miércoles, 24 de febrero de 2016

11. La esposa de Yahveh

He vuelto a llegar con un día de retraso, me disculpo. ¿Sabes ya la respuesta a mi pregunta de la entrada pasada? ¿Qué significa esto? Dijimos que era la Estrella de David, pero... ¿sabes qué hace un símbolo hebreo en una catedral cristiana? Actualmente es el emblema de Israel...



Bueno... la Wikipedia dice que los triángulos que lo forman, uno arriba y otro abajo, corresponden a la señal del Pacto entre Yahveh, que representaría el triángulo hacia arriba, y la Humanidad. También dice que es conocido como "el Sello de Salomón" aparentemente en referencia a un verso del Cantar de los Cantares, poema atribuido a ese rey, donde dice: "yo soy de mi amado y mi amado es mío." Algo tendrá que ver, ¿no? En efecto, todas esas explicaciones son válidas, porque todas ellas representan ese significado en el doble triángulo entrelazado. Pero todas esas interpretaciones se realizaron en el Medievo. Y las primeras apariciones del llamado "Sello de Salomón" o "Estrella de David" son muy anteriores. ¿Qué crees que significaban para los hebreos de los tiempos antiguos?

 

Si creías que todos sus significados estaban ya esclarecidos, déjame decirte algo: JAMÁS des un símbolo por conocido completamente. El símbolo se actualiza y evoluciona en el tiempo, porque es una creación del espíritu humano. Y la Humanidad está siempre en constante cambio. Fíjate bien: un triángulo hacia arriba y otro hacia abajo unidos en perfecta simetría. ¿No te recuerda a nada? Lo vimos en una entrada anterior... en la 6ª, para más información. ¿Te suena ya? ¿El culto a lo femenino y masculino, por ejemplo? Exacto. Pero no puede ser, los hebreos adoran a Yahveh, no a una divinidad femenina... ¿no? Ahí es donde nos equivocamos, amigo mío. El símbolo conocido como "Estrella de David" es muy anterior a los tiempos en los que supuestamente vivió el rey David. Y es que los primeros hebreos incluían en su culto la veneración a la dualidad cósmica, a los opuestos primordiales: el dios patriarcal era Yahveh, por supuesto. Pero la conocida divinidad hebrea tenía una consorte cósmica. Una divinidad femenina que le completaba. No, no te estoy tomando el pelo. Se llamaba Asherah, y era la esposa de Dios.


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La diosa Asherah en un relieve israelí del 1300 a.C.

¿Cómo es eso posible? Muy fácil. Antes del monoteísmo patriarcal instaurado por el judeocristianismo en Occidente que ha formateado nuestra conciencia hacia el enaltecimiento de los valores masculinos de conquista, expansión y explotación de la naturaleza, dejando de lado el sentir, las emociones y la intuición; existía una concepción de la divinidad como pareja: la Diosa Madre y el Dios Padre. Originalmente, las grandes religiones abrahámicas, que son hoy los tres grandes monoteísmos, adoraban también a la diosa Asherah, junto a Yahveh. La diosa Asherah era a veces llamada Astarot, y es la misma deidad adorada como Ishtar por los babilónicos y Astarté por los griegos; el arquetipo del Sagrado Femenino: la Luna, la Tierra y el planeta Venus. ¿Qué pruebas hay de que eso fuese realmente así? Resulta que se han encontrado antiguos textos, amuletos y figuras en la ciudad de Ugarit, hoy Siria, en los que se revela que Asherah era una poderosa diosa de la fertilidad que se adoraba junto a Yahveh o Jehovah. En una vasija del siglo XIII a.C. encontrada en el desierto del Sinaí, en Kuntillet Arjud, se pide bendición a la pareja divina. Y muchas inscripciones similares han sido halladas recientemente, lo que fortalece la tesis de que el Dios de la Biblia tuvo una esposa. ¿Saben esto los habitantes de Israel? Bueno, algunos eruditos son conscientes de que su símbolo nacional representa la unión de los opuestos masculino y femenino, que venera la dualidad cósmica. Pero supongo que la gran mayoría lo ignora, o prefiere ignorarlo. Porque es significativo también la admisión en la propia Biblia de que Asherah fue adorada en el Templo de Yahveh en Jerusalén y en el Libro de los Reyes se dice que una estatua de Asherah yacía en el templo y que personal femenino tejía vestimentas rituales para ella. ¿No te resulta familiar? ¿Los vestidos que se tejen para las tallas de la Virgen María en Semana Santa, por ejemplo?


