Uno podría pensar que ese puesto se debate entre nuestra Mona Lisa y "La Última Cena", pero si bien es innegable que ese fresco es también famosísimo, créeme que no ha tenido la repercusión literaria que se ha brindado al retrato del Louvre. Antes de nada, vamos a ver de dónde viene ese nombre. Leonardo da Vinci, como todos los artistas de ese periodo, no ponía título a sus obras. Su nombre, La Gioconda (traducido como "la alegre" en castellano) deriva de la tesis más aceptada de la identidad de la modelo: la esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo, que realmente se llamaba Lisa Gherardini, de donde viene su otro nombre: Mona ("señora", del italiano antiguo) Lisa. Lo sé, de momento no es que hayamos desvelado gran cosa: lo que acabo de decir es lo que pone en todos los libros de arte. Pero a menudo, los libros de arte evitan relacionar a las grandes mentes de la historia con un interés por el esoterismo. Pasa con Leonardo da Vinci, con Isaac Newton, con Napoleón... Nadie estaba seguro de que la retratada fuese Lisa Gherardini. El retrato fue concluido en Francia por Leonardo en 1516, año en el que murió, y nunca le puso un nombre a la obra. El hecho de que Da Vinci se llevase a su retiro en Francia este lienzo y estuviese trabajando en él hasta el momento de su muerte descarta que "La Gioconda" fuese un encargo de Sebastiano de Giocondo. Algo importante significaba este lienzo para Leonardo, que lo estuvo pintando y retocando incluso en su retiro en Francia, hasta el día de su muerte. Resulta que la identificación con Lisa Gherardini la hace Giorgio Vasari en 1550, pero en 2005 se encontró en la biblioteca de la Universidad de Heidelberg una nota de Agostino Vespucci en el margen de un libro que confirmaba la creencia de que la modelo era Lisa Gherardini. Nuevamente, nada misterioso o sorprendente. La modelo era Lisa Gherardini, tal y como se viene diciendo desde hace años. Imagino que el lector espera que tenga algo más en la manga...
"La muerte de Leonardo da Vinci", de Ingres (1818). Petit Palais, en París
Pues sí, lo tengo: Agostino Vespucci fue contemporáneo de Leonardo y buen amigo suyo, y esa anotación la realizó en torno a 1503. Puede que Leonardo usase a Lisa Gherardini como modelo para "La Gioconda", pero lo que no dicen es el propósito del pintor. Y ahora vamos a ver cuál fue la finalidad de esta tabla. Piénsalo: Leonardo es heredero de muchas tradiciones ancestrales que se estaban recuperando en la Italia de aquella época. Hay fuertes indicios de que pudo pertenecer a una sociedad secreta, quizá a los Hijos de Mitra o al Priorato de Sión. Sea como fuere, llegó un momento en la vida de Leonardo en que estuvo obsesionado con una idea: el culto a la Magna Mater. Sí, voy a salir otra vez por ahí. Pero hay más: el modelo de "La Gioconda" no es una mujer. Sé que acabo de decir que Leonardo retrató a Lisa Gherardini, pero Si tuviésemos otro retrato de esa mujer para compararlo podríamos verlo claramente. Lo más probable es que Leonardo eligiese a Lisa por sus facciones. Aquí podemos verlo en otra perspectiva de Lisa, un bosquejo atribuido a Leonardo.
No estoy diciendo que Leonrado cambiase el sexo de la modelo para representar a un hombre, sino que seguramente escogió a Lisa Gherardini para pintar esta obra precisamente porque sus rasgos no eran los de una mujer... pero tampoco los de un hombre. Si te fijas bien, lo puedes ver claramente: es un andrógino. Se llama escotoma: la mente ve lo que quiere ver. Estamos tan acostumbrados a que nos digan que "La Gioconda" es una mujer que automáticamente al ver la pintura no vemos que sus rasgos muestran una clara androginia. Es una especie de mecanismo de defensa de nuestro cerebro. Un andrógino es un hombre y una mujer al mismo tiempo. Ambos y ninguno. Probablemente, Lisa Gherardini tenía rasgos andróginos, que Leonardo utilizó para plasmar en el lienzo su mensaje. ¿Cuál? ¿El de la Magna Mater? Pero si acabo de decir que es andrógino.... ¿cómo puede alguien que es hombre y mujer al mismo tiempo representar a la Diosa? Ahí está precisamente el juego de Da Vinci. Este cuadro lo que presenta es la dualidad del cosmos, los principios masculinos y femeninos en armonía e igualdad. Es un andrógino que vive en el mundo de la Diosa Madre.
Vamos a explicar esto con los dos nombres que recibe esta obra. Da Vinci, al pintar la enseñanza de la Gran Diosa, está haciendo una pintura de la fecundidad. En Egipto, el dios de la fecundidad es Amón, al que se representa con cabeza de carnero. ¿Y sabes quién es la contraparte femenina de este dios, la diosa de la fecundidad? Isis. O, como se la llamaba en las Escuelas de Misterios, L'Isa. Y fíjate ahora qué cosa más curiosa. Si ponemos los dos nombres juntos, ambos dioses de la fecundidad, hombre y mujer en un mismo ser, ¿qué es lo que obtenemos? Fíjate, porque éste es el secreto revelado.
