Antes de empezar con la entrada de hoy quiero hacer un anuncio público: a partir de ahora empezaré a publicar una entrada por semana en vez de cada dos días. Porque así yo me lo preparo/pienso bien y vosotros no estáis tan estresados por tener que leer una entrada entera cada dos días (y además, así también aprovecháis para poneros al día con las entradas que no habéis leído). Y ahora bien, sin más dilación, presentamos al personaje de hoy. Va a ser un tema algo alejado del cristianismo, mal que le pese a los chicos de Ad-Sense. Me refiero a Fenrir. Vamos a hablar de él. De su historia. De quién es. Me imagino que algunos de nuestros lectores, al ser la 33ª entrada, esperaban algo relacionado tal vez con la muerte de Cristo a los 33 años. Eso habría sido lo obvio, pero no quiero hacer lo obvio. ¿Sabéis por qué vamos a hablar hoy de Fenrir? Porque me inspiré en él para "actualizar" el blasón de mi familia. Me explico. Parte de mi familia proviene del Reino de Navarra y Cataluña. Y de acuerdo al Archivo Histórico de Blasones y Heráldica, el blasón de la familia Espinel es un fondo dorado con un lobo azul pasante y un espino salpicado de gules (rojo). Así lo representa la web blasonari.
Un lobo azul. Como se dice que era Fenrir. No sé si os habéis fijado en la marca que pongo al final de mis libros (si es que los tenéis en vuestro poder). Si no, aquí la tenéis: la cabeza de un lobo azul y blanco rodeado de una corona de espinas debajo de la cual me he tomado la libertad de incluir el lema de los peregrinos: Ultreia. Es como una actualización del balsón familiar, que por supuesto lleva ya unos cuantos siglos en desuso.
Todo esto está muy bien, pero hemos venido aquí a contar la vida de este personaje, así que vamos a ello. Según la mitología escandinava, el lobo Fenrir es uno de los tres hijos del dios Loki y de Angerboda, la gigante con corazón de hielo. Nació junto con Hel, la diosa del Infierno; y la serpiente Jormoungandour. Un apunte necesario es que el reino la diosa Hela, o Hel, recibe el nombre de Helheim, no de Infierno. Y no tiene nada que ver con el inframundo cristiano. El Helheim es uno de los nueve mundos, ubicado bajo una de las raíces de Yggdrasil, el Árbol Cósmico. En vano trató Loki de mantener a sus hijos ocultos en la cueva donde vivían con su madre en Jötunheim, pues crecían tanto que nada podía contenerlos. Odín, rey de los dioses, el Padre de Todos; temiendo que estas criaturas habrían de ser funestas, reunió a los Aesir (los principales dioses del panteón) y les ordenó que los llevasen a su presencia. Una vez conducidos ante él, Odín emitió su veredicto: Hel fue arrojada al país de las nieblas, y la serpiente a los abismos del mar. Allí alcanzó un tamaño tal que un día, al enroscarse, llegó a abarcar toda la tierra. Cuentan que a veces se enfada tanto al pensar en su destino que sacude su cuerpo y golpea con su cola hasta que el mar se levanta, desencadenando una gran tempestad. Loki, por supuesto, quedó muy apenado por el destino de sus hijos.
En el caso de Fenrir, los Aesir pidieron ayuda a los Alfes negros, enanos muy entendidos en el arte de la forja. Ellos labraron una fabulosa cadena, llamada Gleipnir, y que elaboraron utilizando los siguientes ingredientes: el rumor de los pasos de un gato, la barba de una mujer, los nervios de un oso, el aliento de un pez, la saliva de un ave y la raíz de un monte. Puede parecer que los Alfes eran no conocían el hierro a pesar de ser maestros de la forja, pero una cadena de hierro no habría sido capaz de retener a Fenrir. Necesitaban la magia. Lógicamente, no les fue fácil pasarle la cadena por el cuello al gigantesco lobo. Para engañarlo, los dioses se la ofrecieron como un adorno... pero Fenrir no cayó en la trampa. Así que probaron la estrategia de persuadirlo de que se trataba de un juego y que debía dejarse encadenar para ver si lograba liberarse de sus ataduras. Fenrir aceptó por una cuestión de honor: no quería que le tomasen por un cobarde. Pero a cambio exigió como condición que uno de los Aesir metiera la mano entre sus fauces mientras duraba la prueba. Tyr, el dios de la guerra, consintió en poner su mano derecha para que se confiara, y de ese modo lograron finalmente sujetarlo con la poderosa Gleipnir. Fenrir, furioso, devoró la mano de Tyr, que desde entonces es conocido como "el Hombre de una Sola Mano".
