miércoles, 6 de septiembre de 2017

88. La herejía de María Magdalena

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Pocos personajes hay más controvertidos que aquella que fue llamada "la Magdalena", figura clave del cristianismo primitivo que ha despertado infinidad de teorías en torno a su persona, a pesar de que su presencia en los Evangelios es más bien escasa. Ya nos hemos referido a ella en alguna ocasión, pero nunca hemos contado su historia. O, al menos, la historia que recorrió Europa como la pólvora y que fue aceptada como verdadera por un gran número de comunidades cristianas. Ni siquiera sabemos si María Magdalena existió pero, una vez más, no seremos historiadores. Seremos como aquellos cristianos de los siglos II y III que, al escuchar las peripecias de la Magdalena, las compartieron con su comunidad. Y así fueron muchos los que, escuchando y contando de nuevo lo que se decía sobre ella y su destino, esperaban un milagro: la supervivencia de la estirpe de Cristo y la reinstauración de su linaje en el trono de David...

María Magdalena era la esposa de Jesús. Esto lo han tenido claro muchas comunidades cristianas durante siglos, y no se debe precisamente al azar. En aquella época era normal que un judío varón, ya en la treintena, estuviese casado. De hecho era tarea del padre, en este caso José, el buscar una doncella como futura esposa de su hijo. Si Jesús no hubiese estado casado, los Evangelios habrían dado una explicación para tal rareza, y por supuesto los fariseos también habrían utilizado eso en su contra. Incluso Pablo en sus epístolas, al defender la castidad, habría nombrado el ejemplo de Jesús como su prueba más convincente. Pero no lo hizo. Si Jesús hubiese permanecido soltero, célibe, habría tenido eco de alguna manera en la sociedad judía de aquel tiempo. Algunos autores han intentado defender esta circunstancia diciendo que Jesús era célibe porque pertenecía a la secta de los esenios. En efecto, los esenios tenían prohibido el matrimonio y sólo crecía su secta gracias a los jóvenes y niños que las madres les entregaban para que les criasen y educasen en sus cuevas, sirviendo a la comunidad. Es posible que Jesús, de niño, se educase con los esenios; pero no fue uno de ellos. La prueba está en que los esenios eran altamente elitistas, y si por algo es conocido Jesús es por hacerse acompañar siempre de mendigos, prostitutas, enfermos y miembros de las capas más bajas de la sociedad. Un esenio jamás habría hecho algo así. Los esenios tampoco bebían alcohol, mientras que Jesús disfrutó del vino en varias ocasiones, como en las bodas de Caná. Así que descartando la tesis esenia y al no encontrar explicación de otra forma, debemos asumir que Jesús estuvo casado. Pero, ¿por qué con María Magdalena? 


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María Magdalena recibe un trato especial por parte de Jesús. A pesar de su poca presencia en los evangelios canónicos, aparece en ellos más veces que la mismísima Virgen María, y siempre en momentos importantes. María Magdalena es María de Betania, la hermana de Marta y Lázaro, amigo de siempre de Jesús a quien éste resucitó. Fue ahí cuando María conoce a Jesús, y queda embelesada escuchando sus palabras. También es ella la que vive la liberación espiritual plena, cuando Jesús le extrae los "siete demonios" (que se traducen como los miedos, los defectos y los impedimentos que nos ponemos a nosotros mismos para la autorealización). También María está a los pies de la cruz durante la Crucifixión, la única junto con Juan que asiste a Jesús en sus últimos momentos. Es ella también la que encuentra la tumba vacía y la que vive la primera manifestación de Jesús resucitado. Pero el momento más importante e íntimo de ambos se da, sin duda, en la casa de Simón el fariseo. María Magdalena unge los pies de Jesús con un caro perfume y los seca con sus cabellos. Este momento convierte a Jesús en el Cristo, que significa "el ungido". En la tradición religiosa del Mediterráneo, la unción del dios se lleva a cabo por manos de la diosa. Éste es el momento en el que tiene lugar el matrimonio místico de Jesús con María de Betania, llamada la Magdalena.

