martes, 9 de febrero de 2016

5. Los secretos de Valencia

Me he vuelto a retrasar en el plazo de entrega, pido disculpas a los lectores. He pasado el fin de semana en Valencia, y eso me ha impedido acudir a la cita de esta entrada que tenía el sábado. Pero es que... Valencia. Hay un motivo especial que me ha llevado hasta allí, pues nunca hago nada sin una razón. Y esta vez no es una excepción. En Valencia hay dos cosas que todo buen amante de la historia heterodoxa debería visitar. Por una parte, un cuadro de Juan de Juanes que los estudiosos han titulado La Inmaculada Concepción y que se conserva en la Iglesia de la Compañía de Jesús. Es un cuadro extraño, se mire por donde se mire.





¿Por qué es un cuadro extraño? Lo que estamos contemplando en el lienzo de De Juanes es una de las muchas representaciones de la Diosa. Llámala Venus, Astarté, Ishtar, Afrodita o María; todos los nombres hacen referencia a la Gran Madre Tierra, la Magna Mater. Y ésta tiene innumerables atributos, en calidad de gran divinidad femenina. Tengo pensado escribir un libro sobre el tema, así que no me voy a extender. Simplemente decir que es curioso que Juan de Juanes, quien según dicen las crónicas era un hombre enormemente católico, devoto y piadoso, pintase un lienzo en el que aparece exaltada la figura de la Diosa Madre rodeada de lo que se conocen como los "títulos místicos de la Virgen". ¿Cuál es el problema? Que todos esos títulos, junto con los símbolos que los acompañan (una puerta hacia el cielo, plantas y árboles frutales, la ciudad de Dios, la estrella elegida del sol, la media luna a sus pies...) son elementos que la fe católica no termina de encajar muy bien. Son visiones místicas, y sin duda el lector sabrá que el misticismo en España se desarrolló sobre todo en el siglo XVI y que era una práctica que tenía unos componentes considerablemente paganos. Lo que quiero decir, en resumen, es que es extraño que una persona tan católica como parece que era Juan de Juanes, pintase una Virgen María de estas características. Porque este cuadro es, ni más ni menos, que un tributo a la Magna Mater. A la Diosa. ¿Un cuadro de devoción a una diosa pagana en una Iglesia de la Compañía de Jesús? Ya hay que tener mala leche... He dicho que voy a escribir un libro sobre esto, sobre la figura de la Magna Mater en las religiones del mundo. Ya tengo un pequeño borrador y me pondré con la redacción en cuanto En Busca de la Eternidad esté acabado. Pero por el momento no quiero desvelar más información.

Ahora bien, he recomendado a los amantes de la historia heterodoxa que vayan a Valencia a ver dos cosas. Una ya la hemos comentado. ¿Cuál es la otra? Algo que también está estrechamente relacionado con la divinidad femenina: el Santo Grial. Sí. El santo cáliz del que bebió Jesús en la Última Cena se encuentra en una capilla de la Catedral de Valencia, dedicada por cierto a la Virgen María.





Quién lo iba a decir... ¿Éste es el Grial que buscaba Indiana Jones? Para los católicos, así es. Hace ya un año que el Vaticano, tras 2.000 años de silencio, ha decidido otorgar el Jubileo al Cáliz de Valencia. Literalmente, ha aceptado que es el Santo Grial de la Última Cena. Para los católicos valencianos es todo un honor, sin duda. Incluso le han dedicado una capilla adyacente a la propia Iglesia, donde se custodia. Pero... ¿qué tiene el Santo Grial de "historia heterodoxa", si es una de las reliquias más importantes de la cristiandad? Pues desde luego, mucho. Pero esta entrada ya va saliendo muy larga y no quiero abrumar al lector. Si está interesado, por aquí iremos viendo el capítulo dedicado al Grial en ese libro que tengo planteado escribir. Pero a grandes rasgos es eso: el Santo Grial jamás ha sido una copa, sino que es un símbolo del sagrado femenino. Lo explicaré en la próxima entrada, en la que hablaremos de los símbolos primigenios de lo masculino y lo femenino. Así que si os interesa el supuesto significado "auténtico" del Santo Grial, volved por aquí el jueves. Porque estaré aquí el jueves, no te volveré a retrasar. ¡Hasta entonces!

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