Fenrir quedó encadenado a la peña Gelgia, incrustada en el centro de la Tierra. El lobo comenzó a aullar y sus aullidos eran tan profundos que sacudían la tierra. Así que uno de los Aesir clavó la espada en sus mandíbulas, dejándolas unidas. La sangre manó de la herida que silenció a Fenrir, y de ella nació el río Von. En resumen, le dejaron encadenado en el centro de la Tierra con una cadena mágica indestructible y además un dios le atravesó la mandíbula con su espada para que sus aullidos no destruyesen la Tierra.
Fenrir es el padre de Hati, el lobo de la luna, que cada noche la perseguía por el cielo, y cuando estaba cerca de alcanzarla, la sombra que le hacía formaba un eclipse. También es el padre de Sköll, el lobo del sol, que perseguía a los caballos que conducían por los cielos el carro de la diosa Sól, con la intención de devorarla. Los Aesir habían conseguido reducir a Fenrir, pero imponer el orden sobre el caos costará un alto precio. Cuando llegue el Ragnarök, la batalla del fin del mundo entre los Aesir liderados por Odín y los Jotuns de Loki, los lobos lograrán sus objetivos. Hati alcanzará la luna y la destrozará entre sus garras, y su hermano Sköll devorará a la diosa Sól, que será reemplazada por su hija. Cuando los lobos de la muerte atrapen al sol y a la luna, cada gota de sangre se convertirá en una estrella que caerá a la Tierra.
La oscuridad que entonces se producirá hará que Gleipnir pierda su poder y Fenrir pueda liberarse. Romperá sus cadenas, el agua y el fuego invadirán la tierra y las hordas marcharán contra los Aesir. Comenzará la batalla al son del rugido del mar y del cuerno de Heimdall, protector del Bifrost, el Puente del Arcoiris que conecta Asgard (el mundo de los dioses) con Midgar (el mundo de los mortales). Y entonces Fenrir llegará hasta Asgard y, tras una dura batalla, devorará a Odín, Padre de Todos. Sin embargo, Odín será vengado por su hijo Vidar, dios del silencio y de la justicia cósmica.
Odín montado en su caballo Sleipnir lucha contra El Lobo Fenrir
Vidar VS. Fenrir
Esto es lo que tiene que pasar. Fenrir representa al Caos, a un orden anterior al establecido por los Aesir, con Odín a la cabeza. Para que los dioses pudiesen reinar era necesario derrotarle, es decir, superar el desafío que representa y acceder a su conocimiento. Pero tarde o temprano el propio orden de los Aesir terminará, y en ese Ragnarök, que el mundo judeocristiano llama Apocalipsis, el Caos derrotará al Orden. Fenrir acabará con Odín. Será el Caos el que acabe con el Orden para que un nuevo Orden, reflejado en la figura del hijo de Odín, Balder, pueda imponerse. Vidar, el dios que matará al gran lobo, representa la herramienta para ese tránsito cósmico. Y sí, sé que Balder no ha aparecido en todo el relato. Eso es porque no tiene que ver con Fenrir, pero dentro de la mitología nórdica es muy importante. Para que os hagáis una idea, Balder es nuestro Jesucristo. Fue asesinado, pero en el Ragnarök resucitará para vencer a las huestes del caos de Loki e instaurar en la Tierra lo que nosotros llamamos "el Reino de Dios". A propósito, Loki se enfrenta a los Aesir dirigiendo un ejército de Jotums, gigantes de hielo, y entablará combate con Heimdall. Después de un muy reñido duelo, ambos se matarán mutuamente. En fin, ya es hora de que irse. Esperemos que la peña y la cadena le sean leves a Fenrir, no nos gustaría encontrárnoslo por aquí cuando llegue el Ragnarök...
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