Es difícil discernir, al menos históricamente, si todas las Marías que aparecen en los evangelios son la misma María Magdalena. Fue el papa Gregorio Magno quien decidió que así fuese, pero no hay pruebas de ello. Aún así pensemos por un momento que, efectivamente, Jesús y María son un matrimonio (más pruebas las encontramos en los evangelios apócrifos). María de Betania será conocida como María Magdalena de igual modo que Jesús es conocido como el Hijo de David: es un título regio. Durante mucho tiempo se ha creído que el término "Magdalena" se explicaba por la proveniencia de María de la ciudad portuaria de Magdala... el problema es que en el siglo I d.C., tal ciudad no se llamaba así. Fue primero Karen Armstrong y después Margaret Starbird quienes identificaron "Magdalena" como un término hebreo que significa "la torre del rebaño". Como hemos dicho, es un título regio asociado a la Casa de David (aunque el linaje de María Magdalena pertenecía a la Tribu de Benjamín y no a la de Judá, su matrimonio con Jesús le permite formar parte de ésta y de la Casa de David). Al casarse con Jesús se convierte en la Reina que debía poner en el trono al nuevo Hijo de David.


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Algunos artistas, como Veronés, creían en la validez del matrimonio entre Jesús y María Magdalena. En la imagen, una pintura conservada en la Galería de la Academia de Venecia, que ha sido descrita como una Última Cena "muy libremente tratada". Tan libremente, que no tenemos más que mirar quiénes ocupan el centro de la composición en lo que parece ser, más que una cena frugal... un banquete nupcial

Por supuesto, María Magdalena no era prostituta. Esa idea que tenemos sobre ella fue una confusión que produjo en el siglo XIII el libro más importante para la iconografía cristiana: La Leyenda Dorada. Su autor, Jacobo de la Vorágine, obispo de Génova, confundió a María Magdalena con María Egipcíaca, mujer que sí fue prostituta y sí marchó a hacer penitencia al desierto, pero nunca conoció a Jesús. Así pues, ¿qué tenemos? Un matrimonio judío más, algo de lo más normal en la época. El problema es que quienes lo formaban no eran tan normales: el mensaje que transmitía Jesús amenazaba el status quo. Y ya sabemos qué piensa y qué hace el poder con los revolucionarios. Así que los romanos, que ostentaban el poder político; y la secta de los fariseos, que manejaban el poder religioso y que habían sido criticados con vehemencia por Jesús, le ejecutaron. 

Tras la muerte de Jesús, sus apóstoles fundaron diversas escuelas. Sin embargo, las más relevantes fueron tres. Pedro marchó a Roma, y junto a Pablo fundó la Iglesia de Roma, que se convertiría en la Iglesia Católica de Occidente. A día de hoy es la iglesia oficial, y la que más seguidores cuenta en el mundo. Santiago el Mayor, hermano de Jesús, se quedó de forma clandestina en Galilea, y luchó contra los intentos de divinización de su hermano. Él fue el fundador de la Iglesia de Jerusalén, y fue finalmente decapitado por orden de Herodes. Por último, Juan, María Magdalena y María la madre de Jesús marcharon a Éfeso, donde fundaron la última de las grandes iglesias. Seguramente fue en Éfeso donde María Magdalena dio a luz a su hija: Sara.


Pero la Magdalena no se quedaría mucho tiempo en Éfeso, con Juan y su suegra. Temiendo las represalias de Roma contra todos los seguidores de su marido, un grupo de discípulos de Éfeso encabezados por Nicodemo cogió a la Magdalena y se dirigió a Alejandría, donde la tolerancia religiosa era mucho mayor. Recordemos que Jesús nunca pretendió fundar una nueva religión, sino que su mensaje era una revisión del judaísmo de la época. En Alejandría podían haberse quedado a salvo María y los seguidores, pero Nicodemo sabía que era demasiado arriesgado, pues Egipto seguía siendo territorio romano y no querían correr riesgos. Así que pasado el tiempo compró una embarcación y se hicieron a la mar, buscando tierras más seguras donde María Magdalena y el fruto de su vientre pudiesen estar a salvo. Y así llegaron a Marsella.