AMON L'ISA
El nombre de "Mona Lisa" es un anagrama, una palabra creada a partir de la reordenación de las letras de otra palabra. El andrógino que aparece en este lienzo es la personificación de Amón L'Isa, los dioses egipcios de la fecundidad. ¿Pero dónde queda la Gran Diosa en todo esto? En el paisaje que utiliza Da Vinci. Enmarca a la modelo entre dos columnas de estilo clásico, igual que se hacía en las pinturas de la Antigüedad con las representaciones de las diosas. Pero en el fondo se puede ver un paisaje montañoso con un caudaloso río y quizá un lago. El agua es fuente de vida, de conocimiento y de fecundidad. El río es el símbolo de la Diosa. Por otra parte, en el paisaje también se muestran montañas, grandes bloques que se alzan hacia el cielo, hogar del Dios. Piensen los lectores en el monte Horeb o el Sinaí de la cultura judeocristiana, en el monte Olimpo de la mitología griega... la montaña siempre se ha considerado zona de contacto con la divinidad. Pero masculina. Es la dualidad, de nuevo.
Supongamos que el nombre de "Mona Lisa" es en realidad un anagrama de ese AMON L'ISA. Pero, ¿qué hay del otro nombre del lienzo? Sí, "La Gioconda". Verás, lo que demuestra ese nombre es, por un lado, que en efecto Lisa estaba casado con Sebastiano de Giocondo. Pero también hay algo curioso a ese respecto: en Milán, durante la época en la que Leonardo empieza a pintar este cuadro, se hizo famoso un grupo iniciático de mujeres. Por lo que se sabe, era un grupo que pretendía devolver a los hombres el antiguo culto a la Diosa Madre. Su rito de iniciación se llamaba "El Juego", y estaban dirigidas por una suma sacerdotisa que se consideraba la voz de la Diosa dormida, que aguardaba su despertar en el culto patriarcal de la Italia del XVI. Sólo permite que te haga una pregunta, querido amigo: ¿cómo se dice "juego" en italiano? Gioco. En efecto. ¿Qué pasaría si "La Gioconda" resultase ser, literalmente, "la jugadora"? ¿Una iniciada en el culto femenino a la Magna Mater? Pues pasaría que mi teoría del andrógino y la dualidad cósmica se iría al garete. Pero bueno, estoy dispuesto a pagar ese precio. Sea cual sea, estoy convencido de que una de las dos interpretaciones que acabo de exponer es la correcta. Tenemos que alejarnos de las tesis académicas que afirman con dogmatismo que los genios no tenían devaneos con lo esotérico, porque me parece que está claro que sí. Algunos tenían bastante más que devaneos, y Leonardo es uno de ellos. Este cuadro no tiene ningún secreto, ningún misterio imposible de descifrar: el toscano está pintando una de las enseñanzas principales de los cultos mistéricos. Tan sencillo y a la vez tan difícil de ver para el nosotros y el academicismo. Sin embargo, hay una cosa a la que no he dado respuesta. ¿Qué hay de la sonrisa? Le he puesto ese título a la entrada, así que es de suponer que tengo una hipótesis. Y claro que la tengo. La sonrisa es un reto.
Me explicaré. Se ha dicho que esa sonrisa se debe a que, mientras la pintaba, Leonardo Da Vinci ordenaba que hubiese bufones y cómicos haciendo gracietas y cabriolas alrededor de Lisa Gherardini para que su rostro no reflejase melancolía, tan propia de los retratos, sino alegría. Te lo digo desde ya: eso es una vulgar patraña, y un insulto a lo que en esa época era la pintura: un arte sagrado. Creer que al modelo de este lienzo le están contando chistes es ridículo. ¿Crees que esa es la cara de alguien que se está divirtiendo de verdad?
¿Qué es entonces esa sonrisa? Un desafío que lanza Leonardo al espectador. Muchísimos artistas interaccionaban con los que iban a ver su obra de esta manera. Se dice que Mona Lisa sigue con su mirada al espectador mientras éste se mueve. Por supuesto que lo hace. La mirada nos está haciendo una pregunta, nos lanza un desafío.
¿Pero cuál? ¿Qué quiere Leonardo de nosotros? Nos desafía a que desvelemos su secreto. A que seamos nosotros, sin su ayuda, los que comprendamos el verdadero significado de esta pintura. Y el modelo esboza una sonrisa burlona precisamente porque Leonardo piensa que la humanidad jamás será capaz de ver lo que sus ojos de iniciado veían: la dualidad cósmica de todas las cosas, el principio femenino, la presencia de la Diosa Madre, dormida pero no muerta. Ese es el auténtico significado de esta Mona Lisa. Y el modelo, con su mítica expresión, lanza una mirada burlona al espectador, como si preguntase: "¿quién será capaz de desentrañar mi secreto?" Porque hay un detalle que no nos puede pasar inadvertido: la modelo lleva un ligero velo sobre su cabeza. Y en el Antiguo Egipto, en los cultos mistéricos de Isis, había un busto de la diosa que cubría su rostro con un velo. Se decía que sólo los iniciados que superaban los Misterios serían capaces de retirar el velo de la diosa de la fecundidad. Es curioso que nuestra "Mona Lisa" lleve también un velo, ¿no?
Quizá de lo que has leído de este cuadro, lector, algo tenía que ver con lo que hemos contado hoy. Espero que lo hayas disfrutado y que veas con otros ojos a la modelo... o al modelo. Nos vemos en un par de días. ¡Ciao!
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