miércoles, 22 de noviembre de 2017

99. La Masonería (III Centenario). Segunda parte

Como sabéis, este 2017 se celebran 300 años de la aparición en Europa de la llamada "Masonería especulativa", la masonería que a día de hoy siguen practicando millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, esta semana nos vamos a acercar a su antepasada: la masonería llamada "operativa" que surgió, de manera documentada, en plena Edad Media. Pero vayamos por partes. Lo primero que hay que saber es que la masonería, tanto la operativa como la especulativa, tienen un sistema de enseñanza a través de símbolos. El término "símbolo" proviene del latín symbolum, que a su vez viene del griego symbolon, tomado del verbo symbalo que significa "unir" o "juntar". ¿El qué? Pues, tal y como lo entiende la masonería y todos aquellos que estudiamos simbología religiosa, el símbolo nos une con el mundo. Es la fusión perfecta, el retorno a la Unidad, una manifestación temporal de la eternidad. El lenguaje simbólico es el poético y metafórico, y la masonería hace uso de él. La simbología que utilizó la masonería operativa se puede ver todavía en sus obras: las iglesias románicas y las catedrales góticas.

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Los masones eran los maestros constructores especializados en Arquitectura Sagrada, y su ciencia hermética y lenguaje simbólico aún puede verse en sus obras más memorables

Efectivamente, la "masonería operativa" abarcaba a aquellos gremios de maestros constructores, arquitectos, canteros, etc. que construyeron, sobre todo, los grandes edificios religiosos de la Edad Media. Seguramente eran los descendientes de los Collegia Fabrorum, maestros constructores del Imperio romano encargados de localizar los lugares sagrados y levantar templos en honor de los dioses. Su santo patrón era el dios Jano, una divinidad de origen etrusco, dios protector de los portales y del tránsito (qué curioso que los santos patrones de la masonería sean San Juan Bautista y San Juan Evangelista, los Juanes, muy relacionados etimológicamente con Jano). Tanto los miembros de los Collegia Fabrorum como aquellos primeros francmasones eran medio constructores medio sacerdotes, ya que conocían el Orden Sagrado de la Naturaleza y construían en consonancia con él los espacios sagrados. Al haber heredado, si no todo, gran parte del conocimiento de la Antigüedad, también tenían un gran dominio de los saberes que muy posteriormente se catalogaron como "Ciencias Ocultas": la alquimia, la cábala o la astrología estaban a la orden del día en las logias masónicas medievales. Lo profano y lo sagrado se entremezclaban, y todos los conocimientos que se transmitían unos a otros los plasmaban posteriormente en los edificios que construían. 

Los masones (o francmasones, es lo mismo) encontraron a su antepasado más directo en Hiram Abif, maestro constructor en Tiro y arquitecto del Templo de Salomón levantado en Jerusalén. Incluso a día de hoy los masones siguen memorando en un ritual el mito de Hiram, a saber: siendo sus conocimientos sobre Arquitectura y Geometría sagrada tan abrumadores, dos empleados de Hiram le tendieron una emboscada una noche exigiéndole que les revelara sus secretos. Estaban interesados en saber, sobre todo, cómo podía conseguir que unas simples piedras (las que formaban el Templo de Salomón) podían usarse para conectar con lo trascendente. Al negarse Hiram, los obreros le mataron. Esta protección del Secreto hasta las últimas consecuencias convirtió a Hiram en una leyenda dentro de la masonería, incluyendo incluso un juramento de secreto sobre lo que se enseñaba y aprendía en las logias. Pero Hiram no es el único personaje relevante dentro de la masonería: su legendaria fundación se remonta a Tubalcaín (el primer herrero según la Biblia), Moisés (que construyó el Arca de la Alianza) e incluso el propio Noé y su familia, constructores del arca que salvó a los animales del Diluvio. 

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El Arca de la Alianza, el Arca de Noé o el Templo de Salomón son adoptados por los masones como propios al considerarlos elementos que permiten conectar con lo trascendente

Cuando en la Edad Media se quería construir un edificio religioso, se llamaba a los masones. Y entre estos había zahoríes, es decir, personas con la habilidad para detectar las corrientes de energías electromagnéticas que recorren la corteza terrestre. Una vez encontrado el lugar adecuado para levantar el recinto sagrado, se realizaban rituales para congraciarse con el genius loci, el genio del lugar, espíritu protector del terreno. Una vez cumplimentado el ritual pertinente, los masones empezaban a construir. Pero no el edificio sagrado, sino su logia. Es decir, el inmueble que iba a albergar al gremio durante los años que durase la construcción. Era el lugar donde los masones establecían su taller, realizaban sus cálculos, guardaban las herramientas y formaban a los aprendices. La entrada en la logia estaba terminantemente prohibida para todo aquel que no fuese masón. Dentro de la logia se podía hablar y comentar todo, pues todo el mundo sabía que las personas que estaban ahí dentro eran hermanos de profesión. Eso sí, lo que se hablase en el interior de la logia debía quedarse en secreto. Era algo así como el secreto de confesión de los sacerdotes o el secreto profesional de los psicólogos. La masonería del siglo XVIII heredó el sistema jerárquico de tres grados que utilizaba la masonería operativa, y que sigue en práctica a día de hoy:

- Aprendiz
-Compañero
-Maestro

Los neófitos que querían convertirse en masones debían pasar una serie de pruebas de iniciación, lo que les habilitaba para convertirse en aprendices. Y una vez superado los años de pertenencia al grado de Aprendiz, el masón pasaba a ser un Compañero. Y en ese momento se le hacía entrega de un signo/sello lapidario, que desde ese momento en adelante se convertiría en la firma con la que grabar sus trabajos.

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Los antiguos representaban al genius loci como una serpiente

    
Signos lapidarios o Marcas de Cantero

Los masones, arquitectos/sacerdotes, continuaron siendo tenidos en muy alta estima (precisamente por esta capacidad de transformar la materia tosca en herramienta para conectar con lo divino) hasta el siglo XVI, momento en el que comenzó su decadencia. El pistoletazo de salida fue el ensamblaje de piedras y la aparición de técnicas de construcción más sencillas (y, por qué no decirlo, más profanas). Esto llevó a que los gremios de masones viesen amenazada su existencia: ya no eran tan necesarios como en la Edad Media. Esto les llevó a reinventarse, y a empezar a aceptar en sus logias a personas que no tenían nada que ver con la actividad constructiva, profanos, que fueron denominados "aceptados". Fue un proceso lento, que abarcó los últimos años del siglo XVI, todo el siglo XVII y los primeros del siglo XVIII. Sin embargo, la masonería no desapareció porque ofrecía a la gente un lugar (las logias) de reflexión, libres tanto de dogmatismos como de restricciones. Pero precisamente por la fama que tuvo en la Europa de aquella época, la masonería operativa desapareció cuando todos los maestros constructores fueron sustituidos por los "aceptados", gente sin ningún vínculo con la actividad arquitectónica. Por eso, desde ese momento, la masonería abandonó la Arquitectura Sagrada exterior y se convirtió en un taller de arquitectura interior de las personas. Pero eso ya es otra historia, que contaremos en una entrada futura. Gracias por acompañarnos una semana más, nos vemos en la próxima. Ultreia!

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