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En la iglesia de San Francisco de Asís el pintor Giotto representó en un fresco la llegada a Marsella de María Magdalena, su hija y varios seguidores de Jesús en una embarcación, guiados por dos ángeles

María Magdalena se dedicó el resto de su vida a predicar el mensaje de Jesús por la zona sureña de Francia, y eso explica la profunda devoción a la santa en esa región. Tanto es así que existe una localidad llamada Saintes-Maries-de-la-Mer, es decir, las Santas Marías del Mar, referida seguramente a María Magdalena y a María Cleofás, la hermana de la Virgen. Por eso no hay consenso en si Sara nació en Éfeso o en Marsella, pero una cosa es segura: estuvo en Marsella, ya que en la misma localidad existe una figura que recibe el nombre de Santa Sara del Mar. Es la santa patrona del pueblo gitano, y su efigie es una talla negra. Por eso recibe también el nombre de Sara Kali (Sara la Negra). Su culto está vinculado evidentemente con las diosas negras de la fertilidad, durante la época pagana, pero no es descartable el hecho de que se inspire en el personaje real de Sara. De hecho, su negritud puede ser considerada también como una referencia a la depuesta princesa davídica de Jerusalén: "Más brillante que la nieve su princesa, más blanca que la leche... ahora su apariencia es más negra que el hollín, no son reconocidas en las calles." Estos versos se encuentran en el Libro de las Lamentaciones (4:7-8), ya que el nombre de "Sara" significa princesa en hebreo. Sin embargo, la tez morena de su piel también puede hacer referencia a su necesidad de ocultarse. 

 Santa Sara del Mar es la Patrona del pueblo gitano, su culto milenario ... 

Sea como fuere, la leyenda dice que vino de Egipto en una barca sin remos en la que se encontraba María Magdalena. Mientras algunas versiones decían que era una esclava, otras la identificaban como la hija de María Magdalena que habría tenido con Jesús. Sara, "princesa", era la hija del Rey de los judíos. El caso es que tanto María Magdalena como Sara predicaron el mensaje de Jesús por la región de la Provenza, hasta que la joven se casó con un franco. Esto ocurrió entre finales del siglo I y principios del siglo II. Mucho tiempo más tarde, ya en el siglo V, el rey franco llamado Clodión tuvo un hijo con su esposa, la princesa Basina de los Turingios (un pueblo germano). Este niño se llamó Meroveo, y fue el origen de la dinastía de los reyes Merovingios. Desde que este hombre asumió el trono de los francos se extendió la leyenda de que toda su dinastía tenía una procedencia divina... que había venido por mar.

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La tradición cuenta que la madre de Meroveo, Basina, se había unido a un monstruo marino denominado el Quinotauro, y que de esa unión nació el primer rey Merovingio. Tal vez esta leyenda tenga su poso de verdad, y la criatura marina sea una metáfora del origen marítimo de la sangre merovingia. Y es que los Merovingios fueron considerados reyes y sacerdotes, se les suponía la personificación de la Gracia de Dios en la tierra, siendo considerados figuras similares a Jesús. Pero quizá fuese al revés, y esta consideración que se tenía sobre los Merovingios les llevó a buscar y crear vínculos de unión, utilizando como nexo al Quinotauro y a María Magdalena. Quién sabe. Lo que sí es cierto es que los Merovingios eran considerados reyes desde su nacimiento, y a los 12 años recibían el título de Rey sin necesidad de una ceremonia de coronación. 

Los Merovingios eran reyes, sí, pero no gobernaban. Dejaron el gobierno en manos de los llamados Mayordomos de Palacio (lo que serían los validos en España), y por eso recibieron el sobrenombre de Reyes Vagos. Pero también corría la voz de que todos los miembros de la dinastía Merovingia se dedicaban al estudio de las Ciencias Ocultas, lo que les valió el sobrenombre de Reyes Brujos o Taumaturgos. Todos ellos eran reyes melenudos, ya que creían que su poder residía en el pelo (como Sansón) y jamás se lo cortaban.