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Los vestidos que se tejen para la Virgen María en Semana Santa
tienen su origen en el antiguo culto a Asherah, la esposa de Dios

Además, en el Libro de Jeremías existe una referencia a ella cuando se habla de "la Reina del Cielo", puesto que luego ocupará la Virgen María. A veces su nombre se traduce como la diosa del árbol de la vida, pero también está vinculada al mar en uno de sus nombres: Athirat, rbt' atrt ym, rabat' Atiram yammi, la "Señora del Mar" o "Aquella que camina sobra las aguas". Justo lo mismo que hacía Jesús. Qué curioso, ¿no? Pero además tiene otro epíteto en los lugares ugaríticos, de lenguaje semítico, que es Qaniyatu 'ilhm, es decir, la "Creadora de los Dioses", de los Elohim. Aunque Ashreah no fue editada del todo en la Biblia por los editores masculinos en la llamada Biblia Septuaginta o de los Setenta, trazos de ella permanecen en evidencias arqueológicas y fragmentos originales de textos de naciones en la frontera de Israel que permiten reconstruir su historia y su papel en las religiones del Levante. ¿Y no queda rastro de ella en la Biblia, aparte de los dos libros que hemos mencionado? Bueno, otra referencia a esta diosa en el Libro de los Libros se encuentra en el Deuteronomio, pero en un marco siempre hostil. El rey Manasseh o Manasés es juzgado como alguien que hizo el mal ante Dios cuando colocó el poste, símbolo del árbol de Asherah, quizá relacionado con el ash tree de los druidas galos, el axis mundi; en el Templo. El rey Hezekiah o Ezequías, que retiró el símbolo de Asherah del Templo y lugares sagrados fue alabado como el más justo de los reyes. Los profetas Isaías, Jeremías y Micah o Micaías también condenan la idolatría de Asherah, ya que según ellos su culto aleja de la adoración del único dios verdadero. Esto nos da una idea de cómo la Diosa, la Magna Mater, el Sagrado Femenino, la divinidad femenina del árbol, la tierra, el mar y reina del cielo fue equiparada con la falsa idolatría, con Baal, y se alejó el hombre de la adoración de la pareja divina y de la mujer; probablemente en ediciones subsecuentes de la Biblia, editada por hombres que quizás más que ser fieles a las Sagradas Escrituras y a los documentos históricos, llevaron a cabo una operación de inteligencia y una programación neurolingüística de la sociedad, destinada a mantener el poder de la casta sacerdotal masculina y reprimiendo el polo femenino de la divinidad. Así es como obtuvimos nuestro pensamiento judeocristiano occidental. 

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Manasés, el último rey de Judá que adoró tanto a Yahveh como a Asherah. 
Por ello, dice el Antiguo Testamento que Dios permitió que fuese llevado cautivo 
a Babilonia. Allí se arrepintió de la adoración de los "ídolos" y fue liberado

Fue horrible, desde luego. Pero por suerte el culto a la divinidad femenina estaba tan arraigado en los pueblos que no murió, sino que se transformó. Todavía quedan todas las Virgen María, las Santa Ana, las jóvenes mártires, todas las santas... mujeres divinizadas que, de manera encubierta, claman la recuperación del culto al Sagrado Femenino. Ahora tú lo sabes, A, y lo saben todos nuestros lectores. La veneración a la Magna Mater tiene su representación moderna en el feminismo. Pero no en el feminismo que nos venden, como que las mujeres deben acabar con los hombres, que se consideran seres superiores. No. El feminismo de verdad debe entenderse como la liberación de la mujer en una sociedad que les oprime por esa tradición patriarcal tan nefasta que es incapaz de reconocer la presencia de la Diosa en la mujer. Ni el hombre ni la mujer son superiores al otro, sino que son complementarios. Todos somos Adán y Eva, nacidos iguales. Todos somos la pareja divina, la dualidad cósmica. Y hasta que no entendamos eso, seguiremos dando palos de ciego con una ideología que roza más el fascismo y la humillación que la igualdad. Pero la igualdad no es el fin del camino, sino que es una condición sine qua non se puede alcanzar la justicia. Porque una cosa es que consideremos al hombre y a la mujer iguales, lo cual es insultantemente lógico, y otra es que los tratemos con justicia. Pero no por ser hombres o mujeres, eso es lo de menos. Es porque habrá hombres que valgan más que 10 mujeres y mujeres que valdrán más que 10 hombres. Como personas, no como sexos. Así que, con esto ya termino, hay que conseguir la igualdad, la recuperación de la mujer como la diosa, para poder alcanzar la justicia. Eso es todo. Nos vemos, querido lector, dentro de dos días. ¡Hasta entonces!

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