lunes, 18 de abril de 2016

32. Mi nombre era... Judas

Empezamos una nueva semana y... ¿soy yo o el fin de semana ha sido especialmente corto? En fin, no importa. En la entrada anterior estuvimos hablando sobre los Evangelios Gnósticos, y apareció uno que recibía el nombre de Evangelio de Judas, según el cual Judas Iscariote no habría sido un traidor, sino uno de los principales discípulos de Jesús, quien al entregarle a los romanos estaría cumpliendo la voluntad de Dios. Hoy vamos a explicar esto. De acuerdo a los evangelios canónicos, Judas fue el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar al maestro sin que sus seguidores interfiriesen, tal y como había anunciado Jesús durante la Última Cena con sus discípulos (anunciado en Mateo 26:14-75 y Lucas 22:20). El famoso "uno de vosotros me traicionará"Sin embargo, para los evangelios gnósticos, eso no es una profecía acerca de la traición, sino que es una petición, un encargo a sus apóstoles. Y fue Judas quien cumplió ese cometido.

"Judas traiciona a Jesús con un beso", por Giotto

¿Por qué iba Jesús a querer ser traicionado? No nos adelantemos. De acuerdo a los evangelios canónicos, sabemos muy poco sobre Judas. No se menciona sobre su llamada ni cuándo se unió a los apóstoles, pero el Evangelio de Juan pone un antecedente importante de la felonía de Judas, ya que él era el tesorero y, según ese evangelio, Judas se apropiaba del dinero destinado a los pobres (Juan 12:6). Según los cuatro evangelios canónicos, Judas guió a los guardias que arrestaron a Jesús hasta el lugar donde lo encontraron besando su mejilla, les indicó quién era besándole (Marcos 14:43-46). Pero también, según el Evangelio de Marcos, Jesús reprendió a los soldados diciendo: "¡Habéis salido a prenderme como contra un ladrón con espadas y palos! ¡Todos los días estaba con vosotros enseñando en el templo y no me prendisteis! ¡Pero es para que se cumplan las Escrituras!"¿Qué quiere decir esto? Que Jesús tenía que ser arrestado, para poder pasar su Pasión y finalmente morir. Jesús deseaba pasar por ese tránsito, tenía que hacerlo. Y fue él mismo quien, en la Última Cena, encargó a Judas que llamase a los soldados. Al menos, eso es lo que dice el Evangelio de Judas¿Por qué tenía que morir Jesús? Es más, ¿por qué querría morir? En los siglos XIX y XX, algunos autores ensayaron, como ejercicio de ingenio o bien por convicción sincera, la posible reivindicación del personaje. Y en el año 2006, esa lectura positiva de Judas cobró nuevos bríos con la publicación en abril de la traducción del Evangelio de Judas, un texto gnóstico que data posiblemente del siglo II. Según este texto, Jesús pidió a Judas que lo traicionara y Judas cumplió la orden como acto supremo de obediencia. Para los gnósticos esto representaba un acto sagrado, ya que ayudaba a liberar del cuerpo el Espíritu Santo de Jesucristo. Para los gnósticos del Evangelio de Judas, Jesucristo era espíritu encarnado, un fragmento de la Unidad Cósmica que había descendido a la Tierra para iluminar a los hombres con la Sabiduría. Jesús pasó tres años predicando en el mundo de los mortales... pero tarde o temprano tenía que volver a la Unidad, a ser uno con lo que él llamaba Abba, "Padre". El mundo sensible, nuestro mundo, no era su sitio natural; él no pertenecía a este mundo. Los episodios de la Pasión no son más que ritos de paso, necesarios para purificar su alma - o Espíritu Santo - y poder ascender de nuevo. Jesús le pide a Judas que le entregue a las autoridades romanas para poder purificarse y trascender hasta el Padre. Y Judas le obedece, como buen apóstol que era. De manera que el papel de Judas en toda esta historia es de lo más importante. Porque sólo con esa "traición", Jesús pudo morir, resucitar y trascender de nuevo a la Unidad, a su mundo de origen.