Ya hemos dicho que, a pesar del respeto que inspiraban los reyes Merovingios y las leyendas y rumores que corrían acerca de su linaje divino, el auténtico poder real estaba en manos de sus Mayordomos. Y fue en el año 750, reinando Childerico III, cuando su Mayordomo de Palacio, llamado Pipino, envió una delegación franca a entrevistarse con el papa Zacarías. Pipino solicitaba su autorización para poner fin al decadente reino Merovingio y ocupar el trono de Childerico. Zacarías aceptó y declaró "debe ser Rey el que ejerce la realidad del poder". En noviembre de 751, Pipino depone a Childerico III y se hace coronar por San Bonifacio, siendo proclamado por una asamblea de obispos, nobles y leudes (Grandes del reino). Childerico III es detenido, le cortan sus largos cabellos (eliminando así su símbolo de poder) y se le encierra en el monasterio de San Bertin, cerca de Saint-Omer, donde muere. Sus hijos serán pasados a cuchillo y Pipino recibirá el sobrenombre de "el Breve", por el poco tiempo que pasó en el trono. Este Pipino fue el abuelo del hombre conocido como Carlomagno, fundador de la dinastía de los Carolingios y patrón protector de Francia y de la cristiandad.

  Carlomagno: ¿un santo? Puedes leer este artículo en español ...

Resulta curioso, porque la tradición dice que un hijo de Childarico sobrevivió, protegido por los guardias del rey, y que sería ocultado y educado a los ojos de los Carolingios y del mundo por los miembros de la organización conocida como el Priorato de Sión... pero ésa es otra historia. No deja tampoco de ser curioso los símbolos sagrados de los Merovingios, a saber, las abejas y el oso. Las abejas, de acuerdo a la filosofía totémica, son el símbolo de la fertilidad y la sexualidad. Son animales que representan al sol y todo su poder, son símbolos de la luz (Jesús decía "yo soy la luz del mundo"). Para los egipcios era un símbolo de realeza, en Grecia se las usaba para referirse a los Misterios Eleusinos, y los celtas la asociaron a la sabiduría oculta. Todo ello las convierte en el mejor de los símbolos para representar a la dinastía Merovingia. 

Pero también el oso era una figura totémica importante para los Merovingios. De hecho, es muy interesante comprobar el significado del nombre del Rey Arturo (Arthur), contemporáneo de los Merovingios, pues responde a las iniciales de ARTH y UR. En la antigua lengua céltica arth significa "oso", mientras que ursus significa también "oso" en latín. ¿Por qué el oso? El oso es el animal del amor. Un amor que une y conecta a todos los seres vivos. El del amor es el tótem más hermoso, se manifiesta de las más inesperadas formas. Aquellos con el tótem del oso dejan que el amor guíe sus acciones. Es el amor que predicaba Jesús, y es el amor que acogió y transmitió María Magdalena en la tierra que recibió el nombre de Francia.  

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Puede que la historia de Jesús, María Magdalena y Sara sea una leyenda. Es posible que los Merovingios sólo buscasen relacionar su familia con el hombre que fue llamado Hijo de Dios. Pero la realidad histórica no nos importa. Recordemos que la historia en la Antigüedad era un arte, nunca una ciencia. Lo que hoy habéis leído aquí es la recopilación de unas ideas que marcaron el inconsciente colectivo de Europa hace muchos siglos y que marcaron el rumbo de la Historia religiosa. Tan fuerte resuena la canción de María Magdalena que aún hoy sigue causando fascinación. ¿Fue amiga? ¿Fue amante? ¿Esposa y madre de la descendencia de Jesús? ¿Es ella el Santo Grial? Nunca encontraremos respuesta a esas preguntas, pero tal vez no haga falta. Al final lo que importa es lo que cree la gente, lo que lleva en el corazón. Y ésa es la magia más poderosa de todas.

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