos ayuda a trascender más allá de las estructuras normales de la conciencia. Los ritos se pueden utilizar para despertar y dar forma a las emociones y al comportamiento, desarrollando una conciencia compartida continua. La música transmite vibracionalmente estados mentales directamente de conciencia a conciencia. Por lo tanto, la música puede resonar simultáneamente en muchos más niveles – emocional, espiritual, intelectual y físico – que si sólo usamos palabras. Como la música inicia los cambios en la conciencia de grupo, puede afectar a grandes ciclos económicos y sociales. 


En las tierras bíblicas se han producido numerosas imágenes de mujeres tocando el tambor de marco. Textos del Antiguo Testamento se refieren a la pandereta como Toph, la cual ha sido traducida como pandero y tamboril. En el éxodo 15:20, “Y Míriam, la profetisa, hermana de Aarón y de Moisés, tomó un pandero en su mano, luego las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.” En algunas leyendas se dice que Míriam abrió el Mar Rojo con el poder chamánico de su tambor.

En Grecia, una de las más bellas representaciones del tambor de marco se encuentran en las vasijas pintadas con figuras rojas del siglo V a.C. El tambor de marco entró en Grecia por varias vías diferentes – desde Chipre, uno de los principales centros del culto de Afrodita, donde el tambor de marco era prominente en el 1000 a.C., y también desde Creta, donde fue utilizado en los rituales de Ariadna, Rea y Dionisio.

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En la Grecia preclásica se introdujo el culto a la diosa Cibeles desde Anatolia occidental. El tímpano, el tambor de marco griego, era el principal instrumento de las ménades, mujeres iniciadas en el culto de Dionisio y Cibeles. Las sacerdotisas de Artemisa, Deméter y Afrodita también lo utilizaban para rendir culto, una vez más tocados casi exclusivamente por mujeres.

Los romanos ensalzaron estos ritos a través del culto a Cibeles. Ella era descrita como “Cibeles, la Madre que engendra a todos, que tocaba el tambor para marcar el ritmo de la vida.” Roma era el centro cultural de las religiones mistéricas de Cibeles, Dionisio, Isis y Dea ​​Syria, y todos utilizaban el tambor de marco en sus rituales extáticos. Estas prácticas florecieron hasta que el Imperio Romano adoptó oficialmente el cristianismo en el siglo IV d.C.

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En el mundo antiguo, la oración era una combinación activa de canto, música y danza que inducía al trance y a menudo se bailaba en espiral en un sagrado laberinto. El laberinto clásico era un camino serpenteante o en forma de espiral destinado a la meditación activa. Entrar en el laberinto era experimentar la muerte ritual, salir de él significaba renacer. Los bailarines sostenían una cuerda que simbolizaba el hilo de Ariadna (y que permitía a los participantes encontrar su camino de regreso) y seguían a un líder en el laberinto que bailaba en espiral de derecha a izquierda, simbolizando el camino hacia la muerte. En el centro giraban sobre si mismos y cambiaban la dirección girando de izquierda a derecha, bailando en la dirección de la evolución y el nacimiento, y todo era conducido a través de los ritmos de los tambores del marco.

La profecía extática tiene muchos paralelismos con el chamanismo. Otra de las funciones del tambor de marco era crear un estado de trance profético en el cual la sacerdotisa podía predecir el futuro. El modo más dramático de profecía era pronunciada en un discurso rítmico inspirado directamente por los dioses. La palabra griega para este estado de conciencia es enthusiasmos, que significa ser uno con la divinidad, y es el origen de nuestra palabra entusiasmo.

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Las profetisas buscaron inspiración a través de un sinnúmero de estímulos externos, incluyendo el ayuno, la ingestión de miel, la inhalación de sahumerios o aceites aromáticos y la intoxicación por alcohol o plantas psicotrópicas. Las sacerdotisas de Cibeles confiaban más en las mágicas propiedades de la música y la danza para entrar en trance. Los rítmos (sic) de los tambores de marco, címbalos y flautas las transportaban hasta la revelación divina.


Los ritos dionisíacos pertenecen a una de las más conocidas escuelas mistéricas y nos han llegado malinterpretados, con fama de consumar orgías sexuales en estado ebrio. Esto se debe a las descripciones posteriores que hicieron los líderes cristianos a quienes los antiguos misterios, el éxtasis de los tambores y el baile, les parecían adoraciones al diablo. El término orgía en la antigüedad describía las celebraciones que tenían lugar después de la iniciación en los misterios, que podía o no incluir algún tipo de ritual sexual. Su antiguo significado parece haber sido simplemente “ritos secretos”, y su objetivo era llegar al éxtasis a través del movimiento rítmico del cuerpo.

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Los historiadores han asociado a las ménades, sacerdotisas de Dionisos y Cibeles, con la desenfrenada sensualidad y el comportamiento socialmente descontrolado. La palabra ménade significa “loca.” Su deseo erótico buscaba unirse con la expresión divina en un entorno silvestre, bailando descalzas al son de la música de la flauta y los tambores, llevando el cabello suelto volando salvajemente sobre sus rostros, y con serpientes enroscadas alrededor de sus brazos.


El dominio necesario de los ritmos musicales concretos para alinear la conciencia de los devotos con la divinidad sugiere un control y una sofisticación técnica que contradice la imagen histórica de las mujeres lascivas frenéticas. La creación de ritmos suficientemente poderosos capaces de mover a cientos de personas en un trance extático afirma que las sacerdotisas tenían habilidad, disciplina y resistencia.

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Durante 3000 años las mujeres fueron las principales percusionistas del mundo antiguo. La prohibición de tambores de las mujeres de la vida religiosa fue central a la pérdida de poder de las mujeres en cultura occidental. Con el ascenso del cristianismo, el gran templo de Cibeles en Roma fue destruido y el Vaticano construido en su lugar. El nuevo sacerdocio prohibió las sacerdotisas, los instrumentos y la música asociada a los ritos. No sólo se prohibió el tambor de marco en los rituales religiosos cristianos, sino que su uso también fue prohibido en contextos seculares, y en particular su uso por parte de las mujeres. El sínodo católico de 576 (mandamientos de los Padres y Maestros Superiores) decretó: “A los cristianos no se les permite enseñar a sus hijas cantando, tocando instrumentos o cosas similares, ya que según su religión, no es ni bueno ni lo llegará a ser.” A medida que se extendió en Europa la política de no permitir a las mujeres aprender música, estas quedaron excluidas de la composición, la enseñanza o la interpretación musical.


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En los últimos 30 años se ha notado un aumento significativo del número de mujeres profesionales que se dedican a la música, pero todavía hay pocas mujeres que se interesan por los tambores. Aunque se ha difundido poco la historia de los tambores de marco y el papel que las mujeres ejercieron, es una parte importante de nuestra historia. Y las antiguas tradiciones que tocaban tambores con propósitos espirituales pueden señalar lo que podemos llegar a perder si así lo permitimos.

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Fotografía de un curso de Lalita Devi, celebrando un ritual para el tambor

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