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Suena muy místico, pero es porque proviene de un evangelio gnóstico. De manera que, si creemos en la palabra del Evangelio de Judas, éste no traicionó a Jesús sino que fue la llave para que Cristo pudiese regresar al lugar del que venía. Si Judas sólo estaba siguiendo las instrucciones de su maestro, ¿entonces por qué después se arrepintió de lo que había hecho y se ahorcó? Pero, ¿realmente lo hizo? El Evangelio de Mateo dice que "... fue y se ahorcó" (Mateo 27:5), y en el libro de los Hechos de los Apóstoles dice "el cual era contado con nosotros, y tenía suerte en este ministerio. Éste, pues, adquirió un campo del salario de su iniquidad, y colgándose, cayó de cabeza, reventó por medio, y todas sus entrañas se derramaron". (Hechos 1:17-18) ¿Cómo que reventó por medio y se derramaron las entrañas? ¿No se ahorcó simplemente? Por eso existe una controversia sobre el final de Judas. Para conciliar ambos textos, se ha sugerido que cuando Judas se colgó, la cuerda se rompió, de modo que su cuerpo cayó y se reventó al golpear de cabeza contra el suelo. Sin embargo, para que esto pudiese ser posible, Judas tendría que haberse "ahorcado" por los pies. Y en la Biblia nada hace pensar que así hubiesen sucedido las cosas. La única manera de solucionar este problema de la incoherencia es saber de dónde tomaron sus relatos Mateo y Lucas. Mateo (que escribió para un público judío) se inspiró en la muerte de Ajitofel (2 Samuel 17-23), mientras que Lucas escribía para un público de origen pagano (griego) y se inspiró en el libro deuterocanónico de Sabiduría 4,19. Entonces, ¿cómo murió Judas? No se sabe. Tanto el Evangelio de Mateo como los Hechos de los Apóstoles toman sus versiones sobre su muerte de libros anteriores y muertos anteriores. ¿Cuál fue entonces el verdadero final de Judas? Bueno, hay una última teoría al respecto. Que, por supuesto, no aparece en ninguno de los evangelios. Al menos, no en los canónicos.

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¿Dónde aparece? En un libro titulado El Apóstol Número 13, de Michel Benoît. Es un libro que recomiendo fervientemente a nuestros lectores, pues desvela muchos de los secretos de Jesús. Porque sí, es una novela. Pero resulta que Benoît fue monje benedictino durante 22 años, y preparó en Roma su doctorado de teología, lo que le permitió acceder a los Archivos del Vaticano y hacerse experto en los orígenes del cristianismo. Habiendo pasado varios años estudiando los Archivos, ¿no creéis que esta novela pueda ser algo más que un relato de ficción? Si fuese yo, aprovecharía para contar muchas cosas. El tema fundamental del libro es la división y luchas internas de las Iglesias después de la muerte de Jesús (la de Santiago en Jerusalén, la de Pedro en Roma...) y la existencia de un decimotercer apóstol, lógicamente. Pero no quiero desvelar nada, prefiero que seáis vosotros los que lo descubráis por vosotros mismos, si tenéis curiosidad. Lo que sí es reseñable en esta entrada, ya para terminar, es el final de Judas. Que Pedro era un hombre de carácter violento no lo niega nadie que haya leído la Biblia. Pero la explicación que da Benoît a ese carácter es que Pedro era un zelote. Los zelotes, para que nuestros lectores lo entiendan sin enredarme en explicaciones, eran los extremistas de Judea en aquella época. Reaccionarios, fundamentalistas y casi militares. Benoît dice que Pedro siempre llevaba consigo la sicca, una espada corta que utilizaban los zelotes para destripar a sus víctimas. Dice que fue con esa espada con la que cortó la oreja del legionario que pretendía arrestar a Jesús. Y también dice que Pedro, lejos de comprender la trascendencia que suponía el acto de liberar el Espíritu Santo de Jesús con su muerte, arrinconó a Judas y le mató con esa misma sicca, destripándole. De hecho, de ahí viene la palabra sicarioEso explicaría las entrañas de Judas desparramadas en el monte. Leyendo la Biblia, los evangelios apócrifos y El Apóstol Número 13, uno se da cuenta de que Pedro habría sido perfectamente capaz de asesinar a Judas. ¿Quién es entonces culpable?

  

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